Capítulo: #31
Sentí unos labios chocar en mi mejilla, provocando una sonrisa estúpida en mi rostro. Su dulce aroma llenaba mis pulmones y yo respiraba profundamente para hacerlo más real. Lo extraño era que aquel ‘sueño’ era demasiado real. Hasta su suave voz susurrando “Frankie”, me hacían pensar que estaba conmigo, a mi lado.
- Frank… - oí una vez más y abrí los ojos de golpe.
- ¿Mm? – miré de reojo a mi lado y noté la presencia de Gerard. “No era un sueño”.
- Al fin despertaste, dormilón. – dijo riendo y besando mi nariz. Lo miré confundido y estiré mi cuerpo, mientras restregaba mis ojos. – Nunca te había visto despertar… - rió.
- ¡Oh! Me debo ver horrible. – hablé con incomodidad, tapando mi rostro con las sábanas.
- ¡Claro que no! Te hubieras visto cuando besé tu mejilla.
- No, gracias. No me quiero ver la cara de idiota. – dije apretando con más fuerza las sábanas que Gerard intentaba quitarme.
- Estás hermoso, amor…- al oír esto, dejé de presionar mis dedos y dejé ver mi rostro.
- Jamás me habías llamado así… - lo miré fijamente.
- ¿No?
- No. – aseguré al instante.
- Pues… creo que suena algo cursi.
- Si, pero me encanta. – reí y logré contagiarlo, ya que dejó ver sus dientes, acompañados de una caricia en mi rostro. – Oye, ¿Qué haces aquí? Digo… ¿Por qué razón viniste a esta hora? No es algo común.
- Si, es que no me aguanté las ganas. Ayer recibí tu mensaje y apenas supe que todo había salido bien, quise venir a hablar con tu madre y de pasada… verte a ti.
- ¿Hablar con mi madre? ¿Hablaste con ella? – pregunté sorprendido.
- Si. Vine temprano y estuvimos conversando…
- ¿Ah si? – me senté en la cama, interesado por saber más.
- Si. – respondió revoloteando sus ojos. Señal de que no me contaría.
- Pero dime qué hablaron.
- Cosas. – dijo cortante.
- ¡Dime!
- No te enojes, Frank. Simplemente hablamos sobre lo que ella opinaba y sobre mis sentimientos hacia ti. Supongo que vine en busca de una… aprobación.
- ¿aprobación? – sonreí. - ¿Qué le dijiste?
- Ya está bueno, Frank. Deja de hacer esas preguntas que no te responderé y ve a ducharte que se hace tarde.
- Pero Gee, dime… - le supliqué, mientras se ponía de pie y me destapaba entero.
- ¿Qué quieres saber? Dime, ¿hay algo que no creas saber? Te lo he dicho todo y te digo cuanto te amo a diario. ¿Es necesario algo más? – habló en tono relajado y con un brillo en sus ojos que me dejaron mudo.
- Creo que no… - susurré y después de un momento de silencio y miradas encontradas, sonreímos. – Está bien, iré a ducharme. – me puse de pie y fui hasta el baño.
Demoré solo un par de minutos. Ya estábamos atrasados y agradecía que mi madre ya se hubiera ido al trabajo, sino me estaría gritando.
Solo tomé una toalla que me enrollé en la cintura y salí del baño.
- ¡wow, Iero! ¿Tu intención es tentarme? Porque lo estás logrando…
- ¿De qué hablas, Gerard? – pregunté sin prestarle atención, mientras buscaba ropa en mi armario.
- Te ves hermoso. – susurró en mi oído, posando sus manos en mi cintura. En ese momento noté que hacía alusión a mi cuerpo mojado. Giré un poco mi cabeza para ver su rostro.
- Esa no era mi intención, Gerard.
- ¿Piensas que te creeré? – rió y mordió mi oreja. – Si quieres, te seco el cuerpo. – tomó el borde de mi toalla y yo lo retuve.
- No, Gerard. Es tarde, tenemos que ir a la escuela.
- Ya estamos atrasados, da igual. – besó mi cuello y comenzó a secar mi abdomen.
- Pero, Gerard… - no continué, ya que esta vez, sus manos ‘secaban’ mi miembro lentamente y ante eso, era difícil resistirse. Cerré mis ojos y dejé que continuara con su juego.
- ¿Quieres que pare? – habló con voz coqueta. Yo solo sonreí y dejé salir un leve gemido. – Al parecer no. – rió y giró mi cuerpo hacia él, para quedar frente a frente.
Tomó mi rostro con suavidad, dejando caer la toalla al suelo. Chocamos nuestros labios, brindándonos un momento único, que tanto nos gustaba. La unión de nuestros sabores, no nos dejaba satisfechos nunca. Posé mis manos en su cintura, avanzando hacia mi cama, hasta caer de manera lenta sobre esta. Gee me sujetó con fuerza y me acomodó sobre su cuerpo, sin despegar nuestros labios. Acariciaba mis piernas y enredaba sus dedos en mi cabello. Sabía que le encantaba hacer eso, lo cual provocó una leve sonrisa en mi rostro. De a poco fui quitando una por una sus prendas, hasta quedar solo en boxers. Mis manos estaban inquietas, paseándose por cada rincón de su hermoso cuerpo. Mi erección hacía presión sobre la suya y con suaves movimientos sobre él, los gemidos comenzar a hacerse oír. Me concentré en su cuello, dejando que mi lengua jugueteara, mientras Gerard se retorcía gimiendo mi nombre. Todo era tan perfecto salido de sus labios. Más aun, si tengo el placer de escuchar mi nombre pronunciado con delicadeza y amor. Bajé lentamente por su pecho, rozando con mis labios su piel. Lo miré fijamente, antes de llegar a su entrepierna. Mordió su labio con rudeza y sus ojos brillaron, suplicando que no parara. No en este momento. Dejé ver mis dientes, en una cálida sonrisa. Lamí la punta de su miembro, con mis ojos cerrados. Quería sentir todo, sin la necesidad de fijarme en lo que a mi alrededor sucedía. Solo éramos Gerard y yo. Introduje su pene en mi boca, brindándole el placer que hace tiempo no experimentaba. Encorvó su espalda, cerrando sus ojos. Le cedí una de mis manos, la cual tomó con fuerza, posándola en su mejilla. En ocasiones la besaba y sonreía. Me encantaba verlo feliz. Saber que su amor era tan grande como el que yo le tenía a él. La necesidad de estar juntos, era sorprendente. Extrañaba tanto sentir su sabor en mi boca. Poder disfrutar un momento tan hermoso como este. Su miembro erecto e hinchado, me dejaron notar que estaba preparado. Separé mis labios de su pene para ser tomado por mi amado. Gerard me miró con ternura y me levantó hasta quedar a su altura.Me recostó boca abajo, después de un largo beso. Subió lentamente, sobre mí. Lamió mi nuca, cuello y espalda, haciéndome recordar lo bien que se sentían sus labios húmedos recorrer mi cuerpo, pero… se detuvo. Giré mi cabeza y lo miré confundido.
- ¿Qué pasa?
- Quiero… - no continuó hablando y simplemente sonrió. Fruncí el ceño sin entender. – Ven… - dijo, volteándome otra vez. Quedamos frente a frente y yo aun sin saber qué haría.
- ¿Qué haces?
- Quiero ver tu rostro, mientras hacemos el amor. – dejó ver su perfecta sonrisa, acompañada de un beso en mi nariz.
Levantó mi pelvis, introduciendo sus dedos en mi cavidad, despacio. Yo cerré mis ojos y dejé salir un gemido, no precisamente de placer. Lo hizo un par de veces más y luego supo que ya estaba listo. Tomó mis piernas, dando paso a la penetración. Gimió con fuerza y yo solo lo observé con algo de dolor. Pude notar el sudor que desprendía, lo que me excitó aun más. Comencé a disfrutar las embestidas de Gerard, liberando los gemidos que invadían mi cuarto. Mis manos se encontraban en su pecho, pudiendo sentir los latidos de su corazón. Me encantaba saber que su agitación y sus rápidos latidos, eran por mí. Gerard mantenía sus ojos cerrados y su boca entreabierta. Sonreí agradado por el momento que estaba viviendo. Mis piernas lo impulsaban a ir más rápido y sus brazos, apoyados a mis costados, se endurecían de la fuerza que hacía. Nuestros gemidos se hicieron más fuertes al punto de dar gritos.Su cuerpo húmedo sobre el mío, me dejaba ver que esto era solo mío y que quería pertenecer a su lado por siempre. El resto de mis días.
- Gerard… - susurré para captar su atención. Quería ver su expresión. Fijó su vista en mí, al instante.
Sus ojos transmitiéndome todo ese amor que jamás había recibido. No a esa magnitud. Su mano acariciando mi mejilla derecha y sus labios curvarse dedicándome un ‘Te amo, Frank’ lo fue todo para mí. Saber que ahora estábamos juntos de manera oficial. Que ya no había de que esconderse y que nuestras fuerzas se juntaban para afrontar todo lo que se nos venía. La mezcla se sentimientos hizo que mi cuerpo atravesara aquella corriente que tanto me maravillaba. Nuestros gemidos se ahogaron, sintiendo todo ese placer que brindaba el orgasmo que mi Gee me había provocado. Sentí su pene explotar dentro de mí. Su esencia marcando mi cuerpo, una vez más. Subí hasta sus brazos y me colgué, rodeando su cuello, aun dejando salir ese fuego de manera lenta, con pequeños movimientos sobre su miembro. Gerard me abrazó con suavidad, susurrando ‘Te amo’ en mi oído. Como amaba oír esas palabras de sus labios. Me alejé unos milímetros de su cuerpo, para poder encontrar su mirada, la cual no me negó. Me dedicó una sonrisa, llenando de alegría mi corazón. Besó mi frente, para luego rozar mis labios con los suyos que lucían fuertemente rojos y deliciosos. Su lengua, mezclándose con la mía, hacía mi piel se erizara nuevamente.
Me mordió la comisura del labio y luego me miró fijamente.
- Te amo, Gee… - me apresuré a hablar. - Quiero estar contigo por siempre...
- Así será, Frankie. Nuestro amor será capaz de todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario