sábado, 19 de mayo de 2012

Teenagers thing's; Capítulo: #5

Capítulo: #5

- Eh… - me puse de pie, algo incómodo, y me apoyé en la muralla, mientras Gerard se sentaba sobre la cama. - Tú descubrirás quién es. Si en verdad deseas hacerlo. – dije nervioso.
- Obvio que quiero. – me miró confundido. – Pero háblame de ella. Dime cómo es. – Lo observé sin saber qué decir. - ¿Tiene buen trasero? - fruncí el ceño algo asqueado.
- ¿Eso es lo que realmente te importa? - solo se encogió de hombros. Me volteé, tímido a mirar mi parte trasera, luego de manera rápida observé a Gerard nuevamente.
- Supongo... creo.
- ¿Cómo que “creo”?... ¿Y tiene buenas…? – posó sus manos en su pecho semejando los senos de una mujer, mientras se mordía el labio. Mi expresión anterior, se repitió.
- ¡Gerard! – exclamé.
- ¿Qué?... Dime que no te fijas en eso. – comenzó a reír.
- No, no lo hago.
- Vamos, Frank. No mientas.
- Déjame. – me lancé sobre la cama boca abajo y tape mi cabeza con las almohadas para no seguir escuchándolo.
- Frank – dijo riendo y apoyando su brazo sobre mi espalda – por último dime si es linda, no lo sé…
- Pero Gerard – saqué las almohadas sobre mi cabeza y me senté – sabía que eras superficial, pero nunca tanto.
- Oh, entiendo.
- ¿Qué cosa? – pregunté confundido.
- Es fea. – se me salió una corta carcajada. – ¿De qué te ríes?
- Nada – contuve la risa.
- ¿Entonces?... – aun contenía la risa - ¿Cómo son sus ojos?
- verdes, o algo así – mi color de ojos nunca me convenció del todo. Siempre cambian.
- ¿Y sus labios?
- rojos (?) – respondí dudoso.
- ¡Oh, Frank! Eres muy malo en esto. Tus explicaciones son horribles.
- Pero es que, ya te dije…
- Listo hijo, ¿Vamos? – en ese instante entró mi mamá a la habitación.
- Eh… Claro. - miré a Gerard y él me sonrió.
- Nos vemos mañana. - se acercó y me abrazó. Yo respondí su abrazo, aunque me temblara todo el cuerpo al sentir contacto con él. - Cuídate - Dijo mientras se alejaba y revolvía mi cabello.
- Tu igual - la sonrisa de idiota, que se había hecho común últimamente, se hizo presente una vez más.
- Adiós, Gerard. - se despidió mi madre y salimos de ahí.

Una vez acostado en mi cama, no podía cerrar mis ojos. Recordé el aroma de Gerard. Como movía, esos tan deseados labios, al pronunciar cada palabra. Como latía mi corazón cuando su mirada se dirigía hacia mí. Cuando esos hermosos ojos, brillosos y misteriosos, me brindaban cierta atención. La sonrisa de mi rostro no se quitaba con nada. Mucho menos cuando recordé lo que le dijo a su hermanita. Yo era diferente y confiable. Eso, ya es un buen paso.
Estaba más despierto que nunca, por lo que llamé a Idiel para contarle todo. Ella estaba dormida, pero es mi amiga, así que me escuchó de igual manera. Se sorprendió y alegró al escuchar mi historia. Ella también me contó que había salido con Edward, al parecer aquel “chico popular” se estaba ganando el corazón de mí preciada amiga. Lo pude percibir por la manera en que ella me hablaba de él. Era como escucharme a mí hablar de Gerard. Hablamos por largo rato, hasta que Idiel no dio más y simplemente me cortó. Supuse que el sueño la venció.

Me ponía feliz que Edward se la jugara por Idiel, pero debo admitir que también tenía algo de miedo, al fin y al cabo, Edward era un estúpido al igual que “todos los de su especie”, pero quizás Idiel lograría que él cambiara. Era lo mismo que yo buscaba hacer con Gerard. Solo que yo no tengo una par de senos para ponérselos en la cara y que caiga rendido. ¿Será homo fóbico? Porque si es así, me tendría que rendir, pero si no lo es… Probablemente mis esperanzas funcionen de algo. Ahora tengo que convencerlo de que aquella “chica” soy yo. Aunque… también podría ser una buena arma para conocerlo interiormente.
Deje de pensar, ya que al otro día me tendría que levantar temprano para ir a la escuela, cerré mis ojos y al fin pude dormir.

- ¡Frank! – escuché una voz conocida que me hizo saltar del susto.
- ¡Ash!
- No te has levantado, llegaremos tarde. – saqué mi cabeza de entre las sábanas y vi a Idiel que sacaba ropa de mi armario.
- ¿Qué hora es? – aun estaba algo dormido.
- Tarde, ten. – me pasó la ropa y me llevó al baño de manera brusca. Me duché y luego bajé al living.
- ¿Queda cereal? – pregunté, mientras bajaba la escalera.
- Si, pero no hay tiempo. – me tomó fuerte del brazo y me arrastró a la puerta.
- ¡Idiel! No he desayunado, quiero comer.
- Entonces levántate más temprano.
Corrimos todo el camino para que no nos dejaran afuera. Llegamos exhaustos. Pudimos entrar al colegio, pero no al salón de clases, ya que el antipático y amargado profesor no nos dejo entrar. Nos sentamos a conversar en el pasillo, hasta que se hiciera la hora del recreo.

- ¡Hola! – exclamó efusivo Edward. Idiel se puso de pie y lo abrazó. Se veían tan tiernos. Atrás se venían acercando todo el grupito “popular”.
- Hola. – Dijo Gerard, una vez ya a mi lado. Esta vez yo me puse de pie para abrazarlo y como ya era común, él revolvió mi cabello.
- Hola. – saludé a los demás. Luego fuimos a las bancas donde ellos siempre solían estar. Pude notar que estábamos a la vista de toda la escuela y habían muchas miradas que no se despegaban de ese lugar.
- Varias han preguntado por ti. – Dijo Gerard, interponiéndose ante mi vista.
- ¿Ah? – pregunté sin entender. Gerard se volteó y apuntó a las chicas de distintos lugares, que nos estaban mirando.
- Ellas… Se andan fijando en ti. – se volteó hacia mí de nuevo.
- ¿De qué hablas? Son mayores.
- Por eso mismo. – Rió – Al parecer les gustaría enseñarte cosas. – movió sus cejas de arriba abajo. – Serías como su… objeto sexual ¿No sería genial?
- ¡Gerard! Tú y tus estupideces.
- No tiene nada de estúpido… Tienes que divertirte también – No podía creer lo que decía. Eso era lo único que le importaba y yo pensando en que tendría alguna vaga oportunidad. Di un suspiro, Gerard me miró extrañado. No me importó simplemente me fui.
- ¡Frank! – me siguió – No te enojes, - me giró hacia él – perdón, en serio. – No le respondí nada. Estaba decepcionado y no quería verlo. – Ash, Frank – me retuvo entre sus brazos. – Disculpa, es solo que… Nunca había conocido a alguien como tú, entonces es algo… diferente para mí y no se cómo tratarte.
- Como a la gente normal.
- ¡Eso hago! Pero te enojas.
-.Me tratas como tus demás amigos, y ellos tampoco son normales. Son gente… no sé…
- Está bien, está bien. – me interrumpió. – Perdón, pero deja acostumbrarme ¿Si? – bajé mi vista y me encogí de hombros, mientras metía mis manos a los bolsillos de mi pantalón. - ¡Vamos!... además necesito pedirte un favor.
- Ah… para eso me quieres. – subí mi viste de nuevo, algo molesto.
- no, no, no. Ósea, es que no es un favor… es una invitación, pero el favor, más bien, sería que aceptaras. – Terminó de hablar algo enredado. Creo que él no se entendió, pero yo si logré captar algo.
- ¿una invitación?
- Si. Es que en unos días más, será el cumpleaños de Bert y quiero que vayas.
- ¡¿Qué?!... Yo no le agrado y él tampoco a mí, ¿por qué iría a su cumpleaños?
- Porque yo quiero que vayas.
- Es SU cumpleaños, no el tuyo. Él me tendría que invitar y, obviamente, no lo hará.
- Frank – rió – eso no importa. Él no invitará a nadie, porque no sabe que habrá fiesta. Es una sorpresa.
- Entonces tienes que invitar a sus amigos y yo no lo soy.
- Pero eres mi amigo y además… La fiesta será en mi casa. Puedo invitar a quien quiera. – reí con la última frase. – Es verdad. Por favor anda. – sus malditos ojos se clavaron en los míos. Ante eso no me podía negar.
- ¿para qué quieres que vaya?
- Porque si no vas, me aburriré.
- Gerard, no puedes decir eso. Estarán todos tus amigos.
- Si, pero es aburrido. Hacen todo lo que les digo y al final es como estar conmigo mismo. En cambio contigo me divierto – sonrió. Yo no podía evitar hacer lo mismo. Era tan perfecto y me prefería a mí, antes que a sus otros amigos. Eso me llenaba de ganas de tomarle el rostro y besarlo con pasión. - Y además, habrá muchas chicas y la tentación será grande. No quiero acostarme con ninguna de esas putas… - bajó la vista por un rato, mientras yo me alegraba. Luego subió su mirada hacia mi, otra vez. - ¿Qué dices?
- uf… está bien, – se alegró – pero no me obligues a hablarle a Bert y menos decirle “feliz cumpleaños”
- No te preocupes, no lo haré. – tomó mi rostro de manera brusca y besó mi mejilla de forma escandalosa.
- ¡ay! – me quejé. Era demasiado bruto. Él comenzó a reír. Posó su brazo en mi cuello, abrazándome, mientras caminábamos hacia donde estaban los demás chicos, pero a mí me dolía, porque me apretaba.
- ¡Gerard! – Lo empujé – Eres un idiota con las manos – reí.
- Claro que no, es que tú eres muy delicadito – me empujo de vuelta. Comenzamos a empujarnos y yo no aguantaba la risa, me sentía tan feliz cerca de él.
Hasta que mi mirada dio con la de Bert, algo alejado, pero aun así, lo visualicé. Quedé estático con su mirada tan fría, pero Gerard no lo notó, ni yo tampoco noté que él seguía jugando, razón por la cual, me dio otro empujón, mientras reía y yo como no estaba concentrado, caí al suelo. -¡Frank! – corrió hacia mí.
- ¡auch! – le di un leve golpe en la cabeza.
- ¿Ves que eres delicadito? – rió de nuevo. Me contagió y una sonrisa se posó en mis labios.
- ¡idiota! Estaba desconcentrado, eso es todo.
- ya, arriba. – se puso de pie y tomó mis brazos hasta que logró pararme.

Fuimos hacia los demás chicos y vi como Bert aun me observaba. No lo negaré. Me daba algo de miedo aquel chico, pero en ese momento no me importaba. Nada me importaba. Estaba feliz porque la confianza entre Gerard y yo crecía cada vez más. Y cuando lo sentía cerca de mí, yo era el ser más feliz de la tierra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario