sábado, 26 de mayo de 2012

Teenagers thing's; Capítulo: #25

Capítulo: #25

- Frank no me digas eso... - me costaba hablar por los sollozos, que me ahogaban. - Llevo un día sin ti y ya no me reconozco.
- ¿De qué hablas? - frunció el ceño.
- Hice algo horrible. - Lo separé de mi cuerpo y tapé mi rostro con mis manos, mientras me sentaba sobre la cama. Sentí los brazos de Frank, acariciar mi espalda.
- Cuéntame, Gee. Me asustas. - susurró, sin dejar de acariciar mi espalda. Intenté calmarme para hablar bien. Después de unos minutos, subí mi vista, encontrándola con sus hermosos ojos.
- Hablé con Nathaly... Ahora ella sabe todo. - Frank abrió sus ojos, sorprendido y yo sonreí levemente al recordar cómo pasaron las cosas. - Mikey era el responsable de su actitud. Lo hizo para separarnos.
- Pero... ¿Sabe algo? ¿Por qué quería separarnos?
- No... lo hace por Bert. Estoy seguro. - Su rostro me decía que no entendía nada, pero no le di importancia y continué. - Hoy al ver a Mikey logré sacarle algo de información y al parecer... No quieren hacerme nada malo a mí, sino a ti. - Mis ojos, nuevamente, se humedecieron. Frank me miró asustado, pero yo estaba seguro que el miedo que me consumía a mí, era mucho más grande. Era mi lindo pequeño. El que me quita el aire con tan solo mirarme. No soportaría que le hicieran daño, por mi culpa. - No aguanté las ganas de matarlo. Casi lo hago, Frank. - Fue imposible retener las lágrimas.
- No, Gerard. - Frank negaba con su cabeza, para convencerse de que eso era mentira.
- Quisiera que fuese mentira, en serio. Llegué a golpear a mi madre. No se qué me pasó. - Me sentía tan indigno frente a Frank, que evitaba su mirada cada vez que él la buscaba. Bajé mi cabeza y tapé mi rostro con ambas manos. No escuchaba su voz y eso me desesperaba. Necesitaba oírlo. Aunque sea un castigo.
- Pero Gee... Cómo... - Su voz se dejó de oír y sentí su cuerpo abandonar la cama. Levanté la mirada y lo vi de pie frente a la ventana, con la mirada perdida.
- Frankie... - susurré entre sollozos. Me miró de reojo, sin decir palabra alguna. Vi tristeza en su mirada.
- Perdón. - Frunció el caño, extrañado.
- No me pidas perdón a mí, Gee.
- Debo hacerlo. Siento que... te defraudé. No te digo que te necesito, solo por decir. Mira lo que hice, estando UN día alejado de tí, Frank. Menos sabiendo que algo malo te puede pasar. - Durante todo el rato en que le hablé, no me miró fijamente. - Frank... dime algo. - Giró su cuerpo, dándome la espalda y avanzando hacia la ventana. Apoyó su cabeza, levemente en el marco, mientras yo me destruía por dentro, al no recibir ni si quiera una mirada de su parte.

Me quedé en silencio, mirando mis manos. Lamentándome por haberle contado lo sucedido. Quizás no debí habérselo dicho. Pero de pronto, un sonido me sacó de mis pensamientos. Frank estaba ahogando sus sollozos. Me puse de pie, rápidamente y me acerqué a él.

- ¿Por qué, Gee? - Al fin se giró a observarme. Sus ojos estaban rojos. - No le hacemos daño a nadie, con esto. ¿Qué ganan con alejarnos? ¡No entiendo!
- Frankie... - abracé su pequeño cuerpo, con delicadeza. - Yo tampoco entiendo, pero no dejaré que te hagan algo malo. - Sin más, mi querido Frank lloró con fuerza. Se aferró a mi pecho y soltó todas las lágrimas que quiso. Yo acariciaba su cabello. Me hacía mal verlo así. Ante mis ojos, era intocable y no dejaría que le tocaran un pelo. - Yo tampoco entiendo, pero no quiero estar sin ti.
- Yo tampoco. - negó con su cabeza.
- Lograremos hacer algo. Mikey juró que no te haría nada y con Bert... ya veré que hago.
- Ajá. - Movió su cabeza, asintiendo. Yo solo besaba su cabello y frente, mientras lloraba sobre mi polerón. - Prométeme que no harás nunca más, algo como lo que hiciste hoy. - habló con dificultad.
- Te lo juro, Frank. Fue la rabia e impotencia que sentí al conversar con Mikey. - Alzó su cabeza, clavando sus ojos en mí. Se veían más claros que de costumbre. Con una gruesa capa de agua salada, que expulsaba de a poco por sus mejillas. - Nunca más. - repitió.
- Nunca más, te lo juro. - afirmé y besé su frente.
Me sonrió, aunque pude notar que una pena tremenda lo inundaba. Corrí el flequillo que caía sobre sus ojos y lo tomé por el cuello, acercándolo a mi rostro.
- Entonces... Nada nos separará, ¿verdad? - dije, rozando nuestras narices.
- Absolutamente nada. - sonrió, esta vez de manera sincera. Besé sus labios, tiernamente, entrelazando nuestras lenguas. Sus labios se movían de manera suave, haciendo un beso largo y lento. Alejó su rostro y pasó su lengua sobre sus labios. - pero... aun no me atrevo a ir a tu casa. - dijo con un gesto extraño. Dejando notar miedo hacia mi respuesta. - Digo... podemos juntaron fuera de tu casa, o aquí, pero no allá.
- Frank... Estoy castigado. No puedo salir.
- Oh, es verdad. - bajó su vista y después de pensar unos segundos, la alzó de nuevo. - pero tu padre nunca está en casa. Y si está, no lo ves.
- Mm... - revoloteé los ojos por alrededor y luego sonreí. - es verdad. - ambos reímos. - Está bien, pero si me descubren, quedará en tu conciencia.
- Si. - rió y besó mi mejilla. - Me alegro de que hayamos hablado. También te extrañaba.
- Si. Supongo que iré a pedir disculpas y a ver si Nathaly está bien, ya que me vio empujar a mi madre.
- ¿en serio?
- Si. - dije bajo. Estaba avergonzado.
- Entonces habla con Nathaly y dile que nunca más te verá hacer algo así. - asentí.
- Me voy. Nos vemos mañana.
- Te dejo afuera. - dijo, saliendo.
- Pero bésame aquí, que allá afuera nos da vergüenza a ambos. - reí.
- Oh, es cierto. - me besó y luego bajamos.
- ¿Todo bien? - preguntó Linda.
- Si. - me apresuré a contestar. - Perdón por... lo sucedido hace un rato.
- Está bien, Gerard. - me sonrió dulcemente. - Cuídate.
- Adiós. - salimos.
- Y ¿eso? - preguntó Frank, sin entender.
- Nada. - le sonreí y abracé para luego dar marcha a mi casa.

No podía negarlo. Estaba asustado. No sabía qué esperar, ni tampoco que palabras usaría para mis disculpas. Y ¿si no me escuchaban? ¿Si todo salía peor? Recordé a Frankie, e intenté relajarme. Le dije que pediría disculpas y debo hacerlo.

Al entrar a casa, noté un gran silencio que llenaba hasta el más mínimo rincón del living. Subí las escaleras y me dirigí a la habitación de mis padres. Toqué suavemente un par de veces.

- ¿Quién es? - oí a mi madre.
- Soy yo, Gerard. ¿Podemos hablar? - no se oyó nada durante un rato.
- Pasa. - dijo abriendo la puerta.

Estaba nervioso. La mirada de mi madre, me transmitió algo extraño. Me sentí mal. Se sentó sobre una silla, que se encontraba en una esquina de la habitación. No recordaba haber entrado a aquel lugar hace años.

- Perdón. - dije, intentando sonar seguro de mí mismo, aunque no me convencí en lo más mínimo.
- Perdóname tú a mí. - la oí angustiada.
- ¿Por qué? - dije, frunciendo el ceño.
- Gerard... - bajó su vista, intentando buscar las palabras precisas para hablar. - Sé que esto es difícil para ti. Eres el mayor, por lo tanto, tuviste que cargar con todo esto. Y se que la forma de tu actuar, es consecuencia de nuestra relación con tu padre y lo siento. Jamás quise que esto fuese así. - escondió su rostro, ya que las lágrimas salieron desesperadas.
- No mamá. - Me acerqué y arrodillé para quedar a la misma altura. - Tienes que estar tranquila, porque no fue tu culpa... Dejemos todo esto atrás ¿si? - asintió.
- Perdóname.
- Si, mamá. Te perdono. - La abracé, como jamás lo había hecho. No tenía memorias de una conversación como esta, con ella.

Le preguntó por Mikey, pero dijo que no estaba en casa. Seguramente fue donde Bert, cosa que no me gustaba para nada, pero en este momento eso no importaba. Fui a ver a Nathaly, pero estaba dormida. Solo dejé una pequeña carta, pidiendo disculpas por lo que vió y jurándole nunca más hacer algo como eso. Ya habría tiempo para hablar con ella.

Un día cargado de penas, pero que finalmente, terminaron en felicidad. Mi pequeño juró que nada nos separaría y mi madre prometió dejar todo atrás. Si hay algo que agradezco a la vida, es ponerme a Frank en el camino para vivir sin rencores y con la disposición de siempre perdonar. Todos cometemos errores, pero se siente bien arrepentirse y seguir viviendo el día a día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario