sábado, 23 de junio de 2012

Revenge seekers; Capítulo: #29

Capítulo: #29

Regrets.

Ray dejó su guitarra sobre la cama se vistió rápidamente, Ale se vistió enseguida y corrió tras él, los ruidos de golpes y patadas en la puerta despertaron a toda la misión, Ale reconoció la voz de Gerard, y apuró el paso, abrió con dificultad la pesada puerta de roble tallado, a sus pies cayó Frank completamente bañado en sangre, Gerard gritaba como un loco, su cara demostraba el terror que estaba sintiendo, Ray cargó a Frank en su hombro y lo llevó hasta una de las habitaciones adecuadas como quirófano, él medico no tardó en llegar, aun en sus pijamas, se puso la bata blanca y saco a todos de la habitación, solo se quedó con Ray y la monja enfermera que lo asistía.

Gerard se tumbó al lado de la puerta, no paraba de llorar Ale le trajo un té de manzanilla para que se relajara un poco

- Fue mi culpa Ale, yo tuve la culpa, si Frank se muere ¡no me lo voy a perdonar nunca!-

Sus palabras salían ahogadas por el llanto, estaba tan consternado que hablaba a medias, Ale lo abrazó, atrayendo su cabeza sobre su pecho, pasó los dedos entre su cabello, acariciándolo, con un gesto maternal, tratando de calmarlo un poco

- Gerard, trata de contenerte, dime que paso, no te preocupes todo va a salir bien-

- No, no entiendes... yo casi hago que lo maten, y todo por mi soberbia, es mi culpa, Frank está al borde de la muerte por mi maldito ego...-

Se levantó pegando su oído de la puerta, tratando de escuchar lo que pasaba dentro del quirófano, rasguñaba la puerta, mientras el llanto lo golpeaba de nuevo, pegando sus labios a esta, como si le hablara a Frank, solo repetía "no te mueras mi niño, por favor... no me dejes solo, no me dejes sin ti"

Su cuerpo no respondió más, desplomándose de nuevo al piso, siguió allí, sentado, con su cabeza pegada a la puerta, respirando con dificultad a causa del desesperado llanto que brotaba de su alma.

- Por qué mejor no vienes a una habitación y descansas, cuando pase algo yo te aviso-

No la miró solo meneó su cabeza, tragando saliva con dificultad, se quedó impávido, mirando la puerta como si pudiera atravesar la madera con su mirada, sin retirar su cabeza, ni su mano de esta, como si a través de la puerta pudiera sentir el débil latido del corazón de Frank que se estaba extinguiendo.

Ale le trajo una manta y una almohada, resignada al hecho que Gerard no abandonaría ese lugar hasta tener noticias de Frank, acomodó la almohada entre la puerta y el cuerpo de Gerard y lo cubrió con la manta, se quedó sentada a su lado acompañándolo, los ojos de Gerard estaban pequeños, abultados por el llanto, sus labios lucían un gesto de tristeza, que parecía el puchero de un niño pequeño cuando llora con sentimiento, su respiración entrecortada, los suspiros continuos, y ese rostro blanco adornado con pequeñas manchas rojas sobre su frente y sus mejillas a causa del esfuerzo que hacia su piel por dejar salir las lágrimas que ya no le quedaban en el cuerpo, en lugar de afearlo lo hacían ver más hermoso que nunca, Ale recordó la primera vez que lo vio, tendría unos 13 o 14 años, y ya se veía en su rostro que sería uno de esos hombres destinados a romper el corazón de todas la mujeres, y ¿por qué no?, De algunos hombres también, sus maneras eran frías, distantes, un poco hoscas, se tardó un buen tiempo en entrar en confianza con las chicas, Bob en ese entonces era el guardia de seguridad del bar, era un chico también, pero su estatura y su presencia era una advertencia para que los clientes se mantuvieran a raya, cuando Francis, el dueño del bar murió le heredó el negocio a Bob, nunca había tenido hijos y lo consideraba su única familia.

La puerta se abrió, Gerard cayó al piso, pues tenía todo su peso sobre esta, se levantó rápidamente para acercarse a la mesa de operación, pero Ray caminó más rápido que él y lo sacó de nuevo de allí

- ¡Déjame verlo!-

- Quédate acá Gerard, cuando tenga algo para decirte sobre su condición te vengo a buscar-

Ray giró para regresar y cerrar la puerta, Gerard lo tomo del brazo, encarándolo con furia

- ¡Maldita sea!, que me deje verlo o lo...-

Ray, miró a Gerard con pena

- O que Gee, ¿o me matas?...-

Gerard dejó caer su cabeza sobre el hombro de Ray, empezó a llorar de nuevo, pero esta vez el sonido de ese llanto era cargado de angustia

- No lo dejes morir Ray... por favor... si Frank se muere te juro que me quito la vida- levantó su cabeza y lo miró a los ojos, de nuevo en un tono desafiante - usted decide si se carga dos muertes en su conciencia-

Ray miró a Alegna y meneó su cabeza

- Gerard yo ya no tengo conciencia -

Ingresó de nuevo al quirófano saliendo un minuto después con una jeringa en su mano, sin que Gerard se diera cuenta le inyectó un calmante, y lo llevó con la ayuda de Ale hasta una habitación.

El sopor de su frente producido por la inquietud de su corazón y ese profundo dolor de culpa en su alma, era limpiado por Ale con un paño blanco, apenas si podía hablar, el calmante era fuerte como para relajar sus músculos, pero no para quitarle la conciencia, miró los ojos verdes de Ale que se inundaban por las lagrimas, le dolía verlo así, lo conocía desde hace muchos años, lo vio crecer, pasar de ser un pillo que compraba marihuana y la revendía en las escuelas y colegios, a ser el "narco" poderoso que es ahora, del chico que iba al bar a pedir ayuda con las tareas y el cuidado de su hermanito, al único sustento y respaldo de Mikey, Gerard prácticamente lo crió el solo, en medio de rebuscarse la vida, de aprender a ser fuerte y despiadado para llevar a cabo su venganza, se ocupaba de la educación y el bienestar de Mikey, procurando siempre mantenerlo alejado de esa vida pendenciera que él llevaba.

- me puedes traer algo para tomar, me duele la garganta -

Ale se levantó fingiendo una sonrisa de normalidad en su rostro, le alcanzó un vaso con agua, y besó su frente pasando luego su mano sobre esta, para medir su temperatura, no fuera que el calmante le hiciera mal

- Porque me miras y sonríes, Ale, yo sé que Frank está mal, siempre eres así, crees que con sonreír se me va a olvidar que mi amor está agonizando a unas habitaciones de acá...-

- Qué quieres que haga gatito de callejón, que me siente a llorar a tu lado, con eso no soluciono nada-

Gerard sonrió un poco

- Hace años que no me llamabas así -

- Es que ya no pareces un gato de callejón, ahora eres más como un angora imperial en su cojín de felpa rojo...-

- ¿hace cuanto nos conocemos 6 años?

- Mmm creo que 8 años más o menos... ¿recuerdas cuando le llevabas chocolates y flores a Silvia?-

- Ah ja ja ja, era un chico, Dios, como amé a esa mujer, y aun la amo, solo que de forma diferente, es más, con lo que siento por Frank me doy cuenta que ella siempre tuvo razón, yo no estaba enamorado de verdad, no sabía que era eso, creo que solo... me gustaba mucho-

Ray abrió la puerta, se acercó a Gerard tomándole el pulso

- Ale, puedes venir un momento-

Gerard se sentó con trabajo en la cama

- Por qué la llamas a ella sola, que le pasó a mi Frank, que pasa, dime algo -

- Gerard, aun está en cirugía, el doctor ya le ha retirado los tres proyectiles que tenía en su abdomen, estamos tratando de sacarle el de la pierna, por ahora está estable, no te preocupes, cuando cambie te aviso -

Gerard respiró algo aliviado y se dejó caer de nuevo pesadamente sobre la cama
en el pasillo el rostro desencajado de Ray le advertía a Ale que todo era mentira

-Se nos está desangrando, no sabemos que hacer, acabo de llamar a un cirujano amigo, ya le hemos puesto 5 unidades de sangre, no sé Ale...- Ray meneó su cabeza, dejando escapar un par de lagrimas de sus ojos - se nos muere Ale, Frank se nos está muriendo... no le digas nada a Gerard, pretende que todo está bien, ve háblale de algo, dístraelo, mientras tratamos de conservar su vida -.

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