sábado, 19 de mayo de 2012

Teenagers thing's; Capítulo: #2

Capítulo: #2

- Chicos… - alzó la voz Gerard intentando captar la atención de todos. – Tenemos nuevo amigo… Él es Frank – dijo dándome una palmada en la espalda intentando darme ánimo para hablar, pero yo quedé estático pensando en aquellas palabras: “Tenemos nuevo amigo” ¿Ahora era amigo de Gerard Way? ¿Llegaría a pertenecer a ese grupito de tarados?
Todos se me quedaron mirando, como si viniese de otro plantea. Me sentí incómodo. Me giré a ver a Gerard, mientras todos me analizaban.

:*

Él me observó y cuando pudo captar mi miedo escénico comenzó a reír, pero pude notar que no lo hacía de malo. Todos continuaban en silencio.

- ¿No es el superdotado? – Quité mi vista de Gerard y me volteé al escuchar una voz conocida. Claro, era Bert. Conocía a cada uno de esos chicos. Toda la escuela los conocía.
- Eso dicen. – Respondí algo bajo. Él sonrió.
- ¿A qué te refieres con nuevo amigo, Gerard? – Habló más fuerte para captar la atención de este, mientras aun me analizaba de pies a cabeza.
- Me agrado el chico. – caminó hacia mí y revolvió mi cabello. – Ya dejen de mirarlo así – dijo divertido al notar mi incomodidad. Al decir esto, pude notar como todos sonreían nuevamente y continuaban con sus conversaciones. ¿Le hacían caso en todo a Gerard? Una sonrisa se poso en mis labios. - ¿Ves? No fue tan terrible. – Me llevó hacia otros amigos de él. De reojo pude notar que Bert me observaba. Me dio algo de miedo su mirada, pero al continuar la conversación con Gerard y sus amigos no continué preocupándome de él.

Tuvimos nuevamente clases y yo me sentía alegre. Andaba contento. El día se me paso volando. Tocaron el timbre para salir de clases. Me despedí de mi nuevo “amigo” Gerard y de alguno de los chicos.

- ¿Qué sucede enano? – dijo Idiel cuando tomamos el camino hacia mi casa.
- ¿Qué quieres decir?
- Todo este asunto de Gerard y su pandilla, ¿Cómo paso?
- ah, eso. No lo sé… Simplemente hablamos y al parecer, le caí bien. – dije sonriendo. Ella comenzó a jugar con sus cejas. Las movía de arriba abajo. Idiel sabía que a mi me gustaba Gerard. - ¡Que molestosa eres, Idiel! Sabes que yo también puedo molestarte – imité su movimiento de cejas, mientras le hacía sonidos raros. - ¡uy! Edward
- ¡Basta! A mi no me gusta – dijo molesta. Yo exploté de la risa.
- ¿Ah no? Que hacías hoy con él entonces. Porque no estuviste solo unos minutos, estuviste los dos recesos y en las clases también te susurraba cositas al oído ¡uy!
- ¡Para! Solo intenta conquistarme, pero con sus jueguitos de niño bonito y su carita de modelo europeo, no lo logrará.
- Ash, está bien.

Llegamos a casa y me sorprendió ver a mi madre cocinando. Ella trabaja todo el día como “asesora del hogar”. Bueno, más conocido como “empleada” en una familia muy adinerada.

- Hola tía. – dijo Idiel, mientras besaba a mi madre en la mejilla.
- Hola cariño. – respondió sonriente.
- ¿Qué haces acá tan temprano, mamá? – también besé su mejilla.
- Me dieron el día libre. Al parecer las cosas no estaban muy bien y prefirieron que quedara solo entre ellos, así que me vine a casa.
- ah. – Idiel y yo nos sentamos en una pequeña mesita que estaba al centro de la cocina.
- y ¿sabes? Están buscando a alguien que pueda cuidar el jardín y limpiar la piscina. – se sentó junto a nosotros.
- ¿Y? – pregunté sin entender cuál era su punto.
- Pues, pensé en ti. El otro día me dijiste que querías independizarte, así que lo consideré una buena idea y hasta se lo propuso a mi jefe. – eso me puso contento.
- ¿En serio? ¿Qué dijo?
- Que si. Bueno, solo si quieres… No te estoy obligando a nada, amor.
- Claro – respondí efusivamente. - ¿No sería genial? – me dirigí a Idiel. Ella asintió contenta.
- Ahora me podrías dar grandes regalos para mi cumpleaños. – un silencio se apoderó de la cocina. Mamá y yo la quedamos mirando con cara de “¿ah?” – Lo siento. – bajo su vista. Comenzamos a reír.
- ¿Y cuando podría empezar? – pregunté retomando el tema.
- Creo que mañana mismo. Sería lo ideal, ya que se acerca el verano y el mantenimiento de el patio trasero es fundamental.
- Está bien, entonces ¿Después de clases me paso para allá?
- Ajá – asintió.
Nos quedamos conversando un rato más y luego, Idiel y yo fuimos a mi dormitorio. Entramos y nos sentamos sobre la cama.

- Que genial, podré trabajar.
- y una mansión. – reímos. – pero ¿No crees que se te complicará con los estudios?
- por supuesto que no. Eso sería imposible.
- Si, tienes razón. Tú jamás dejas de lado los estudios… Oye y ¿Dónde es?
- No lo se… Solo se que es un lugar muy grande, de una familia millonaria.
- Bueno, sea lo que sea, te irá bien – me abrazo.
- Gracias.

Al otro día desperté muy animado. En la escuela me fue excelente, solo que Gerard no asistió a clases. Me pareció raro no verlo. Idiel se paso todo el día divagando con Cullen, mientras yo estaba con Alice, preguntándole sobre Gerard. Ella era una chica muy simpática. Fue una de las primeras que me habló cuando yo llegué a ese grupo. Tengo la costumbre de llevarme mejor con las mujeres y al notar que Idiel estaba “ocupada” ella se me acercó a conversar.

- ¿No sabes por qué no vino a clases? – pregunté, sentándome en una banca. Ella hizo lo mismo.
- La verdad, es que no. Pero ¿Te digo algo? – Asentí – las cosas en su hogar no están muy bien.
- ¿A qué te refieres? – me preocupe
- Bueno, él es un chico muy alegre, o aparenta serlo. Si tú te fijas, sus temas de conversación nunca son muy coherentes o profundos, por decirlo de alguna manera. Evita el tema familiar. Todo lo que tenga que ver con su vida personal. Siempre lo he visto como una persona fría,
, aunque todas las chicas vean lo contrario. A él solo le interesa acostarse con ellas, quizás para así sentir algo de cariño. Pero nunca nadie se ha dado el tiempo suficiente para descubrir quién es Gerard Way. – quedé sorprendido con las palabras dichas por Alice. Sentí pena por Gerard. ¿Realmente su vida sería tan miserable? – Intenta no comentar esto. Te lo dije, porque se nota que no eres un bocón u ocioso que se preocupa de destruir la vida de otros.
- ¿Crees que alguno de sus amigos se atrevería a hacerlo? – Solo hizo una mueca que me dejó boquiabierto.
- ¿Ves a alguno de ellos – me apuntó a los amigos de Gerard. – como un “verdadero” amigo?... Este es el mundo de Gerard, Frank. Nunca sabes qué esperar o en quién puedes confiar. Yo confío en ti, sino, no te hubiese dicho todo esto. – Le sonreí en manera de agradecimiento por haberme contado algo sobre ese perfecto y misterioso ser.

Terminaron las clases sin ningún otro suceso “importante” a excepción de todo eso que me había contado Alice. Agradecí que fuera ella quien me lo contara y no otro estúpido que pone su versión de los hechos. Ella era mucho más honesta y observadora, por lo cual supuse me hablaba en serio.
Me dirigí a mi “nuevo trabajo”. Mi madre me había dejado la dirección de la casa, en la mañana. Cuando al fin llegué, mis ojos se abrieron de tal manera que pensé que se romperían.
Era una casa E-N-O-R-M-E. Parecía tener un gran parque en su delantera.
Gigantes árboles y piletas con agua brillante y refrescante. ¿La casa? En un momento pensé, que vivían más de cinco familias abundantes ahí.
Toqué el timbre y por una especie de “teléfono”, pude distinguir la voz de mi madre que me abrió al instante. La puerta se abrió de manera automática.
Al entrar a la casa, fijé mi vista en un hombre alto, de cabellera oscura, con rasgos muy definidos. Vestido de manera formal, que se disponía a salir con un maletín en su mano.

- Tu debes ser Frank ¿cierto? – dijo con su mano en la manilla
- Si – respondí algo tímido. Su cara me llamó la atención, tenía algo que me parecía familiar.
- Muy bien, mucho gusto. – estrechó su mano. – Yo soy Donald… Donald Way y puedes…
- ¿Way? – exclamé sorprendido.
- Si – respondió sin entender. - ¿Qué sucede?
- N-no nada – tartamudeé. – Disculpe…
- Está bien – sonrió – Yo me tengo que ir. Tu madre o quizás algún otro empleado, te mostrará lo que tienes que hacer y los implementos que usarás.
- Muchas gracias – En ese instante vi a mi madre aparecer de una de las puertas. Movió su mano en forma de saludo. Yo hice lo mismo. El señor se volteó y sonrió al ver lo que hacíamos.
- Buenas tardes, Linda – mi mamá se despidió de él. – Buenas tardes, Frank. Confió en ti. Tu madre es una persona muy esforzada y supongo que tú has de ser igual.
- Haré lo posible – respondí y él se fue.
¡Oh por dios! ¿Será familiar de Gerard? Eso sería un sueño. ¿Verlo todos los días en otro lugar que no sea su escuela? ¡Genial! Quizás podría descubrir quién era realmente Gerard Way. Tal como dijo Alice.

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