sábado, 23 de junio de 2012

Revenge seekers II; Capítulo: #34

Capítulo: #34

Sin aire.

Sin separarse ni un milímetro, sin dejar de apretar entre las manos el cuerpo del otro, se dejaron vencer por la explosión de alegría de sus sentidos, cayendo ambos de rodillas sobre el prado, bajo el dulce aroma del jazmín de noche.

Sin poder creer lo que sus ojos veían, lo que sus labios saboreaban Frank se separó lentamente, solo unos centímetros, los suficientes para acomodar las dos manos sobre el rostro de Gerard.

No parpadeaba mientras sus manos, de forma sutil en un principio recorrían el rostro de Gerard, la punta de sus dedos se despegaba por fracciones de segundo, volviendo a posarse sobre la piel, sus labios querían pronunciar una palabra que abarcara todo lo que sentía en ese momento, pero todo lo que escapaba de los labios rojos de Frank era un repetitivo “No, no… no es posible… no”

Los labios de Gerard se sellaron, impidiéndole pronunciar sonido alguno, solo pudo acomodar sus manos sobre las de Frank, sosteniéndolas con fuerza, presionándolas contra su propio rostro cómo queriendo hacerle saber que sí era posible, que sí era verdad.

Una sonrisa, una lágrima, una sonrisa entre lágrimas, ninguno de los dos sabía si reír o llorar, ninguno se podía decidir por uno de los gestos, no importó, entre lágrimas y sonrisas volvieron a besarse, volvieron a saborearse como siempre como si nunca hubiesen estado separados, como si el dolor de la muerte y la impotencia del encierro no importaran más.

De nuevo se separaron sin tocarse, tan solo para observarse, para cerciorarse que quién estaba frente al otro era ése ser que por tantos años amaron, los ojos sostenían una mirada que parecía no acabar jamás, Brian lo notó, estiró sus brazos fingiendo un bostezo, sin ocultar la sonrisa enorme que adornaba su rostro, miró a Cortez que también los observaba, pero al contrario suyo, el hombre no reía, de hecho parecía presenciar su propio funeral

- Oye… este… eh, creo que acá estamos de más –

“Estamos de más” fue la frase que describió perfectamente lo que sería la vida de Cortez al lado de Frank de ahora en adelante, él estaba de más.

- Por qué no, mejor los dejamos solos, y me llevas a la cocina, la última vez que comí fue ayer a la media noche, y las papas estaban rancias… -

Matt Cortez retrocedió unos pasos, retrocedió de la vida de Frank, escuchando lejana la voz de Brian, sacudió su cabeza, señalando hacía la casa sin mirar

- Entre… busque la cocina… yo no puedo… no quiero estar aquí –

Se perdió en la oscuridad de la noche, Brian entró en la casa, tratando de recordar en qué lugar estaba la cocina, Gerard y Frank no se dieron por enterados, el universo que los rodeaba había desaparecido por completo, solo existían ellos dos, ellos y sus ansias, ellos y su amor.

- No, no has cambiado… - Los labios de Gerard pronunciaron lo que sus ojos notaban, extendió ambas manos rodeando con fuerza el cuerpo de Frank, pegándolo contra el suyo, impidiendo que la más mínima molécula de aire circulara entre los dos – Estás igual amor –

Los dedos de Frank se doblaron sobre la espalda de Gerard, hundió su cabeza entre el cuello, aspirando profundamente el aroma de Gerard, mordiendo suavemente su cuello, moviéndose un poco para lamer la mejilla, para sentir la sal de su piel, Gerard rió, separándose despacio

- ¿Hasta lamerme necesitas para saber que es verdad? –

Lo miró lleno de sentimiento, lo miró de la misma forma en que lo miró cuando sopló las velas de su pastel de cumpleaños número 17, lo miró con la misma súplica de aquella vez, sus labios se abrieron para repetir lo mismo que le pidió ese día

- Dilo Gerard – Su cuerpo se estremeció esperando las tres palabras que lo harían sentirse pleno otra vez

- Te amo Frank –

Sonrió justo antes de dejarse embargar por un suspiro, sonrió de nuevo antes que el llanto de felicidad se apoderara de él, extendió por completo sus brazos empujando a Gerard hasta dejarlo tendido sobre el prado, acomodándose sobre él, aferrándole el rostro entre las manos, acariciándolo esta vez con fuerza, con un poco de violencia, sin dejar de mirarlo, sin dejar de devorar la visión que tenía frente a sus ojos, pausando por completo sus movimientos, respirando agitado sobre el rostro de Gerard

- Dime que no es un sueño… - Cerró los ojos dejando que su rostro cayera sobre el de Gerard, pegando sus labios de la piel, apretándole el cabello entre los dedos, gritando ahogadamente en su oído - ¡Dime que no es un sueño! –

Gerard lo rodeó de nuevo entre sus brazos, moviéndose con fuerza, haciendo que Frank rodara por el prado, quedando ahora Gerard tendido sobre el cuerpo de Frank, empujando su rodilla entre las piernas de Frank, pegándose por completo a su cuerpo, mordiendo con violencia los labios rojos que no paraban de temblar, mordiendo hasta hacerlo sangrar

- ¿Te dolió? –

Preguntó levantando un poco la cabeza, Frank se relamió la gota de sangre que brotó de sus labios, asintiendo extrañado con su cabeza

- Entonces no es un sueño Frank –

- Nunca pude… - Palabras entrecortadas por la emoción que dominaba cada centímetro de su cuerpo – Nunca dejé de amarte… - Llevó de sus manos al rostro de Gerard apretándole las mejillas, sin poder creer aun que su más grande amor estaba con vida

- Yo tampoco dejé de amarte Frank – Se arrodilló en el prado, halándolo de la ropa para que se arrodillara frente a él – Luché por mantenerme vivo, luché y batallé cada segundo, solo con la esperanza de verte otra vez… - Un fuerte estremecimiento dominaba su cuerpo, observó nuevamente a Frank, lo miró por completo, sonriendo al ver su rostro, suspirando al ver su cuerpo, tomándole con fuerza las manos hasta llevarlas a sus labios, besando cada uno de sus dedos – Con la esperanza de hacerte mío otra vez, como siempre, y para siempre –

Frank se inclinó sobre el pecho de Gerard, apretando los parpados, escuchando con atención, rodeándolo con sus brazos

- Late… tu corazón late tan fuerte… - Levantó el rostro, mirando con tristeza los olivos ojos de Gerard – Yo creí que no latía, no lo escuché, te juro Gerard que no escuché latir tu corazón… -

Sonriendo para expresar un perdón sobre el que no tenía duda alguna, Gerard llevó sus dedos sobre los labios de Frank acallándolo, susurrando un “No importa ya”

Frank mordió suavemente los dedos que Gerard había puesto sobre sus labios, los llevó dentro de su boca, lamiéndolos, mordiéndolos, desesperándose por sentir plenamente a Gerard dentro de sí, como antes, como tanto lo deseó lleno de amargura, pero lleno de amor durante tantos años, sonrió mirándolo de forma lasciva como lo hacía cuando estaban juntos, de esa forma que solo Gerard comprendía, Frank no tuvo necesidad de imprimir mucha fuerza al empujarlo sobre el prado, Gerard sabía ya lo que Frank quería, y el solo se dejó caer de espaldas sobre el mullido pasto del jardín.

No importaba nada, en ese preciso instante no importaba nada más, no importó el tiempo perdido, las lagrimas derramadas, la culpa o el duelo, no importó el encierro, no importaba el resto de la humanidad, solo importaba el desesperado roce de los cuerpos, las manos que no se detenían ni un segundo, que no dejaban de acariciar, de apretar de sentir que sostenían entre ellas la vida que hace diez años les habían arrebatado a los dos.

Un gemido, profundo y placentero se desprendió de los labios de Frank, al rozar con fuerza su entrepierna sobre la pelvis de Gerard, un gemido que se prolongó al sentir las manos de Gerard apretar con desesperación sus nalgas, obligándolo a acercarse más a su cuerpo, sin poder satisfacer por completo el deseo contenido en su cuerpo durante tantos años

Frank acomodó su mano izquierda sobre el rostro de Gerard, no quería dejar de sentir el aire que exhalaba en cada respiración, y aunque su boca se comía a besos el cuello de Gerard y su mano derecha se metía entre el pantalón, no dejaba de estar pendiente de esa respiración, no se daría el lujo de hacerlo infartar de nuevo, de perderlo de nuevo, y aunque Gerard estaba muy concentrado en jadear por el placer, en reír por la alegría, y en deslizar sus dedos entre la ropa interior de Frank, pudo notar lo que Frank hacia, se detuvo, empujándolo suavemente a un lado, entrelazando sus piernas con las de él, acariciándole el rostro, mordiendo con fuerza sus labios al ver de nuevo el rostro excitado de Frank

- Deja de hacer eso… - Sonrió lleno de ternura, delineando las cejas de Frank con la punta de sus dedos – Deja de comprobar si aún respiro… estoy vivo Frank, estoy vivo y más fuerte que nunca –

Cerrando los ojos se movió un poco hasta chocar su nariz con la de Gerard, suspirando por milésima vez esa noche, suspirando entrecortadamente

- No quiero perderte otra vez… -

De nuevo las lágrimas colmaron los ojos de Gerard, aprisionando a Frank entre sus brazos

- No me vas a perder, ¿acaso no te das cuenta amor que ni la muerte nos puede separar? –

Frank sonrió, volviendo a ponerse encima de Gerard, besándole despacio, abriendo y cerrando los ojos entre cada beso que le daba, apretándole los labios, besando sus mejillas, besando con una sonrisa la punta de esa nariz perfecta, dejando su mirada fija en los ojos de Gerard

- ¿Por qué me hiciste esperar tanto? – Reclamó apretando sus labios para no llorar

- No estaba en mis manos Frank… y ahora, no quiero hablar, tendremos el resto de la vida para hablar… ahora solo quiero aferrarte tan fuerte entre mis brazos que se te dificulte respirar, ahora quiero desnudarte y recorrer por completo tu cuerpo, ahora quiero que vuelvas a sentir que soy completa y absolutamente tuyo –

Frank asintió con su cabeza, desestimando el temblor en sus labios, sin dejar jamás de ver los ojos de Gerard, los ojos que lo veían con el mismo amor que siempre lo vieron, que le hacían sentir como antes que no existía nadie más en el universo, esos melancólicos ojos de hermoso color oliva que le comunicaban en cada mirada que él era lo único sobre la tierra que Gerard podía amar.

Acarició con suavidad el pecho de Gerard, desabotonándole despacio la camisa sucia que lo arropaba, descubriendo de nuevo la blanca y suave piel que envolvía a su amado, Gerard miró el cielo, pronunciando un silencioso “Gracias” sin dejar de sostener entre sus manos el cuerpo de Frank, miró hacia la casa, notando que todos los hombres que la custodiaban se habían agrupado para ver el espectáculo

- Frankie… llévame a tu habitación, acá hay una gran audiencia que no pienso complacer -.

Frank levantó la vista, riendo al ver a sus hombres congregados en el portal

- Partida de metidos… - Bajó la mirada dejándola de nuevo sobre Gerard – Querrás decir a “Nuestra habitación” –

Se levantó extendiendo su mano para ayudar a Gerard, caminaron juntos hasta la entrada, ni un solo segundo Frank soltó la mano de Gerard, ni un solo segundo Gerard dejó de mirar a Frank, pasaron por entre los hombres que no pronunciaron palabra, pero no evitaban las risillas, Frank se detuvo mirándolos con fingido enojo

- Si esta fuera otra noche diferente, les volaría los dientes a todos de un solo golpe – Sonrió mirando a quien sostenía con fuerza de la mano – Pero hoy me importa un bledo que no estén en su lugar… ¡De la que se salvaron! –

Subieron despacio las escaleras hasta el segundo piso, Gerard rió mirando a Frank

- ¡Eres todo un capo! – Meneó la cabeza entre risas – Y pensar que lo aprendiste de mí –

- No sabes la cantidad de cosas que aprendí de ti –

Los dos sonrieron, llegando hasta el segundo piso, Frank señaló la última puerta al final del pasillo

- Es ahí – Se detuvo frente a la primera puerta - Pero antes, hay algo que debo hacer, esta felicidad no puede ser solo mía –

Empujó suavemente a Gerard contra la pared, sin soltarlo, sin dejar de apretarle la mano entre la suya, golpeó con la otra mano la puerta, de adentró alguien gritó con un poco de enojo

- ¡¿Quién?! –

- Abre Mikey, tengo algo acá que seguro quieres ver –

La respiración de Gerard se dificultó, escuchó la voz de su hermano, y su corazón saltó con una alegría tal que no había predicho. La puerta se abrió, Mikey vio a Frank parado frente a él, sonriendo como imbécil, sonriendo con los ojos inflados de llorar

- ¿Ya pensaste en lo que hablamos? –

- Mikey, eso lo hablamos después, ¿sabes a qué vino Brian? –

- No, y no me importa, tenemos problemas que resolver –

Frank respiró profundamente sin dejar de sonreír

- Vino a decirme que estuvo encerrado en una cárcel clandestina, una que no es del gobierno… no sé si entiendes… -

- ¡Claro que entiendo, no soy bruto como tú! -

Mikey palmeó sus piernas desesperado, Gerard pegó la cabeza a la pared, riendo al ver que su hermano seguía igual de testarudo que siempre

- Es que Brian allá se encontró con alguien que lleva diez años muerto –

Gerard no contuvo la risa, Frank retrocedió mirándolo

- Lo dije mal, ¿verdad? – Se encogió de hombros – Es que no sé cómo decirle que estás vivo sin que le dé un colapso o algo –

Mikey se congeló mirando sin entender por completo las palabras de Frank, Gerard se despegó de la pared parándose junto a Iero, dejando que de nuevo las lágrimas se escaparan al ver a su hermano de pie frente a él

- Creo que se lo acabas de decir Frank –

Mikey retrocedió sin dejar de ver a Gerard, retrocedió hasta que el borde de la cama le impidió caminar más, Gerard caminó con prisa hasta él, caminó sin soltar la mano con que Frank lo sostenía, rodeando a su hermano entre los brazos, pegando su rostro sobre el pecho de Mikey, esperando que su hermano lo abrazara también, pero el menor de los Way aun no podía salir del shock, así que Gerard lo soltó, mirándolo fijamente

- ¡Soy yo hermanito! –

La sonrisa en el rostro de Mikey brotó de forma natural, se lanzó sobre Gerard rodeándolo por completo entre sus brazos, sin importarle que el brazo de Frank estuviera en medio de los dos.

Se separó tomando con fuerza el rostro de su hermano entre las manos asegurándose que era él en verdad

- Eres tu… - Susurró antes de que una lágrima abandonara su rostro - ¡Estás vivo! No puedo creerlo… ¿Cómo, por qué, dónde estuviste 10 años? –

- En una cárcel clandestina, ya te lo dije Mikey, ¿no qué no eras bruto como yo? –

Frank sonrió pegando por completo su cuerpo al de Gerard, recostando su cabeza sobre el hombro, dejándose pegar más cuando Gerard lo rodeó con el brazo, Mikey los miró, entre una mezcla de sentimientos que no podía descifrar

- Tenemos que hablar hermano –

- Claro Mikey, tenemos diez años que poner al día – Miró a Frank, mordiéndose los labios sin poder disimular lo que la proximidad de Iero producía en su cuerpo, miró a Mikey de forma suplicante – Pero eso puede ser después… -

- Sí, eso puede ser después, yo sé que primero está Frank en tu vida… -

- Mikey… -

- No, no te angusties Gerard no es un reclamo, es una afirmación, y hace muchos años lo acepté… vayan, métanse en la habitación y forniquen hasta que el cuerpo no les dé más, que es seguro lo que los dos se mueren por hacer… yo esperaré, esperé diez años… unos días más no me harán daño –

Gerard besó la mejilla de su hermano, alcanzando apenas a despedirse cuando Frank lo haló de la mano encaminándose a la habitación, asegurando la puerta detrás de ellos, empujando a Gerard sobre la cama, saltando él también, sin pronunciar palabra, dejando que el único sonido en ese lugar fuera lo agitado de sus respiraciones, Gerard sostuvo con fuerza a Frank de los brazos, conteniéndolo de espalda sobre la cama, intentando controlar el ritmo de su respiración

- Despacio… yo quiero… - Jadeó recostando por completo su cuerpo sobre el de Frank – Quiero desnudarte muy lentamente… quiero comerme tu cuerpo con mis ojos, con mis manos, antes de… -

Frank empujaba su pelvis hacía arriba, buscando desesperado el contacto con la entrepierna de Gerard, jadeando también, dejando los brazos flexionados a cada lado de su cabeza

- haz lo que quieras, hazlo como quieras –

Mordió sus labios sintiendo los labios de Gerard cerrarse en su piel, atrapando su cuello entre ellos, gimió quedamente al sentir la mano de Gerard correr la tela de su camisa hasta despojarlo por completo de ella, Gerard se arrodilló en la cama, observando complacido el torso desnudo de Frank, arqueó las cejas al mirarlo

- Eres tan hermoso… tan imposiblemente hermoso - Llevó ambas manos sobre el pantalón de Frank, arrancándoselo con ropa interior incluida, sacándolo por las piernas aprovechando para sacarle los zapatos y las medias, arrojando todo lejos, quedándose en silencio, deleitándose con la desnudez de Frank, extendió su mano tomando suavemente el pene de Frank, inclinándose sobre él, lamiéndose los labios, abriendo su boca, ansiando llevarlo todo dentro, deteniéndose a pocos milímetros, para girar un poco su rostro y ver a Frank que apretaba la almohada entre sus manos muriendo por la anticipación, sonrió asintiendo levemente - Sí, absolutamente hermoso –

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