sábado, 30 de junio de 2012

Esa sexy esencia; Capítulo: #3

Capítulo: #3

Regresó a casa de Gerard al despuntar el alba, los colores del firmamento eran siempre iguales, solo que con el sol el tono se aclaraba, se alegró al notarlo, tal vez ahora muerto podía descubrir mejor las maravillas de su entorno, tal vez ahora podría descubrir lo que Gerard pensaba y sentía en realidad.

El aroma del café recién hecho se colaba por entre cada rincón de la casa, Frank estaba sentando debajo de la ventana del comedor, entre la pared y la cortina, allí no sentía el frío del otoño que comenzaba; Su vista fija en Gerard, lo miraba con detenimiento, imaginando que escurría sus dedos por entre el negro cabello que estaba húmedo, seguro recién se había bañado, deseó sentarse junto a él en la mesa, interponer su cabeza entre Gerard y el periódico que con desinterés leía, ansió tomarle con fuerza el rostro y besarlo, apretadamente, asfixiantemente, hacerlo rabiar, excitarlo, enloquecerlo como solía hacerlo, deseó no estar muerto, se odió por estar muerto, sintió tanta rabia e impotencia en ese instante, que su respiración agitada movió un poco las cortinas, y en nerviosismo, previniendo que Gerard notara que las cortinas se movían y la ventana estaba cerrada llevó ambas manos al borde de la tela, deteniendo secamente el movimiento.

Gerard estaba concentrado en los comics del periódico, así que aprovechó para mover un poco la cortina, riéndose lleno de satisfacción por su nueva habilidad de mover las cosas, la ondeó sutilmente, la haló hacia abajo, escuchando el chirriar del cortinero, deteniéndose cuando Gerard giró su rostro hacia la ventana, él también había escuchado el ruido, se congeló cuando Gerard entrecerró los ojos intentando comprender la causa del ruido, pero Lindsey lo distrajo.


- ¿Llamaste a Toro? –

Entró en el comedor llevando una taza de café caliente, la dejó sobre la mesa y le quitó algunas secciones al periódico que Gerard leía

- Si, en media hora debo estar en el local – Respondió sin mirarla, sorbiendo con cuidado el caliente café

- ¿Me llevas antes a casa de Patty? – Se sentó en la mesa, destapando la azucarera, hizo una pausa antes de meter la cucharilla, esperaba que su esposo respondiera – Gerard, ¿me llevas? –

- No, ve en taxi, tendría que desviarme al otro lado de la ciudad, y sabes que Ray se enoja cuando llegamos tarde –

- Entonces yo me llevo el auto, te vas tú en taxi –

Molesto, Gerard bajó el periódico, hablándole con un poco de desesperación

- No puedo, Lin sabes que debo llevarle dos guitarras, y aparte, traer las tres guitarras de Frank que Jamia me regaló, necesito el auto –

- No sé para qué quieres esas tontas guitarras, si no sabes tocar –

- No es para tocar, lo sabes bien… - Volvió a sumergirse en la lectura del periódico, levantando las hojas a la altura de su rostro para ocultar la tímida lágrima que se resbaló por su mejilla

- Ya está muerto, es un cadáver, se pudre mientras hablamos. Te sería más fácil si lo aceptaras de una vez –

Se mordió los labios con fuerza, impidiéndose gritarle la docena de insultos que tenía para ella en ese instante.

Frank se levantó, caminó hasta la mesa del comedor, aprovechando que ambos estaban sumergidos entre el periódico destapó con cuidado el tarro de pimienta, intercambiándolo de lugar con la azucarera, llevando la cucharilla dentro, y esperó unos segundos sin necesidad de contener una risa que nadie podría oír.

Sin despegar los ojos del periódico, ella sacó una buena cucharada de pimienta agregándola a su café, lo hizo tres veces, y sin mover más que la mano con que se llevó la taza a los labios, bebió un enorme sorbo de café, escupiéndolo de inmediato sobre el periódico y la mesa del comedor

- ¡Qué te pasó! ¿Te quemaste? –

- No, le eché pimienta en lugar de azúcar –

Se levantó haciendo gestos de asco, corriendo a la cocina con la taza de café, Gerard se quedó mirándola, tan pronto se perdió tras la puerta, se echó a reír cubriéndose la boca para no ser escuchado por ella.

Frank se sentó en la silla junto a él riendo también, derritiéndose al verlo reír con tantas ganas

“Que malo eres Gerard, ja, ja, ja, no te burles de tu esposa, aunque te ves hermoso cuando ríes de verdad, con tanto sentimiento, adoro ese sonido nasal de tu risa, y la forma tierna en que se te arrugan los parpados”

- Dios, ayúdame a no odiarla – Susurró al terminar de reír, clavando de nuevo los ojos en el periódico

“Algo no está bien contigo… algo anda muy mal entre ustedes, ¿Qué es Gerard, acaso no era ella tu complemento?”

Levantó la mano, empujando suavemente la hoja del periódico, Gerard lo sacudió sin darle importancia, Frank lo hizo de nuevo, esta vez golpeó con algo más de fuerza llamando la atención de Gerard, que movió la cabeza mirando extrañado sobre la mesa, no había nada diferente al machón de café sobre el mantel, el azúcar y la pimienta destapadas, sacudió otra vez el periódico y volvió a poner sus ojos sobre éste.

“Siénteme Gerard, por favor nota mi presencia, por favor, por favor”

Suplicó inclinándose hacia él, soplando muy despacito en el cabello negro, logrando que un par de mechones se movieran, Gerard tan solo llevó su mano y los acomodó detrás de la oreja.

“Por favor, Dios, por favor, permítele sentirme”

Sopló de nuevo, con más fuerza, sobre el rostro inexpresivo de Gerard, mantuvo la corriente de aire por unos segundos, y el rostro de Gerard cambió, parecía algo asustado, por eso se detuvo, no quería llenarlo de temor

- ¿Y a ti qué pasa?, estas pálido, casi verde –

Gerard miró a su esposa que regresaba al comedor con una nueva taza de café en sus manos, abrió los labios sin pestañear, sin cambiar la expresión

- Su aliento –

- ¿Qué? – Preguntó sentándose frente a él

- Sentí… puedo jurar que sentí el aliento de Frank –

- Te lo imaginaste – Dijo ella secamente – Y es por lo mismo que te digo, tienes que dejarlo ir Gerard, él ya se murió, ya no está más con nosotros –

- Cállate Lin – Pidió calmadamente

Ella lo miró desconcertada, sin ocultar un brillo de rabia en esa mirada que más que ver, parecía disparar

- No, no tengo porque callarme, aguanté a Frank en tu vida mientras vivió, ahora que está muerto no tengo porque soportar su recuerdo entre los dos –

La respiración en Gerard aumentó, rodeó la mesa inclinándose sobre ella, gritándole con fuerza en el rostro

- ¡Cuando te casaste conmigo lo hiciste sabiendo plenamente que Frank era parte de mi vida y lo aceptaste, ahora no puedes dar marcha atrás!-

- ¡Pero está muerto, muerto y enterrado y no aguanto que cada segundo lo menciones o hagas referencias a él, olvídalo de una buena vez! – Gritó ella también, levantándose de su asiento

- ¡Nunca! – El rostro de Gerard estaba completamente enrojecido cuando la tomó con fuerza de las mejillas - ¡Entiéndelo, nunca lo olvidaré, nunca dejaré de amarlo, y escúchame bien Lin, cada vez que te toque, te acaricie, te bese o tenga sexo contigo recuerda muy bien que siempre lo haré pensando en Frank, anhelando que seas Frank, deseando que él estuviera junto a mí! - La liberó alejándose un poco, sin dejar de verla fríamente a los ojos – Te casaste conmigo jurando que nunca te meterías en mi relación con Frank, cumple tu promesa y no te metas en mi dolor, no te metas en mi duelo y mantente fuera de mi relación con él, porque aunque esté muerto, yo no voy jamás a amar a alguien más, no de la forma en que aun lo amo a él –

Salió agitado de la casa, entrando en el auto intentando controlarse antes de encenderlo, Frank se sentó junto a él, sin poder entender completamente lo que había pasado en el comedor

“¿Por qué sigues con ella?”

- ¿Por qué demonios sigo con ella? – Resopló metiendo la llave en el encendido.

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