sábado, 23 de junio de 2012

Revenge seekers; Capítulo: #33

Capítulo: #33

Tu amor, más fuerte que mi sangre.

Gerard se dio cuenta que sus esperanzas en la buena voluntad de Mikey estaban perdidas, vio a su hermano darle la espalda física y moralmente, pero Gerard no se resignaría tan fácil, él no iba a permitir que su única razón de ser se muriera en esa mesa de operación, teniendo a su salvación tan cerca, a un solo golpe de la culata de su Colt en la cabeza, el hilo de sangre que se comenzó a derramar desde la base de la nuca de su hermano no menguaron las ansias de Gerard, lo arrastró por el piso, halándolo de sus piernas hasta llevarlo al quirófano, con mucha dificultad acomodó el cuerpo de su hermano sobre la camilla adyacente a la mesa de operaciones, donde el cada vez más débil cuerpo de Frank dejaba escapar su alma del mundo de los vivos, sus gritos atrajeron al medico al Padre Ray y al cirujano, entraron atropelladamente al quirófano, sin entender aun la causa de los gritos de Gerard, quien tan pronto los vio ingresar cerró la puerta con seguro, y apuntó su arma al la cabeza del cirujano

- aquí está mi hermano, anestésielo y empiece el transplante-

- Gerard perdiste la cordura, que le hiciste a tu hermano... y deja de apuntarle, así no vamos a ejecutar nada!-

Gerard clavó su fría y desafiante mirada en los aterrados ojos de Ray

- acabo de darle un golpe a mi hermano en la cabeza, está noqueado, lo pude haber matado de ese golpe, ¿acaso cree que me importa, me ve arrepentido?, si hago eso con mi propio hermano, piensen, ¿que podría hacerles a ustedes si no hacen lo que les ordeno?-

Gerard se apoyó contra la puerta, sin dejar de apuntar con su arma, sin más remedio el cirujano empezó con la operación, no sabía ciertamente si era su morbo, pero se maravilló de ver como abrían y extraían el riñón del cuerpo de Mikey, sin perder detalle, y a pesar del cansancio de estar de pie tantas horas, sosteniendo el arma el alto no se movía un solo centímetro del lugar, terminaron de suturar, y les acoplaron los respiradores, el suero y la sangre, en el mismo poste estaban colgadas las bolsas que inyectaban los fluidos que los mantenían con vida, Gerard guardó su arma en el pantalón

- Gracias -

él cirujano lo miró con recelo, mientras se alistaba para salir le dijo a Ray sin verlo a la cara

- Padre, la próxima vez que me llame, espero que este maldito loco no sea quien me necesite, porque le juro que lo dejo morir!-

Gerard dejó escapar una carcajada, y palmeo el hombro del cirujano

- yo no soy tan malo como aparento, lo que pasa es que las armas asustan mucho -

- no señor Way, lo que asusta es que un desquiciado como usted porte una-

Gerard se tendió en una camilla en medio de Frank y Mikey, tenía sueño, pero no le era posible dormir, sentía pena por Mikey, por haberlo violentado de esa forma, se giró dándole la espalda a Frank solo por unos segundos para acariciar el castaño cabello de su hermanito, con ternura y arrepentimiento, al menos Mikey estaba bien, la operación fue un éxito y su rostro tenía buen semblante "lo siento Mikey, yo te amo, pero sin Frank no puedo vivir", giró su cuerpo de nuevo, para perderse entre las mejillas infantiles de Frank que de a poco recuperaban su rubor natural, no parpadeaba casi, solo cuando sus ojos lo obligaban, no quería perder ese primer momento en que su amado abriera por fin los ojos al mundo, Con su nueva condición, llevando de una forma u otra la sangre de Gerard en su cuerpo, el tic tac del reloj actuó como un hipnotizante sumiendo a Gerard en un profundo sueño.

Se despertó casi al medio día, Frank ya respiraba por si solo, saltó de la camilla y se paró al lado de él, tocando su piel, buscando la tibieza de esta, pegó su oído al corazón de Frank, los latidos fuertes y seguros le hicieron saber que estaba bien, apretó el rostro de Frank entre sus manos, creándole una graciosa mueca en sus labios con sus regordetas mejillas aprisionándolos, Gerard sonrió ante esta hermosa imagen y le dio un beso rápido sobre los labios, levantando su rostro y mordiendo sus propios labios debido a la ternura que le producía esa imagen, levantó su mirada para ver a Mikey, pero la camilla estaba vacía.

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