domingo, 20 de mayo de 2012

Teenagers thing's; Capítulo: #17

Capítulo: #17

Cerré los ojos, para así dormir, acompañado de aquel pequeño cuerpo fundido en ese hermoso aroma que lo identificaba. Pero su dulce voz, interrumpió mi sueño.

- No te duermas. - susurró. Levanté mi vista, hasta encontrarme con sus ojos. Estaban brillantes. Subí mi cuerpo, hasta quedar a su altura. Nuestras narices rozaban, mientras yo miraba sus labios.
- ¿Quieres que nos quedemos toda la noche despiertos?
- Gerard... Me tengo que ir. - dijo con tristeza. Recién en ese momento recordé que al día siguiente teníamos escuela.
- ¡Oh! es cierto... - hablé de la misma forma que él. - Pero quiero que te quedes conmigo. - fijé mi vista en sus ojos.
- Yo también quiero quedarme contigo, pero no podemos. Mamá está esperándome en casa. Le dije que volvería después de "estudiar". - hizo las comillas con sus dedos, lo que provocó la risa de los dos, ya que lo que menos hicimos fue "estudiar".
- Bueno, pero nos vemos mañana. - asintió. - y no hablo de la escuela. - frunció el ceño. - Ven en la tarde.
- Pero tengo que trabajar. No sé si pueda estar contigo.
- ¿Quieres estar conmigo?
- Si.
- Entonces harás el esfuerzo y podrás. - sonreí.
- Está bien... - sonrió también. - Gracias Gerard por hacerme sentir feliz. No te imaginas la alegría que tengo de que esto haya pasado. - acarició mi rostro.
- A mi también me haces feliz. Gracias por aparecerte en mi camino. - besé su nariz. Frank me miró un par de segundos y rozó mis labios suavemente y luego los humedeció con su lengua.
- Bien, me voy. - se corrió hacia un costado, para que yo me quitara de encima. Le dejé libre el paso y se puso de pie. - No me olvides. - dijo mientras se terminaba de vestir.
- Ten por seguro, que no lo haré. - reímos.
- Bésame. - dijo, inclinándose hacia mi rostro, con las manos apoyadas en la cama. Yo, que estaba acostado, observando como cubría su cuerpo con cada prenda, pero a penas vi su gesto de despedida, me acerqué a su rostro y lo besé. Posé mi mano en su cuello, atrayéndolo a mi rostro, lo que provocó que cayera sobre la cama. Reímos, sin despegar nuestros labios y lo lancé sobre mi cuerpo, una vez más. - me tengo que ir. - dijo riendo, mientras se alejaba de mi rostro.
- Lo sé. - simulé puchero.
- No hagas eso. - me besó otra vez. Nuestras lenguas se juntaron, dejando sentir su dulce sabor, que me volvía loco. - Adiós.
- Te amo. - tapé mi cuerpo con las sábanas y Frank se dirigió a la puerta.
- Yo igual te amo. - me lanzó un beso y desapareció.

{*Narra Frank*}

Al instante en el cual cerraba la puerta, tras mi espalda, me arrepentí. Quería volver a entrar y besarlo de nuevo. Sentir su cuerpo y sus labios sobre mi piel. Caminé por el pasillo, que me dirigía a la escalera, hacia la salida. Pero se me vino a la mente, aquel momento en el cual Gerard me decía "Te amo" y no pude evitarlo. Sin pensarlo, giré mi cuerpo y entré a su cuarto. Gerard permanecía igual, que como lo había dejado.
Abrí la puerta, nuevamente y Gerard permanecía sentado, ya vestido (con su pijama)
- ¿Se te quedó algo? - preguntó confundido. Me acerqué rápido y tomé su rostro entre mis manos. Él no se opuso y nos besamos tiernamente. Nos alejamos y relamí mis labios. - vuelve a hacer eso, y no te dejo ir.
- Ahora si me voy. - reí. Salí rápido de su habitación, para que los deseos de tenerlo, no volvieran. Cerré mis ojos con fuerza y bajé las escaleras.
- ¡Frank! - escuché la voz de Mikey, justo antes de abrir la puerta de salida. Me volteé como si nada hubiera pasado. - ¿Qué haces aquí a esta hora? - se veía realmente curioso. No encontré que fuera tan tarde. El reloj marcaba cerca de las diez de la noche.
- Eh... vine a estudiar con Gerard. - Mikey me observó un momento, como intentando analizarme.
- Y... ¿Sin libros? - abrí mis ojos sorprendido, al recordar que dejé los libros en la habitación de Gerard.
- Oh... Sabía que algo me faltaba. - reí nervioso. Mikey me miró no muy convencido y yo corrí hacia arriba, antes de que mis mejillas hirvieran frente a él.
Abrí la puerta, nuevamente y Gerard permanecía sentado, ya vestido (con su pijama) y lucía pensativo, con una de sus manos en sus labios. Me miró sorprendido, levantando una de sus cejas.
- Frank, te lo advertí. - dijo acercándose a mí, de manera peligrosa. Intenté esquivarlo, corriendo al escritorio, donde se encontraban los libros.
- Gerard, - grité, mientras él me seguía rápidamente y yo reía. - vengo a buscar los libr... - no alcancé ni a terminar de hablar, cuando Gerard me dio vuelta y juntó sus labios con los míos. Esto realmente me causaba gracia. Éramos como pequeños niños, que buscaban jugar. - Gerard... - dije con dificultad, ya que sus labios no estaban dispuestos a soltar los míos. Quería que me soltara, para que su hermano no sospechara nada, pero Gerard introdujo su lengua dentro de mi boca y sus brazos me apretaban con fuerza. Bajé mi mano hasta su miembro y lo apreté con fuerza.
- ¡Auch, Frank! - se alejó rápido y se retorció, apretando a su "amigo".
- Lo siento. - contuve la risa y le besé la mejilla. - Es que no me querías soltar y solo vine a buscar los libros. - me acerqué al escritorio y los tomé. - Mikey me vio abajo y no quedó muy convencido de nuestro "estudio".
- Gerard abrió sus ojos, aun con expresión de dolor. - así que me voy, ahora mismo. - Besé sus labios lo más rápido posible. O eso quise, ya que cada vez que rozaba sus labios, después me costaba alejarme de él. - te amo. - dije riendo, por las varias ocasiones que había dicho lo mismo y salí de la habitación. Bajé corriendo y ahí estaba Mikey, viendo televisión. - Adiós, Mikey.
- Adiós. - dijo volteándose y me fui.

Caminé con una sonrisa de idiota todo el camino. En ocasiones llegaba a dar saltitos de la emoción. Saber que esta noche no podría dormir, pensando en el día vivido, me prendía de energía para no cerrar los ojos en toda la noche.
Llegué a casa y saludé a mamá, que se encontraba sentada en el comedor.

- Hola, mamá. - la sonrisa no se borraba de mis labios.
- Que contento estás ¿Algo que yo debería saber?
- no, nada. - reí y besé su mejilla.
- Está bien. Entonces ve a la ducha.
- ¡No! - exclamé, al tan solo pensar que tendría que borrar las huellas que había dejado marcadas Gerard en mi piel.
- No seas sucio, Frank. Tienes que ducharte.
- Pero, es que… no quiero.
- ¡Frank! – me miró desafiante.
- Bueno... Está bien. - dije bajando mi vista y yendo hacia el baño.

Al sacar mi ropa, me miré al espejo. Recorrí con mis dedos todos los lugares en los cuales Gerard había posado sus manos. Cada caricia se hacía presente otra vez. Cerré los ojos y visualicé a Gerard fijando su vista en mis ojos.
Acercándose a mí rostro y hacer contacto con mis labios. Su sabor increíblemente delicioso. Fue todo tan perfecto. Largué el agua, pero no me bañe. Suena sucio. Lo sé, pero no me importó. Quería mantener su fragancia en mi cuerpo por lo menos esta noche. Como si estuviese durmiendo a mi lado.
Después de un rato, salí del baño simulando haberme duchado. Me despedí de mi madre y me fui a "dormir". Pensando en mi amado Gee, obviamente. No podía creer lo perfecto que había vivido, con el ser más perfecto que existe. Su perfección me lleva a las nubes. Y saber que era yo el poseedor de tal privilegio, me dejaba atónito. Se había cumplido mi sueño, de lograr estar con Gerard Way. Siempre fue algo tan platónico. Desde mis primeros años en su escuela, fue una ilusión. Me parecía raro que nunca haya notado la manera en que lo observaba. Como mis mejillas se enrojecían, cuando me miraba. Pero estaba feliz. Porque Gerard ahora es solo mío. Sé que sus sentimientos son honestos, al igual que los míos. Pero… ¿ahora? Tendríamos que guardar este secreto de nuestro amor. Nos traería malas consecuencias, si alguien llegara a saber lo nuestro. Solo quedaba amarnos en secreto. El secreto más maravilloso y preciado que guardaría en mi vida.
Giré mi cuerpo hacia la ventana. Recordando aquel momento en el que la luz de la luna cubría mi rostro, mientras los labios suaves, cálidos y húmedos de Gerard, recorrían cada rincón de mi cuerpo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario