domingo, 20 de mayo de 2012

Teenagers thing's; Capítulo: #13

Capítulo: #13

Al día siguiente, desperté desanimado. Realmente no tenía ganas de ir a la escuela. Quizás Frank ya no quisiese saber nada de mí. Más que mal, lo rechacé.
Me arreglé y salí rápido de casa, ya que estaba atrasado. Al llegar el profesor ya estaba dentro del salón, pero de igual manera, me dejó entrar. Lo hice de forma silenciosa, dándole las gracias al profesor por dejarme entrar. Me senté junto a Edward, ya que Frank se encontraba con Idiel. Era de esperarse.

- ¿Estás bien? - susurró Edward, mientras el profesor explicaba la materia.
- Si - respondí después de un rato, no muy convencido. Él lo notó.
- Creo que te afectó el sueño. No te ves muy bien.
- Eso debe ser. - sonreí falsamente, intentando concluir el tema.

No podía evitar girar mi cabeza, hasta dar con la mirada de Frank. Estoy seguro que lo hice más de una vez, pero él no lo notó. Estaba con su vista baja, sobre su cuaderno.

- ¡Vamos, Gerard! - dijo Edward tomándome fuerte del brazo, una vez iniciado el receso. - ¿Qué te pasa?
- No, nada. - dije al fin, cuando reaccioné.

Me puse de pie y salí directo al baño. Me encerré en uno de los cubículos, sin importarme nada. Si fuese por mí, no saldría hasta la vuelta a clases, pero sería raro. ¿Gerard Way encerrado en el baño por todo el largo receso? Sería sospechoso para cualquiera. "Y ¿si hablo con Frank, ahora?" pensé. Quizás me sentiría mejor.
Salí del baño. Lavé mi rostro, intentando quitar aquella imagen tan agotada que sellaba mi rostro. Fui hacia donde se encontraban mis amigos, pero no vi a Frank. Solo distinguí a Idiel.

- ¿Has visto a Frank? - la pregunté, mientras ella hablaba con Edward. Últimamente se veían muy "juntitos".
- Quería estar solo. Se fue a caminar por ahí... - señaló un costado del patio.
- ¿Quería estar solo?
- Si. No se veía muy bien. Estaba algo... callado, hoy. - noté algo de angustia en su voz.
- Ok. - asentí y me encaminé hacia el lugar señalado por Idiel.
- ¡Gerard! - gritó Idiel, captando mi atención.
- ¿Qué? - pregunté, volteándome.
- Dije que quería estar "solo" - enfatizó la última palabra.
- Necesito hablar con él. - No la seguí escuchando y simplemente, me fui.

Me introducía aquel camino, en busca de Frank. Era un lugar muy apartado. Tenía árboles y muebles escolares, algo gastados. Vi un par de salones. Me acerqué para verificar si se encontraba dentro de alguno de estos, pero me sorprendí al escuchar la voz de Bert. Caminé rápido hasta llegar a la sala, pero me quedé helado cuando escuché la ronca voz de Frank.

- ¡Hijo de puta! ¿Qué te he hecho? - dijo Frank, alterado. Yo incliné mi cabeza hacia la puerta para poder oír.
- A mí nada, pero... ¿Creías que entrar a nuestro grupo es fácil?
- ¿De qué grupo hablas? ¡¿Quién te dijo que yo quería ser tu amigo?!
- Pero deseas ser amigo de Gerard. Y para ser sincero, eres algo raro. Digamos que... muy inteligente para nosotros.
- No es mi culpa que seas retardado, idiota.
- ¡Vuelve a decirme idiota y te rompo la cara! - gritó fuerte Bert. Yo no aguanté más y entré. Bert me observó extrañado. Frank estaba sujeto por dos "amigos" míos. Se volteó, intentando escapar.
- ¿Qué mierda haces, Bert? - estaba realmente confundido.
- ¿Qué haces tú aquí?
- Busco a Frank. - lo miré asustado. Él no dijo nada. Se quedó serio. - ¡Suéltenlo! - le dije a ambos chicos, que lo tomaban de los brazos. - ¿jamás podrás enfrentar a alguien solo? - resalte la última palabra, lo que hizo enfadar a Bert.
- ¿Por qué no dejas que el enano se defienda solo? - me imitó. Frank lo miró con ira. - váyanse. - le ordenó a ambos. Ellos obedecieron como malditos robots.
- ¡Hijo de puta! no te he hecho nada. - le gritó Frank, una vez libre.
- Jamás me harás nada. Eres muy delicado. - comenzó a molestarlo, haciendo gestos gay. Frank se quedo parado sin decir nada. Yo hacía lo mismo, mientras Bert caminaba de un lado a otro. - acéptalo. - le susurró al oído.
- cállate, ¡imbécil! - lo empujó. Bert se molestó. Se abalanzó sobre el cuerpo de Frank y yo corrí a quitárselo de encima.
- ¡Deja que aprenda a pelear! - me gritó, empujándome. - ¡Marica! – le dijo a Frank. Ambos quedamos estáticos. Se volteó hacia mí, sin saber qué hacer. Su mirada dejo ver su tristeza, al notar que yo no lo defendía... No lo haría.

{*Narra Frank*}

Mi decepción se hizo mayor, a tal punto que decidí retirarme, antes de llorar ahí mismo. Fui con la vista baja, hasta la puerta, pero antes de llegar, Gerard me volteó y golpeó mi rostro con gran fuerza. Yo lo miré sorprendido sin saber qué pasaba por su mente. Me llené de rabia. ¿Cómo podía ser tan desgraciado? Bert rió con muchas ganas. ¿A caso este era un plan de ellos? Miré a Gerard con una ira, desconocida para mí. Su golpe no había logrado tirarme al suelo, así que con rapidez me acerqué a él, intentando devolverle el golpe, pero Gerard tomó mis brazos con fuerza y me lanzó hacia Bert.

- ¡Pégale a él! - gritó Gerard después de dejarme frente a Bert
Yo no entendía qué sucedía, pero tampoco me importó en ese momento. Solo quería descargar mi ira. Me fui contra Bert, botándolo al suelo. Mis golpes no eran moderados. Perdí el control de mis puños. Su rostro comenzó a sangrar. Intentó zafarse en varias ocasiones, pero mi fuerza fue irreconocible. Realmente estaba molesto. Quería romperle el rostro.
- ¡Ya, detente! - Gerard me tomó de los brazos, tirándome hacia tras. Bert quedó con el rostro ensangrentado e intentando reponerse. Yo forcejeé para que me soltara, pero no lo logré. Me llevó hasta fuera del salón.
- ¡¿Qué te pasa, idiota?! ¡Suéltame! - grité, golpeando su abdomen con furia.
- ¡Contrólate, Frank! ¡Lo siento!
- ¿por qué lo hiciste? - dije sin más fuerza, dejando caer mi cuerpo sobre su pecho. Me sentí débil. Gerard me abrazó con fuerza, llevándome tras los árboles. Estando escondidos, levantó mi rostro. Mis ojos estaban rojos, dejando caer un par de lágrimas. - ¡No hiciste nada! Dejaste que se burlara de mí y además ¡me golpeaste!
- Perdón, Frank. Si hubieses sido cualquier persona, te hubiese defendido, pero no contigo. No dejaría que te pasaran a llevar. No siempre me tendrás a tu lado. Tendrás que enfrentar las cosas tú solo. Por eso lo hice... y resultó, porque ahora Bert no te seguirá molestando. - rió. Yo lo miré serio.
- ¿Crees que creeré esa mierda?
- Tendrás que hacerlo porque es verdad. Conozco a Bert y se que si tú no lo enfrentabas ahora, te seguiría molestando hasta que te fueras de la escuela. – respondió sincero. – No quiero que nada malo te suceda. Te quiero mucho, como para dejar que te pasen a llevar.
- Gracias, entonces. – dije aun serio.
- De nada. – sonrió.

Nos quedamos mirando un rato. Recordé lo sucedido el día anterior y mis mejillas hirvieron. Reconozco que por miedo no fui a la casa de Gerard, durante la noche. Temí que me negara de por vida. Y que no me hablara más. Pero me miraba de manera especial. Eso me alivió.

- ¿por qué no fuiste a mi casa ayer? Necesitaba hablar contigo.
- Por miedo.
- ¿Me tienes miedo? – preguntó sonriendo.
- Me acabas de golpear. – reí.
- Ya te expliqué… - quedamos en silencio, mientras nuestras miradas se cruzaban. - ¿Puedes ir hoy? Necesito aclarar mi mente. – esta última frase me hizo temblar. Tendría que explicarle todo lo que por mi cabeza pasaba. Eso me costaría.
- Tengo que ir. Me toca trabajar.
- Está bien. Hablamos después, entonces. – sonrió y se fue.

Quedé bobamente de pie, algo confundido. Por lo menos, Gerard me habló. Respiré profundamente. Me sentí tan bien.

- ¿Te quedarás ahí? – me gritó. – ¡Vamos! Ya comenzaron las clases.
- ¡mierda! – susurré y corrí a su lado, para luego correr a la sala. Entramos. Después de hablar con el maestro. Nos preguntó por Bert, pero no dijimos nada. Según Gerard “no lo vimos”. Me senté junto a Idiel, quien me miró extrañada.

- ¿Dónde estabas? – preguntó sorprendida.
- Por ahí. – no pude evitar reír.

Pasó el resto del día, sin novedad.
Con Gerard no hablé, ya que quedamos de vernos en su casa. ¿Bert? Llegó tarde a clases, diciendo que se había caído de la escalera. No se atrevería a decir que lo había golpeado el alumno “raro” de tan solo quince años. Gerard y yo reímos.
Al salir de clases los nervios se apoderaron de mí. ¿Cómo le diría a Gerard toda la verdad? Era difícil decir que lo amaba. Tenía miedo, pero por último estaba tranquilo, ya que él ya estaba al tanto de mis sentimientos. Solo quería escucharlos de mi boca.
Llegué a su casa y comencé mi trabajo. Después de limpiar la piscina escuché un silbido del segundo piso. Me volteé y vi a Gerard asomarse por una de las ventanas. Hizo un gesto con su mano, que me indicó el momento. Quería que subiera. Mi corazón se aceleró y un escalofrío recorrió mi cuerpo.

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