sábado, 30 de junio de 2012

Esa sexy esencia; Capítulo: #11

Capítulo: #11

- No –

Frío y distante “no”, pronunciado con poca seguridad, Gerard deslizó las manos sobre las piernas de Frank, le apretó suavemente la piel antes de dejarlas caer a cada lado de su cuerpo, retiró su rostro de entre las manos del fantasma que lo marcaron por la presión, dejándole las mejillas enrojecidas en el lugar en que antes estaban los dedos

“¿No?”

Preguntó intrigado, retirándole la mano de la pelvis, el fantasma detuvo cualquier movimiento, se dedicó a observar a Gerard que levantaba el rostro y dirigía la mirada al vacío

- No, tal como lo oíste, no quiero tener sexo contigo –

Sin creer del todo lo que Gerard decía, Frank se rió burlonamente, no cabía posibilidad alguna que ese hombre de pupilas dilatadas, de mejillas sonrojadas, y de respiración evidentemente agitada se negara a tener sexo con él

“¿Es esto parte de tu juego, Crees que fingiendo cero interés en mí harás que me enamore de nuevo?”

- No lo creo, es solo que… -

Una pausa para morder su labio inferior con fuerza, una pausa para indicar con el movimiento de su cuerpo que quería levantarse de la silla, una larga pausa para acomodar su ropa y pegar la espalda a la pared

- Deseo - Asintió con pesados movimientos – Deseo, es lo único que sientes por mí, no quiero ser débil, no quiero generar lástima, no quiero ser solo un objeto para quién es mi todo, no quiero entregarte el alma en un acto que para ti solo satisface un deseo primario –

“Gerard…”

El fantasma caminó midiendo sus pasos, no se acercó demasiado, es más, estaba frente a Gerard, pero muy lejos de él, no lo comprendía, ¿por qué tener sexo con él lo haría débil? No se lo preguntó, decidió quedarse en silencio al ver que Gerard fregaba su rostro con fuerza, pasando el dedo índice y el del medio repetidamente por sus ojos, estaba pensando, estaba buscando en lo profundo de su alma palabras con las cuales explicarse mejor, y esperó a que abriera los labios para hablar

- No tienes idea lo difícil que ha sido para mí, obligarme a aceptar que no eres ya parte de mi vida, y venir como un fantasma lo ha empeorado todo… - Bajó el rostro, cubriéndolo con ambas manos, no había objeto, no lograría que Frank lo amara de nuevo, ¿Cómo podría hacer que alguien lo amara, sí él mismo no era capaz de amarse? – Lo mejor es que te vayas, de una buena vez, estás muerto y yo solo quiero aferrarme a mi amor por ti… - Buscó un lugar en la habitación para fijar su mirada, y sin poder verlo, le habló con dolor al ser que alguna vez fue la luz de sus días – Te libero Frank, puedes irte al cielo… no tienes porque cumplir un juramento que para ti ya no vale nada –

No quiso escuchar respuesta de Frank, no quiso tener una despedida que de seguro sería más dolorosa que esa rabia que empezaba a crecer en él por dejarlo ir. Se dio media vuelta, atravesando con rapidez el pasillo hasta su habitación, no se desvistió, se metió entre las mantas de su cama con los zapatos puestos, abrazó a su esposa como si ella fuera una tabla de salvación, lo había hecho antes sabía bien como refugiarse en ella para excusarse, hundió el rostro entre el cabello negro anhelando no sentir más.

“Tú no estás cuerdo Gerard”

Frank lo siguió sin que él lo notara, se arrodilló de su lado de la cama, apoyó los brazos sobre el colchón y sobre ellos su cabeza

“Salgamos de la habitación, tenemos que hablar”

- Tan solo vete – Susurró levantando las mantas para cubrirse la cabeza

“No eres lógico, no eres normal… Hasta hace unas horas me suplicaste quedarme, me obligaste a quedarme y ahora solo me dejas ir así tan fácil… no es normal”

Fingió roncar, Gerard planeó cada ruido que producía con el aire que pasaba por su nariz, pero en cada lapso de silencio se cercioraba que dos respiraciones más se escucharan en el cuarto

“Ignórame cuanto quieras, pero te aseguro algo, no me iré hasta entenderte, solo partiré cuando te comprenda por completo”.



- ¡Dormiste con la ropa puesta! –

La voz de Lindsey lo despertó del sueño que tanto se tardó en conciliar, se sentó sobresaltado, observó el ángulo en que la luz entraba por la ventana, de seguro era poco más de medio día, su cuerpo y las facciones de su rostro parecían suspendidas en el tiempo, no movió ni los ojos, tan solo se concentró en oír y oler algún rastro que le indicara que Frank no se había ido, moriría si así fuese.

- Vas a cocinar o pido algo del restaurante –

Gerard dirigió solo la mirada sobre ella, el resto de su cuerpo permanecía inmóvil

- Lindsey, ¿Por qué me amas? –

Ella se sobresaltó un poco, pensó por un par de segundos sentándose en el borde de la cama

- Qué sé yo… tu me complementas –

- No, no pregunté que recibes de mí, pregunté por qué me amas –

Lo miraba llena de extrañeza, Gerard la seguía con la mirada sin mover aun su cuerpo

- Eres talentoso, inteligente –

- Miles de personas son talentosas e inteligentes, ¿a esas las amas igual que a mí? –

Lindsey sacudió la cabeza al levantarse, tomó el teléfono recostándose un poco en la pared

- Llamaré al restaurante, y después a Mikey, debí llamarlo anoche –

- Huyes de esta conversación… huyes por dos posibles motivos, primero, no sabes por qué me amas, tal vez no me amas… por eso no puedes responder, segundo, huyes porque temes imaginar en que terminará esta charla –

Se levantó de la cama, caminando pegado a las paredes con las manos extendidas hacia adelante, esperando toparse con la esencia de Frank

- ¿Estás drogado? – Preguntó ella con preocupación

- ¡Ojalá lo estuviera! – Se detuvo de golpe junto a la puerta de salida, sintió la inconfundible textura de la piel de Frank, se recostó en el marco de la puerta, flexionando un poco las manos para rodearle los brazos a Frank, sonrió completamente aliviado, y después de un profundo suspiro le habló a su esposa – Dame solo una razón de por qué me amas –

- Porque eres todo lo que soñé – Respondió ella un tanto desesperada

- No, quieres creer que soy todo lo que soñaste… - Rió parcamente, cerrando los ojos antes de hablar de nuevo - ¿Y tú Frank, por qué me amaste? –

Lindsey colgó el teléfono, se heló por la forma en que Gerard hablaba, no lanzó la pregunta al aire, su esposo actuaba como si Frank estuviese allí mismo

“Porque tus cualidades, tus defectos, debilidades y fortalezas son un peligroso y fulminante coctel que llegó a embriagarme tanto que mi alma, mi cuerpo y cada segundo de mi existencia no encontraron razón más poderosa para existir que dedicarse a amarte, solo a ti… y supongo además que mis hormonas fueron diseñadas para activarse cuando te acercas a mí… Esa pregunta que nos haces no tendrá jamás una respuesta que te satisfaga por completo, lo sabes bien Gerard, lo que quieres es que oír una razón poderosa para que tú mismo puedas amarte”

Lindsey tomó de nuevo el teléfono, marcando de inmediato el número telefónico de su cuñado, no despegaba la vista de la puerta donde su esposo extendía los brazos para abrazar al aire

- Siempre me has comprendido, me conoces más de lo que jamás llegaría a conocerme, ¿Por qué nunca te vi Frank? –

“Eso mismo me he preguntado desde que no nos conocimos, por esa misma pregunta sin respuesta es que me quité la vida”

Gerard escuchó a Lindsey alertar a Mikey sobre su “comportamiento extraño”, no le dio importancia lo que ella o su hermano pudieran pensar, más aun, le importó un bledo lo que el mundo pudiese pensar, y sin prever que su esposa lo tomara por loco, apretó con fuerza a Frank entre sus brazos y lo beso profundamente, lo único que Lindsey vio al colgar el teléfono fue a su esposo un poco doblado, acariciando el aire y moviendo extrañamente la lengua fuera de su boca

- ¿Te quedarás para que lo descubramos juntos? –

- ¡¿Descubrir qué, que te enloqueciste?! – Gritó ella

- Ja, ja, ja, no Lin, no hablo contigo, se lo pregunté a Frank –

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