sábado, 23 de junio de 2012

Revenge seekers II; Capítulo: #23

Capítulo: #23

Un futuro incierto.

El lejano aullido de los coyotes les privaba de un sueño tranquilo, tanto Brian, como Gerard dormían con un ojo abierto y el otro cerrado, las noches en el desierto son gélidas en contraste con el abrasador calor diurno, como si fuera el acto más natural del mundo, dormían abrazados, prestando y robando el calor corporal de cada uno, Brian se sobresaltaba cada tanto, por el solo ruido de una piedrecilla cayendo loma abajo

- Duerme, yo estoy pendiente – Susurró Gerard

- No puedo… siento que en cualquier momento estaremos rodeados de guardias, y nos convertirán en un colador humano –

- No tienen como saber dónde estamos, duerme Schechter, yo tengo un sueño muy liviano y puedo detectar el peligro a kilómetros –

Brian hundió el rostro entre el pecho de Gerard, riendo suavemente

- No vayas a abusar de mí, tú tienes unas tendencias muy raras –

Gerard dibujó una insípida sonrisa en sus labios, observando fijamente la luna azulada que se imponía sola en un firmamento sin estrellas

- No te he agradecido –

- ¿Por qué? – Preguntó Brian bostezando

- Por haberme sacado de ese lugar –

- Lo hicimos juntos, no hay nada que agradecer… -

- Sabes bien que si no me hubieras empujado, aun estaría allí encerrado –

Se separó de Gerard, incorporándose sobre la suave arena en la que dormían, mirándolo directamente a los ojos, que tenían un tono azulado gracias al reflejo de la luna

- Entonces, aceptas que no habías echo mucho para querer salir –

Suspiró profundamente, sentándose erguido, observando el horizonte nocturno

- Los primeros años si lo intenté, pero al pasar el tiempo… tuve miedo –

- ¿De que te mataran al querer fugarte? –

Negó con la cabeza, apretando los labios

- De salir y encontrarme con que Frank ya no me ama… - Se cubrió el rostro con ambas manos – Aun tengo miedo… - Retiró las manos de sobre su rostro, restregándolas con fuerza, dejando su piel enrojecida – Lo amo… lo amo demasiado, y cuando me dijiste que tenía un hijo, en lo único que pude pensar… - Levantó grácilmente la barbilla – En lo único que pienso, es que Frank avanzó en su vida, se volvió a enamorar… ¡Y eso me carcome por dentro! Pero también me da fuerzas, es extraño Brian, ahora que “lo sé” tengo que ir a ver ese par de enormes y perfectos ojos y ver si en Frank aun hay amor para mí –

Sonriendo, Brian volvió a recostarse, empujando suavemente a Gerard para que lo acompañara

- Creo que puedo hasta entrecruzar las piernas contigo y nada pasará, el amor que sientes por ese enano es demasiado grande… -

Acariciando suavemente el cabello de Brian, Gerard sonrió ampliamente, susurrando en tono de broma

- Llevo diez años sin sexo con otro ser humano, ¿Qué te hace creer que estas a salvo de un arrebato libidinoso de mi parte? –

- ¡Cállate Way! – Golpeó suavemente el pecho de Gerard – Yo sé que a ti solo te funciona con Frank – Y cerró los ojos esperando por fin dormir un poco.


Fue una larga noche, una noche en la que Gerard no durmió, en parte por su necesidad de vigilar, pero más que todo, el sueño le fue esquivo porque solo podía pensar en Frank.

La última vez que lo vio, Frank era un chico de 17 años, apenas creciendo, formándose, y es obvio que estos diez años fueron suficientes para convertirse en todo un hombre, que, a diferencia de Gerard, pudo experimentar la vida en toda su plenitud, él en cambio, se sentía estancado en el tiempo, los años en ese lugar solo le permitieron pensar y reflexionar sobre su vida, sobre Frank, pero él se sentía como el mismo joven de 21 años que llegó sin saber cómo a esa prisión, y el miedo de lo que pudiese encontrar no lo dejaba en paz, miedo al rechazo de Frank, miedo a haberlo perdido para siempre.

Los colores en el cielo se fueron aclarando poco a poco, Gerard se levantó sin despertar a Brian, caminó hasta la camioneta, sentándose en el asiento del conductor, pegando su frente al volante, dejando que sus lágrimas cayeran una tras otra sobre su pantalón, en su mente la misma imagen se repetía sin descanso, él corría hacía un Frank de 17 años, que lo esperaba sentado bajo un jazmín de noche, sonreía mientras su corazón se aceleraba, extendía sus manos ávidas de esa piel que tanto amaba acariciar, hasta podía sentir en su boca el sabor de los besos de Frank, y justo cuando estaba cerca, Frank se ponía de pie, estirando su mano para evitarle acercarse “Es demasiado tarde Gerard, ya me olvidé de ti”

Sacudía su cabeza, intentando pensar en un final diferente para esa imagen, pero su cerebro, su miedo, no le permitían cambiarla, levantó la vista observando la arena que comenzaba a calentarse con los primeros rayos del sol, apretando con fuerza el volante entre sus manos, mordiendo sus labios hasta sangrar, exclamando entre dientes “¡Sí no me ama, prefiero morir! Sí me olvidó, yo mismo terminaré con mi vida”

- ¿Decías algo Gerard? –

Brian se acercó a la camioneta, inclinándose para verlo, bajando la mirada al notar los ojos en llanto de Gerard

- Ah, estabas pensando en Frank –

No hubo necesidad de más palabras, Brian dio vuelta a la camioneta sentándose en el asiento del copiloto, palmeando el tablero

- ¿Vamos? –

Gerard encendió el motor, retirándose el salino líquido de los ojos para poder ver mejor el camino

- Vamos –

Avanzaron unas cuatro horas, atravesando pueblos y estados, acercándose cada vez más a su destino, Gerard cabeceaba por el sueño, hasta que decidieron cambiar de lugar, Brian conduciría para que Gerard pudiese descansar un poco, atravesaron el estado de Texas, Brian lanzó un grito estilo vaquero que despertó a Gerard sobresaltado

- ¡¿Qué pasó?! –

- Ja, perdón, llegamos a Texas –

Abriendo por completo los ojos Gerard se sentó bien, observando el paisaje Texano, perdiéndose en la inmensidad de las llanuras, Brian por su parte no separaba los ojos de la carretera, siempre pendiente de los autos que venían detrás y los que avanzaban hacia ellos, por eso, palideció como nunca antes al ver que “Gerard” conducía un sedán azul que venía en dirección opuesta, perdió por un segundo el control del vehículo, aparcando a un lado de la carretera, Gerard se sostuvo con fuerza de la puerta, girando medio cuerpo para ver a Brian

- ¡Qué fue eso! ¿Te estás durmiendo también? –

El rostro de Brian lucia casi transparente, su voz tembló al hablar

- Acabo de verte manejando un auto azul… en dirección opuesta… -

- Ja, ja, ja, El calor del desierto te afectó –

- ¡Te juro que eras tú! –

Puso la camioneta en marcha y dio media vuelta, acelerando hasta el límite, persiguiendo el sedán azul

- ¡Estamos regresando! ¿Qué demonios te pasa Schechter? –

- ¡Qué no entiendes que estabas en un sedán azul! –

Alcanzaron el auto, acomodándose lado a lado, Gerard pudo comprobar que en efecto, alguien demasiado parecido, casi idéntico a él conducía el sedán.

Jordan también miró al interior de la camioneta que lo perseguía, justo cuando estaban a su lado, y vio también, que alguien idéntico a él lo miraba desde la cabina con la más absoluta expresión de asombro.

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