sábado, 23 de junio de 2012

Revenge seekers II; Capítulo: #27

Capítulo: #27

Ese innato amor.

El sol se desvaneció en el occidente, regalándoles la complicidad de la noche, avanzando sigilosamente los tres se acercaron caminando a la puerta de entrada, dos hombres la custodiaban, dos hombres que ahora yacían en el prado, cada uno con una bala en su cabeza, disparadas al mismo tiempo por dos armas, la colt 44 de Jordan y el M-16 de Gerard.

Brian no pudo guardar dentro una risilla, parecía ver dos gotas de agua, exactas, en sus movimientos, en su puntería, en su sagacidad, cada uno actuaba como si estuviese solo, pero siempre pendiente de los demás.

El sonido de ambos disparos alertó al resto de personas en la hacienda, un poco más de 15 hombres corrieron a su encuentro, disparando en la oscuridad, fallando cada tiro de sus 38, Brian prefirió cubrirse detrás de un árbol, y aprovechar la luz del portal de la casa que iluminaba la espalda de los contrarios.

Gerard y Jordan avanzaban al mismo ritmo, disparando sin titubear, dando en el blanco en cada disparo, tenían la ventaja de ver a sus enemigos, y de no ser vistos por ellos.

Poco más de 15 hombres corrieron en busca de su muerte, ahora eran poco más de 15 cadáveres que Brian, Jordan y Gerard pasaban por encima, acercándose a la casa, la oscuridad ya no era su aliada, la potente luz de la entrada los descubría, y antes que Brian pronunciara palabra, para alertarles sobre el hecho, padre e hijo dispararon al mismo tiempo, impactando las balas de la 44 y la 16 en el mismo foco de luz, encontrando de nuevo la complicidad de la noche.

Se detuvieron a cada lado del marco de la puerta, Gerard en la izquierda, Brian y Jordan en la derecha

- Entraré, ustedes quédense aquí, y cúbranme –

Ordenó Gerard, abriendo fuego con su fusil, disparando a todo lo que se movía dentro de la casa, un par de mujeres corrieron despavoridas, huyendo de los disparos, Gerard se internó más dentro de la casa, encontrando por fin a Fernando Arana agazapado detrás del escritorio de lo que parecía ser su despacho.

Gerard se acercó lentamente, el hombre dejó caer su 45 al suelo, temblando profusamente, sonriéndole a Gerard

- Llévese lo que quiera…. – Se incorporó abriendo un cajón de su escritorio – Acá hay unos 30.000 dólares en efectivo, ¡lléveselos! Pero no me mate, por favor –

Gerard acomodó la culata del fusil sobre su hombro, apuntando directamente al pecho de Arana, sonriendo con cinismo

- No quiero su dinero, yo vine por su vida –

El sonido de un extraño goteo distrajo por una fracción de segundo a Gerard, bajó la mirada, subiéndola con rapidez de nuevo sobre su objetivo

- No eres tan valiente sin tus hombres, ¿No te da vergüenza Fernando Arana? Ser recordado como el pillo que se orinó en los pantalones antes de morir –

Al entender que estaba perdido, Arana se desplomó cayendo sobre sus rodillas, suplicando repetidamente que no lo matara, Gerard se acercó, se arrodilló frente a él, hablando calmadamente

- Mírame a los ojos –

Arana gimoteaba, meneando su cabeza

- Vamos, tal vez si vea tus ojos me arrepienta –

Levantó la mirada, observando una frialdad que jamás había visto en su vida, los olivos ojos que lo miraban tan fijo no demostraban sentimiento alguno, como si detrás de ellos no existiese alma

- Hace muchos años me juré no matar si no estaba en peligro, pero me hiciste romper mi promesa, esto… es por Nacho –

Disparó su M-16 atravesando el pecho de Arana, asesinándolo al instante.



Buscó con prisa la salida, Brian y Jordan salieron a su encuentro, los tres corrieron buscando el auto que dejaron aparcado a unos cuantos metros de la hacienda, antes de entrar en el vehículo Gerard tomó por el brazo a Jordan, impidiéndole abrir la puerta trasera

- La Colt – Pidió

Jordan miró el arma en su mano, la levantó lentamente, pretendía buscar los ojos de Gerard, pero lo que vio fue un par de sombras en la noche que corrían en dirección a ellos, como un acto reflejo, sin entender por qué, y sintiendo un profundo temor de “perder”, empujó con fuerza a Gerard sobre el suelo, y abrió fuego contra quienes avanzaban hacia ellos, un disparo certero, uno de los hombres cayó al suelo, un disparo más, y del brazo derecho de Jordan la sangre brotó, Gerard giró su cuerpo aun en el suelo, disparando su M-16, matando al otro hombre que los había seguido.

Se levantó de suelo, halando a Jordan de la camisa, empujándolo dentro del asiento trasero del auto, sentándose él también en ese lugar, Brian puso en marcha el vehículo alejándose a toda velocidad de aquel lugar.

Gerard se quitó la camisa, enrollándola en el brazo de Jordan intentando detener la hemorragia

- ¿Cómo está? – Brian preguntó desde adelante, sin poder ver mucho por el retrovisor

- Bien, estoy bien, solo fue una bala – Respondió Jordan, respirando con dificultad – La primera que recibo en mi vida –

- Aww, ¡Pero qué cosa más dulce! – Bromeó Brian – Y tu papá estuvo aquí para ver la primera vez que te meten plomo en el cuerpo –

- Yo a tu edad, ya llevaba dos – Presumió – Tengo un imán para las balas – Rió – Lo extraño es que ninguna me ha matado –

- Claro, tu “mueres”, por decirlo así, a punta de orgasmos – Brian rió con ganas, dirigiéndose a las lejanas luces que indicaban la ubicación de El Paso

- No deberíamos volver a ese pueblo, deberíamos seguir la interestatal y tomar camino a New Jersey –

- Tienes una bala en el cuerpo, no seas necio Nicholas, debemos buscar un médico primero –

- Voy a estar bien Gerard –

- Porque seas mi hijo, no significa que tengas 9 vidas como yo, y la verdad no pienso arriesgarte, no porque lleves mi sangre, si no porque me salvaste la vida hace un rato, y eso en mi mundo es una promesa no hablada… ahora, yo debo salvar la tuya –

Jordan recostó su cabeza en el asiento, observando a Gerard apretar el nudo del torniquete improvisado que logró con su camisa y el cargador vacío de la Colt, se tranquilizó, por una extraña razón no sintió temor, Gerard estaba a su lado, mirándolo con preocupación, acosando a Brian por llegar pronto al pueblo, por encontrar rápido a un médico.

Los ojos de Gerard encontraron el brillo de los de Jordan en esa oscuridad, sin pensarlo, le susurró

- Todo va a salir bien –

Estremeciéndose al sentir un extraño calor en su corazón, un sentimiento que desconocía por completo, Gerard no lo supo en ese momento, pero esa extraña tibieza, no era más que el misterioso y complejo llamado de la sangre.


*


Noelia le gritó al encendedor cuando no quiso dar fuego para encender su cigarrillo, lo intentó tres veces más, respirando aliviada cuando el fuego se manifestó, aspiraba el humo con desesperación, sin retirar la mirada del celular, del maldito aparato que llevaba dos días sin sonar.

Junior le encontró utilidad a las cajetillas vacías de cigarrillos, sentado en el suelo en medio de la sala, construyó una mini fortaleza con unas cuantas, las otras las desarmó para crear pequeñas personas de cuerpo cuadrado que libraban batallas con balas de papel.

- Insisto, si Jordan no llama… - Habló sin mirara a la mujer

- ¡Que no lo voy a llamar! – Gritó - ¡Dios, creo que no te hacías el retrasado, de hecho creo que lo eres! –

Junior dejó las cajetillas de cartón en el suelo, girando su cuerpo para ver a Noelia sentada en el sofá

- ¿Por qué me odias? – Preguntó mirándola con dulzura

- Yo no te odio… simplemente no me caes bien –

- ¿Por qué? – Indagó nuevamente, levantándose hasta pararse frente a ella

- ¡Yo qué sé! – Se exasperó – No me gustan los niños, no me gustan las personas, no me gusta que Jordan me tenga aquí sin noticias y que el único ser racional con quien puedo hablar, sea un mocoso de 7 años – Lo miró fijamente, elevando aun más el tono de su voz - ¡¿Contento?! Ahí te respondí, ahora déjame fumar en paz –

- ¿Tu lo amas, a Jordan? –

- Niño… no quiero hablar contigo de eso, es más, no quiero hablar contigo en lo absoluto, vuelve con tus cajitas, no me jodas más –

Respondió visiblemente molesta, recostándose sobre el sofá, acomodando el celular sobre su pecho, Junior regresó a jugar con las cajetillas, tratando de imaginar que estaba en su casa, que en pocos minutos vendría su padre a tomarlo entre sus brazos y llevarlo a su habitación, le daría mil besos en la frente y se quedaría con él hasta que se durmiera profundamente.

Una lágrima comenzó a caer por su mejilla, pero el pequeño se negó a derramar una sola lágrima más, a Noelia le complacía morbosamente verlo llorar, y esa alegría no se la iba a dar.

Un sonido seco lo sacó de su concentración, giró su rostro y notó que Noelia se había dormido profundamente, dejando caer su celular sobre el suelo, el cuerpo de Junior comenzó a temblar, gateó silenciosamente, tomando el teléfono, gateando con él en la mano, llegando hasta la habitación, se levantó y caminó hasta pararse bajo el marco de la ventana, era el lugar más apartado, marcó el número del celular de su papá, rezando porque Frank contestara antes que Noelia se despertara, necesitaba hacerle saber a su padre que estaba bien, necesitaba saber si Frank estaba bien.


El celular de Frank replicó.


El corazón de Junior se detuvo por un par de segundos al oír la voz de su padre decir un simple

- “¿Diga?” –

- Papi… -

Los latidos en el pecho de Frank aumentaron de tal forma que sentía que el corazón se le iba a salir del pecho

- “¡Junior!”… - No pudo decir más, la emoción se apoderó de él, sin poder evitarlo sus ojos rompieron en un inmenso llanto

- Estoy bien papi, no te preocupes por mi – Habló con tal rapidez, temiendo que Noelia despertara, temiendo no poder decirle a su padre que estaba bien, habló, con tal rapidez que olvidó hablarle a su padre de la forma en que siempre lo hacía

- “¿Junior, de verdad eres tú?” – Frank dudó por un segundo, sí, era el tono de voz de su hijo, pero no eran palabras de Junior

- Te amo, te amo mucho papi, la novia de Jordan me tiene en un lugar cerca de unas fábricas, pero no creo que sea en New Jersey… no sé donde estoy… - El pequeño bajó el rostro, sonriendo un poco al notar que le había hablado a su padre de forma completamente normal – Perdóname por haber mentido… siempre he podido hablar bien… te juro papi, cuando me encuentres te explicaré todo –

Frank sonrió en medio de su llanto, meneando la cabeza, sintiéndose extrañamente orgulloso de su hijo

- “No puedes ver algo… una dirección, una calle, un aviso… algo” –

- ¡Maldito mocoso! – Noelia entró azotando la puerta en la habitación - ¡Me las vas a pagar! –

Eso fue lo último que Frank escuchó por el celular antes que Junior cortara la comunicación, había solo estática del otro lado de la línea, pero aun así Frank gritaba como loco por la bocina

-“¡Junior! Háblame hijo… ¡Junior!" –

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