sábado, 26 de mayo de 2012

Teenagers thing's; Capítulo: #29

Capítulo: #29

- ¿Ustedes…? – no continuó hablando, en cambio hizo una señal con las manos.
- Si, papá. Estamos juntos. – aseguró Gee de manera firme.
- Pensé que te gustaban las mujeres.
- Así era, hasta que conocí a Frank.
- Así que tú lo cambiaste…
- ¡Papá! – interrumpió Gerard, desafiante.
- No, Gerard. Está bien.
- Claro que no. Yo quiero estar con él, papá. Te guste o no… - bajé mi vista sin saber qué hacer ni decir.
- Gerard, deja hablar a tu padre. – se oyó la voz de Donna. Ambos la miramos y Gerard guardó silencio.
- Obviamente no me agrada la idea de que te guste otro chico y mucho menos me gusta que ese chico sea en quien confié mi hijo y mi hogar.
- Lo siento. – dije en voz baja.
- ¿lo sientes? – me susurró Gerard. Lo miré nervioso.
- ¿Linda sabe que tu estás con mi hijo? – lo miré sorprendido.
- No…
- Eso no está bien. Te recibo en mi hogar, te doy trabajo, te confío a mi hijo y haces ¡esto!
- ¡Papá, él no hizo nada! Yo soy feliz con él ¿Tanto te cuesta entender eso?
- ¡Paren de gritar! – habló, nuevamente, Donna. – Hijo, se que tu quieres estar con Frank, pero debes entender que este tipo de cosas no se hacen así. A escondidas. Ponte en nuestro lugar, eres nuestro hijo y nos preocupamos por ti. Podrían hacerte hasta daño y nosotros ni idea tendríamos.
- A papá no le importa eso. Solo le importa su estúpido orgullo, porque se moriría de vergüenza si alguien se llegara a enterar de que su hijo está enamorado de otro chico.
- Pues claro que si, eso no es normal.
- Donald… Basta.
- Déjalo, mamá.
- No, no lo dejaré. Se que no he sido la mejor madre y esta vez quiero intentarlo. Quiero ser una buena madre y demostrar cuanto me importas y apoyarte. – Me sentía realmente incómodo presenciando estas peleas familiares que se habían formulado por mi culpa. Pero las palabras de Donna sonaron muy bellas y conmovieron a Gee. Lo conocía demasiado y sabía cuando algo le llegaba al corazón.
- Gracias, mamá.
- Si, da igual. – dijo Donald restándole importancia. Sinceramente, estaba odiando a este tipo.
- Señor… - hablé con dificultad. No se de donde saqué fuerzas para hacerme oír, pero era necesario. – Se que esto no le agrada y que piensa que yo falté su confianza y hasta su respeto, pero créame que no fue mi intención. No pude evitarlo y no fue fácil esconderlo, ya que nos sentíamos mal al no poder pedirles autorización, pero tuvimos miedo. Ahora se lo pido, por favor… no me aleje de Gee. – terminé de hablar con el corazón casi saliendo por mi boca. Los nervios me tenían temblando y lo único en que pensaba era poder estar con Gee. Que todo pasara rápido. Gerard y Donna me miraron con gran emoción, pero no vi rastro alguno de felicidad o emoción en el rostro de Donald.
- Qué saco con decirte que no podrán estar juntos, si lo harán a mis espaldas igual. – bajé mi vista y tragué saliva por montones.
- Papá, por favor no seas así.
- Está bien… - suspiró. – supongo que es algo pasajero. Solo están experimentando. – lo miré extrañado y luego vi la reacción de Gerard. Frunció el ceño demostrando confusión y rabia.
- Ya, detente. – dijo Donna, poniéndose de pie. – Pueden retirarse. – nos indicó la puerta con una sonrisa. – yo hablaré con él. – nos susurró, mientras salíamos.
- Gracias, mamá.

Cerramos la puerta y Gerard inmediatamente, subió a su cuarto. Intenté seguirlo, pero caminaba rápido. Casi me golpea el rostro del portazo que dio al entrar a la habitación, pero pude entrar fugazmente.

- ¡Gee!
- ¡Ash! – se volteó y golpeó la muralla con su puño. - ¿Algo pasajero? ¿’Experimentando’? ¿Por qué le cuesta tanto entender que te amo?
- Calma, Gerard. – dije posando mis manos en su pecho. – no te preocupes por eso ahora. Por lo menos no me alejará de ti. Eso es lo que importa.
- Si, tienes razón. – calló por unos segundos. – pero igual me da rabia. – refunfuñó, mientras se recostaba sobre la cama, dándome la espalda.
- Si, lo se, pero ya pasó. – me recosté a su lado y posé mi cabeza sobre su hombro. Acaricié su mejilla y luego la besé. – Ya está.
- Si, perdón.
- Estás perdonado. – dije, mientras rozaba su cuello con mis labios. Gerard tenía la vista fija hacia delante, pero yo quería llamar su atención. Era digno de celebración el que ya no nos escondiéramos. Bueno, no de todos.
Lo mordí de manera suave para después pasar mi lengua. Gee se retorció y cerró los ojos. Lo hice una vez más, pero mordiendo un poco más fuerte y de sus labios salió un ligero gemido acompañado de una sonrisa. Finalmente se dio vuelta, quedando de espaldas sobre la cama y yo abrí mis pernas para recostarme sobre su cuerpo. Mordí el borde de sus labios para empezar de manera lenta, pero Gee no se hizo esperar y lamió mis labios. Me tomó de la cintura, acomodándome sobre su cuerpo y sentí sus manos acariciar mi espalda por debajo de la polera.
- Me encantó lo que le dijiste a mi padre. – susurró, mientras mordía el lóbulo de mi oreja.
- ¿En serio? – sonreí.
- Si. – rió. – me excitaste. – ambos lanzamos una carcajada.
- Tonto… - junté nuestros labios, mientras Gerard intentaba sacar mi polera. Una vez que lo logró yo acaricié su abdomen, para luego bajar a su pantalón, pero el sonido del timbre me hizo detener.
- ¿Por qué paras? – preguntó Gee, lamiendo mi cuello.
- Llamaron a la puerta. – dije, mirando la ventana de Gerard.
- Lo se, mi mamá abrirá. No te preocupes. – concluyó, sin prestarme atención.
- No, Gerard. No me refiero a eso.
- ¡Ash, Frank! ¿A qué te refieres, entonces?
- ¿Y si llamó a mi mamá? – lo miré asustado.
- ¿Qué?
- Eso. Que si tu papá llamó a mi mamá… - me puse de pie y fui hacia la ventana.
- Frank, esa ventana da al patio trasero.
- ¡Oh! Es cierto. – dije corriendo hacia el otro extremo, para mirar por la ventana que daba a la puerta de entrada. - ¡mierda!
- ¡¿Es tu mamá?! – preguntó, corriendo a mi lado. - ¡Mierda, Frank! Como lo siento. – dijo realmente angustiado.
- ¡Qué voy a hacer!
- No se tú, pero yo mataré a mi padre.
- No, Gee. Ayúdame a pensar. ¿Te das cuenta que mamá morirá si sabe esto de la boca de tu padre? – dije desesperado, tirándome el cabello, mientras giraba en círculos.
- No, no. Tenemos que ir, no lo se.
- Yo sabía que tenía que contarle, Gerard. ¿Por qué no lo hice antes? – se me quebró la voz. Quería llorar.
- Ya, tranquilo pequeño. – me rodeó con sus brazos.
- ¿Qué voy a hacer? – pregunté entre sollozos.
- Tranquilo, ella entenderá. Ten. – me dio mi polera y secó mis lágrimas. – vamos. – tomó mi mano y me llevó hasta el primer piso, pero antes de que bajáramos el último escalón, vimos pasar a Donald tras la puerta.
- No… - me desmoroné, sin esperanza alguna. Me arrodillé y escondí mi rostro, tras mis manos.
- No, Frankie… Ven. – me levantó de los brazos y me llevó al pasillo. Nos escondimos tras un gran mueble y esperamos hasta que vimos a Donald y a mi madre, entrar a la oficina. – Guarda silencio. – asentí y posamos nuestras orejas en la muralla para lograr oír lo que hablaban.
- No oigo nada.
- Shhh…
- ¿Tu mamá está adentro? – pregunté en susurro.
- Creo que sí. – respondió de la misma forma.
- Eso es bueno. La convencerá de que no me mate.
- ¿Puedes dejar de hablar, Frankie? Intento oír.
- Lo siento. Estoy nervioso. – dije, sin lograr terminar bien la frase, ya que Gerard posó su dedo en mis labios, frunciendo el ceño.

Guardé silencio por los próximos minutos, pero sinceramente, no oí nada. Gerard me susurraba alguna de las cosas que lograba escuchar. Tenía buen oído.

- ¡odio que digan eso! – susurró Gee, con su mano empuñada.
- ¿Qué cosa? ¿Qué dijo?
- Que solo son cosas de adolescentes.
- ¿Quién?
- Mi papá… Si supiera que nos vamos a casar. – dijo serio y yo no pude evitar reír por su comentario. - ¿De qué te ríes?
- ¿Nos vamos a casar? – pregunté aun riendo.
- Claro. ¿Tú no quieres?
- No lo se, no me lo has propuesto.
- Bueno, otro día. Ahora no. – dijo volviendo a posar su cabeza contra la muralla y yo continué riendo. Me gustaba que Gerard me hiciera reír, para quitar mis nervios, pero no hacía mucho efecto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario