domingo, 20 de mayo de 2012

Teenagers thing's; Capítulo: #16

Capítulo: #16

Perdí el control de mis manos, que con desesperación, se clavaron en su espalda, por debajo de la polera. Sin querer, enterré mis uñas sobre su piel. Frank se alejó, algo asustado.

- ¿Vamos a hacerlo? - preguntó, alejándose de mi cuerpo, con la respiración agitada.
- ¿Quieres hacerlo? - le sonreí de manera coqueta. Él también rió. Estaba nervioso. Relamió sus labios, quitando el exceso de saliva que había en ellos. Su boca se veía tan sexy. Sus labios estaban hinchados y rojos, producto del beso. - ¿Me deseas, Frank? - Se puso tenso y bajó su mirada.
- ¡Gerard! - susurró. Sus mejillas hirvieron.
- hablo en serio, hermoso. - levanté su rostro. Yo lo miraba serio, pero Frank solo reía, de los nervios.
- Me da vergüenza. - bajo su mirada nuevamente, llevando sus manos a los costados de sus piernas. Se veía lindo. Besé su mejilla de manera tan tierna, que hasta yo me sorprendí. Él me miró con más confianza.
- ¿Me deseas tú a mí, Gerard? - preguntó serio. Yo fijé mis ojos en los suyos, intentando dar a conocer mi amor.
- Te deseo, más que a nada, Frankie. - me gusto como sonó aquel apodo y al parecer a él también, ya que se le iluminó el rostro y sonrió de forma tierna. - ven. - susurré, atrayéndolo a mi cuerpo, sin despegar mis ojos de los de él. Acaricié su miembro superficialmente. Él no dijo nada, solo me observó. Sentí su pene endurecer, luego de mis caricias. Frank cerraba los ojos y en ocasiones dejaba salir pequeños gemidos. Encorvó su espalda, quedando acostado sobre la cama. Yo solo lo observaba desde mi posición. Me encantaba el rostro de placer de mi amado. Suena raro ¿no?, pero es así. Es la verdad. Me incliné sobre su cuerpo y besé su cuello. Frank se retorció de manera divertida. La daba cosquillas. Dirigí mis manos a su abdomen, dejándolo al descubierto. Pasé mi lengua, después de dar un par de mordiscos. Me levanté nuevamente, para así quitar su polera. Frank hizo lo mismo conmigo y mordió mi cuello, lo que hizo estremecer mi cuerpo. Lo recosté sobre la cama de nuevo, besando cada parte de su cuerpo. Su textura era tan suave. No me cansaba de acariciarlo. Era demasiado agradable al tacto. Bajé hasta su pantalón. Miré a Frank, antes de desabrocharlo. Me miró con lujuria, pero después se puso rojo y tapó su cara con sus pálidas manos. Su actitud tan infantil, me hizo suspirar. Volví a mi "labor", logrando desabrochar su pantalón y bajar su bóxer de manera lenta. Frank tenía sus manos, a los costados de la cama. Aferrándose a las sábanas. Miré su pene con gran deseo. Lo tomé por la base, girando mis dedos al rededor de este. Frank gimió con su vista pegada al techo. Fue extraño lo que sentí en ese momento. Recién en ese instante, caí en que estaba haciendo un real acto homosexual. Al poseer su miembro entre mis manos. Quedé pensativo y Frank lo notó. Me miró y tomó con sus manos, las mías, haciendo presión. Pero yo me quedé estático, sin saber qué hacer. Frunció el ceño, extrañado. Clavó sus ojos en los míos y esa fue la fórmula para que volvieran mis deseos por poseerlo. Mordí mi labio inferior y, aun observándolo, comencé a masturbarlo. Recostó su cabeza sobre la almohada, dando pequeños gemidos. Relamía sus labios, constantemente. Incliné mi cabeza sobre él, y pasé tímidamente mi lengua sobre la punta de su miembro. Estaba temblando. Ambos estábamos nerviosos. Supuse que Frank era virgen y yo, por mi parte, jamás había estado con un hombre. Frank gimió con fuerza. Sonreí.
No lo hice esperar más, e introduje su erecto miembro, dentro de mi boca. Frank tomó mi cabeza, haciendo mayor presión. Acariciaba mi cabello y en ocasiones lo tiraba bruscamente, pero no me importaba. Él lo disfrutaba. Mi lengua rozaba de arriba abajo, mientras mis manos acariciaban sus piernas y abdomen. "¡Oh, Gee!" escuché en uno de sus gemidos. Ese apodo se escuchó realmente hermoso, saliendo de sus labios. Cerraba sus ojos con fuerza. Podía notar las venas que aparecían en su cuello, cuando estaba llegando al orgasmo. Casi no respiraba. Intentaba ahogar sus gemidos, pero no le daba resultado. Le salían con más ganas, aun. Sus caderas se movían rápidamente y sus gemidos descontrolados, acabaron en un fuerte grito, que me asustó un poco. Salió todo su semen. Me alejé de él, limpiándome. Dirigió su vista, hacia mí y sonrió complacido. Subí, para poder probar sus labios, una vez más. Sus manos rodearon mi cuello y su lengua humedeció mis labios, sin besarlos. Se sintió bien. Pero yo también quería sentir aquel placer. Le sonreí levemente y tomé su cadera, intentando girarla, pero Frank se quedó tieso y no me dejó. Puso una cara de pánico, que me hizo soltar una risa, sin quererlo.
- ¿Qué pasa? - susurré.
- Es que... No se... - revoloteó sus ojos por la habitación. - ¿Es necesario que lo hagas por...? - miró su parte trasera. Yo fruncí el ceño.
- y ¿por dónde quieres? - pregunté sin entender. - ¿Tienes vagina escondida en algún lugar?
- ¡Gerard!
- Seré cuidadoso. - dije entre risas. La cara de Frank era de un susto total. Estaba dispuesto a tratarlo como un diamante. Un pétalo al cual no había que lastimar. Besé su frente y luego lo volteé. De manera que quedó boca abajo, con sus manos apretadas a la almohada y sus ojos perdidos en un lugar fijo que no logré distinguir. Yo también estaba asustado. Había penetrado a otras chicas de manera anal, pero sin ningún cuidado. No me importaban. Solo me importaba el placer personal. En cambio con Frank era distinto. Remojé dos de mis dedos con saliva y luego los introduje de forma lenta. Frank gimió, escondiendo su rostro en la almohada. Lo hice un par de veces más y luego besé su espalda. Acaricié su abdomen y susurré. - Aquí viene - asintió, sin levantar su cabeza. - Abre un poco más las piernas. - Así lo hizo. Tomé ambas piernas con mis brazos y me impulsé para entrar en él. Lancé un fuerte gemido, con mis ojos cerrados. Frank hizo lo mismo, pero pude percibir que lo hizo por dolor. Subí una de mis manos a su espalda. La acaricié mientras mordía y lamía su nuca. Mi otra mano que se encontraba en su pierna, la dirigí a su miembro. Lo comencé a masturbar y Frank encorvó su espalda. Entré nuevamente en él, aun acariciando y besando su espalda. Lo hacía con cuidado, aunque mi cuerpo se estaba impacientando. Pegué mí frente a su espalda. Frank gemía fuerte, mientras mis manos acariciaban su pene, nuevamente endurecido. Su hermosa voz pronunciaba mi nombre.
Llevó su mano derecha hacia mi trasero. Lo acariciaba constantemente. Me sentí algo avergonzado, pero en ese instante nada importaba. Excepto aquel maravilloso placer que me brindaba su pequeño cuerpo. La habitación estaba oscura. Solo la luz de la luna lograba iluminar de manera nítida, el rostro de Frank, que aunque me daba la espalda, de reojo podía notar su transpirada frente y sus ojos cerrados con fuerza. Su boca entre abierta, con sus hermosos labios húmedos. Los relamía y mordía. Mi pene entraba y salía de su cavidad, de manera más rápida. Mis caderas se descontrolaron. Frank pedía más. Mi brazo dolía, producto de la masturbación que le dedicaba a Frank en ese momento. Las caricias suaves que me hacía Frank en mi parte trasera en un principio, se volvieron desesperadas. Enterraba sus dedos con fuerza. Luego subió ambas manos a mi cabeza. La llevó al costado de la suya, mientras revolvía mi cabello. Sentí su húmeda espalda. Mis embestidas eran más rápidas y fuertes. Ya casi estaba llegando. Frank gritaba más fuerte. Su cuerpo tieso y transpirado, me decía que ya estaba llegando. Sentí un escalofrío, que me hizo apretar todo el cuerpo. Los dedos de mis pies se apretaron con fuerza, al igual que mis ojos. Tomé su abdomen, para así terminar con una última embestida tan profunda, que nos hizo llegar al orgasmo a ambos. Ahogamos nuestros gemidos en un beso apasionado. Frank giró su cabeza para chocar con mis labios. TSu cuerpo estaba tan húmedo y se sentía delicioso. Su lengua era suave y me brindaba ese dulce sabor, el cual se estaba volviendo una adicción. Nos alejamos un poco y Frank cayó, de espalda sobre la cama. Mi brazo dolía, pero no era de importancia. Me lancé sobre su pequeño cuerpo, abrazándolo con gran cariño. Frank era único y me hacía sentir como jamás, nadie, lo había hecho. Levanté mi mirada y la clavé en sus ojos. Fran tenía sus ojos cerrados y una sonrisa en el rostro. Acarició mi cabello, sin abrir esos hermosos luceros que me cautivaban. ”Te amo” susurré. Abrió sus ojos y recién en ese instante, notó que yo lo observaba. ”Yo también te amo, Gerard”. Dejó ver sus hermosos dientes, que me brindaron una cálida sonrisa. Apretó sus brazos, alrededor de mi espalda. Fundiéndonos en un hermoso abrazo, que reflejaba nuestro incondicional amor.
Tomó mi nuca atrayéndome a su rostro.

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