sábado, 26 de mayo de 2012

Teenagers thing's; Capítulo: #26

Capítulo: #26

Al otro día desperté, algo confundido. Habían sucedido muchas cosas, que me aturdieron. Me alisté para ir a clases y fui a la habitación de Nathaly para ver si estaba lista.

- ¿ya? – dije entrando a su habitación.
- ajá. – asintió, sin mirarme.
- Está bien, vamos. – respondí sin darle importancia.

Salimos de casa y recorrimos las mismas calles de siempre, para lograr llegar al colegio de Nathaly. Quería que fuera ella, quien hablara sobre la nota que le había dejado, anteriormente, sobre su escritorio. Pero al parecer, no tocaría el tema. ¿Seguiríamos sin hablarnos?

- ¿Nathaly? – hablé tímidamente, mientras pisaba las hojas que se me cruzaban en el camino.
- ¿Uh? – fijó sus ojos en mí.
- Lamento lo de ayer. – dije después de un momento silencioso. La observé por un momento, esperando respuesta, pero ella solo asintió. – Nathaly, en serio lo siento. Tú no debiste haber visto nada de eso porque jamás debió ocurrir, te juro que nunca jamás volverá a pasar algo similar. No quiero que estés así.
- ¿así, cómo? – su tono de voz era plano.
- Sabes de que hablo, Nathy.
- Es que, Gee... Esto es raro. Siempre soy la enana que no sabe nada y cuando me entero de las cosas... es de mala manera. Deja procesar las cosas primero. - Mis ojos se abrieron enormemente. ¿Era mi hermana menor la que hablaba así? ¿Qué estaba pasando? La miré de pies a cabeza, aunque ella no me dirigiera ni una mirada. Siguió caminando, dejándome sin palabras.
- Ya llegamos, que te vaya bien. - sonreí, forzadamente.
- Adiós. - respondió de la misma manera.

Intenté no pensar durante el camino. Me fui escuchando música, para que se me hiciera más fácil mi propósito. Llegué a la escuela y al notar que era tarde, corrí hacia el salón de clases. El profesor me hizo entrar y yo rápidamente me senté. Evité fijar mi vista en Frank, que supongo, estaba unos asientos más atrás, como era costumbre. Pero lo que no pude evitar, fue querer matar a Bert, una vez que nuestras miradas se encontraron. Creo que logré transmitirle mis pensamientos, o algo, ya que se volteó de manera fugaz.
Llegó la hora de recreo y lo primero que hice, fue encarar a Bert. Salí tras él y lo arrinconé con mi cuerpo, hacia la pared de manera disimulada. Especialmente, para que Frank no viera lo que hacía.

- ¿Qué te pasa? - dijo sorprendido, sin poner resistencia.
- Quiero saber ¿qué es lo que tienes en mente?
- ¿ahora? Pues... que quiero comprar algo para comer, en el negocio.
- ¡No estoy para burlas, idiota! - dije alterándome.
- ¿Me puedes dejar? y no se de qué mierda estás hablando.
- No te voy a dejar, y dime qué tienes contra Frank. - hablé, esta vez, tomándolo del cuello de su polera, para que se quedara quieto.
- ¡Te digo que no se de qué hablas! - dijo tomando mis manos.
- Se que algo tramas, Bert. Aunque te estás valiendo de Mikey para eso. - yo intentaba hablar bajo y tapar el cuerpo de mi víctima, para que nadie se diera cuenta que estábamos discutiendo.
- ¿Que tramo algo contra Frank? - rió irónicamente. - Estás muy mal, Gerard. ¿Quién te dijo eso?
- ¡Cállate y contesta!
- ¡No tramo nada! y por la mierda ¡Suéltame! - gritó desenfrenadamente, tumbándome en el suelo. Todos me quedaron mirando, esperando mi respuesta. Obviamente creían que lo golpearía, pero no quise hacerlo. Había hecho una promesa. Solo intenté ponerme de pie rápido y salir de ahí, para que no me consumieran las ganas de molerlo a golpes, pero Bert se interpuso. - ¿Por qué cuidas tanto a ese enano? - rió.
- Suéltame. - dije zafándome, pero Bert tomó con fuerza mis brazos.
- ¡Respóndeme! ¿Por qué lo tratas como si fuera diamante intocable? - preguntó bajo, para que los demás alumnos que circulaban alrededor nuestro, no escucharan la conversación que no era de su incumbencia.
- Es lo que hago con cualquier amigo, eso es todo.
- ¡Si, claro! - rió - cuéntame, Gerard. Dime que tiene tu amiguito que tanto te gusta.
- ¡Idiota, suéltame! - grité, esta vez yo empujándolo lejos. Pero a diferencia de mí, Bert no lo dejo pasar y se abalanzó sobre mi cuerpo para comenzar a golpearme. No me sorprendió. Bert siempre buscaba pleitos para terminar de esa manera.
Oí a todos los chicos a nuestro alrededor gritando por la pelea. Los golpes de Bert, me hacían sentir lejano. Sus gritos desaparecían de a poco y la imagen de todos a nuestro alrededor gritando, se hizo invisible, una vez que mis ojos se cerraron.

- Deje quedarme, por favor. Será hasta que despierte... - escuché una voz conocida, pero a lo lejos. Como si me encontrara en un pozo y la voz de Frankie se oyera desde la salida. Era él, mi Frank.
- Está bien, solo porque eres buen alumno, Frank. - no reconocí aquella voz. Solo oí una puerta cerrarse.

La calidez en mi frente dejaba notar que sus suaves manos, me acariciaban despacio. Sus húmedos labios, hicieron contacto con los míos. Intenté abrir mis ojos de manera lenta, pero la luz me lo impedía. Los cerré rápidamente, pero a través de mis párpados cerrados noté una sombra sobre mí, lo cual me facilitó volver a intentarlo. Y ahí se encontraba él. La borrosa silueta que logré distinguir, cuando pude levantar mis párpados. Sentí como los golpes de Bert, habían hecho efecto. Me dolía absolutamente todo, pero cuando pude, al fin, aclarar mi vista y ver nítidamente a mi pequeño, no sentí más nada. Pero algo en su rostro, me hizo sentir fuerte dolor, no precisamente, físico.

- ¿Estás bien? - preguntó de manera fría. No contesté. Solo lo observé durante un rato, para lograr entender lo que le sucedía, pero él no dijo nada. Mi ceño se frunció, lo cual me hizo sentir molestia en mi rostro. Ya que, también, recibió golpes.
- ¿Qué pasa? - hablé con gran esfuerzo.
- Nada... te peleaste con Bert. Cosa que me prometiste, jamás volverías a hacer. - Esa era la razón de su angustia.
- Él me golpeó, Frank. Yo no respondí.
- Él me golpeó, Frank. Yo no respondí. - intenté defenderme.
- Está bien, Gerard. Descansa. Después hablaremos.
- Créeme, Frank. - dije tomando su mano, que se encontraba a mi costado (sobre la camilla)
- Nos vemos después. - se acercó a mí y besó mi frente. Vi como sus pasos lentos, desaparecían tras la puerta.

¿Por qué no creerme? Si juraba amarme. ¿Desconfiaba de mí? No lo soportaría.
Vi entrar a la enfermera de la escuela, que luego de curarme un par de heridas, dijo que el director quería hablar conmigo. Hice un gran esfuerzo, por ponerme de pie e ir a su oficina. Al entrar vi a Bert, que yacía sentado frente al director. Me miró desafiante.

- Tome asiento, señor Way. - obedecí. - Necesito que me expliquen, ¿qué fue exactamente lo que sucedió?
- Disculpe, nos descontrolamos. - dijo Bert.
- ¿'nos'? - le susurré. Él solo respondió con una mirada recargada de furia.
- He tenido demasiados problemas con ustedes. Pensé que esa actitud la habías dejado atrás, Gerard. Hace tiempo que no tenía problemas contigo.
- Lo sé y lo siento. - dije con la vista baja.
- No basta con un 'lo siento'. No se cómo hacerlos entender que a esta institución, ustedes vienen a aprender. No quiero más pleitos. Sino, me veré en la obligación de expulsarlos de la escuela. - no fue gran asombro para nosotros, que nos dijera eso. Lo hacía comúnmente, pero con el dinero de nuestros padres, todo se arreglaba. - Creo que llamaré a sus padres.
- No, señor. No es necesario. - reclamó Bert.
- No, señor. No es necesario. - reclamó Bert. - Jamás nos verá en otro pleito, lo prometo. Solo fue un ataque de ira.
- Pues los ataques de ira, no los expulsa aquí, señor McCracken.
- Lo tengo claro. No volverá a suceder.
- Muy bien. Eso espero. No quiero ningún reclamo de parte de ningún profesor, nunca más.
- No, señor director. - respondimos.
- Pueden irse. No más 'cosas de adolescentes'. - ambos lo quedamos mirando, extrañados, por su término. ¿"cosas de adolescentes"? No era solo eso. ¡Tenía que ver con Frank! Bert no le dio importancia y se retiró. Yo le dediqué una última mirada al director, deseando... ¡rogándole! que expulsara a Bert de la escuela, pero como era de esperarse, el mensaje no fue captado por su mirada.
Me retiré y al llegar al salón oí el timbre. Al parecer había desperdiciado bastante tiempo en la enfermería.
Recogí mis cosas y fijé mi vista en Frank. Él lo notó, pero rápidamente miró hacia otro lugar.

- ¿Estarás bien? - habló, refiriéndose a mis dolores, mientras pasaba por mi lado para salir de la sala.
- Supongo. - respondí triste por su actitud.

No entendía por qué me trataba así, pero lo que tenía claro, era que tenía ganas de llorar. No era buena mezcla el dolor físico, con el dolor emocional. Lo ignoré y caminé a pasos agigantados, para salir luego de la escuela.

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