sábado, 19 de mayo de 2012

Teenagers thing's; Capítulo: #3

Capítulo: #3

Mi mamá me llevo al patio trasero, mientras me mostraba los implementos que usaría.

- Mamá – susurre sin prestarle atención a lo que me hablaba.
- ¿Qué?
- ¿Aquí hay jóvenes?
- ¿A qué te refieres, Frank?
- Si es que tienen hijos.
- Ah, si.
- ¿Si?... ¿Cómo se llaman?
- Pues… la menor se llama Nathaly, después viene… - Me impacientaba – Mikey y después…
- ¡mamá!
- ¡ay!... Gerard.
- ¿Gerard Way? – dije desesperado.
- Nooo, Iero – dijo irónica – si su padre tiene apellido Way ¿Cuá será el del hijo?
- Ash, pesada.
- pero ¿Cuál es el punto?
- No, nada. – mamá continuó hablando, mientras yo levantaba mi vista hacia las ventanas del segundo piso. Quizás una de esas era de la habitación de Gerard.
- ¿Todo claro? – Dijo mi madre. Asentí. Algo había captado. Tengo un nivel atencional bastante alto.

Mi mamá me dejo solo en el patio trasero, para que yo pudiera hacer mi trabajo, pero me costaba concentrarme teniendo en cuenta que estaba en la casa de Gerard Way. ¡Por dios! Esto me tenía los nervios de punta.
Comencé limpiando la piscina, pero sentí una presencia tras de mí, me volteé y mi vista se fijo en un chico de cabello castaño claro. Usaba unos lentes y andaba con traje de baño y toalla. Inmediatamente pude identificar a Mikey. Él también iba a mi escuela y también era de los chicos más conocidos. Me observó por un momento sin importarle mi presencia, mientras sacaba sus lentes para entrar al agua. “Que maleducado, ni saluda” pensé.

- Buenas tardes. – intenté gesticular una sonrisa en mis labios, aunque se me hizo difícil, ya que de partida no me agradó el chico.
- Hola – dijo introduciéndose en la piscina de un piquero.
- Supongo que tendré que continuar con el jardín – susurré al notar que el menor de los Way no le daba importancia a mi trabajo.

Comencé a sacar los implementos de la piscina. En ese proceso escuché una voz conocida detrás de mí.

- ¿Frank? – me volteé rápidamente.
- Gerard – sonreí estúpidamente. Me puse nervioso.
- ¿Qué haces acá? – dijo sorprendido, mientras caminaba por el pasto, acercándose hacia mí, con traje de baño y una toalla en sus manos. No pude evitar apreciar su cuerpo detalladamente. Mis ojos se manejaban solos siguiendo su piel blanca y hermosa. Suave a la vista.
- Comencé a… trabajar aquí – dije cuando al fin reaccione. Me miró dudoso.
- ¿En serio?
- Si – sonreí – mi madre trabaja aquí y le dijo a tu padre si yo podría…
- ¿Quién es tu madre? – me interrumpió.
- Linda.
- ¡wow! ¿Eres hijo de Linda? Eso si que es genial. – dijo sonriente.
- ¿Si?
- ¡Claro! Eres afortunado, es un amor de persona. – sonreí aun más.
- Si, ella es genial.
- ¿Y qué harás aquí? – preguntó mientras dejaba su toalla en el pasto y se ponía de pie de nuevo para quedar frente mío.
- Pues me ocuparé del patio trasero… Estaba limpiando la piscina, pero… - me volteé a ver a Mikey que aun nadaba. Luego volví mi vista hacia Gerard y me encogí de hombros. Gerard captó de inmediato lo que quise decir.
- ¡Mikey eres un desubicado! – gritó, acercándose a la orilla de la piscina,
- ¿Por qué? – preguntó son tomarlo en cuenta.
- Estaban limpiando la piscina ¿No te diste cuenta?
- Da igual, puede hacerlo después. – Dijo dando por terminada la conversación y continuó nadando.
- ¡Engreído! – después de decir esto, se volteó hacia mí. – No te preocupes… - me dio un par de palmadas en la espalda – Si no alcanzas a limpiar, después yo te ayudo.
- ¿Qué? – Me sorprendí – claro que no ¿Cómo crees?... Es mi trabajo, Gerard.
- Pero no es tu trabajo soportar a este idiota.
- No te preocupes. – sonreí. – está bien.
- No, no lo está – se sentó en el pasto. Yo lo observaba desde arriba. – No pienses que toda la familia es así.
- No lo creo. – dije alejándome de Gerard para continuar con la plantación en el jardín. Me ponía nervioso estando cerca de él.
- ¿Sabías que yo vivía aquí? – gritó desde su posición. No me volteé a verlo. Solo le respondí con mis manos en la tierra.
- No, de hecho me sorprendió.
- ¿Tu mamá nunca te hablo de nosotros? – se acercó a mi y se sentó en una banquita bajo un árbol, quedando solo a un metro mío. ¡por dios! No quería entender.
- Nunca le he preguntado… Oye ¿por qué no fuiste a la escuela? – cambié el tema de manera brusca, pero esto me interesaba más.
- ¿Me extrañaron? – reímos ambos. Aunque mi risa fuera solo de nerviosismo y vergüenza.
- Respóndeme. – mis sensaciones eran raras. Él me ponía muy nervioso y al mismo tiempo, tenía unas ganas de sentarme a su lado y observarlo, pero no podía, ya que estaba “trabajando”. Permanecía agachado con mis ojos fijos en las plantas.
- Me quedé dormido. – Esta vez no pude evitarlo. Giré mi cabeza y lo quedé mirando por un rato para que me dijera la verdad, ya que ambos sabíamos que eso no era cierto.
Él también fijo su mirada en mí, pero después de unos segundos, se puso de pie algo incómodo y se tiró a la piscina.

¿Por qué habrá faltado? ¿Su familia tendrá problemas? Alice tenía razón. Gerard evitaba esos temas. Quizás le incomodaban porque no estaba acostumbrado a confiárselas a otras personas. Quizás ni a sus “amigos” les cuenta sus problemas.

Pasó la tarde rápidamente. Concluí con el jardín, aunque no pude evitar que mi vista se desviara (en varias ocasiones) hacia Gerard, que ni lo notó, ya que nadaba plácidamente. Agradecí al cielo que no tocara el tema de “la chica”, ya que de ser así, me hubiese puesto más nervioso de lo que estaba.
En un momento miré de reojo la piscina y pude percibir que ni Gerard ni su hermano continuaban en la piscina, por lo cual fui a limpiarla.

- Hijo ¿Terminaste? – oí a mi mamá a lo lejos, después de un rato.
- Si – respondí dando por terminado mi trabajo.
- Bueno… Yo aun no termino, si quieres me esperas dentro. Y sino, pues te vas.
- Eh… te espero.

Arreglé las cosas en el patio y luego entré a la casa por la cocina. Distinguí a Gerard que se servía algo para comer. Al entrar me quedó mirando.

- ¿Quieres comer algo?
- No gracias – sonreí.
- No seas tímido. Ahora pasaremos más tiempo juntos. Tendrás que soltarte. – terminó esta frase dejando salir una pequeña carcajada. Yo solo sonreí algo avergonzado.
- ¿Mañana irás? – pregunté tímido, con algo de miedo por poder hacerlo enojar.
- Supongo. – dijo con sus ojos pegados a los míos. Yo en ocasiones los esquivaba, pero en otras, simplemente… me perdía en ellos. - ¿Por qué te importa tanto? – no supe qué responder. Sentí que me temblaban los labios y se asomaban gotas de sudor por mi frente. O quizás solo era idea mía por el calor que recorría mi cuerpo.
- Hay prueba – mentí. ¡Mierda! No podía creer lo mentiroso que me volví por su culpa.
- ah. – bajo su vista y comenzó a comer. Yo permanecía de pie, apoyado en uno de los muebles. De pronto se vio pensativo y nuevamente me observó. - ¿De qué?
- Eh… - no se me venía nada a la mente. Su mirada me hacía olvidarme hasta de las materias que nos tocaban al día siguiente. En ese instante entro su padre a la cocina. Me sentí aliviado.
- Hola. – saludó, mientras sacaba comida del refrigerador.
- Hola – respondí. Gerard solo lo observó unos segundos y sin decir nada siguió comiendo. Me pareció raro.
- ¿Ya se conocieron? – se sentó junto a Gerard.
- Somos compañeros – respondió de mala gana. Él nos miró sorprendido a ambos.
- ¿Pero si Frank solo tiene…?
- Es superdotado – lo interrumpió. Al parecer a Gerard no le agradaba la voz de su padre. Cada vez que podía lo hacía callar.
- ¿En serio? – Me observó sorprendido. Gerard levantó su cabeza y lo miró serio. Yo asentí. - ¡wow! Podrías ayudar a Gerard en la escuela… Le hace falta. – Esta vez Gerard se giró hacia mí. No lo vio como una mala opción.

- Pero tendrías que pagarle – dijo aun observándome.
- ¿Qué? – abrí mis ojos ampliamente – No… Podría hacerlo solo como buen compañero – sonreí. Luego me sonroje al notar lo patético que sonó eso.
- No. Buena idea. Quizás podrías ayudarlo después de tu trabajo. Te pagamos más, obviamente. – Dijo el Señor Donald dando por conclusa la conversación. Se puso de pie y se fue. Gerard me sonrió contento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario