domingo, 20 de mayo de 2012

Teenagers thing's; Capítulo: #19

Capítulo: #19

- No me contesta. - susurró, después de marcar en varias ocasiones. Justo después, sonó la puerta.
- Ahí llego, creo. - Se volteó a mirarme.
- Anda a ver. Si es él, le dices que venga. - asentí y fui hacia la puerta de entrada.
- ¡Frank! - grité, al ver que él se dirigía al patio trasero. Se giró a verme, a penas me oyó. - Papá quiere hablar contigo. - aguanté la risa.
- ¿Tu papá? - preguntó entre confundido y asustado.
- Si. - no pude evitar reír. Él no entendió. Di media vuelta y fui hasta su oficina, nuevamente. Frank me siguió.
- Buenas tardes, señor Way. - dijo, cerrando la puerta y mirándolo atento.
- Buenas tardes, Frank. Necesitaba hablar contigo. - Apreté mis labios para no reír. Frank me miró asustado. - Este chiquillo me está trayendo problemas otra vez y necesito tu ayuda.
- Oh, claro. En lo que usted desee. – dijo, aun sin entender nada.
- Necesito que dejes tu trabajo, por un tiempo y te preocupes solo por enseñarle a Gerard. Está castigado. Solo estudiará y sin salir de casa. Serás su tutor desde ahora. Te pagaremos lo mismo. – ”¿Le pagarán por acostarse con su hijo?” pensé y largué una risa. Ambos me miraron y yo volví a mi seriedad. Papá terminó de hablar con una gran sonrisa. Frank asintió de la misma manera.
- No se preocupe. Haré lo posible porque Gerard mejore sus calificaciones.
- ¡Genial! Empiezas hoy. – dijo haciendo un gesto con sus manos, que nos indicó la salida.

Salimos en silencio, pero a penas Frank cerró la puerta, ambos explotamos en carcajadas.

- ¿Así que estás castigado? – rió.
- Eso me dijo. – reí aun más fuerte.
- Shh… - Me pegó en el hombro. - No tan fuerte.
- Está bien. – susurré, tapando mi boca.
- Ya, vamos.

Frank caminaba delante de mí. Yo lo seguía, con la vista baja, pero cuando subimos las escaleras, mis ojos se clavaron en su trasero. Frank no se daba cuenta. Él solo subía las escalas. De pronto, mi mano se elevó y peñiscó su trasero.

- ¡Auch! – gritó, volteándose y empujándome hacia tras. - ¿Qué te pasa?
- Perdón. – Reí – no pude evitarlo.
- ¡Sí, claro! No pudiste evitarlo… - me imitó y siguió subiendo.
- En serio… Fue mi mano. Un impulso. – me defendí, intentando no reír. – Es que tienes un trasero muy sexy. – dije mordiendo mi labio.
- ¡Cállate! – se volteó riendo. – Te pueden oír.
- Lo siento.
- ¿Tus libros? – preguntó Frank, al entrar a la habitación.
- No los necesitamos. – dije mordiendo mi labio. Frank abrió sus ojos, de par en par.
- No, no, no, no… Vamos a estudiar. – dijo lentamente, como si yo fuera retardado.
- No te pongas difícil, Frank. Eso puede resultar peor. – lo miré desafiante. Al enano se le escapó una corta carcajada.
- Trae tus libros ¿quieres? – dijo serio.
- No, no quiero. – me acerqué a su pequeño cuerpo y lo rodeé con mis manos por su cintura. Él se opuso y comenzó a hacer fuerza.
- ¡Quítate, Gerard! – comenzó a reír. - ¡Estudiemos!
- ¡No quiero! Quiero sexo. – susurré en su oído. Me miró sorprendido. - ¿No escuchaste? – pregunté después del silencio que había invadido la habitación.
- Creo que sí. – dijo mirándome fijamente, mientras yo mantenía mis manos en su cintura.
- ¿Y?
- ¡No! – dijo tomando mis manos con fuerza, para quitarlas de su cuerpo.
- Sabes que tengo más fuerza que tú, pequeñín. – Lo abracé, quitándole el aire y tumbándolo sobre la cama. Por más que hacía esfuerzos, no le resultaban. Estalló en carcajadas.
- Me duele el trasero, Gerard. Esperemos hasta que se me quite. – Dijo, cuando se encontraba más calmado. Yo mantenía mi cabeza en su pecho, sin dejar de abrazarlo.
- Pero quiero ahora. – dije subiendo mi vista y haciendo un puchero. - ¿Te hago cariñito en el trasero para que se te quite? – ambos reímos.
- Está bien, hagamos algo. – dijo sentándose sobre la cama. Yo hice lo mismo, quedando de frente. – Te enseñaré todo lo que debes saber. Después te haré preguntas. Por cada respuesta correcta, me sacaré una prenda. Si logras desnudarme, podrás hacer conmigo… lo que quieras. – dijo de manera lenta y sexy, guiñándome un ojo. Sonreí de manera coqueta.
- Acepto. Pero TODO lo que yo quiera. – asintió, mordiéndose el labio inferior.


{*Narra Frank*}

Permanecíamos sentados sobre la cama, con libros en mano. Partí por lo más fácil de la materia, para luego enseñarle lo más complicado. Me causaba gracia la actitud de Gerard. Estaba prestando atención a cada palabra que salía de mi boca, intentando memorizar todo. En ocasiones cerraba los ojos, repitiendo una y otra vez las cosas que yo decía, lo que me hacía reír. Era capaz de convertirse en un nerd, con tal de tenerme desnudo sobre su cama. Eso era excitante y halagador. Era gracioso que yo fuera su tutor, siendo que solo tenía quince años y el diez y ocho.
Después de un largo rato, Gerard ya se veía preparado para las preguntas. Aunque también estaba aburrido y con la boca gastada tanto bostezar. La leve luz de escritorio, me provocaba dormir, hasta a mí. Quizás, ya no tenía energía para tener relaciones conmigo. O eso pensé, ya que cuando mencioné ”Empecemos con las preguntas” sus ojos se abrieron ampliamente y sonrió entusiasmado. Se veía confiado. Comencé con la primera pregunta, la cual no era tan difícil, así que la respondió rápidamente. Partí por quitarme las zapatillas. Al responder correctamente la segunda pregunta, me quité los calcetines. En ese momento, maldije al clima por ser cálido, ya que de lo contrario, traería mucha más ropa sobre el cuerpo. Contestó la tercera, por lo tanto, me deshice de mi polera. Le hice una difícil, la cual pensó durante largo rato, algo enojado por no hacerle una fácil,
pero después de tanto pensar, la recordó y se le iluminó el rostro al ver que mi pantalón, desnudaba mis piernas. Mi cuerpo solo estaba tapado por mi bóxer negro. Gerard relamía sus labios una y otra vez. Su respiración se agitaba y sus ojos clavados en mi cuerpo, me incomodaban. Intentaba buscar una pregunta difícil, dentro del maldito libro, pero la mirada de Gerard no me lo permitía. Me excitaba demasiado que me deseara de tal manera. Al hacerle la última pregunta, Gerard me miró asustado. Ambos sabíamos que no sabía la respuesta. Se me asomó una sonrisa burlona en los labios, ya que Gerard se veía molesto. Comencé a negar con mi cabeza, mientras apuntaba mi miembro.

- No, espera. – dijo, intentando encontrar la respuesta en lo más profundo de su mente. Me encogí de hombros y tomé mi pantalón. - ¡Oye, no!
- ¿Qué? – pregunté sin entender.
- Esas no eran las reglas, Frank. – dijo molesto, al notar que me iba a poner mi pantalón.
- Pero si no sabes la respuesta, Gerard. – dije deteniéndome.
- ¡Frank! – su rostro, anteriormente iluminado, se opaco al ver mi frialdad. Se veía apenado. Bajo su vista enojado. Yo sonreí levemente. Parecía niño pequeño.
- Te daré la última oportunidad. – intenté parecer serio, aunque me costaba. Su cabeza permanecía baja, pero me miró de reojo. Aun se veía sentido.
- Gerard… - dije en manera de suspiro. Me acerqué a su cuerpo y susurré en su oído, una de las preguntas más fáciles que encontré en el libro. Levantó su cabeza,
Levantó su cabeza, dejando que nuestras miradas se entrelazaran. Sonrió y respondió de manera correcta. Yo asentí con una sonrisa y luego me alejé, nuevamente en boxer, quedando frente a él. Tomé el libro para buscar la que sería la última pregunta, pero Gerard me penetró con esa mirada que tanto me incomodaba. Sonrió de manera malévola. Mojó sus labios con su exquisita lengua y yo me quedé congelado. No aguantó más y se lanzó sobre mi cuerpo, dejándome acostado sobre esta y el sobre mí. Yo comencé a reír sin parar. Nos miramos unos segundos y luego Gerard cerró sus hermosos ojos, para brindarme aquel sabor que tanto me encantaba. Besó mis labios de manera suave, entrelazando nuestras lenguas. Tomé su cabello con delicadeza, revolviéndolo entre mis dedos. Se alejó de mí y me miró fijamente.
- Me duele, aun… - susurré. Gerard me miró apenado, haciendo un leve puchero.
- Lo siento. – sentí que sus ojos me llevaban a otro planeta. En el cual solo estábamos él y yo. Su voz se oía como dulce y agradable melodía. - ¿Sabes? – dijo después de unos segundos. – Como a ti te duele, quizás podríamos… probar otra cosa. – fruncí el ceño, sin entender. - ¿Quieres cobrar venganza? – me sorprendí al oír su propuesta. Y debo decir, que también me dio miedo. Gerard rió y me besó, sin esperar respuesta. Bajó hasta mi cuello y lo lamió muy provocativamente. Quité su polera y su pantalón. Pasó sus manos por debajo de mi trasero y me volteó para quedar sobre él. Me bajó el boxer,
dejando ver mi erección. La tomó con su mano y comenzó a masturbarme. Dejé caer mis manos a los costados de la cama, disfrutando los movimientos manuales de Gerard alrededor de mi pene. Comencé a gemir y cerré mis ojos. Gerard introdujo su lengua, en mi boca semiabierta, producto de los gemidos. Mordió mi labio con fuerza, dejando salir un gemido de sus labios. Abrí mis ojos y recordé que él, aun permanecía con su boxer. Quité su mano de mi pene y bajé hasta su entrepierna. Mordí su miembro, por sobre la tela. Él rió largando un gemido, acompañado de un escalofrío. Tomé la tela y la bajé delicadamente. Al ver su pene erecto, mis ojos se abrieron deseosos. Gerard me miraba ansioso. Tomó mi cabeza, e hizo presión. Pasé la punta de mi lengua, de abajo hacia arriba. Gerard apretó sus manos contra las sábanas y gimió profundamente. Me gustaba saber que la casa era lo suficientemente grande y bien construida, como para que no se escuchara lo que estábamos haciendo. Besé sus testículos, mientras acariciaba su abdomen. Gerard gozaba con cada beso, mordida, o lamida que daba sobre su piel. Era tan suave y deliciosa. Pálida y cálida. Su miembro estaba hinchado, queriendo explotar en cualquier momento. Gerard me tomó de los brazos y me subió para quedar frente a frente.
- ¿Lo harás? – me miró con lujuria. Yo tragué saliva, dejando ver mi nerviosismo. – Todo estará bien. Ni te imaginas el placer que sentirás. – sonrió y lamió mis labios.

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