sábado, 26 de mayo de 2012

Teenagers thing's; Capítulo: #30

Capítulo: #30

La imagen de mi madre sonriéndome, mientras pronunciaba las palabras “cuenta conmigo siempre, hijo” el día en que le conté un secreto de mínima importancia, vino mi mente. ¿Por qué no confié en ella? ¿Por qué hice que esto sucediera? Sentí vergüenza y un gran dolor en mi corazón.

- Gerard, me siento mal… - susurré, con la mirada perdida.
- ¿De qué hablas? ¿Te duele algo?
- Quiero ir a casa…
- Frank, no llores, ¿qué pasa? – dijo pasando sus dedos por mi mejilla. No me había percatado de que había soltado un par de lágrimas.
- Gee, no estoy bien. Me quiero ir. – fijé mis ojos en él.
- Pero tu mamá esta ahí dentro. ¿No quieres esperarla para que ambos hablemos con ella? – habló con un suave tono de voz. No queríamos que nos oyeran.
- No. Yo tengo que hablar con ella y pedirle perdón.
- ¿Estás seguro, Frankie? No estás bien, quizás no puedas hacerlo solo.
- Puedo hacerlo, Gee. Debí habérselo dicho antes, pero me toco enfrentarlo ahora.
- Esta bien, se fuerte. Si algo no sale bien, no decaigas. Todo pasará rápido si tú tienes clara tu posición y tus sentimientos… - dijo posando su mano en mi pecho. Asentí con seguridad.
- Seré fuerte, lo prometo y lucharé hasta el final. - finalicé en voz baja. Gerard solo sonrió, para luego dar paso a un cálido abrazo.
- Pase lo que pase, llámame. Sea bueno o sea malo, no dudes en decírmelo.
- Bueno… Ya no hace falta que espíes la conversación. – dije, incitándolo a que fuera a su habitación. Él captó al instante, ya que se alejó de la muralla, besó mis labios y subió.
- Te amo… - susurré.
- Yo también. – dijo girándose.

Salí de su casa, en silencio. Acelerando el paso para llegar a mi hogar. Sabía que mi mamá podría entenderme, pero la pena que iba sentir en su corazón, sería difícil de curar. Jamás tuve motivo para esconderle algo. Era mi mayor soporte y apoyo en todo. Creo que el miedo a mí mismo, me privó de contarle lo que en mi vida sucedía, pero ella merecía saberlo.
Llegué a mi casa con mis ojos hinchados. Los pensamientos que por mi cabeza rondaban, mientras caminaba, me habían dejado seco. Estaba demasiado triste y decepcionado de mí mismo.
Subí a mi habitación para distraerme, mientras ella llegaba a casa. Recosté mi cuerpo sobre mi cama y las lágrimas aparecieron de nuevo. Creo que el estar acostado de manera cómoda, con ninguna luz más que la de la luna, no había sido lo mejor, ya que lo único que logré fue que mis ojos se cerraran de a poco, hasta que el sueño me venció.

Sentí unas manos recorrer mi frente y flequillo, brindándome una sensación única, que solo ella producía en mí.

- Mamá… - susurré, abriendo mis ojos.

Giré mi cuerpo para visualizar su rostro, pero la oscuridad no me lo permitió. Acerqué mi mano a la lámpara de escritorio y pude ver como sus ojos llenos de lágrimas se fijaban en los míos, que se encontraban de la misma manera.

- Lo siento. – solo eso, fui capaz de dejar salir de mis labios. Ella me miró con tristeza, sin dedicarme palabra alguna.
- No es fácil de explicar lo que siento en este momento. Aun estoy algo confundida.
- Estoy dispuesto a aclararte todo. Solo quiero que sepas que lamento el no habértelo dicho antes, mamá. Fui un miedoso estúpido…
- ¿Miedo a qué? ¿A mí?... ¿Te hecho algo tan horrible como para que me tengas miedo?
- No, claro que no y es por eso te digo que fui un estúpido. Solo tenía miedo de… de mi realidad, creo. Tampoco es fácil de explicar…
- Lo que más me dolió fue darme cuenta que no te conocía del todo.
- Se que es doloroso para ti, pero ponte en mi lugar. Esto no es fácil…
- Y tú ponte en el mío. ¿Sabes lo que se siente que tu propio jefe te diga algo que tu hijo te escondió por años? Porque supongo, que no es algo de ahora poco.
- No. – bajé mi vista. – Pero sabía que no es algo normal. No a todos les gustan las personas de su mismo sexo y más aun, las discriminan por eso.
- Pero yo soy tu madre. Jamás te discriminaría, ¿Quién dice lo que es normal y lo que no? Eres mi hijo, te crié y te amo más que a nada.
- Lo se, mamá… - dije, dejando salir las lágrimas de nuevo y tapando mi rostro con ambas manos.
- Te perdono, Frank. – posó su mano sobre mi espalda, mientras hablaba entre sollozos. – Se que es difícil para ti y tengo claro que todos cometemos errores. Espero que aprendas de estos. Soy tu madre y puedes confiar en mí. Y si no me quieres contar todo,– Se que es difícil para ti y tengo claro que todos cometemos errores. Espero que aprendas de estos. Soy tu madre y puedes confiar en mí. Y si no me quieres contar todo, lo entenderé, pero solo con que no me escondas lo que eres, que es esencial, yo estaré tranquila.
- Lo siento y juro no volver a hacerlo. – destapé mi rostro para abrir mis brazos ante ella, y sumirnos en un abrazo. El más sincero que le di, en mi vida. Lloré como un pequeño niño, pero no me importaba. – Gracias por todo. – dije, mirándola directo a los ojos, después de que separamos nuestro cuerpos.
- No agradezcas. Lo mínimo que puedo hacer, como tu madre, es brindarte apoyo.
- Y yo lo mínimo que debo hacer es darte las gracias, mamá. – sonreí. – Lamento haberte pasar por esto.
- Si, fue horrible… Jamás pasó por mi mente el que tuvieras una relación con Gerard. – habló con curiosidad y yo solo bajé mi vista, al notar que mis mejillas hervían. – Te gusta mucho ¿verdad? – dijo, poniendo su mano en mi rodilla. Señal de confianza.
- Estoy enamorado de él. – no me atreví a levantar la mirada. Hablar de esto con mi madre era algo extraño. Pero deseaba contárselo, ya que se había perdido de tanto.
- ¡Vaya! ¿Enamorado? Amor es una palabra muy grande.
- Lo tengo claro. Jamás había sentido lo que Gee me hace sentir.
- ¿Gee? – sonrió. Yo solo reía como idiota sin mostrar mis mejillas ultra rojas. – Yo le tengo mucho cariño a ese chiquillo, pero no se si es el adecuado.
¿Qué quieres decir? – pregunté, frunciendo el ceño y levantando mi vista.
- No me gustaría verte sufrir, hijo. Y yo se que él es de los chicos que no se toman las cosas muy en serio. Mucho menos los sentimientos de las otras personas.
- ah, ¿Lo dices por su actitud con las chicas que llevaba a casa?
- veo que sabes de lo que hablo…
- Sí, pero no es lo mismo. Gerard ha cambiado mucho y me agrada saber que de cierta manera, lo ha hecho por mí. Eso demuestra que también me ama ¿no crees? – mamá quedó en silencio y solo me miró sorprendida y enternecida.
- Eres lo suficientemente inteligente, como para saber lo que haces. Eres superdotado. – reímos ambos. - Te ves confiado en lo que dices y supongo que es cierto. También he visto cambios de actitudes en Gerard.
- Si. – bajé mi vista, nuevamente, al notar que ya estábamos adentrándonos demasiado en ese tema. – Estamos felices juntos, eso es lo que importa.
- Estoy de acuerdo. – sonrió. – Creo que te dejaré dormir porque te veo algo incómodo. – rió y secó el resto de lágrimas que se veían en sus mejillas.
- Con el tiempo me iré soltando con respecto a ese tema. Por lo menos sabes lo esencial.
- Si, gracias por confiármelo. Te amo, adiós. – besó mi frente.
- Yo también, buenas noches. – Esperé para que saliera del cuarto para volver a recostarme.

Sentía mi corazón latir con normalidad, nuevamente. Lo que me hacía sentir en paz. Estaba feliz. Mi mamá me apoyaba, eso era lo que más me importaba.
Sabía que me costaría, pero mamá lo hace todo más fácil. No se en qué estaba pensando cuando decidí esconder aquel ‘secreto’. Pero ahora podía dormir en calma sabiendo, que estaba con el chico de mis sueños y con mi madre apoyándome. Eso era lo principal y lo más importante. Ahora, con eso, ya nada me importa. Estaba más convencido que nunca, que nadie me alejaría de Gerard. Ni siquiera aquellos problemas o miedos que tenía al ir a la escuela o con cierta gente específica. Gerard me brindaba la fuerza necesaria para seguir adelante y continuar acrecentando nuestro amor. Es extraño saber que una persona que considerabas inalcanzable, ahora te de el ánimo para no debilitar jamás, te brinde los mejores momentos de tu vida, te deje helado o totalmente extasiado con cierta caricia o un simple beso en los labios, o que hasta te diga cuando te ama hasta que su voz no de más. Y más extraño es, que deseo estar toda mi vida a su lado. Aferrarme a él y que me enseñe todas las cosas que no se de la vida. Aunque… ya con tan solo conocerlo a él, estoy anonadado. Lo consideraba una especia de… salvación. Como un superhéroe que logró salvar mi vida de todo el miedo que llenaba mi entorno. ¿Es suficiente para descifrar todo lo que este ser, producía en mí?

“Pase lo que pase, llámame. Sea bueno o sea malo, no dudes en decírmelo.” Vinieron a mi mente las palabras de Gerard, pero al verificar la hora y notar que era demasiado tarde, solo decidí enviarle un mensaje de texto.
“Creo que si siento un poco más de felicidad, mi sistema colapsará… Ahora si que nada ni nadie nos separará. Eres mi todo y no tengo duda alguna, en demostrárselo a quien sea. Te amo…”

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