sábado, 26 de mayo de 2012

Teenagers thing's; Capítulo: #27

Capítulo: #27

- ¡Gerard! - lo oí tras de mí. Me giré como si nada pasara y esperé hasta que llegara a mi lado.
- ¿Qué? - pregunté,
- ¿Qué? - pregunté, sin mirarlo y volviendo a caminar.
- Lo siento.
- ¿Qué sientes? - fijé mi vista en él, aun caminando. El dolor era insoportable, pero no quería parecer débil.
- Quizás tengas razón. Yo no estuve ahí para ver lo que pasó.
- ¿'Quizás'? - me detuve. - ¿Por qué piensas que te estaría mintiendo? - pregunté alterado. Frank solo abrió sus ojos, más de lo normal. Miró hacia nuestros alrededores y luego me tomó de los brazos, saliendo rápido del colegio. - ¡Auch, Frank! Me duele.
- Oh, lo siento. - me soltó, pero sin detener su paso. Lo seguí hasta llegar a una plaza. Caminamos al interior de esta, para que nadie nos viera. - Y bien... ¿Por qué peleaste con Bert?
- No peleé con él. Solo recibí golpes. ¡Mírame! - dije, indicando mi rostro que, yo suponía, estaba hinchado. Me dolía bastante y conociéndome, lucía terrible.
- Pero ¿Solo te golpeó porque quiso?
- Así es él... - alzaba la voz con cada palabra. Sentía rabia porque Frank no confiara en mí. - Está bien. ¿Quieres oír la historia?... ¡Lo acepto! Le pregunté de manera 'no muy amable' qué problema tiene contigo. Al no responder y hacerse el ingenuo, me hirvió la sangre, lo que él notó y no aceptó. Y terminé así. - Frank solo me observaba en silencio. Al término de mi relato, Frank bajó la vista.
- Pensé que... -se quedó en silencio y con la mirada perdida en el pasto. - Creí que habías faltado tu promesa. Lo siento. - me miró entristecido y mi corazón se detuvo ¿Cómo podía ser posible?
¿Cómo podía ser posible? ¡Tenía que mantenerme firme!
- Pensé que confiabas más en mí.
- Lo hago, Gee. - sus ojos se humedecieron. Últimamente veía a Frank llorar mucho. Esto lo tenía mal. Mi pequeño no estaba bien conmigo a su lado. - Lo intento, pero tengo miedo. ¡Le temo a todo! No es fácil lidiar con todo esto. - las lágrimas aparecieron, recorriendo lentamente sus mejillas. - Dormir, pensando en que algo malo me puede pasar a mí, o peor... ¡a ti! Esconder todo y fingir frente a mi madre, que moriría si llega a saber todo esto. ¡Me agota, Gerard! Ir a la escuela me da terror. Ver a Bert o a tu hermano, me congela. Caminar por las calles, esperando que pase lo peor. ¿Quién me asegura que todo estará bien? ¿Quién me dice que el día de mañana, no pueda pasar algo realmente grave? ¡Jamás creí que amar doliera tanto, Gee! ¡No doy más! No me culpes, por no creerte. No se lo que hago, ni lo que pienso... - Terminó de hablar porque le faltó el aliento. Estoy seguro, que de no ser por las lágrimas y la desesperación, hubiera seguido.
- Frank... - fue lo único que pudo salir de mi boca, antes de rodearlo con mis brazos. Supongo que tenía razón. Al fin y al cabo, esto también me abrumaba a mí. - Está bien, pero solo te pido que confíes más en mí. - los profundos sollozos de mi pequeño, se inundaron en mi pecho, mientras mis dedos recorrían con suavidad sus cabellos. Sentí sus manos aferrarse a mi espalda y sus labios en mi cuello.
Dio un pequeño beso y luego escondió su rostro, nuevamente.
- Mira como estás... - habló, separándose de mí y pasando su mano por mi rostro hinchado.
- Pasará... - le sonreí y sequé sus lágrimas. - No llores, por favor. Me hace mal. - intentó sonreír, con una leve mueca a un costado. - Vamos a estar mejor.
- ¿Cuánto tiempo pasará antes de eso? - preguntó desanimado.
- Lo que sea necesario. ¿Me amas?
- claro - rió.
- Entonces podrás soportarlo. - sonreímos ambos.
- 'Lo que sea necesario'... - repitió y luego besó mi mejilla.

Sería difícil, pero agradecí en gran manera, que Frank no se diera por vencido. No sería nada sin él. Pero por otro lado, estaba realmente preocupado. Todas las cosas que me dijo eran muy fuertes. No me gustaba saber que estaba todo el tiempo asustado, por mi culpa. Tendría que arreglar esto de otra manera.
Nos sentamos en el pasto, después de estar un rato dando vueltas por la amplia plaza. Frank estaba extraño. Lo quedé mirando largo rato y él lo notó. Después de carraspear un poco, habló.

- Eh... - no continuó y bajó la vista.
- ¿Qué? - pregunté, levantando su mentón.
- Idiel... dijo que habló con Edward.
- ¡Oh!... - posé mi mano en mi frente - lo había olvidado por completo. ¿Qué dijo Edward?
- Bueno, Idiel me contó que Edward estaba decepcionado. Pensó que ustedes eran amigos y el que no le hayas contado algo como eso, lo dejó mal. - terminó que un gesto que demostraba tristeza. Yo bajé la vista. - Tendrás que hablar con él.
- Y ¿Qué quieres que le diga? No me atrevo, Frank.
- Tendrás que hacerlo y tú verás cómo decírselo, no me preguntes a mí. Es obvio que estará sentido y tienes que explicarlo como sucedieron las cosas y el miedo que tenías. - pensé un momento las palabras de Frank y luego asentí.
- Si, creo que eso haré.
- Es tu amigo, no te juzgará.
- Eso espero, pero será extraño hablar con él sobre esto.
- ¿Te avergüenza?
- Sabes que no, pero da miedo.
- Si, lo sé. – fijó sus ojos en el cielo. – En ocasiones deseo contarle a mi madre todo lo que me pasa, pero también me da miedo. – lo miré extrañado.
- ¿A tu madre?
- Si. – dijo con una risita nerviosa, dejando de mirar el cielo para encontrarse con mi mirada. – Me gustaba contarle lo que me sucedía. Siempre tenía las palabras y los consejos adecuados, pero me siento tan mal, al esconder esto. Aun desconoce parte de mí. No te burles porque sea un ‘hijo de mami’.
- No lo hago. – reí. – Si tuviera el amor de madre que tienes, probablemente pensaría igual que tú.
- ¿Te molestaría si algún día se llega a enterar?
- ¿Estás bromeando? – pregunté serio, pero al notar su rostro sorprendido, supe que no bromeaba. – Claro que no, Frank. No me molestaría. – en su rostro floreció un ligera sonrisa.
- De igual manera, sigo con miedo. Tendré que esperar, hasta estar realmente seguro.
- Hazlo cuando estimes adecuado. No te estreses ahora. – sonreí.

Estuvimos conversando hasta que oscureció. Frank decidió ir a casa y aunque me invitó,
aunque me invitó, preferí evitar problemas con mis padres, e ir a la mía. Cuando llegué, no había nadie. Solo estaba Linda, que se iba a su casa cerca de las nueve de la noche. Verifiqué si estaba Nathaly, ya que necesitaba aclarar las cosas con ella, pero Linda dijo que se encontraba en casa de su amiga. Escapé a mi cuarto, antes de que alguien, incluyendo Linda, pudiera ver mi rostro. Agradecí que se encontrara cocinando y así no veía mi hinchazón. Tomé una ducha, para luego descansar y dejar de batallar contra los fuertes dolores de mi cuerpo.

{*Narra Frank*}

Dos meses habían pasado y nuestra relación con Gerard seguía igual. Edward logró entender nuestra posición y perdonó a Gerard, aunque le llevó su tiempo. Yo aun no me atrevía a revelarle el gran secreto a mi madre, lo que me apenaba bastante, pero Gerard me seguía convenciendo de que, quizás, aun no era el momento. Mi miedo había reducido, por la fuerza y apoyo de Idiel y mi Gee, obviamente. Creo que el que se hayan calmado las cosas, también fue algo que necesitaba hace largo tiempo. Intenté concentrarme en los estudios, para no bajar mi promedio y esto no le gusto para nada a Gerard, ya que lo obligué a hacer lo mismo. Estudiábamos a diario en mi casa y nuestra relación no pasaba más allá de los besos en el saludo y en la despedida lo que tenía a Gerard algo amargado, pero a mi me causaba risa verlo así. De mal humor y como niño pequeño refunfuñón. Era día domingo y estaba algo aburrido. Mamá se encontraba de compras con sus amigas e Idiel estaba con su nuevo novio Edward. Si, novio. Tiempo después de que Edward supo lo de mi relación con Gee, le propuso el noviazgo a Idiel. “Par de envidiosos”.
Corrí hacia el pasillo, al escuchar el teléfono sonar.

- ¿aló?
- Frank…
- ¡Gerard! ¿Cómo estas? – dije contento de oír su voz.
- Extrañándote y ¿tú?
- igual. – respondí, mientras sentía el calor en mis mejillas. Encontraba increíblemente estúpido, que aun me pasaran ese tipo de cosas, como niñita enamorada, siendo que estaba con Gerard, hace ya un tiempo.
Oí su risa, a través del teléfono.
- Quería proponerte algo…
- Dime. – dije intrigado.
- ¿Quieres venir?
- Gerard, sabes que no me gusta mucho ir a tu casa.
- Pero hace mucho tiempo que no vienes…
- Por eso mismo. Ya perdí la costumbre. - ¡Que excusa más estúpida! – Además… Está toda tu familia y…
- No están. – dijo cortante. – por eso te llamo, Frankie. Hace mucho tiempo que no estamos solos. Últimamente todo es puro estudio y ya me cansé de eso. – su voz se oyó algo molesta, lo que provoco que riera un poco.
- Bueno, está bien. Lograste convencerme, iré.
- Genial. – rió. – Te espero, adiós.
- adiós. – corté y me fui a alistar para mi Gee.

No hay comentarios:

Publicar un comentario