sábado, 26 de mayo de 2012

Teenagers thing's; Capítulo: #24

Capítulo: #24

Me acosté demasiado confundido. Ya sabía que Mikey estaba implicado en esto, pero no sabía cuál era su objetivo y eso me ponía los pelos de punta. ¿Tendría que enfrentarlo? Pero cómo lo haría. Se daría cuenta que Nathaly me lo contó. O quizás podría preguntarle de alguna otra manera. Creo que eso haré. Ser disimulado en alguna conversación, para sacarle información.

Desperté con los rayos de sol que caían sobre mi rostro. Era agradable poder despertar tarde, ya que, al fin, había llegado el fin de semana. Me levanté y tomé desayuno. El día se paso lento. No tenía nada que hacer. Me paseé por toda la casa, intentando pensar en otra cosa que no fuese Frank, pero me costaba mucho. Era imposible. Me acosté temprano para conciliar el sueño. Quizás mientras más dormía, más rápido pasaban los días.
A la mañana siguiente, desperté sin ánimos de nada. Comí algo y luego comencé a ver televisión. Este tiempo se me haría eterno, sin ver a Frank y sin poder salir. ¡Maldito castigo!

- ¿Qué ves? – dijo Mikey, sin mirarme y sentándose en el sillón que se encontraba al lado.
- Nada. No están dando nada entretenido. – lo miré con detención. Mis manos se empuñaban, al mismo tiempo que lo recorría con la mirada. Quiero golpearlo, hasta que me dolieran los puños. Él no notaba mi actitud. Solo permanecía con su vista fija en la televisión. - ¿Has visto a Nathaly? – pregunté, intentando sacar el tema de Frank.
- No. – me miró extrañado. – Tú eres el que está con ella todo el tiempo.
- ¿Eso te molesta? – lo miré desafiante.
- Puff... – rió. – No.
- Últimamente ha andado rara. – clavó sus ojos en mí, pero yo no le di importancia.
- ¿A qué te refieres? – pude notar, que él también quería sacarme información, pero ¿sobre qué?
- No lo sé. Se comporta extraño.
- Y ¿No tienes alguna duda de por qué podría ser? – Al parecer Mikey, quería hacerme ver que ese “por qué” era Frank.
- No tengo la menor idea. – dije sin mirarlo.
- Quizás ya no pasas tanto tiempo con ella, como antes. – lo miré con odio. Ya había entendido su punto. Pero ¿por qué alejarme de Frank?
- ¿Tú sabes algo?
- No. – esquivó mi mirada y yo susurré “hipócrita” de manera muy baja. Él no oyó.
- Pero no considero que eso sea cierto. Siempre que puedo estoy con ella.
- Últimamente te veo mucho tiempo con Frank. – Al fin lo soltó.
- ¿Crees que sea eso? – le seguí la corriente. Él se encogió de hombros. – No te agrada, ¿verdad?
- ¿Ah? Estamos hablando de Nathaly, no de mí.
- Lo sé, pero he notado que no te agrada… ¿Por qué?
- No es eso… Pero es raro. No suelo verte alejado del resto, solo para estar con un Freak, sabelotodo. Todos lo hemos notado.
- ¿Todos? – interrogué, sabiendo la posible respuesta.
- Claro. Eras el alma de las fiestas, él chico que todas querían, el chico divertido que amaba meterse en problemas y de un día a otro, cambiaste por completo. – las palabras de Mikey, se oían muy falsas. Él nunca me prestó mucha atención, ni disfrutaba de mi compañía. Alguien más tenía que estar metido en todo esto.
- Mikey… - lo miré fijamente. – hablemos en serio, por favor. Ambos sabemos que nunca nos llevamos bien. Por más que yo quisiera ser tu amigo, tú te alejabas de mí y buscabas pleitos por otros lugares. – él se quedó pensativo por un momento, ya que notó que yo no le creí nada. – Dime sinceramente, ¿Bert tiene que ver con esto? – Mikey frunció el ceño, extrañado y luego esquivó mi mirada.
- No, no. Todos te extrañan, Gerard. Eso es lo que me han dicho. – Me estaba comenzando a alterar, al no llegar a la base de todo esto. Solo quería saber, qué le querían hacer a mi pequeño.
- ¿Tienen algún problema con Frank? – Mikey me miró sin saber qué responder. - Dime la verdad. No me enojaré, ni se lo haré saber a Bert.
- ¿Por qué crees que Bert está metido en esto? – preguntó alzando la voz.
- ¡Porque lo conozco!... ¿Le molesta que ahora me junte con Frank y no con él? ¿Le molesta que no lo acompañe a hacer estupideces? ¿Le molesta que no vayamos juntos a conquistar chicas? ¡¿Qué?!
- ¡Eran mejores amigos, Gerard! ¡No se separaban nunca!
- ¡Pero eso cambió! – ambos estábamos alterados. - ¡Es un hijo de puta, que solo busca peleas! Nunca le importé. Si fuese así, me llamaría aunque sea para saber cómo estoy. Y se que lo mismo pasará contigo. ¡No le importas, solo te usa para sus estupideces! ¿Por qué crees que se vale de ti, para alejarme de Frank? No es capaz de hacer nada solo, porque sabe que siempre habrá alguien para cumplirle sus tontos deseos, que de por sí, son cosas malas. – Mikey me miró sorprendido. Me arrepentí de ser tan directo, pero es que ya no aguantaba de la rabia.
- Ándate a la mierda, Gerard. Todo lo que dices es mentira… - se puso de pie, para subir a su cuarto.
- ¡Ash! Mikey date cuenta.
- ¡No! – gritó y luego se giró. – y ¿Sabes? ¡Sí! Si tenemos problemas con Frank por ser un maldito freak, que te ha convertido en esto. Una mierda aburrida, al igual que él, que jamás ha estado con una chica. ¿Qué clase de fenómeno es?
- ¡No lo trates así! El fenómeno eres tú, que ni siquiera tienes pensamientos propios. Sigues las órdenes del idiota de Bert. Dime ¿Qué quieren hacerle a Frank?
- ¡Qué mierda te importa! – me quedé congelado.
Me dejó en claro que algo le harían. – Mikey, por favor… No lo hagas. No tienes que obedecerle a Bert.
- ¡No lo haré por Bert! Date cuenta todas las cosas que me has dicho en este rato. ¿No es suficiente para querer hacerte daño? Qué mejor que vengarme con el maldito enano. – rió con malicia. No aguanté más. Estaba rojo de ira y con todos los músculos tensos. Me puse de pie realmente enojado. - ¿Qué? ¿Me vas a golpear? – dijo, mientras reía. Lo tomé por el cuello y lo acorralé contra la muralla. - ¡Suéltame! – habló con dificultad, por la falta de respiración.
- Júrame que no le harás nada. Y Bert tampoco. – Mikey no hablaba. Solo intentaba zafarse de mis manos, pero yo estaba demasiado enojado como para darme cuenta de lo que estaba haciendo. - ¡Júralo!
- ¡Gerard! – gritó mi madre, que justo bajaba las escaleras. - ¡¿Qué rayos estás haciendo?! – tomó mis brazos, para soltar a mi hermano.
- Lo… ju-juro. – dijo Mikey, cerrando sus ojos y con su rostro casi morado. Lo solté rápido y me zafé de mi madre.
- ¡¿Cómo se te ocurre?! – recibí una bofetada cargada de furia, de parte de ella. La miré enojado.
- ¡¿Quién te crees para venir a golpearme?! ¡Llegas de un día para otro y simulas ser buena madre! – la empujé con ira. Calló sobre uno de los muebles y me miró asustada. Mikey, permanecía atónito en el suelo, intentando recuperar la respiración.
- ¡Gerard! – exclamó en voz baja una voz dulce, ya muy conocida. Volteé mi cabeza y noté la presencia de Nathaly.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y reaccioné. ”¿Qué hice?” repetía en mi cabeza mil veces, mientras retrocedía el paso. Ellos me miraban con miedo y yo salí arrancando lo más rápido posible. Como si de esa manera todo lo sucedido quedara atrás.

Mis ojos explotaban en lágrimas desesperadas. Miré mis manos con odio. Estaba enfurecido conmigo mismo. Había vuelto a mi pasado. Las mismas actitudes y pensamientos que me invadían antes de conocer la paz, dentro de ese ser que tanto amo. Corrí y corrí, sin saber a qué lugar llegaría, pero noté que en mi mente, solo había un punto fijo. Era Frank. Mis pies me habían llevado hasta su casa.
Toqué un par de veces, hasta que en la puerta apareció Linda.

- Hola, Gerard ¿qué haces aquí?
- Necesito ver a Frank. – intenté dejar de llorar.
- ¿Qué te pasó, cariño?
- Por favor, Linda. Necesito ver a Frank. – dije desesperándome.
- ¡Claro! Entra. – abrió la puerta y yo subí rápidamente al cuarto de Frank. No me gustaba tratar así a Linda, pero estaba realmente mal. Ella sabe todo lo que sucede en nuestra casa, así que no me extrañaría que mañana se enterara de todo (ya que no trabajaba en fines de semana).
Abrí la puerta sin siquiera tocarla. Frank estaba en la orilla de su cama, tocando guitarra. No se dio cuenta de mi presencia, ya que me estaba dando la espalda, pero mis sollozos lo hicieron voltear y mirarme extrañado. Mis pies avanzaron, hasta él, quien noto que algo estaba mal, así que se puso de pie y caminó a mi encuentro. Juntamos nuestros cuerpos en un fuerte abrazo. Acarició mi cabello, mientras me intentaba calmar con suaves “ya, ya Gee…” en mi oído. Mis sollozos se intensificaron y sentí mi cuerpo desmoronarse.
- ¡Gerard! – exclamó Frank, al sentir que mi cuerpo caía sobre el suyo. Me sentí tan débil que creí que me desmayaría. Al no poder sostener mi cuerpo, me recostó sobre la cama. - ¿Estás bien? ¿Quieres agua? – mis ojos se cerraban y los brazos de Frank me hacían reaccionar con fuertes movimientos. - ¡¿Qué pasa, Gerard?! Me asustas. – Abrí mis ojos y encontré los hermosos luceros que Frank me proporcionaba. Negué con la cabeza. Frank me miraba confundido.
- No estoy bien, Frank. – comencé a llorar nuevamente. Mi pequeño besó mi frente y luego mis párpados. Se recostó sobre mí, apoyando su cabeza en mi pecho.
- Respira, Gerard… Dime qué pasó. – alzó su mirada.
- Soy un monstruo. Me convertí en el mismo Gerard, que había dejado atrás… Te necesito a mi lado, Frankie. – las lágrimas caían sin cesar. Frank subió su cuerpo, hasta quedar frente a frente. Tomó mi rostro entre sus cálidas manos.
- Te amo. – besó mis labios, de manera dulce. – pero no podemos.

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