sábado, 30 de junio de 2012

Flor nocturna; Capítulo: #7

Capítulo: #7

Acarice delicadamente tus manos.
Alcé mi vista para ver tus ojos fijos en la caricias que te regalaba.
Sonreí, sintiendo esa extraña sensación que se produce en la mejillas después de llorar.
Tu piel estaba fría.
Tu vista se desvió a mis ojos.
Me sonreiste.
"¿En qué piensas?"
"En que jamás había estado tan cerca de alguien".
"¿Nunca?"
Te conteste movienedo mi cabeza en modo de un sí.
Me miraste con ternura.
Entonces mire en dirección a la ventana.
El cielo estaba completamente despejado, etrellado, con la luna en su máximo esplendor.
Suspire.,
Siempre fui un eterno enamorado de esos detalles minímos.
De la estrelledas, del exquisito sonido de las gotas de lluvia al cochar con la ventana.
Mi mirada se posó nuevamente en tí, tú siguias con tus ojos fijos en mi,.
"Sabes, eres tal como imagine que serías".
No dijiste nada, quirías que continuara.
"Dulces, tenía miedo que fueces de otro forma. Pero ahora lo sé. Eres todo lo que necesito".
Me envolviste en tus brazos.
No se porque.
Tan solo disfrute.
"Gracias"- dijiste a modo de supiro en mi oido.
Produciendo así una extraña corriente fría en mi espalda.
Besaste mi mejilla. Y luego la acarisiaste.
Te detuviste.
Besaste mi labios. Tu dulce sabor otra vez. De forma automatica mis parpados se juntaron.
Así podía sentir el tacto con mayo presisón.
Eras tan delicado.
Tus manos se sepraron de las mias, para llevarlas a mi nuca.
Para profundisar aquel beso que me izo exclavo a sabor único que solo tú podías producir.
Respiramos.
Y continuaste con mi cuello.
Lentamente.
Mi manos se apoyaron en tu espalda.
Hasta que detuviste.
Abrí mi ojos.
Con temor que tienen los enamorados al pensar que todo es sueño.
Pero no lo eras.
"No quiero que te vayas, quiero que la noche sea enterna. No quiero hacerme la idea de que mañana otro te tendrá en tus brazos. Te he llegado amar tanto, que es imposbile que pueda ser feliz con alguien no seas tú. Y ahora que estas aquí no puedo dejarte ir. Te daré todo de mi pero quedate".
"No pidas eso, por favor. Sabes que no puedo".
Llóré otra vez.
Y tus manos recogieorn mi lagrimas.
Lloré con amargura.
Y es que es cierto. La felicidad sin ti no es felicidad.
Llegué a amar a alguien que no conocía y ahora que la tenía enfrente solo incrmenteba el sentimiento.
Entonces, ¿por qué me besabas? ¿por qué tenías que ser tan dulce? si ya sabías que te amaba.
No es justo, no es justo amar así y no ser correpondido.
No e sjusto que la noche más bellas alla sido capáz de tener al único ser que amé (y aun amo) en mi habitación, tenerlo tan cerca y estando tan lejos de él.
Y no lloré para que sentierás compasión, si no porque duele que el alma se desgarre.
Seguías tratando de calmar mi llanto. Temblaba. Tenía frío. Desesperación. Tenía ganas de salir y hacer como si nada hubiece pasado.
Pero nada podía hacer, en cierta parte tenía la culpa. Pero tú, tu si eras responsable de esto.
De ser una flor noctura deseable, de haber florecido en mi camin, de haber subido a mi auto, de haber tomado mi corazón con el finde romperlo de la forma más cruel.
"Quedate"
Volví a repetir en un susurro casi inaudible.
"Por favor" - "Soy capaz todos los dololares para que te quedes".
"No puedes comprar el amor"
"Si lo sé pero si puedo comprar la ilusión"

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