sábado, 23 de junio de 2012

Revenge seekers III; Capítulo: #20

Capítulo: #20

Saldivar conducía el auto por la interestatal de New Jersey, tenía una enorme sonrisa en sus labios, para él esta era una aventura que ansiaba revivir hace muchos años, desde que su imperio fue tan grande y seguro que lo dirigía detrás de un escritorio

- ¡Ojalá pueda dispararle a alguien, hace como ocho años mis balas solo impactan en los pentágonos de los campos de tiro!

Gerard sonrió contagiándose un poco de la adrenalina de Saldivar, marcó en el celular que el capo le regaló el número de Frank, la charla fue breve, pero animada, había algo en el ambiente que tenía feliz a Gerard, la proximidad del encuentro con su amor y su hijo, la cercana finalidad de esa pesadilla llamada Palladinno.

- Sí, sí Frankie, cinco de los hombres de Saldivar se van para el Deli, estarán adentro unos y afuera otros, si Palladinno va de nuevo al local ellos lo atraparan y lo llevarán al apartamento, yo voy con Junior y Saldivar directo al edificio, no te preocupes, en menos de 15 minutos estaremos allí

Guardó el celular en su bolsillo y fijo la mirada al frente, a la carretera que se hacia menos agreste y más citadina cada vez.





- Estás temblado – Nicholas advirtió en voz alta el estado de Frank, dejó los binoculares en el borde de la ventana y se acercó a Iero - ¿Tienes frío?

- No, no tengo frío, no tengo calor, no siento nada, mi cuerpo tiembla solo

Frank le respondió con mucho temor en su voz, era innegable, lo que sea que le estuviese pasando lo tenía asustado, miró a Way lleno de desconsuelo y luego miró su reloj

- Son las 2 en punto, este día es uno de los más largos de mi vida

Se paró frente a la puerta del apartamento, observándola fijamente como lo hacen los perros que esperan ansiosos la llegada de su amo, y cómo si el gesto no fuera suficiente declaró

- De acá solo me muevo cuando vea a Gerard atravesar esa puerta




- Doblando esa esquina está el edificio- Saldivar redujo considerablemente la velocidad con que conducía, miró a su copiloto y respiró profundamente - Llegamos, es hora del show

Gerard sintió su corazón detenerse, sonrió lleno de felicidad y tan pronto el auto se detuvo, él se bajo corriendo, seguido de Junior y así mismo subieron las escaleras hasta el piso 17.

Se detuvo frente a la puerta, dudando en tocar, sin saber la razón, sus manos le sudaban, no habían pasado tanto tiempo separados, habían sido apenas un par de días, pero lo que Gerard sentía no era solo la emoción en sí de ver a Frank, lo que lo tenía tan consternado era el extraño tono en la voz de Frank cuando hablaban por teléfono y las posibles razones detrás de ese extraño cambio

- ¡Ay por Dios, Gerard, toca de una buena vez!- Exigió el chico parándose frente a él

- ¡Junior! –

La voz de Nicholas se escuchó del otro lado de la puerta.

Frank no se movió, a pesar que Nicholas le hacia un gesto para que abriera, tan solo se quedó allí de pie viendo la puerta de desvanecida pintura azul

- ¡Bien, yo abro! –

Pasó delante de Frank, abriendo por completo la puerta, encontrándose con la estática figura de su padre mirándolo desde el pasillo. Junior tan pronto se abrió la puerta, atravesó el marco de la misma, corriendo a aferrarse con fuerza al cuerpo de Nicholas Way

Frank no se movió, tampoco lo hizo Gerard, solo sus miradas se encontraban, escrutando con sumo cuidado el uno al otro, tan concentrados en querer leerse el alma estaban, que no notaron que Saldivar entraba en el apartamento

- ¿A estos dos qué les pasa? – Preguntó antes de estirar su mano a Nicholas – Tu debes ser el hijo de Way

- Así es, señor Saldivar, ¡Muchas gracias por la ayuda! – Estrechó la mano de Marcos, presentándose con humildad – Nicholas Way, mucho gusto.

Miró a su padre aun estático, pensó que lo correcto sería acercarse a saludarlo, pero no pudo, ya suficiente tenía con esquivar la mirada inquisidora de Junior.

- Tenemos que hablar – Frank por fin se dignó a pronunciar palabra – Gee, acompáñame a las escaleras que conducen a la azotea, de verdad que tenemos que hablar – Giró su cuerpo buscando a Junior, extendió los brazos y espero a que el chico se pegara a su cuerpo, lo besó dulcemente en la frente y sonrió – Gracias al cielo estás aquí, te adoro más que a mi vida Gerard Junior

- ¡Nicky! – Gerard no se movía del pasillo, era como si sus zapatos estuviesen clavados allí mismo - ¿No vas a saludarme?

- Hola Gerard – Fue todo lo que alcanzó a decir, con una fugaz y forzada sonrisa antes de bajar por completo su mirada

A Gerard le pareció muy extraña la actitud fría de Nicholas y habría indagado un poco, pero Frank le pasó por el lado dirigiéndose a la puerta plateada que decía “Escaleras”

Gerard cerró la puerta de acceso una vez llegó al lugar, Frank lo esperaba de pie en el primer escalón, mordió fuerte, muy fuerte sus labios y centró su mirada en el rostro de Gerard

- Por aquí nadie sube… o baja, acá podemos hablar con tranquilidad

Los labios de Gerard estaban entre abiertos, solo acertaba a asentir con su cabeza, a tomar oxigeno por su nariz y a liberarlo por entre sus labios, como si de esa forma dejara escapar el miedo que sentía por la fría actitud de Frank

- ¿Qué es esto Frank? – Preguntó, y su voz se empezó a debilitar – Bésame, abrázame… no te quedes ahí de pie viéndome como si fuera un extraño

Los dedos de Frank se contrajeron en un cerrado puño. Quería besarlo, sí, y quería abrazarlo y quería aferrarse a su cuerpo tal como Junior lo hizo con Nicholas y quería además empujarlo contra la puerta plateada y despojarlo de toda la ropa y llenarle el cuerpo con sus besos y quería… quería sentirlo adherido a su propia piel. Pero no pudo moverse ni un milímetro.

- El extraño… soy yo – Balbuceó, alejando su mirada de Gerard, mordiéndose los labios una vez más, con fuerza, con intención de hacerse daño, mirándole a los ojos a intervalos, temiendo que si le sostenía la mirada, Gerard iba a leer la traición en él

- ¿Qué ha pasado… en este par de días… qué es lo que te tiene así? –

Sin saber la razón se sintió cohibido al hablarle a Frank, extendió con temor su mano, buscando las manos que Frank le negó

- Cosas Gerard… cosas feas han pasado -

Gerard se secó en su ropa el sudor de sus manos, y dejándose ganar por sus impulsos, se acercó a Frank que se veía más alto que él por estar parado en el primer escalón. Lo miró desde abajo, lo miró con deseo, sus labios temblaban, al igual que sus manos. Intentó tocarlo, pero Frank se lo impedía, alejándolo, empujándolo, gimiendo un “no” continuo, contrayendo cada musculo de su cuerpo para evitar el contacto.

Gerard se desesperó sin entender qué le pasaba y para finalizar ese absurdo juego del gato y el ratón, tomó con fuerza a Frank de los brazos, obligándolo a bajarse del primer escalón, usando toda la energía de su cuerpo para llevarlo contra la puerta plateada que daba al pasillo, y para evitarle “escapar” pegó todo su cuerpo contra el de Frank, sosteniéndole ambas manos a la altura del pecho, y antes de preguntar el por qué de su actitud, le mordió los labios por un par de segundos antes de besarlo con una mezcla de pasión y ternura.

- No soporto cuando te comportas así… como si estuvieras congelado por dentro y ya no sintieras nada por mí – Reclamó sin despegarle los labios del rostro

- No digas eso… - Respondió en un murmullo, tratando de voltear su rostro lejos del de Gerard – Sabes bien que te amo

- ¡Demuéstramelo! - Exigió entre dientes, con rabia, con profundo tono de voz

Frank finalmente dejó su mirada quieta sobre los olivos ojos que estaban llenos de incertidumbre y temor, pensó que lo mejor sería hablar de una buena vez y sacarse de dentro esa culpa que lo estaba consumiendo, llenó de aire sus pulmones, abrió sus labios y la expresión en su rostro cambió, estaba listo para confesar, pero después de pronunciar tímidamente el nombre del otro no pudo decir más

- Yo… - Tomó un poco más de aire, arqueando sus cejas – Yo… - liberó el aire, y su boca se movía, pero le fue imposible pronunciar palabra

- ¿Qué? – Gerard le soltó las manos, decidió tomarle con suavidad el rostro, mirarlo con dulzura mientras le rozaba suavemente la piel con la punta de sus dedos – Soy yo Frankie, ¡Tu Gerard! A mi puedes decirme lo que sea, por horrible que pueda parecerte

- Yo… te amo Gerard –

Solo alcanzó a decírselo y se sintió incapaz de rechazarlo más, apretó con sus manos las mejillas de Way, y entre sus labios, los labios de Gerard encerró, solo pausaba sus besos para respirar, o para saborear la boca de Gerard, sentía que el cuerpo le ardía, las manos le ardían, todo lugar en que tenía contacto con ese hombre, con su hombre, le ardía como si tocara flamas incandescentes, sonrió entre beso y beso, dejando escapar pequeñas carcajadas que se metían dulcemente por los oídos de Gerard, llenándolo de más incertidumbre.

- ¡Y ahora qué Frankie, estas que te mueres de risa! – Rió también, arqueando la espalda, alejándose solo un poco de Frank para verle el rostro, que a diferencia de unos segundos antes, lucia alegre y lleno de picardía

- ¡Ahora Gerard te voy a hacer el amor antes que el Padre Ray venga y nos saque a escobazos de la iglesia!

Gerard dejó caer las manos a cada lado de su cuerpo, ladeó la cabeza sin entender del todo las palabras de Frank y hasta sin intención retrocedió un paso

- ¿El padre Ray? Qué, qué dices Frank… Ray hace muchos años…

No pudo terminar de hablar, Frank se abalanzó sobre él, empujándolo sobre las escaleras, sin perder tiempo, sin considerar la incómoda posición en que Way estaba, Iero solo quería tenerlo y tenerlo de inmediato.

Le mordía suavemente la piel del rostro, mientras resbalaba su mano derecha por entre el pantalón de Gerard, lo miró con los ojos centelleantes, llenos de lujuria y le habló entre risas

- Gee, no hay tiempo de pensar, ayúdame a sacarnos la ropa. Quiero acabar antes que empiece a caer la noche, así podremos irnos a sentar debajo del jazmín y adormecernos con el dulce aroma.

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