sábado, 23 de junio de 2012

Revenge seekers II; Capítulo: #28

Capítulo: #28

Crueles opciones.

El auto estacionado frente a un centro de salud, dentro del lugar, Gerard apuntaba su M-16 a la cabeza del médico que hace unos minutos se había negado a atender a Jordan sin antes avisar a las autoridades.

Extrajo la bala, limpió y suturó la herida, todo lo realizó intentando controlar el temor de morir que se manifestaba en la profusa sudoración de su piel

- Ya está listo, debe tomar antibióticos cada 6 horas, y analgésicos cuando sienta dolor… - Volteó cauteloso, encontrando frente a sus ojos el cañón – Su hijo estará bien… váyanse, no llamaré a la policía, a nadie, pero por favor, váyanse –

- Si, nos vamos tan pronto nos des antibióticos y analgésicos – Gerard sonrió para suavizar el tono mandón de su voz

Brian corrió un poco la cortina de la ventana, resoplando fuerte antes de dar las malas noticias

- El auto, está siendo requisado por varios tipos armados, creo que Arana tenía más hombres de los que pensábamos –

- ¿Tenía? – El rostro del médico se iluminó por completo – Ustedes… ¿mataron a ese desgraciado? –

- Así es, y ahora tenemos que buscar la forma de salir de aquí – Jordan se bajó de la camilla, guardando en sus bolsillos la droga que el médico le entregó

- ¡Gracias a Dios! – Exclamó el médico, avanzando a la salida del consultorio – Alguien tenía que acabar con ese malnacido, vamos, síganme los llevaré por la salida trasera –

Atravesaron el centro de salud, saliendo del lado opuesto en que se encontraba el auto, los tres se despidieron del médico que no paraba de sonreír al sentirse liberado por la muerte de Arana, avanzaron unas tres cuadras, caminando con cautela, siempre pegados de las paredes, evitando los postes de luz, pendientes del más mínimo ruido

- ¿Cuántos cartuchos tienes Brian? – Gerard preguntó al tiempo que revisaba el cargador del M-16 – Acá no hay nada, ¡Ja! Le apunté al médico con un fusil vacio –

- Uno, un solo proyectil de 16 milímetros que nos sirve de nada… ¿La Colt está vacía? –

- Si, ¿no recuerdas que Gerard me hizo el torniquete con el cargador? Tengo dos cajas de municiones, pero están en la cajuela del auto – Jordan apretaba los dientes al hablar, el dolor en su brazo empezaba a aparecer ahora que la anestesia se esfumaba

- Debemos escondernos, al menos hasta que amanezca…. Que ellos piensen que ya no estamos en el pueblo – Brian giró dos veces sobre su eje, observando las casas que parecían todas iguales, sonrió al ver un campanario al final de la calle – Allí, en la iglesia –

Gerard también observó su entorno, meneando negativamente la cabeza ante la sugerencia de Brian, señalando una casa de tres pisos ubicada en la esquina diagonal a la iglesia, adornada con un letrero de neón, titilantes luces rojas en las que se leía dos veces la palabra “Girls”

- ¿Me cambias la casa del señor, por un prostíbulo? –

- Schechter, en mi vida solo conocí un cura que ayudaba gente como nosotros, pero ya no está, y créeme, como él no habrán más – Respiró profundamente, permitiéndose un segundo para recordar con cariño a Ray – Así que… sí, prefiero un prostíbulo antes que la casa del señor, confío más en una “puta mundana” que en un castrado mental –

Rodearon el prostíbulo, encontrando en una ventana abierta del segundo piso la oportunidad para entrar, usaron la reja de la ventana del primer piso para escalar hasta el segundo, metiéndose los tres en el interior de la habitación, una mujer de largo cabello negro se acicalaba despreocupada frente al espejo, Gerard avanzó con rapidez tomándola desde atrás, cubriéndole la boca con su mano

- No grites por favor, necesitamos tu ayuda – Suplicó, susurrando en el oído de la mujer que lo veía por el espejo – Te voy a liberar, pero júrame que no gritarás –

Gerard cruzó con ella la mirada en el espejo, notando que la chica estaba sonriendo, y asintiendo con su pestañear, la liberó lentamente, ella respiró profundo y sonrió de nuevo

- ¿Quién los busca, policía o bandidos? – Inquirió sin dejar de observar el rostro de Gerard

- Bandidos – Aclaró Gerard sonriéndole a la chica – Necesitamos escondernos, al menos hasta que amanezca –

La mujer los miró a los tres, cruzándose de brazos, mientras pensaba en la forma de ayudar

- Voy a llamar a mis amigas, ellas nos pueden ayudar a pensar mejor en lo que haremos - Acomodó su cabello dejándolo caer sobre su hombro derecho – Tú, tu amigo y tu hermano, me pueden esperar aquí, es seguro, nadie pueden entrar sin mi permiso –

Gerard sonrió mirando a Jordan

- Él no es mi hermano, es mi hijo –

- ¡Oh! Creí que eran gemelos – Se inclinó hablándole muy cerca a Gerard – Después me dices que tomas para parecer de la misma edad que tu hijo – Terminó de hablar guiñando su ojo izquierdo y salió de la habitación.

- Suena raro – Jordan se sentó en el borde de la cama – Eso de “mi hijo” ¿Es tan raro para ti como lo es para mí? –

- Sí, lo es, pero – Apretó los labios, caminando pensativo, sentándose junto a Jordan – Además de raro, se siente bien… no sé es una sensación que no conocía… y aparte ahora me siento responsable por ti, a pesar que no te crea mucho y hasta desconfié de tus intensiones –

Jordan refregó fuertemente sus ojos con su mano, sacudiendo con rapidez la cabeza y dejando que su mirada se perdiera en el vacío, hablando, con el corazón, por primera vez desde que se encontró con Gerard

- Yo tenía intensión de odiarte – Rió – Pero ahora, solo puedo admirarte, eres inteligente, piensas rápido y pareces no temerle a nada… además, contigo a mi lado siento que nada me puede dañar… hace muchos años no dejaba mi ser en manos de otra persona –

Brian se paró frente a ellos, riendo, exagerando sus gestos, llevándose ambas manos al pecho y suspirando profundamente

- ¡Oh, creo que voy a llorar, que conmovedora escena! – Dejó el teatro, enfocando seriamente su mirada sobre Jordan – Lo malo es que toda esta ternura se acabará cuando el pequeño Nicky nos clave el puñal por la espalda…- Se inclinó apoyando las manos sobre la cama, a cada lado de las piernas de Jordan, hablándole con el rostro casi pegado al suyo – Porque eso es lo que harás ¿Verdad? Esperar el momento justo para hacernos mierda –

Jordan sostuvo firmemente la mirada con Brian, sonriendo sutilmente

- Es posible, aun no lo sé –

Aseguró, y era verdad, Jordan aun no lo sabía, su único plan era llevar a Gerard a New Jersey, reunirlo con Junior, y así presentarle a Frank dos opciones, qué Iero escogiera quién viviría, cruel, sí, pero el corazón de Jordan aun sentía el dolor de haber visto morir a quien creía su padre a manos de Frank Iero

La puerta de la habitación de abrió, los tres se pararon alistándose para lo peor, pero por el marco solo entró la primera chica acompañada de otras dos.

- No se alteren – Sonrió la primera – Son mis amigas, me ayudaran a esconderlos, es mejor no correr riesgos –

- Gracias – Gerard caminó hasta ellas – Perdón, no nos hemos presentado debidamente, Mi nombre es Gerard – Señaló hacia un lado con la cabeza – Él es Brian – Miró a Jordan sonriendo – Y el es Nicholas, mi hijo –

- Yo soy Victory, bueno es mi nombre artístico, me llamo Victoria – Informó la chica que los recibió primero

- Valiente nombre artístico – Se burló una de ellas – Yo soy Naty, pero mi nombre artístico – Miró soberbia a Victory – Es un buen nombre, y prefiero que me llamen por él, soy Natoon –

- Y yo no soy tan infantil como ellas – Señaló la tercera, retirando los mechones rojos que caían sobre su frente – Soy Lorena, mi nombre artístico… - Sonrió tímidamente – Es Lorena, así que llámenme como quieran –

- Ah bien – Jordan sonrió sin despegar sus ojos de la pelirroja – Entonces te llamaré Lorena –

Victory cerró las cortinas de la ventana, acto seguido abrió las puertas de su armario, sacando un enorme baúl de adentro, lo abrió y vació su contenido, regando los vestidos por el piso

- Natoon y Lorena tienen baúles iguales, así que tendrán que pasar la noche cada uno dentro de un baúl, en cada closet, en cada habitación, es la mejor forma si entran a buscar acá, de seguro solo abrirán los armarios, y si tenemos tan mala suerte que abran los baúles, pues esperemos que la ropa que les pongamos encima distraiga a quien los esté buscando –

- Gracias Victory, te juro que tan pronto amanezca nos iremos, no queremos causar problemas – Gerard observó el interior del baúl, respiró profundamente, sería solo una noche incomoda, pero ese pequeño cajón de madera no se comparaba con las terribles condiciones en las que pasó muchas noches en la prisión – Sus habitaciones ¿están también en el segundo piso? –

Las chicas asintieron al unísono, Lorena se adelantó, tomando la mano de Jordan

- Tú vienes conmigo – Lo miró lascivamente, Jordan sonrió al tomarle la mano y caminar tras ella, apretando los labios al verla caminar.

Brian siguió a Natoon, despidiéndose de Gerard con una dramática sacudida de su mano

- Espero amanecer con vida, y que ustedes amanezcan con vida también – Rió dejando la habitación, girando un poco su cuerpo para volver a meter la cabeza – Aunque creo que el pequeño Nicky la pasará mejor que nosotros –


Jordan esperó que Lorena desocupara el baúl, una vez listo, la chica le indicó que se metiera dentro

- Antes, ¿Puedo pedirte un favor? – Inclinó su cabeza mirándola lleno de dulzura – Necesito poner a cargar mi celular, hay una llamada muy importante que debo hacer –

- Claro, ¿Trajiste el cargador? –

- No – Jordan resopló desilusionado y un poco molesto consigo mismo - ¡Lo olvidé en la cajuela del auto! –

- Bueno, si quieres puedes usar mi teléfono, pero hazlo rápido, tengo que bajar a trabajar, y subir un cliente aquí arriba – Comentó avergonzándose un poco

- Será breve, lo prometo –


*


Junior se sentó en un rincón de la habitación, sus rodillas pegadas a su pecho, y el rostro sobre estas, con sus brazos abrazaba sus piernas, meneándose de atrás hacia adelante, rogando en silencio para que los gritos de Noelia se acallasen por fin.

Pero la mujer parecía poseída por mil demonios, solo caminaba de un lado a otro, gritando a voz en cuello, gritaba cuanto odiaba esa situación, aseguraba y juraba que cuando Jordan regresara se las iba a pagar, y por momentos se inclinaba sobre el pequeño amenazándolo que si volvía a desobedecerla, lo mataría sin importar nada

- Yo… solo… quería… que… que… -

- ¡¿Qué?! – Gritó halándose sus propios cabellos - ¡Joderme la vida! Eso es lo que querías, hacerte el listo maldito mocoso –

Junior hablaba con dificultad entre gimoteos, el sentimiento y los espasmos en su diafragma no le dejaban decir una oración completa

- Que… mi… papá… no… se… preocupara… tanto –

- A tu papá no le importas, siendo tan poderoso como es, ya te habría encontrado… yo creo que ni se ha interesado en buscarte – Rió

- Yo… se… que… no… es… así – Aseguró, limpiándose las lágrimas

Noelia lo miró, cerrando un poco sus ojos

- Lo que necesitas es un escarmiento que te enseñe a no volver a desobedecerme otra vez –

Salió de la habitación, encendiendo la estufa de la cocina, regresando por Junior, levantándolo de los brazos, cargándolo sobre su hombro como si fuera un saco de patatas, una vez en la cocina lo acomodó sobre el mesón, sin soltarlo

- Dame tus manos – Exigió

El pequeño la miró aterrado, empuñando con fuerza sus manitas, llevándolas detrás de la espalda

- Hay dos formas de hacer esto, la fácil en la que tu por voluntad propia pones tus puercas manos sobre la estufa, y la otra, en la que te sostendré con fuerza entre mis brazos y será tu cara la que ponga sobre el fuego –

Junior estaba pasmado, veía las flamas azules cerca de él, dejó de llorar, no podía respirar bien, Noelia sonrió apretando al pequeño entre sus brazos

- Bueno, creo que será de la forma difícil, lástima, tenías una cara tan bonita… -

Junior gritó con todas sus fuerzas al ver que su rostro se acercaba más a las flamas, se retorció entre los brazos de Noelia, pegándole patadas en el abdomen, intentando mover sus brazos para liberarse, mordiendo con fuerza un brazo de la mujer, logrando caer al suelo, pero justo cuando iba a levantarse para correr, ella lo tomó de la camisa

- De esto no te escapas maldito mocoso –

Empezó a levantarlo nuevamente, sin importar los golpes que recibía del pequeño que no pensaba dejarse vencer tan fácilmente, el sonido del ring de su celular la hizo detenerse en seco, lanzando a Junior contra el piso, para correr a contestar.

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