sábado, 23 de junio de 2012

Revenge seekers II; Capítulo: #33

Capítulo: #33

Suspendido en el tiempo.

- ¿Quién te habló? – Jordan tomó el celular en la mano tratando infructuosamente de encenderlo

- Nadie, apenas contesté se terminó la batería, lo siento – Lorena bajaba el rostro, sentía vergüenza, más aún por la notable desesperación de Jordan


- Están llamando para tomar el autobús – Gerard se paró en medio de los dos, mirándolos extrañado por el comportamiento de ambos - ¿Algo anda mal? –

Jordan no disimuló, sus ojos demostraban el terror de lo que estaba pensando, tomó con fuerza a Gerard de la camisa, hablando con rapidez, hablando con temor

- Debemos ir ya a Filadelfia… es posible que Junior corra peligro… - Meneó la cabeza desesperado, cubriéndose el rostro con ambas manos – Imbécil, ¡que imbécil eres Jordan Miller! – Sus ojos se abrieron por completo mirando a Gerard en actitud suplicante – Perdóname… perdón… - Su cuerpo temblaba, sus manos sudaban y parecía no hallar un solo segundo de paz – Perdóname Junior – Dijo finalmente cuando Gerard lo haló del brazo y empezaron a caminar hacía el bus

- ¿Jordan Miller? – Gerard lo miró de reojo al sentarse en el asiento junto a él

- Sí, cuando Charles Miller me adoptó tomé su apellido y dejé el de mi padre como mi nombre… - Entrelazó las manos, apretándolas con fuerza – Gerard… creo que cometí muchos errores… yo no quiero… ya no quiero esta venganza… yo no… yo solo… - No soportó más el peso de sus actos, abandonándose por completo, recostando la cabeza sobre el brazo de Gerard - ¡Yo no sirvo para odiar! Y ahora solo estoy muriendo de angustia… - Se aferró con fuerza al torso de Gerard dejando que su llanto saliera libremente - ¡No debí dejarlo con ella!… no debí… está loca y yo no pensé bien las cosas, tanto afán por cumplir una maldita venganza… y ahora en lo único que puedo pensar es en ese pequeño… - Levantó la cabeza fijando sus ojos llorosos en Gerard – Si algo le pasa a Junior, jamás me lo voy a perdonar –


El recorrido del autobús fue eterno para Jordan, cada segundo se llenaba más de temor al pensar en cómo pudo reaccionar Noelia, se trataba de calmar pensando que el celular se descargó antes que ella pudiera oír la voz de Lorena, o que tal vez no le daría importancia, pero en su mente la imagen que mas prevalecía era el horror de ver la pequeña cabeza de Junior disecada en la casa de Noelia.

- Filadelfia – Gerard pronunció el nombre de la ciudad en tono bajo – Llegamos a la parada de buses –

Los cuatro se bajaron, recolectando entre el dinero que Jordan traía y lo poco que Lorena logró sacar cuando tempestivamente decidió dejar El Paso, una cantidad suficiente para pagar el taxi que los llevaría a la vieja zona industrial, donde estaba el apartamento en que Noelia y Junior debían estar.

Solo el desolador panorama de un lugar vacio, algo de la ropa de Noelia había quedado, también ropita de Junior y las cajetillas de cigarrillos transformadas en fortalezas y soldados, Jordan no pronunció palabra, su tez palidecía cada vez más, sacando fuerzas de su interior, revolcando por completo la casa, arrancando las cortinas, destrozando la cama mientras Brian y Gerard lo miraban sin comprender, Lorena encontró un cargador de celular y conectó el de Jordan, llamando su atención

- ¡Jordan! Conecté el celular con un cargador que encontré en la cocina, llámala tal vez salió a comprar algo, no te alteres… -

Así lo hizo, con el fuerte temblor en su cuerpo logró digitar el número del celular de Noelia, pero solo lo desgarró más al escuchar que dentro de la habitación el celular repicaba, Gerard siguió el sonido, encontrándolo bajo las almohadas que Jordan había tirado al piso

- ¡Dios!… no dejes que nada le… -

No terminó la frase, Jordan se desmoronó en el piso de la cocina, sentado, recostado contra la pared, absolutamente desconsolado, Gerard caminó hasta él, sacudiéndolo suavemente

- ¿Dónde pueden estar? –

- Mi culpa… es mi culpa… estúpido… ¡Estúpido!.... – Parecía no escuchar a Gerard, parecía estar encerrado en su propio remordimiento

- ¡Perdemos tiempo valioso! – Gritó sacudiéndolo con más fuerza - ¿A dónde pudieron haber ido? –

Jordan no lo miraba, tan solo lloraba susurrando una y otra vez “Lo siento Junior, perdóname” Gerard lo abofeteó con fuerza, dejándole la mejilla completamente enrojecida

- ¡Sí no puedes pensar, nada podrás hacer! Reacciona Nick –

Finalmente los ojos de Jordan se encontraron con los de Gerard, respiró profundamente, ayudándose de su padre para levantarse del piso

- A New Jersey… estoy seguro que ella regresó… debemos empezar por allá –

- ¿Cuánto dinero nos queda? – le preguntó a la chica

- Nada Gerard, todo se gastó en el taxi –

- Schechter ¿Qué tal están tus habilidades para robar autos? –

Brian sonrió, encaminándose a la salida del apartamento

- Ya te traigo uno –

Los tres bajaron las escaleras hasta la salida del edificio, dos minutos después Brian llegaba al lugar conduciendo un Toyota blanco

- No se quejen fue lo mejor que pude conseguir, no es nuevo, pero está bueno de motor, y lo mejor, ¡Tiene el tanque lleno! –




El sol comenzaba a ocultarse en el occidente, Frank veía por la ventana de su habitación escuchando con muy poco interés las palabras de Mikey Way, se limitaba a asentir en cada acusación, su mente no estaba para reclamos, cada día que pasaba sentía que su corazón moría un poco más sin su hijo

- ¡Y no creas que te voy permitir que lo hagas! –

- Dividamos esto en dos… yo le hice una promesa a los New Yorkers… les entregaré lo mío, tu puedes seguir siendo el bandido que quieras ser –

- ¡No Frank! Esto no es algo que se pueda dividir ¡Escúchate, eres ilógico! –

- Mikey, por favor, este no es momento para hablar de eso –

- Frank – Cortez entró en la habitación – Perdón por interrumpir, pero alguien vino a verte –

Frank giró apenas la cabeza para ver a Matt

- ¿Quién? –

- Brian Schechter –

- Hace años no tenía noticias de él, dile que pase –

- Frank, es que me pidió verte en el jardín, ¿es algo sospechoso no crees? –

Se alejó de la ventana, acercándose a Matt, cruzando los brazos sobre el pecho, frunciendo el seño

- Schechter es de confiar, pero si quieres sentirte más seguro, requísalo por completo, ya bajo al jardín y puedes estar a mi lado mientras veo que es lo que necesita –

Cortez abandonó la habitación, Mikey caminó hasta la salida, mirando a Frank lleno de rabia

- Esta charla no ha terminado Frank, ve a ver que quiere el pillo ese, y regresas, de esta noche no pasa que solucionemos el problema –

Las luces del jardín se encendieron automáticamente, siempre lo hacían a las 6:30 p.m. Frank podía ver perfectamente el rostro de Schechter en medio del jardín, acompañado por Cortez, se acercó sonriéndole todo lo que el dolor que sentía en esos días le permitía, extendió los brazos para saludarlo, un fuerte y corto abrazo terminado con un par de palmadas en la espalda

- ¡Schechter! ¿Hace cuanto no nos veíamos? –

- Años… - Sonrió – Frank, hay algo importante que tengo que decirte – Miró a Cortez junto a él - ¿Puedes dejarnos a solas? –

- Eso no es posible, soy responsable por la seguridad de Frank –

- Habla tranquilo Schechter, Cortez es de mi entera confianza –

Brian aspiró profundamente, cerrando los ojos y sonriendo

- ¿Qué es ese aroma tan dulce? –

- Los arbustos, jazmín de noche, cuando el día termina ellos empiezan a liberar su aroma, ¿No es lo más maravilloso que hayas olido? –

- No, pero conozco a una persona que piensa igual que tu – Miró los ojos de Frank, estos brillaban reflejando las luces del jardín, aspiró de nuevo el aroma a dulce y comenzó – Hace unas semanas, una pandilla de Manhattan me envió a una prisión clandestina en el desierto en Nuevo México… -

- ¡Oh! ¿Qué les hiciste? –

- Eso ahora no importa Frank – Sonrió, bajando su mirada, tratando de encontrar las palabras correctas – Lo que importa es a quién encontré en ese lugar –

Frank metió las manos entre los bolsillos de su pantalón, moviéndose de un lado a otro

- ¿Podemos hablar a dentro? – Sugirió

- No, escúchame, lo que te voy a decir tal vez suene increíble, y necesito que estés calmado… -

- Me asustas Schechter –

- A esa prisión solo envían personas destinadas a morir, bandidos que le deben cosas a otros bandidos, allá no hay ley ni justicia, nadie sabe de la existencia de ese lugar, y generalmente quien entra allí solo sale muerto, yo me escapé hace unos días, todo gracias a que en ese lugar encontré a alguien que llevaba 10 años encerrado –

Sin saber por qué, el corazón de Frank comenzó a latir con tal intensidad que sentía que en cualquier segundo colapsaría

- Alguien, que todo el mundo aquí en New Jersey pensaba que había muerto –

El aire se negaba a circular por los pulmones de Frank, su cuerpo se estremeció, esforzándose por respirar, imprimiendo más fuerza de la usual en sus inhalaciones

- ¿Qué… qué estás queriendo decir Brian? – Su voz tembló.

- Frank… Albert Jordan te engañó… él no mató a Gerard –

Nadie podría jamás describir la enorme cantidad de sentimientos que invadieron por completo el alma, el cuerpo y el corazón de Frank Iero, sus sentidos se confundieron, ¿escuchó bien? O solo entendió lo que ese amor inmortal le hacía entender, sus ojos no tardaron en colmarse de lágrimas llenas de amor, de ilusión, su mente parecía dopada, no le era posible razonar, tan solo sacó las manos de sus bolsillos apoyándose como pudo en el tronco de uno de los arboles de jazmín de noche, mirando lleno de angustia, lleno de temor, lleno de incertidumbre el rostro de Brian

- Mí… Gerard… Mí Gerard… - Meneó la cabeza de forma inconsistente sin poder terminar la frase, dejándose caer lentamente sobre el prado del jardín

- Sí Frank, tú Gerard, está vivo –

- No… yo fui… a la fosa común… Albert lo mató… yo…. –

- ¿Viste su cuerpo Frank? – Brian se arrodilló frente a él - ¿Lo viste? –

- ¡Señor váyase! – Cortez le gritó a Brian – No sé cuáles sean sus intenciones, y honestamente no me importan, pero no le voy a permitir que venga a molestar de esa forma a Frank –

- ¡Vete Matt, déjame solo con Brian! - Frank gritó, aferrándose del tronco del jazmín para levantarse del suelo – Por favor, vete – Pidió ahora entre lágrimas

Cortez se alejó, pero se quedó cerca de la casa, a una distancia prudencial, listo para defender a Frank de un posible ataque, listo… para morir de dolor sí las palabras de Schechter eran verdad.

- No, no juegues con eso Brian… - Frank jadeaba sin poder respirar bien, todo su cuerpo estaba a punto de entrar en shock – Es cruel… es muy cruel… - Cada palabra que Frank pronunciaba se adornaba con una lágrima

- Puedes verlo por ti mismo… acompáñame a la reja, dile a tus guardias que la abran, Gerard espera por ti afuera… - Brian temblaba de ver a Frank temblar, lloraba al verlo llorar y moría de ansiedad, aunque no se pudiera nunca comparar con la profunda ansiedad que Frank sentía en ese momento – Frank, él jamás, ni un segundo, te ha dejado de amar –

Se quebró por completo, la poca fuerza que tenía lo abandonó… “Ni un segundo te ha dejado de amar”, la frase se quedó aferrada con fuerza en su mente, en su alma en su corazón que sentía reventar de tan veloces palpitaciones, un nudo en la garganta, su cuerpo desplomado sobre el prado nuevamente, sus dedos enterrados en la grama, no tenía ni un ápice de fuerza para levantarse de allí, solo giró su rostro buscando a Cortez, moviendo apenas su cabeza para indicarle que se acercara, una vez estuvo frente a él, habló con un sutil hilo de voz

- Abre la reja, deja entrar… a quién… - Miró a Brian, aun sin creerle, aun dudando, no era fácil, diez años de llorar la muerte de quien más amaba en la tierra no se podían borrar tan fácil – A quién esté esperando afuera –

De mala gana Cortez obedeció, tomó su radio ordenando a quienes custodiaban la entrada que abriesen la reja y dejaran pasar de inmediato a quien esperaba allí, no se movió de ese lugar, extendió su mano con ánimo de ayudar a Frank a levantarse, pero él lo rechazó, se aferró de nuevo al jazmín, levantándose con sumo trabajo, luchando con sus rodillas para que no se doblaran más, fijando sin parpadear su mirada hacía la reja de entrada, observando la figura que la oscuridad de la noche no dejaba apreciar bien, observando que se acercaba…

¿Por cuánto tiempo puede un corazón detenerse, dejar de latir, suspenderse en el tiempo sin que muera?


Segundos.


Muchos segundos cada órgano del cuerpo de Frank detuvo su funcionamiento, hasta sus ojos dejaron de ver, justo cuando descubrió la silueta inconfundible del hombre que amaba con tanta locura y eternidad, esa silueta que conocía de memoria, esa que tantas veces había recorrido con sus manos, con sus labios, esa que no solo tenía grabada en su mente, también en cada sentido de su cuerpo.

Paso tras paso, despacio, respirando metódicamente, las luces del jardín iluminaban por completo a Brian, a un hombre desconocido… y a Frank…

Diez años, ansiando cada segundo ese momento, diez años en los que se imaginó mil escenarios posibles, diez años lleno de temor de no encontrar en Frank ese amor que tanto extrañaba, diez años que ahora no significaban nada, ahora justo cuando unos cuantos metros lo separaban de él.


“¿Qué puedo decirle, cómo me acerco, con qué palabra empiezo?”


Gerard caminaba intentando responder esos interrogantes, pero lo que no sabía es que la respuesta era más sencilla de lo que pensaba, era más simple que un discurso ensayado… era la más natural.

Los enormes ojos de Frank se encontraron directamente con los suyos, no hubo necesidad de explicación, de preguntas o respuestas, no se necesitó palabra alguna, Gerard prácticamente corrió lo pocos metros que lo separaban de Frank, apretándolo entre sus brazos, empujándolo con fuerza contra el jazmín de noche, aferrando por fin… aferrando entre los suyos los labios de Frank.

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