sábado, 23 de junio de 2012

Revenge seekers III; Capítulo: #21

Capítulo: #21

Junior tomó los binoculares del borde de la ventana, observó el cuartel de la DEA por un par de minutos, y se volteó a ver a Nicholas

- ¿A quién se le ocurrió la idea de rentar este apartamento?

- Fue idea de tu papá – Respondió sin verle a la cara

- Él es un genio ¿No crees? – Buscó la mirada de Nicholas, pero él estaba empeñado en negársela

- Sí

Seco y frío, así lo sentía Junior, incluso preocupado, turbado, dejó los binoculares en el borde de la ventana y se dirigió con extrema amabilidad a Saldivar

- Marcos, podrías disculparnos, tengo que hablar algo urgente y privado con Nicky en la habitación, si pasa algo me avisas por favor.

Saldivar los disculpó y rió para sí mismo por lo cómico de la situación, al parecer para los Iero solo existían los Way y viceversa, tal vez era algo que llevaban en la sangre.

La habitación estaba completamente vacía, tal como el resto del apartamento, Nicholas entró sintiéndose como una res camino al matadero y no pudo más que respirar profundamente y llenarse de valentía.

Junior cerró la puerta y se paró contra ella, como si presintiera que Nicholas tenía deseos de escapar.

- ¿Entonces? – Preguntó sin dejar de mirar a Nicholas como si fuera un criminal

- Entonces ¿Qué? – Respondió el mayor, caminando al otro extremo de la habitación, pegándose de la pared, todavía esquivando la mirada de Junior

El chico se cruzó de brazos, trató de relajar la mandíbula, pero la rabia que sentía le hacia apretar los dientes

- Habla Way, habla de una maldita vez, ¿Qué está pasando contigo?

En la habitación no hacía frío, no tenía corrientes de aire, no había razón alguna para que Nicholas empezara a temblar como lo hacía. Miró al suelo, miró al techo, respiró entrecortadamente y no pudo encontrar un buen lugar en donde clavar sus ojos, sin importar a donde dirigiera su mirada, sentía el ardor de los redondos ojos avellana escrutar cada centímetro de sí.

- ¡Ya, habla! – Gritó, dando zancadas para acercarse y pararse frente a Nicholas, llevó ambas manos a su cintura y gritó otra vez - ¡Deja de actuar como un maldito conejo acorralado por los lobos! A mi tu actitud me dice más que tus palabras, pero aun así quiero oírlo de tus labios.

- ¿Oír qué? – Estaba notablemente alterado cuando le contestó, avanzó menos de un paso y tomó el rostro de Junior entre sus manos, decidió por fin enfrentarle la mirada y sin controlar el temblor que le hacia entrecortar la voz, le susurró - ¿Qué te amo? Te amo Junior, te amo con todas las fuerzas…

- ¡Cállate! – Gritó empujando con violencia a Nicholas - ¡No soy un imbécil, conmigo no puedes Nicholas! No pudiste engañarme cuando tenía 6 años, ahora menos.

Nicholas Way jamás pensó que una expresión tan dulce como la de Junior se pudiese desfigurar, de forma aterradora, con ira suficiente para llenarlo de temor

- ¡Qué quieres que te diga Junior, te amo, no miento!

- Dime la verdad… dime por qué mi papá me sermoneó sobre el amor y el perdón… dime… di en mi cara – Su corazón latía muy fuerte, casi podía sentir que la sangre que le corría desfogada por las venas lo hacía mover, y no entendió por qué su voz se empezaba a cortar por el llanto, tan solo pasó la palma de su mano derecha sobre su rostro, limpiándose las lagrimas que brotaban en contra de su voluntad – Di… simplemente… mírame a los ojos y dime… que… - Volvió a pasarse la palma por el rostro, limpiando otra cantidad de lagrimas igual a la anterior - ¡Maldita sea! No quiero llorar

- No llores… - Intentó calmarlo, se atrevió a llevar su mano sobre el hombro de Junior, a pesar que sabía que el chico se la retiraría con violencia

- Es que todo es tan simple Nicholas – Junior rió entre el llanto, rió con desconsuelo y algo de cinismo – Es más simple que uno más uno… y está más claro que el cielo en un día de verano… tú, mi papá, los dos solos… haciendo absolutamente nada más que eso, estar solos… y mi papá me habla del amor y el perdón… - Aunque los ojos de Junior estaban colmados de lágrimas pudo mirar a Nicholas fijamente, y aunque su voz se debilitaba por el llanto, pudo decirle perfectamente lo que pensaba – Te acostaste con mi papá… no existe otra explicación.

Junior retrocedió, quedando en medio de la habitación, no apartó su mirada de Nicholas, le vio apretar los labios, vio como los ojos olivos de su novio se llenaban de lágrimas y vio a Nicholas pegarse contra la pared y resbalarse hasta sentarse en el suelo, lo vio y esperó por alguna palabra de él, se llenó de indignación al verlo simplemente cerrar los ojos y ocultar el rostro entre sus manos

- ¡Di algo, maldito idiota! – Empuñó sus manos, sintió un desesperante deseo de arrojarse sobre él y golpearlo hasta quedar sin fuerzas, pero en lugar de hacerlo se desmoronó cayendo sentado en el suelo, en medio de la habitación – Es más… es más grande… - Balbuceó luchando con el llanto para poder hablar – Es mucho más grande… ¡Este maldito dolor que siento que la rabia que tengo!

- No puedo decir nada… - Nicholas no tuvo la valentía de descubrir su rostro, le habló por entre las manos, le habló sin una sola esperanza de ser redimido - ¿Qué podría decirte sin ser un cínico? Que me perdones… lo que hice es imperdonable… ¿Qué tomes fuerzas del amor que sientes por mí y trates de entender? No puedo ser hipócrita, porque ni yo mismo entiendo por qué pasó… lo qué pasó

Junior lo escuchó y por una extraña razón que no pudo comprender, dejó de sentir tanta rabia, cambiándola por una dolorosa decepción. Se levantó del suelo, se limpió una vez más las lágrimas del rostro y caminó pesadamente a la puerta, abriéndola solo un poco

- Tu no vales nada Nicholas Way, no vales mi rabia y mucho menos este dolor que estoy sintiendo… no vales estas lágrimas, no vales esta muerte lenta que está padeciendo mi alma… y tienes razón, lo que hiciste es imperdonable – Intentó reponerse, calmarse, intentó ser valiente, pero no le fue posible, Junior sintió como si le hubiesen abierto el pecho en carne viva y le estuvieran arrancando el corazón. Dejó la puerta abierta y se acercó a Way, arrodillándose frente a él, obligándole a retirarse las manos con que se cubría el rostro, forzándolo a mirarlo a los ojos, y sonrió con un suspiro – Seis años… ¡Seis malditos y eternos años lograste esperar por mí! Hasta llegué a creerme el cuento que tu amor era real, que era infinito y que podía vencer cualquier maldito obstáculo, pero solo te bastó estar a solas con mi papá para asesinarme la ilusión – Cerró los ojos y puso suave, sutil y fugazmente sus labios sobre los de Nicholas, se levantó y desde arriba lo miró, meneando pesadamente su cabeza - Desde este preciso instante, Nicholas Way, estás muerto para mí.


Dejó la habitación, entró en la sala caminando despacio, Saldivar que inevitablemente había escuchado toda la conversación le palmeó suavemente el hombro, hablándole con tono bajo

- Tienes mucha vida por vivir, piensa que él solo fue una experiencia, otros entrarán y saldrán de tu vida, no te deprimas ahora por él

- No – Junior se tragó el llanto y miro lleno de tristeza a Marcos – No habrán más… - Respiró profundamente viendo a la puerta de salida, preguntando lo evidente - ¿Mis papás aun están afuera?

- Ajá, ¿Quieres que los llame?

- No, yo solo quiero que traigan a Palladinno… tengo ganas, muchas ganas de herir, de hacer sangrar, de golpear y masacrar a alguien – Miró de reojo la puerta entreabierta de la habitación en que estaba Nicholas y le susurró a Saldivar – Y a ese malnacido no lo puedo matar… porque soy igual de estúpido que Gerard.

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