sábado, 23 de junio de 2012

Revenge seekers III; Capítulo: #22

Capítulo: #22

Las caricias de Frank siempre le doblegaban a Gerard la voluntad, tenían ese ingrediente especial que solo Frank lograba ponerle, una inmensa ternura mezclada con la rudeza típica de un hombre como él.

El borde de los escalones le lastimaban la espalda, pero no, Gerard Way no se movería un solo centímetro de su lugar, aunque el peso de Frank sobre su cuerpo semidesnudo lo hiciera chocar más fuerte contra el filo, aunque se estuviera resbalando, aunque en cada movimiento que Frank hiciera con su pelvis, él se pegara en la cabeza.

No, no habría fuerza, evento o dios posible que hicieran que Gerard se moviera a buscar una posición más cómoda. ¿Para qué lo haría?, el filo de los escalones, el golpeteo en su cabeza y el que se estuviera resbalando no importaban, mientras su interior sintiera el placer de ese ardor constante, en tanto continuara la extraña, pero maravillosa sensación de que su cuerpo iba a partirse en dos por las fuertes y profundas penetraciones, y no, no se movería, porque el rostro hermoso, lujurioso y lleno de morbo de Frank estaba sobre el suyo, y no quería dejar de disfrutar de esa maravillosa visión, del hombre de labios rojos humedecidos con su saliva, que respiraba agitado con los ojos entre cerrados, y le sonreía lleno de picardía cada vez que empujaba su pene dentro de él.

Frank noto que Gerard se estaba resbalando por las escaleras y en lugar de cambiar de posición rió, agarrándole fuertemente la cadera, logrando levantarlo un poco, y no lo soltó, se aprovechó del espacio libre que le daba el ángulo del escalón para mover sus manos por debajo del cuerpo tibio de Gerard y pellizcarle las nalgas.

Los dos tan juntos formaban una graciosa figura, parecían una deidad hindú, las piernas de Gerard a cada lado de Frank, casi a la altura de los hombros, lo único con lo que Way se podía sostener era con su espalda, su adolorida espalda, pero como está establecido, a él le importaba poco ese dolor, además, las manos fuertes de Frank lograban sostenerlo bien, de las nalgas, a pellizcos, pero bien.

Los ojos de Gerard empezaron a pestañear rápida y constantemente, su cuerpo empezó a contraerse, temblando un poco, y Frank se mordió con fuerza los labios al adivinar lo que estaba a punto de acontecer, le pellizcó mucho más fuerte las nalgas y pegando su frente a la de Gerard le susurró entre jadeos

- No… no te voy… a dejar acabar… no quiero que acabes

Disminuyo el ritmo que llevaba, le soltó las nalgas y se salió de entre el, todo lo hizo sin dejar de verlo a los ojos con la expresión más traviesa que pudiese lograr, se sentó recostando la espalda contra la puerta gris y le hizo una seña a Gerard, para que se montara encima de él.

Así lo hizo Way, y agradeció en su mente el dejar el maldito filo de las escaleras. Le ayudó a Frank a entrar de nuevo en él, y comenzó a moverse lentamente de arriba abajo, sin perder de vista el rostro enrojecido y sudoroso de Frank.

Los dos olvidaron en ese instante el pasado, los problemas y venganzas, no había nada mejor en que pensar, nada era más importante que esa declaración de amor en forma de sexo que siempre se juraban entre humedad, jadeos y gemidos.

Las manos de Frank se deslizaron por el blanco pecho de Gerard, lo acarició suavemente, antes de bajarlas hasta el erecto miembro que tomó con algo de fuerza y empezó a masturbar, a sabiendas que sí Gerard estaba casi a punto, esto terminaría por enloquecerlo.

Los apretados dientes de Iero dejaron escapar en un silbido el aire que exhaló, cerró con fuerza los ojos y pegó su frente a la barbilla de Gerard, detuvo el movimiento de su mano sobre él y pidió

- Más… fuerte. Ahora, mas

Gerard le tomó entre las manos el rostro, alejándolo para poder verle la cara, mientras aumentaba el movimiento de su cuerpo, mientras sus nalgas rebotaban sobre el regazo de Frank, y solo se detuvo cuando lo vio contraer todos los músculos de su rostro y liberó un profundo “fuck”. Se levantó, sintiendo que un poco del semen de Frank se le escurría por entre las piernas, sonrió besándole dulcemente en los labios y le habló de forma cómica

- Oopsie! Creo que me levanté antes de tiempo.

Frank solamente lo miro intensamente antes de empujarlo para hacerlo caer de espalda contra el estrecho suelo, un poco más y Gerard se habría golpeado en las escaleras.

- ¡Me las vas a pagar! – Amenazó Frank, al arrodillarse e inclinar su rostro sobre la pelvis de Gerard, abrió su boca solo un poco para sacar la punta de su lengua y lamer una sola vez toda la extensión del miembro de Gerard – Cuando sienta que estás por venirte, voy a retirar mi boca y tú verás como acabas – Rió, porque sabía perfectamente que solo se sacaría ese pene de su boca cuando sintiera el tibio semen escurrirse hasta su garganta.

La mirada de Gerard se dirigía al techo, pero no veía nada en particular, y menos cuando todo se le oscureció durante los segundos que duró su orgasmo que concluyó tal como Frank lo había imaginado, con el semen disparado directamente en su garganta.

Se vistieron sin prisa, como si no tuvieran asuntos urgentes que atender, Gerard se sentó en el primer escalón, recostándose un poco en la pared, Frank se sentó a su lado, recostándose casi por completo sobre el pecho de Gerard, y así, sin verlo a los ojos le fue más fácil hablar.

- Esto es una pesadilla… no veo la hora de despertarme

- Sí, lo es, pero tan pronto eliminemos a Palladinno todo acabará

- Sí, claro, también está el asunto del sargento – Agregó Iero mirando al vacio

Gerard se movió, buscando la mirada de Frank - ¿También? – Se acomodó mejor, obligando a Iero a mirarlo a los ojos - ¿Acaso no era a eso a lo que te referías?

Frank se heló al chocar su mirada con la de Way, aspiró una enorme bocanada de aire y su expresión se llenó de preocupación

- Amor, muchas cosas pasaron en este par de días, cosas que tienes que saber – Se sentó con la espalda recta, mirando hacia la puerta – Yo no he estado muy coherente… se me olvidan las cosas… como el tiempo y el lugar en el que estoy

- Sí, lo noté hace un rato cuando me hablaste como si Ray estuviera vivo, como estuviéramos en la misión de nuestra señora de los lamentos

Iero sonrió desconsolado, se levantó de las escaleras y se paró mirando a Gerard

- Sí, cosas por ese estilo, además, hoy empecé a confundir los colores… es extraño esto, y el pobre Nicholas ha tenido que aguantar todo… hasta me puse violento con él, porque por momentos todo lo que recordaba es que él fue un Bloody Hunter

Gerard escuchaba cada palabra, y empezaba a sentir temor, era natural, Frank es el ser que más ama en el universo y una posible enfermedad lo asustaba profundamente. Se levanto también, abrazándolo estrechamente, dándole su apoyo de forma implícita. Frank se aferró con fuerza a la espalda de Way y acomodó los labios cerca de su oído

- Eso no es lo peor amor – Se separó despacio, mirándolo ahora lleno de temor - ¿Tu amor por mi es… infinito?

Gerard sonrió acariciándole el rostro con el dorso de su mano

- ¿Después de todo lo que hemos pasado, aun lo dudas?

Frank se llenó de valentía, le tomo ambas manos a Way entre las suyas y comenzó a relatar como si fuera la historia más contada del mundo

- En la farmacia esa que te conté… la farmacia abandonada – Esperaba a que Gerard asintiera y seguía – Me recordó a la fábrica en la que nos escondimos cuando los Bloody nos descubrieron… y mi mente… ¡”Puff”! se fue de paseo… y creí que estábamos ahí, es decir, creí que Nicholas era tú, ¡Ja! Todo en mi mente se revolvió – Le observó las expresiones con cuidado, tratando de adivinar lo que Gerard sentía mientras le contaba – ¡Y fue muy cómico! Porque en un momento me lance sobre él diciéndole que aguantara, que las chicas venían por nosotros…

- ¡Ja,ja,! Lo mismo que me decías a mi cuando estaba agonizando con la bala en mi corazón ¿Y el pobre Nicholas que hizo?

Frank le soltó las manos y retrocedió un par de pasos, miraba a Gerard y a la puerta a intervalos y continuó

- Nicholas, bueno el estaba un poco asustado… es que desde el día anterior yo venía mal, y en el hotel… - Se le iluminó el rostro de pronto y sacudió las manos a la altura de su rostro - ¡No te conté! Cuando llegamos acá, Nicholas y yo nos registramos en un hotel para descansar un poco, y… ¡Adivina qué!

Gerard no supo que decir, el cambio en la expresión de Frank fue muy radical y solo alcanzo a reír

- ¿Qué?

- Pues que fue el mismo hotel, la misma habitación en la que hicimos el amor por primera vez

- ¿Y recuerdas eso con alegría? Esa noche fue terrible Frank

- No, no lo fue, esa noche me di cuenta que te amaba… ¡Ah, no seas aguafiestas Gerard! Nuestra vida ha sido dura, pero aun así maravillosa, ¿O no lo crees?

- Frankie, termina de contarme lo que pasó, y sí creo que mi vida es maravillosa, en especial cuando tu y yo tenemos momentos como el de hace un rato

- Si – Frank lo dijo con un suspiro, infló su pecho con más oxígeno y volvió al relato – Bueno, pues yo creía que Nicholas era tu, y en un momento le busqué la herida en el pecho y no la encontré y me puse como un loco, le apunté a tu hijo con el arma en la frente

- ¡Por Dios Frank!

- Tranquilo, no lo maté – Rió solo durante unos segundos, y su expresión volvió a llenarse de angustia – Y bueno… yo no sé lo que me pasó en ese momento, pero poco después de eso, algo peor pasó

- ¿Qué cosa Frankie? –

Gerard lo miró con desconfianza, se cruzó de brazos y esperó que el otro siguiera hablando, pero el golpeteo en la puerta le impidió a Frank terminar por confesarle a Gerard la verdad.

- ¡Way sal de ahí, mis hombres traen a Palladinno!

Las palabras de Saldivar le hicieron olvidar a ambos que sostenían una conversación, Frank abrió la puerta de par en par, para encontrarse con el alborotado Marcos Saldivar

- Dile a tus hombres que lleven al malnacido a la azotea, y por favor, dile a nuestros hijos que suban – Se volteó a ver a Gerard – Subamos, allá tengo todo lo necesario para cobrarnos las muertes que ese nos debe, y después que el sargento deje de respirar, tu yo seguimos hablando, hay algo muy importante que tengo que contarte.


Junior entro al viejo invernadero, observó la silla que su papá había puesto justo en la mitad, y curioseó las sogas y cuchillos acomodados en el piso, todo indicaba que su papá había planeado muy bien lo que le haría al sargento. Nicholas entró también, su ánimo estaba por el piso y no podía hacer más que mirar a Junior esperando que en algún momento el chico se dignara a notar su presencia.


- ¡Dios mío! – Saldivar se llevó las manos a la cara al ver los cuchillos en el piso, y giró para ver a Frank y a Gerard que entraban al invernadero, hablándole al primero - ¿Qué piensas hacerle al tipo?

Con extrema frialdad, Frank respondió viendo los metales – Lo voy a hacer que me suplique que lo mate de tanto dolor que le voy a causar.

- Frankie, yo creo que lo mejor sería simplemente meterle una bala y listo – Sugirió Gerard acariciándole el brazo

- No, una bala no es suficiente para cobrarle la muerte de Garbage, una bala no basta para honrar a Ale, Sil y Lorena. Ni para reclamarle por apresar a Mikey, a mis hombres y a nuestros hijos

- ¡Ja!, cómo si te importaran “tus hijos” – Junior protestó sin retirar su mirada de sobre los cuchillos – O en su defecto, si es que al que no lleva tu sangre lo consideraras de verdad como a un hijo… déjame decirte, Frank – Pronunció el nombre de su padre con una rabia tan profunda, que fue chocante – Eso te convierte en un enfermo.

- ¿Por qué dices eso Junior? – Gerard, lleno de curiosidad se acercó al chico, esperando una respuesta

- ¿No lo sabes? – Lo miró con expresión burlona – Veo que no, porque Frank, está en una sola pieza, y perdóname papá – Levantó la vista mirando a Frank, y señalando con el índice a Gerard – Porque a él si me nace llamarlo papá, ¿Me oyes, Frank? – Volvió su mirada a Gerard y meneó negativamente la cabeza – No es mi obligación contarte, mejor espera a que Frank te cuente, y prepárate papi, porque es seguro que éste tipo que me dio la vida, te va a arrancar el alma sin anestesia

- Junior… ¿Qué demonios pasa? – Gerard estaba cada vez más confundido, y habría indagado más, pero el ruido de los hombres de Saldivar, arrastrando a Palladinno al invernadero, logró distraerlo.

La conmoción reinaba en todos, Guido Palladinno fue atado a la silla de acero en medio del invernadero, en la azotea del edificio que quedaba a pocas cuadras del cuartel de la DEA.

Frank se molestó al notar que estaba desmayado, se sentó en el piso a esperar que despertara, y sin mirar nada más que al tipo atado de pies y manos a la silla habló en voz alta

- Estos momentos es mejor disfrutarlos con calma.

Gerard Way se paró al lado de Frank, frente a Palladinno, le sacó la bolsa de lona con que le cubrieron la cabeza y le contó los moretones que tenía en la cara, era obvio que los hombres de Saldivar usaron la fuerza para atraparlo

- Solo espero que la DEA no sepa en donde lo tenemos

- No lo saben, y tampoco les importa – Saldivar guardó su celular en el bolsillo de su camisa y continuó – Acabo de hablar con el director general del departamento antidrogas, él es mi “amigo” desde hace varios años, y según lo que me dijo, Palladinno se había convertido en un dolor de cabeza para ellos, así que por un buen tiempo no lo van a buscar, es más, mi “amigo” me informó que por una buena cantidad sus expedientes serán borrados.

Frank sintió un alivio momentáneo, le sonrió en agradecimiento a Marcos y hablo de nuevo, en voz alta


- Marcos, estoy infinitamente agradecido contigo, pero en este momento te suplico que nos dejes solos, no quiero a nadie que no sea de mi familia en este lugar

Saldivar asintió con su cabeza, les hizo una seña a sus hombres y salieron de allí.

- Frank, yo quiero darle la última cuchillada a ese hombre – Junior se paró al lado del desmayado sargento, mirándolo con extremo fastidio

- No, yo no quiero que te conviertas en un asesino.

Gerard sintió su cabeza hervir, había olvidado que tenía algo que confesarle a Frank, y ese era el momento

- Frankie, lo siento, no pude cumplir lo que me pediste… en Filadelfia, después de la traición de Novak, Junior y yo huíamos… y uno de sus hombres logró atraparme…

- Y yo le volé la cabeza con la Colt que mi papá compró.

Frank se inquietó, pero no dijo absolutamente nada, Gerard se sentó junto a él, tomándole la mano derecha

- Perdóname Frankie – Rogó

- Yo no tengo nada que perdonarte, los humanos cometemos errores, y la mayoría de las veces, es sin intención de herir, todo está bien Gee, todo está bien.

- ¡Ja, Que bien te veo Frank! – Exclamó Junior aplaudiendo un par de veces – ¡Estas abonando el terreno! ¿A Gerard también lo vas a aleccionar sobre el “amoooor y el peeeerdón”?

Frank no miró a su hijo, no tenía fuerzas para hacerlo, y menos ahora que era más que obvio que Nicholas le había contado lo sucedido.

- Yo no sé qué mierda pasa con ustedes – Gerard se levantó del suelo, sin dejar de ver al sargento – Pero ahora no puedo preguntar… - Señaló a Palladinno y exclamó - ¡Se está despertando!

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