sábado, 30 de junio de 2012

Esa sexy esencia; Capítulo: #2

Capítulo: #2

“Un alma en pena, estoy destinado a ser un alma en pena ¡Hasta muerto me fregaste Gerard!”


Se quedó tendido sobre la alfombra de la sala, sintiendo el polvo y la textura mullida, confundiéndose un poco, cuando la gente lo atravesaba sentía el sabor de sus cuerpos, sintió el aroma de la gasolina, el sabor a caucho de los neumáticos, y ahora podía saborear el polvo sobre la alfombra en casa de Gerard ¿Eran solo recuerdos, o de verdad podía sentirlo? Se levantó, pegándose de la pared que separaba la sala de la habitación en que Gerard aun no terminaba su faena, cerró los ojos para no sugestionarse con lo que podría ver, sacó la lengua, lamiendo la superficie… polvo, metió un poco la cabeza aun con su lengua afuera… aislante térmico, madera, más aislante, pintura y un poco mas de polvo, llevó su lengua dentro de la boca saboreando con molestia, abrió los ojos, y de nuevo sobre la cama vio a Gerard contorsionar sobre la mujer.

Reconoció cada movimiento, sonreía y los nombraba en voz alta antes que pasaran “Ahora le vas a sostener las manos sobre la cabeza… ¡bien! Hum, aumentaste el ritmo, tienes la boca bien abierta, ahora vienen dos ¡oh, oh!”

- ¡Ohh ohh! – Jadeó Gerard

“Seguidos de tus típicos ¡Ahhh, uhhh ohhh! Casi ahogados, como si estuvieras a punto de tragarte la lengua”

- ¡Ahhh, uhhh ohhh! –

“Bien, ya se te cayó la manta, ¡lindo culo Gerard! Tú y tus nalgas de bebé, ahh! Los momentos que disfruté de esa piel blanda… oh, ahora viene la sacudida de la pierna derecha, así como si te sacaras las pulgas, una contracción final y el imperdonable ¡Ohhh fuck! En 5… 4… 3… 2…. Ahí va”

- ¡Ohhh Fuuuuuuck! – Terminó en un exagerado gemido

“¡Gerard, fingiste! Ja, maldito, hasta con ella finges, y yo creí que solo era conmigo”

- A dónde vas – Preguntó su mujer acomodándose de medio lado en la cama, respirando aun con agitación, sonriendo llena de satisfacción

- A orinar, al baño – Respondió secamente mientras se encaminaba al lugar

“Al baño… ¿A orinar? Gerard, pedazo de humano mentiroso, no terminaste, tengo la plena seguridad”

Lo siguió hasta el baño, donde efectivamente Gerard friccionaba su pene con la mano derecha, viniéndose en el sanitario, apretando los labios, ahogándose cualquier gemido que pudiese escapar

“¿Sí no querías correrte dentro de ella, por qué no usaste condón?”

Se sentó en el sanitario, apoyando los codos sobre las rodillas, Frank se sentó sobre la baldosa, descubriendo además que podía sentir el frío congelarle el trasero inmaterial que tenía, no le importó, ahora estaba preocupado por la expresión en el rostro de Gerard, su mirada estaba vacía, pero no parecía algo momentáneo, era un vacío de los que denuncian un profundo cansancio y rechazo al dolor, era como si Gerard hubiera decidido no sentir más.

- Ven a la cama –

- En un segundo –

- Tengo sueño Gerard, ven ya –

“¡Que en un segundo va maldita estúpida!”

- ¡Entonces duérmete!, estoy haciendo del dos y creo que será larga –

“Ja, ja, ja, que finura Gerard, pero bueno con eso la callas”

Se levantó del sanitario, metiéndose en la ducha, abrió la llave del agua fría, su cuerpo tiritaba y aun así, con profuso temblor en sus manos se fregó el cuerpo con jabón, pasándolo tantas veces que el blanco natural de su piel se cubrió por el blanco producido por la concentración de jabón en su cuerpo, se quedó quieto bajo el chorro, dejando que el agua fría limpiara lentamente su piel, cerró los ojos, murmurando muy bajito, casi como un suspiro

- Tenías que quitarte la vida para hacer de la mía un infierno… Frank, Frank, maldito Frank –

“No me recrimines nada… yo nunca te importé, nunca me amaste de verdad, ¿Qué quería Gerard, Tenerme de juguete por el resto de la vida, tomarme cuando te encaprichabas y dejarme a un lado cuando te hastiabas? No pienso disculparme, en vida sufrí demasiado por tus acciones, tuve un punto en que no soporté más y estoy seguro que tomé la mejor decisión”

Su piel empezaba a ponerse morada, cerró la llave del agua sin salir de la ducha, recostando la espalda en la cerámica del baño, suspiró entrecortadamente, Frank pudo advertir la que la humedad en sus ojos no era producto del agua

- No quiero estar aquí, deberías venir por mí, deberías llevarme contigo, debiste llevarme contigo – Comenzó a golpearse suavemente la cabeza contra la pared – Estoy seguro que en esa tumba, junto a ti, estaría feliz, estaría bien… ¡claro que estaría bien, estaría contigo! –

“Basta, no digas esas cosas, ¿Quieres hacerme sentir mal?”

Se deslizó por la pared, sentándose en el piso de la ducha, metiendo la cabeza entre los brazos amortiguando el sonido de su llanto

- ¿Por qué me dejaste solo Frank, por qué no pudiste decirme lo que sentías, por qué me mentiste? –

“¡Yo jamás te mentí! Fuiste tú quien siempre mintió… deja de llorar, me duele verte así… deja de llorar por favor”

El fantasma se inclinó, intentando tocar a Gerard, desesperándose porque sus manos tan solo atravesaban el cuerpo, y sus palabras no eran escuchadas, repetía la petición en cada sollozo que salía de Gerard, no pudo soportarlo más, y a toda prisa atravesó paredes, edificios, gente hasta detenerse y encontrarse sin saber cómo frente a la que era su casa.

Miró el frente con tristeza, las luces estaban apagadas era como si la casa hubiera muerto con él, lo pensó un momento antes de atravesar la pared, tenía la seguridad que encontraría a su viuda sumida en un profundo dolor.

Los perros sintieron su presencia, alborotándose todos al verlo en medio de la sala, saltaban, aullaban, movían frenéticamente el rabo para saludarlo, algunos se lanzaron sobre él con ánimo de poner sus patitas delanteras sobre las piernas de Frank, caían al suelo en evidente confusión, los más tontos repitieron la acción un par de veces más hasta que comprendieron que no podían tocarlo.

Y el mismo Frank se llenó de desesperación por no poder acariciar a sus mascotas, les habló para tranquilizarlos y evitar que despertaran y asustaran a Jamia con tanto alboroto, comenzó a recorrer su casa, los animales lo seguían en silente alegría, Frank entró en cada habitación buscándola, pero ella no estaba, regresó a la sala, recostándose en el sofá, haciendo el ademán de acariciar a sus mascotas, negándose a pensar en Gerard, en el llanto, en el vacío en esos ojos que tanto amó.

La puerta de la casa se abrió, se sentó erguido en el sofá esperando que Jamia entrara, necesitaba verla, asegurarse que aunque llena de dolor podría superarlo, pero no estaba listo para lo que vio.

Su viuda entró riendo a carcajadas, encendió la luz invitando a pasar al hombre que la acompañaba, se quedó allí pasmado viendo como el tipo se llenaba las manos con el cuerpo de su viuda, la aprisionaba contra la puerta empujando su pelvis contra la de ella, llenándole el cuello y el rostro de babas, y como si fuera lo más usual del mundo metía la mano por entre el vestido sacándole la ropa interior.

Cerraron la puerta, caminando sin despegarse hasta el sofá, tumbándose sobre Frank, que no podía moverse por la sorpresa, veía con claridad el rostro de su viuda alegre, la veía sonreír, demostrar placer por lo que el tipo hacia con su boca entre las piernas de ella

“¡¿Tu también?! ¿Es qué en vida nadie me quiso de verdad? Quítate de encima mío, asquerosa…. ¡mala mujer!”

Se levantó del sofá moviéndose con rapidez hasta pegarse de espalda a la puerta de salida, los perros por correr a él saltaron sobre el sofá arruinándoles el momento a la viuda y su amante

- ¡¿A estos qué les pasa?! – Preguntó arreglándose un poco el vestido, curiosa, sin entender porque los animales saltaban contra la puerta y movían la cola - ¿Será que quieren salir? –

“¡Bien hecho! Al parecer solo los perros me querían”

Se inclinó hablándoles con la voz llena de ternura

“Cada que la vean gozando su nueva libertad por mi muerte, dáñenle el rato, y si es posible, muerdan a cualquier tipo que entre a tocarla, sean buenos chicos”

Meneó la cabeza y salió de la casa, se paró en medio de la calle, empezando a reír lentamente, pensando en Jamia, aumentando su risa hasta sentarse en el asfalto a reírse a carcajadas

“¿Yo por qué me debo enojar? Mejor así, que ella sea feliz se lo merece, yo solo le di dolor… ja,ja, ja, debería sentirme feliz de verla rehacer su vida, pero… es que duele darte cuenta que nadie lloró tu muerte, en especial las dos personas que supuestamente más te querían en vida… bueno Gerard llora, pero no por mí, llora por él, siempre él, lo que le importa es solo él mismo… ¿Y yo que hago acá, si la verdad lo único que me importa a mí es Gerard? ¡Ni muerto me pude deshacer de ti!”

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