sábado, 26 de mayo de 2012

Teenagers thing's; Capítulo: #23

Capítulo: #23

Estuve un par de minutos, intentando descifrar lo que sucedía. ¿Debía irme? ¿No volver más? Quizás eso debía hacer. Por lo que entendía, Gee corría peligro conmigo, pero ¿por qué? ¿Alguien descubrió que estábamos juntos? Probablemente, Mikey lo sabía. Eso no era bueno. De hecho, era bastante malo, pero necesitaba hablar con Gerard, antes de decidir cualquier cosa.
Subí y toqué la puerta, delicadamente. Fue casi inaudible y hasta con algo de miedo, porque Gerard abriera la puerta, enojado.

- Pasa. - escuché su voz desganada. Entré despacio, fijando mis ojos en él. Estaba sentado sobre su cama, con la cabeza baja y sus manos en su cabello. Me senté a su lado y posé mi mano sobre su espalda. - Lo siento. - susurró sin salir de su posición estática. Su voz se oía triste y me lograba traspasar sus sentimientos, como siempre.
- Está bien. Estabas enojado. - no sabía de que otra manera animarlo.
- ¿Nathaly? - Dejé de acariciar su espalda y quedé en silencio. ¿Tendría que contarle lo sucedido, anteriormente? Gerard notó mi trance y, al fin, alzó su mirada. Sus ojos estaban cristalinos y logró que me perdiera en ellos.
- Frank...
- ¿Uh? - Gerard alzó sus cejas, esperando mi respuesta. Esta vez, yo bajé la vista.
- ¿Qué paso?
- No lo sé... Estoy confundido. - lo observé y él solo frunció el ceño. - Es que... al parecer, Nathaly solo actúa. Creo que Mikey tiene algo que ver con todo esto. Ella le teme.
- ¿Mikey? ¿Por qué dices eso?
- Ella estaba mal. Me dijo que no quería que nada malo te sucediera, por eso actuaba así. Eso fue lo único que entendí. Estaba llorando y luego llegó Mikey y Nathy se asustó. - terminé encogiéndome de hombros, por la confusa explicación dada.
- Esto es una estupidez. ¿Mikey amenazó a Nathaly? ¡¿Cómo mierda se atreve?!
- ¡Gerard! No sabemos nada aun. Habría que hablar con ella, pero mientras tanto, es mejor que... - hice una mueca de "no nos queda nada por hacer" - no nos veamos. - el rostro de Gerard cambió radicalmente.
- ¿Estás loco? ¡Ese idiota no se saldrá con la suya! - se puso de pie, alterado. Me asustaba.
- ¡¿Podrías conservar la calma, Gerard?! ... Me vas a matar de los nervios. - susurré enojado, mirando el suelo.
- Lo siento, pero es que me da rabia que se crea dueño de mi vida.
- Aun no sabemos, Gee. Tendrás que hablar con Nathaly, pero sin que él se de cuenta. - Me sentía ignorado. Gerard caminaba de un lado a otro, desesperado por encontrar alguna solución.
- Pero no quiero que nos separemos. Además mi papá te está pagando para que me vengas a enseñar. - pensé un rato en cómo salvarnos de esa. Tendríamos que inventar algo para que yo no fuera a su casa a diario.
- Diremos que me enfermé.
- No. No quiero darle el gusto a Mikey.
- Pero te puede pasar algo.
- ¡Nada pasará! ¿Qué me podría hacer ese mocoso?
- No se, Gerard, pero igual me asusta. Puede que no esté planeando todo esto solo. - Estaba seguro que mi rostro denotaba angustia, ya que Gerard, después de fijar sus ojos en los míos, se acercó a mi cuerpo y me abrazó con fuerza.
- Está bien. Lo haré solo para que te sientas tranquilo. - me susurró al oído. Sentía su cálido aliento chocar con mi piel.
- Ajá, pero no creas que dejaré de pensar en ti. - me encontré con su mirada.
- No creo eso. - rió. Yo no aguanté ver esa sonrisa, sin rozar los labios que la encorvaban. Me acerqué y lo besé tiernamente, pero Gerard respondió el beso de manera apasionada. Fue la mezcla perfecta. Me alejé de él y ambos sonreímos.
- Bueno, intenta hablar con Nathaly lo antes posible ¿Si? - asintió. - pero sin que Mikey lo note ¿ok? - volvió a asentir. - Muy bien, entonces... me voy. - Gerard puso cara de pena, acompañado de un puchero. - Te amo. - lo besé.
- Yo igual. - me dejó en la puerta de su habitación y yo volví a mi casa. 


{*Narra Gerard*}

A la noche, esperé que todos estuvieran dormidos para ir al cuarto de Nathaly, quien dormía plácidamente.

- pequeña... - susurré, mientras la movía un poco.
- ¿Uh? - articuló sin abrir sus ojos.
- Despierta. - la moví un poco más fuerte, lo que provocó su rápido despertar.
- ¿Qué pasa? - susurró con su voz, adormilada.
- Necesito hablar contigo. - me miró sin entender y se sentó sobre la cama. Restregó sus ojos, para acostumbrarse a la luz de escritorio.
- ¿De qué?
- De hoy... Partir por pedirte perdón. Me comporté como un idiota, pero tu actitud me molestaba.
- Si. También lo siento. - bajó su vista.
- ¿Nathaly? - susurró un "¿Uh?" sin levantarla. - ¿Me podrías explicar lo que está sucediendo? - Vi en su rostro que no quería tocar el tema, pero era importante. - por favor. Tú sabes que puedes confiar en mí. No le diré a nadie. - me miró con más confianza.
- Es que... yo tampoco sé mucho. Mikey me dijo que no los quería ver juntos, pero no me explicó el por qué.
- ¿Qué fue exactamente lo que te dijo?
- No recuerdo. - evitó mi mirada.
- ¡Nathaly! - levanté su mentón y luego de pensar un rato si decirme la verdad o no, decidió decirlo.
- Dijo que si yo hacía como que estaba enojada contigo, y después descubrías que la razón de eso, era Frank, tú te alejarías de él. - apreté mis puños con una rabia, que jamás había visto apoderarse de mí, a tal punto.
- ¡Desgraciado! – susurré. – pero no tienes porqué hacerlo. No tienes nada que ver.
- Pero me dijo que si no lo hacía, algo malo te podía pasar. Y yo no quería.
- Está bien, pequeña. No te preocupes. – intenté sonreír. – no le digas nada a Mikey.
- Está bien. Te quiero.
- Yo igual, adiós. – besé su frente y me puse de pie. Escuché todo lo que necesitaba escuchar. Mikey tramaba algo y no se, precisamente, el qué y menos el por qué. Estaba por abrir la puerta, cuando oí su voz
- ¿Gerard?
- ¿Si? – me volteé.
- Eh… ¿Qué pasa con Frankie? – La miré sin saber qué responder.
- Nada… Aun no se por qué a Mikey le desagrada.
- Dijiste que entre nosotros había confianza. Te conozco. No eres igual desde que te juntas con él. – tragué saliva, masivamente. Ella notó mi nerviosismo. - ¿Qué tiene él que te hizo cambiar?
- Eh… - evité su mirada. – No creo que sea la hora adecuada para hablar de esto, Nathaly. Es muy tarde y tienes que dormir.
- Mañana es sábado. Me puedo levantar tarde. – rió de manera burlesca. – Así que cuéntame. Y de pasada me respondes por qué te pones rojito. – rió otra vez. Yo bajé mi vista y después de tanta incomodidad, me senté a su lado.
- Eres muy pequeña. – susurré. Ella tomó mi mentón para levantar mi rostro.
- Prefiero saber las cosas por ti, que enterarme por otra gente. – me sonrió tiernamente.
- Siempre me convences, pequeña. – ambos reímos y yo intenté hallar las palabras para mi explicación.
- Cuando conocí a Frank, me sentí… tan bien. Cómodo y querido. Me hacía sentir valorado y con tan solo su presencia, mi ánimo cambiaba. Se convirtió en mi mejor amigo, pero yo nunca noté, o no quise notar, que el cariño que le tenía no era solo de amistad. – Nathaly frunció el ceño y a mí se me retorció el estómago. ¿Tendría que comenzar con los detalles? Necesitaba a Frank. Él es mejor en este tipo de discursos. – Frank provocó cierto sentimiento en mí, que ninguna chica me había echo surgir. – levantó su ceja. - ¡Ash, Nathaly! ¿Has oído hablar de los gays? – “¡Podría haber sido más directo!”. Nathaly abrió sus ojos, a más no poder.
- Si. – dijo de manera casi inaudible, sin quitar su expresión de sorpresa. ¡Genial! Y ahora ¿esto cómo seguía? La miré, intentando encontrar una salida de esta incómoda conversación. – ¿Eres gay? – mis mejillas ardieron. Era complicado hablar esto con mi hermanita menor.
- No. – dije con rostro dudoso. – No lo se. – Nathaly estaba realmente confundida y sorprendida. – Es que nunca me había pasado. Solo me gusta… - carraspeé un poco.
- Frank. – concluyó ella. Yo asentí.
- ¿A mi me tienen que gustar las mujeres?
- No. – reí. – Nadie te tiene que decir lo que debes hacer, o que gustos debes tener. Solo haz las cosas porque las sientas. Pero en mi caso… lo que siento por Frank, no es aprobado ante los ojos de… - su rostro, nuevamente, se tornaba dudoso.
Me costaba explicarle las cosas sin que se enredara. – la demás gente. Es por eso que lo mantenemos en secreto. Tememos que si alguien se entera, nos quieran separar, o hacer algo malo.
- ¿Mikey sabe? – preguntó sorprendida.
- Eso es lo que no se. – su rostro se entristeció.
- Pero si se quieren, tienen que luchar.
- Lo se, pequeña. Yo lo amo. – me sonrió tiernamente.
- Jamás me imaginé que eras gay. – comenzó a reír.
- ¡Cállate! – reí también. – nos pueden oír.
- Lo siento.
- Ya, ahora duerme. – me puse pie.
- Ok. Adiós gay. – rió de nuevo y besó mi mejilla.
- Adiós, fea. Te amo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario