sábado, 23 de junio de 2012

Revenge seekers II; Capítulo: #10

Capítulo: #10


Laberintos de la mente.

El cielo se cubría de enormes nubes ennegrecidas, impregnando el ambiente de profunda melancolía, Frank caminaba solo en medio de lote abandonado dónde por primera vez fumó marihuana con Gerard, todo estaba igual, la misma basura en el mismo lugar, las piedras rodeadas de maleza, nada había cambiado, hasta juró ver a lo lejos la vieja camioneta del padre Ray, revisando el lugar para recoger criminales heridos.

Se sentó con las piernas cruzadas, observando fijamente una gota de sangre en el suelo, una gota que en cada segundo crecía más y más hasta formar un considerable charco de roja y brillante sangre, alguien se acercó a él caminando muy despacio, lo primero que Frank notó fue sus pies descalzos, heridos, llenos de sangre que se confundió con la sangre que aumentaba en el suelo, levantó lentamente la vista, y se encontró con ese rostro perfecto que tanto amaba, se levantó con ímpetu, extendiendo sus brazos hacía Gerard, pero él lo rechazó, empujándolo suavemente lejos de él

- Te extraño, te extraño tanto mi amor… cada segundo de mi vida es un infierno sin ti, te amo, te necesito tanto –

Confesó entre lágrimas, apretando los brazos sobre su propio pecho, sin dejar de ver el precioso olivo de los ojos de Gerard

- ¿Me extrañas? ¿Me amas? ¿Me necesitas? Entonces ¿Por qué me dejaste morir Frank? –

- ¡Perdóname, perdóname Gerard! – la angustia en el alma de Frank era mayor que sus fuerzas, se dejó caer de rodillas sobre el charco de sangre, aferrándose con fuerza a las piernas de Gerard – Si pudiese retroceder el tiempo, lo haría todo diferente… ¡Pero no puedo!, y me estoy muriendo por dentro, odiándome, mortificándome, agonizando sin ti –

- Yo no voy a perdonarte nunca Frank – Retrocedió dejando que Frank cayera de bruces sobre la sangre en el suelo – No te puedo perdonar que no notaras que mi corazón aun latía… -

- ¡No tenía forma de saberlo Gerard! – Gritó con su rostro lleno de sangre

- Aun así, no te podré perdonar que me dejaras solo, en casa de un completo desconocido… no voy perdonar que confiaras en ese hombre, no te voy a perdonar que te tardaras tanto en volver por mi cuando te enteraste quién era ese tipo… Yo, no te voy a perdonar nunca Frank, nunca –



- Me voy de esta maldita casa – Silvia encendió la luz del cuarto de Frank, caminando hasta la cama, levantándole agresivamente las mantas - ¡Despierta!, te estoy diciendo que me largo –

Frank se sentó de golpe en la cama, limpiándose las lágrimas que no paraban de brotar de sus ojos

- Volví a soñar con él… fue tan real, pero tan extraño… y la forma en que me hablaba… - Todo su cuerpo temblaba por las sensaciones, los recuerdos y el dolor de lo vivido en ese sueño - ¿Por qué me despertaste? ¡Estaba soñando con él! –

- Yo todas las noches sueño con él, ¿qué con eso?, además, vine a decirte que me voy de esta casa, no pienso quedarme un segundo más en un lugar en el que no recibo respeto –

Frank se volvió a recostar en la cama, mirando fijamente a Silvia

- ¿A dónde te podrías ir?, no tienes a nadie, no tienes trabajo, esta es tu familia, tu lugar es junto a Junior, junto a mí –

- Ya no puedo soportar un segundo más en este lugar… - Bajó la cabeza, moderando el tono de su voz – Hace años me forcé a perdonarte por haber dejado que el ser que más amo en el universo muriera por tu maldita estupidez, pero ahora, con la llegada de ese tipo, todo se ha renovado, el odio que siento por ti, el rencor, ¡Todo! Y no pienso pasar un segundo más en este lugar… ya lo pensé bien, voy a irme unos días a un hotel, y cuando Alegna llegue de África le ayudaré a levantar de nuevo la misión… no quiero verte más Frank… en este momento no soporto verte más –

- No puedes irte – Se incorporó en la cama, tomando la mano de Silvia entre la suya - ¿Quién va a cuidar a Junior cuando yo tenga que salir, o viajar? –

- Ese ya no es problema mío… vendré un par de veces a la semana a visitar a Gerardito, pero solo a él, porque lo quiero demasiado, pero mi decisión no tiene marcha atrás, búscate una niñera, conmigo no cuentas más –





Jordan se sentó en la sala, mirando fijamente las escaleras, esperando que Frank apareciera, lo había citado temprano en la mañana, pero no le dijo para qué, por la mente de Jordan pasaban mil razones, siempre era así, con Iero nunca se estaba lo suficiente precavido, miró la hora en su reloj, un cuarto para las 7 a.m., había llegado más temprano de lo acordado.

El pequeño apareció caminando en pijamas, tan pronto lo vio sentado en la sala se acercó a él

- No encuentto a Zilvia –

- No la he visto – Respondió secamente, observando en el pequeño las mismas facciones de su enemigo

- Ez que tengo hambe, y ella me da el “zayuno” –

- ¿Desayuno? –

Junior asintió rápidamente con su cabeza, acercándose más a Jordan, hasta apoyarle ambos codos sobre las rodillas

- ¿me lo puedez dad? – Preguntó con los ojitos iluminados, fijos en los fríos ojos de Jordan

- Es… que… no sé qué comes… no puedo, tu padre se puede enojar conmigo –

Empujándose hacia adelante, acercándose mucho más, gesticulando exageradamente con sus manitas, suplicó

- Me voy a modid de hambbe, pod favod –

Jordan no pudo evitar sonreír ante las palabras del pequeño, odiándose a sí mismo un poco por ver tanta ternura en quién sería su víctima

- Está bien, llévame a la cocina, te haré desayuno, pero si tú papá se enoja, le dices que tú me lo pediste porque estás famélico –

- ¿Faaa… queee? –

- Bueno, “Muerto de hambre” – Sonrió tomando la mano del pequeño que lo arrastraba hasta la cocina

- Cedeal con leche – Exigió, sentándose en una silla llena de colores junto al mesón de la cocina – Y un panezillo de… humm, deja pienzo de que quiedo –


Alistó un tazón, tomó la caja de leche de la nevera y abrió el gabinete que Junior le señaló, agregó el cereal en el tazón, mirando cada tanto al pequeño, guardó la caja de cereal en el gabinete, dispuesto a agregar la leche en el tazón, pero la pequeña caja acomodada en una esquina del gabinete llamó su atención, sin meditarlo la tomó en su mano, leyendo cuidadosamente la etiqueta: “veneno para ratas, toxicidad alta, usar con precaución”

La destapó, intentando infructuosamente de controlar su respiración, su mente se debatía, era sencillo, tan solo agregar al cereal un poco de ese polvo azul, en pocos minutos el pequeño estaría muerto, en pocos minutos Frank Iero se sentiría morir de dolor, pero era peligroso, sabrían de inmediato que fue él, no podría salir de esa casa, lo matarían al instante, pero valdría la pena…

Un poco del polvo azul, aceleraría su venganza, ¿qué importaba morir? Lo haría tranquilo sabiendo que Frank tendría que vivir el resto de su vida con la amargura de haber perdido a su hijo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario