sábado, 23 de junio de 2012

Revenge seekers II; Capítulo: #35

Capítulo: #35

Alegría, amargura.

El cuerpo de Frank se retorcía sobre las sábanas de su cama, la funda de su almohada apretada con fuerza entre los dedos, negándose a cerrar los ojos, sin importar que podía sentir a Gerard sobre su pelvis, no se iba permitir dejar de verlo, dejar de asegurarse que estaba allí, finalmente, después de tanto dolor, de tanta soledad, no, Frank no tenía planeado despegar su mirada del rostro de Gerard, jamás.

Deslizaba sus labios, rodeando el pene húmedo de Frank, sin poder lograr que su llanto se detuviera, estaba completamente feliz, sintiendo el sabor de esa piel, ese sabor que por tantos años deseó sentir de nuevo, ese sabor que jamás olvidó, por momentos levantaba la vista para encontrarse con la mirada fija de Frank, los dos se juraban eternidad en cada una de esas miradas, Gerard dejó su mano sobre Frank, masturbándolo mientras sus labios recorrían desde la base del abdomen hasta los labios ardientes de Frank, un beso, uno de esos que son eternos para el mundo pero fugases para los amantes

- ¿Esto está bien Gerard? – Preguntó en medio de su excitación – Las personas normales… - Apretó los labios arqueando lleno de placer su cuerpo al sentir los dedos de Gerard acariciar repetidamente la punta de su pene – E…e… esto… no es normal… diez años… deberíamos hablar… en lugar de… -

Apretando los dientes, mirándolo lleno de deseo, sin dejar de mover su mano sobre Frank, enfocando afilada su mirada sobre él

- No somos personas normales Frank… - Detuvo el movimiento de su mano, asomando la punta de la lengua por entre sus labios – Pero si lo quieres, paramos ya y hablamos… -

Frank se encogió en la cama, agarrando con fuerza la mano de Gerard, obligándolo a moverla nuevamente sobre su pene

- ¡Ni se te ocurra! –


Ordenó, empujándolo de espalda a la cama, retirando de Gerard lo que quedaba de su ropa, lamiéndose un par de dedos, metiéndole la mano por entre las piernas, buscando la tibieza de Gerard entre sus nalgas, introduciéndole los dedos, casi al mismo ritmo con que lo masturbaba, con una traviesa expresión meneó la cabeza, susurrándole entre risas

- ¡Estás muy, muy apretado amor! –

- Diez años Frank… - Levantó la cabeza de la almohada, jugando con la lengua entre su boca – No te quejes, son diez años sin sexo, ¿Qué esperabas? –

Metió su cuerpo entre las piernas de Gerard, sin retirar los dedos de adentro, estirándose lo que más podía para alcanzar el rostro de Gerard

- No, no, no me quejo, antes… - Sacó sus dedos del interior de Gerard, quitándole la mano con que masturbaba su pene para acomodarlo justo en la entrada, doblándose un poco, hablando con el tono más morboso posible – Antes, creo que voy a disfrutar, cómo no te imaginas –

Ambos contuvieron la respiración, Gerard relajando su cuerpo tanto como podía y Frank empujándose dentro de Gerard con toda la fuerza posible, asegurándose de penetrarlo por completo, de una buena vez, de una vez por todas las que deseó durante tantos años.

Dos gemidos ahogados fueron lanzados al mismo tiempo, Gerard se aferró a los brazos de Frank, apretándole la carne entre las manos, sintiéndose morir por el doloroso placer que las violentas embestidas de Frank causaban en su interior, no dejaron de mirarse, no cortaron ni un segundo la dirección de sus miradas, sin importar el placer inmenso que sentían, no cerraron los ojos, no vieron hacía otro lado, solamente se sostuvieron la mirada durante todo el tiempo, amándose de nuevo, amándose infinitamente, superando lo básico del contacto de sus cuerpos desnudos, obviando la fricción constante del lubricado pene de Frank entre el tibio interior de Gerard, el sonido de cada penetración, dejando de lado el sudor resbaladizo de sus cuerpos, todo aquello que implicaba el simple sexo, no significaba nada en comparación con lo que ellos sentían, con lo que Vivian sus almas en ese momento, no, ellos dos no simplemente estaban haciendo el amor, se estaban jurando la vida, se estaban prometiendo eternidad en cada uno de esos movimientos, se estaban asegurando sin hablar, que se pertenecían el uno al otro, que eran dueños de sus días, que eran los únicos habitantes de su propio universo en el que nadie más tendría cabida nunca, jamás.

Los labios de Frank se separaron dejando que un hilo de su saliva se escapara por ellos, esa simple gota de saliva cayó sobre el pecho de Gerard, algo tan común como un mínimo fluido del ser que más amaba en el mundo rozando tibiamente su piel, logró que Gerard gimiera un grito de profundo placer, que al mismo tiempo le aceleró unos segundos la llegada a Frank, desencadenando también el orgasmo de Gerard, que conoció en un instante la sensación del placer perfecto al saberse lleno del semen de Frank en su interior.

Se relajaron en la cama, sin dejar de apretarse en un abrazo, en lo entrelazado de sus piernas, sin despegarse los labios, ni siquiera de estaban besando, simplemente se quedaron allí en silencio, con sus labios unidos, normalizando sus respiraciones, absorbiendo por completo el aliento del otro, muriéndose otra vez, como hace diez años, como lo harían el resto de sus vidas, muriéndose de amor.

Frank se permitió separarse por unos segundos, viendo la hora en el reloj de su mesita de noche, 7 minutos Para las ocho, regresó de nuevo a los brazos de Gerard, perdiéndose en ellos, en el eterno color oliva que no dejaba de observarlo lleno de amor

- Te amo Gerard Way… ¡Dios, estoy diciéndolo en tu cara, y no a una foto, a la noche o al viento! – Se encogió dejándose arropar por completo entre el cuerpo de Way

- Yo te amo también Frank Iero, te amo más que mi vida – Llevó su rostro sobre el cabello de Frank aspirando profundamente su aroma

- Hay algo importante que debo decirte – Se liberó sin querer realmente hacerlo de entre los brazos de Gerard, incorporándose un poco en la cama, apoyado en su codo, acariciando el cuerpo de Way – Tengo un hijo… un hermoso pequeño que lleva tu nombre –

El corazón de Gerard se conmovió enormemente, se incorporó también, sonriendo lleno de felicidad

- Ah por eso es el Junior, yo creí que era porque tenía tu nombre –

Frank se sobresaltó, sentándose por completo en la cama, mirando extrañado a Gerard

- ¿Sabías de la existencia de mi hijo? –

Gerard apretó fuertemente sus labios, sentándose en la cama, tomando las manos de Frank entre las suyas

- Hay algo que debo decirte, parte de eso ya lo sabes… - Respiró profundamente, ignorando el temor que lo invadía – Pero antes, recuerda que mis ansias por verte y esta alegría enorme de tenerte entre mis brazos me hizo olvidar que existe un universo que nos rodea… -

- Habla Gerard – Una corriente halada recorrió la espalda de Frank, el tono solemne con que Gerard le hablaba no era señal de buenas cosas

- Yo sé que a tu hijo lo secuestraron – Guardó silencio, extendiendo sus brazos para recibir entre ellos a Frank que se lanzó sobre él

- ¡Esto me está matando Gerard! – Se despegó un poco mirándole el rostro, sin poder ocultar la profunda angustia en su mirada - ¡Tiene siete años, es un niño indefenso! A veces, siento que voy a morir, y no puedo… no sé cómo recuperarlo… - Retrocedió alejándose de los brazos de Gerard, mirándolo fríamente – Y sé quién lo tiene… él…. es –

- Mi hijo lo sé –

Ambos se petrificaron, las miradas que se daban emitían señales confusas, dudas de parte de Frank, temor de parte de Gerard, y antes que Frank perdiera la cordura, Gerard se lanzó sobre él, sosteniéndolo con fuerza entre sus brazos, impidiéndole alejarse ni un centímetro

- Escúchame Frank, escúchame con calma –

No tuvo más opción que quedarse quieto entre los brazos de Gerard, escuchando cada palabra que él tenía para decirle

- Cuando lo supe, nosotros fuimos por Junior, pero Noelia ya se lo había llevado de ese lugar –

Frank empujó con violencia a Gerard lejos de sí, saltando hasta el otro extremo de la cama, de rodillas, apoyando las palmas de las manos sobre el revuelto tendido de sábanas, respirando entrecortadamente, sin dejar ni por un segundo de mirar el rostro de Gerard

- ¿Fuimos? – Resopló - ¿Quiénes?, ¿Cómo supiste que mi hijo lo tiene Noelia? – Apretó las mantas entre sus manos, perdiendo por completo la compostura - ¡¿Y por qué demonios no me avisaste tan pronto te enteraste?! –

Gerard no pudo moverse, no supo qué hacer, solo se quedó allí sentado en la cama, observando a Frank vestirse con rapidez. Intentó explicarle, pero Frank estaba demasiado alterado como para entenderle

- ¡No tenía dinero! Y Nick solo me lo dijo cuando estábamos en camino a ese lugar… -

- ¡Sabes matar, robar! – Se arrodilló en la cama gritándole en el rostro - ¡¿No pudiste hacer una maldita llamada?! –

- Frank, entiende, Nick no quería darme tu número telefónico, y cuando se arrepintió de todo lo que hizo era demasiado tarde, no había objeto en llamarte, a esa altura no sabíamos a dónde se había ido Noelia con Junior –

Se recostó en una pared, procurando no ahogarse en su propia rabia, tratando de controlarse, esperando en Gerard una palabra que le evitara odiarlo como lo estaba haciendo.

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