sábado, 30 de junio de 2012

Esa sexy esencia; Capítulo: #18

Capítulo: #18

“¿Sabes lo qué es la belleza inútil?”

Gerard se quedó algunos segundos pensando en la pregunta, y decidió negar con su cabeza al no encontrar respuesta

“El punto al que hemos llegado, es una belleza inútil, y lo peor es que ni vale la pena lamentarse por ello, solo nos queda convivir con la resignación y una amarga alegría de saber que después de tanto dolor logramos entendernos”

- Yo creo que todo esto tiene un sentido, debe tenerlo Frank… -

Y lo creía así, o tal vez Gerard no se resignaba aun a perderlo, y menos ahora que las nubes negras que nublaban su corazón con respecto al amor de Frank y por Frank se habían disipado. Se tendió relajado sobre la cama, llevando ambas manos a la base de su cráneo, cerró los ojos y repitió en un suspiro

- Debe tener un sentido – Abrió los ojos, observando la sombra de Frank en la pared de enfrente, estaba sentado en el borde de la cama, con el rostro dirigido a él – Al menos en este tiempo he descubierto algo importante, le tengo miedo… no miedo, terror a ser feliz –

El fantasma liberó una suave risa, se dejó caer de bruces sobre Gerard, con los brazos apoyados sobre el pecho de él

- Y es muy obvio que solo tú puedes hacerme feliz, por eso te alejaba lo que más podía –

“Quedamos en que no nos lamentaríamos más por lo pasado”

Gerard sacó las manos de debajo de su cabeza, para acariciar la espalda de Frank y abrigarlo un poco entre sus brazos

- No es un lamento, es una conclusión –

Los dedos de Frank se enrollaban en la camisa de Gerard, haló un tanto la tela cuando se arrastró sobre él para acercarse más a su rostro

“Yo también llegué a una conclusión…”

Hizo una corta pausa para incorporarse mejor y poder ver los ojos claros de Gerard

“Yo mentí, te mentí y de paso me mentí a mí… cuando dije que no te amaba más, cuando dije que nada sentía… yo a ti Gerard…”

Aspiró profundamente, cerrando los ojos como si necesitara total concentración para decir algo de lo que estaba completamente seguro esta vez

“Yo te amo, te amo tanto que podría morir de nuevo por tanto amor”

Abrió lentamente los ojos, pegándolos en los ojos verde aceituna, se alarmó al ver la expresión entre aterrada y desconcertada de Gerard, y como un reflejo se incorporó por completo, sentándose erguido sobre la cama, notando con suma extrañeza que los ojos de Gerard estaban fijos en los suyos.

Los movimientos de Gerard parecían en cámara lenta, se tardó en sentarse, no parpadeaba, no podía hacerlo, no quería hacerlo, extendió hacia Frank su mano derecha, en un repetitivo temblor que la hacia oscilar en el aire, tan pronto la punta de sus dedos tocó la mejilla de Frank, Gerard se quebró por completo y entre las innumerables lágrimas que no paraban de brotar alcanzó a susurrar…

- Eres tan hermoso Frank –

Se movió en la cama sin dejar de ver… ¡De verlo finalmente! Se movió con torpe rapidez, sentándose él también en el borde de la cama, enfrentando al fantasma que no salía de su sorpresa, y con ambas manos tomó con fuerte delicadeza el rostro de Frank, deslizando los dedos en la piel, presionando en cada caricia, maravillándose como antes con el rosa de aquellas mejillas, con la enorme redondez de esos ojos claros y vivaces, sintió que su respiración se empezaba a entrecortar debido al dulce dolor en su corazón

“¡¿Puedes verme?!”

Gerard tan solo asintió con la cabeza, mordiendo con violencia sus labios al recorrer el cuerpo desnudo de Frank con la mirada

- Hermoso y perfecto en vida, hermoso y perfecto en muerte –

Sonreía entre el llanto, sintiendo pequeñas descargas eléctricas en sus manos, eran producto de esa combinación de sensaciones producidas al poder ver con sus ojos lo que sus manos tocaban.

- Es tan blanquita… tu piel –

Balbuceó al tiempo que deslizaba suavemente las manos por los hombros de Frank, se detuvo sobre los tatuajes usando su índice para delinearlos

- Los colores… extrañaba esos colores, se ven tan bonitos en tu piel –

La alegría en el rostro de Gerard era innegable, Frank sentía derretirse con esas caricias y sobre todo con esa expresión de júbilo que llenaba el rostro de Gerard, estaba feliz de verlo, tan feliz como nunca se imaginó.

La esencia de Frank se heló unos segundos al sentir que todas las piezas estaban finalmente en su lugar, tenía a Gerard frente a él tan vulnerable y honesto como siempre lo deseó y él mismo estaba así, tan desnudo como su cuerpo estaba su corazón, decidió no pensar más, no preocuparse por lo que vendría después, tan solo se inclinó hacía Gerard ofreciéndole sus labios, ansiando con desesperación ser besado.

- No… no voy a besarte –

Gerard se corrió hacia atrás, alejándose de Frank como si éste fuera un peligro, el fantasma lo miró desconcertado

“¿Por qué no? Antes no querías nada conmigo porque no podías verme, ahora que puedes, huyes de mi como si tuviera la peste”

Gerard parpadeaba solo lo necesario, sus ojos estaban abiertos como platos

- Es que tengo miedo… ¿Qué tal que te bese, o te haga el amor y te vayas? No, no… yo no me voy a arriesgar a perderte de nuevo –

Frank sonrió intentando tranquilizarlo, moviéndose sobre Gerard con intención de acariciarle el rostro, pero no lo consiguió porque Way se levantó de un salto de la cama

“¡Gerard! No seas tonto, no me iré, al menos no aun y menos ahora que puedes verme… yo tampoco quiero estar sin ti”

- Júralo – Exigió desde su distancia de la cama, observando a Frank con un poco de desconfianza y aun así con mucho de deseo - Júrame que quieres quedarte un poco más… unos días o meses o un par de décadas más –

Frank gateó sobre la cama, dirigiéndose al lado en que estaba Gerard, desde allí le extendió la mano derecha, mientras lo llamaba con su cabeza

- ¡Ah no! Primero jura y luego me acerco –

No le quedó más que ponerse de rodillas sobre la cama, dejando los brazos a cada lado, sonriéndole al hablar

- Lo juro, juro que me quedaré mucho tiempo a tu lado –

Juró, pero Gerard no se movió, se quedó en el mismo lugar, sonriendo como un idiota mientras repasaba con sus ojos el cuerpo de Frank

- ¿Te confieso algo? Tengo mariposas en el estomago, así tal cual como las que sentí cuando recién te conocí y pensé que definitivamente era homosexual porque lo que sentía por ti, no lo había sentido jamás por una mujer –

“Ja, ja, ja, eso mismo pensé yo cuando me enamoré de ti… Gerard, este eh…”

Frunció el seño, sentándose con las piernas cruzadas sobre la cama

“Llevo algún tiempo muerto, llevo algún tiempo detrás de ti, desesperado por hacerte tantas cosas, y tu excusa era que no podías verme… ¿Serías tan amable de venir a esta cama y tener una experiencia sexual sobrenatural conmigo?”

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