sábado, 23 de junio de 2012

Revenge seekers III; Capítulo: #6

Capítulo: #6

El auto avanzaba lento por las calles, Frank tenía prisa, pero no sabía a dónde se dirigía, por eso su pie titubeaba sobre el acelerador; tomó la avenida 45, la conocía bien, fue allí donde pasó algún tiempo de su juventud, cuando vendía su cuerpo para sostener su adicción a la cocaína, los chicos bajo los faroles le recordaron a sí mismo, hace más de 17 años, removieron ese sentimiento de soledad y abandono y el dolor que sentía por haberle fallado a Gerard.

Esa misma noche, Frank sentía que le había fallado de nuevo, y peor aún, le había fallado a su propio hijo. Palmeó con fuerza el volante, al sentir que la impotencia colmaba sus pensamientos, ¿Por qué Gerard y Junior estaban enojados con él? lo único que hizo fue cumplir con su deber de padre y proteger a su hijo, ese era el paso lógico a seguir.

Frank conducía sin dejar de menear negativamente su cabeza, es que no entendía, de verdad no comprendía cómo ni por qué el maldito Nicholas Way se había convertido en el ser que Junior y Gerard amaban más, ¿En qué instante él dejó de ser el mundo de su hijo y el universo de Gerard?

Giró el auto sin querer, topándose con el bulevar al final de la avenida 45, si no frena en seco se habría llevado por delante los botes de basura apilados en desorden, dejó el auto quieto un buen rato, sumergiendo su mirada en la oscuridad de la noche, recorriendo con sus ojos avellana el desorden y la suciedad del bulevar. Sonrió al reconocer el lugar, era el centro de operaciones de uno de tantos pandilleros a quien él le vendía droga. Apagó el motor, bajándose con precaución del auto, no avanzó ni tres pasos y frente a él apareció el jefe de la pandilla.



Los ojos de Gerard se movían lentamente de izquierda a derecha buscando, de derecha a izquierda temiendo no haber visto bien, una y otra vez, recostado bocabajo sobre el tejado de un almacén de guantes y sombreros frente al cuartel de la DEA.
No había señales de Frank, todo se encontraba desesperantemente en calma, si lo hubiesen capturado, habría un alboroto… tal vez no.

Tal vez ya estaba muerto.

Su corazón se encogió de dolor al imaginarlo, se llenó de remordimientos, pensando inútilmente en las cosas que debió hacer… irse lejos con Frank cuando su hermano y las chicas exterminaron a los Bloody Hunters, no habrían desperdiciado su juventud en el dolor de estar lejos. También debieron alejarse de todo hace seis años, cambiar por completo de vida junto con sus hijos, pero son un par de idiotas, los dos lo fueron, siempre lo serán.


- Muchas locuras había escuchado antes, pero ir contra el cuartel de la DEA se gana el premio mayor.

Frank bajó la cabeza, por primera vez desde que tomó las riendas del negoció que Gerard dejó cuando todos lo creyeron muerto, y no solo bajó la cabeza, si no que se arrancó la dignidad frente al líder de una simple pandilla a la que él alguna vez le vendió droga

- Solo necesito distracción… no sé cuantos agentes hayan a esta hora, no sé qué armas tengan… ni siquiera sé cómo… - Pasó la palma de su mano sobre su rostro, resoplando en desesperación – Ni siquiera sé cómo entrar a los calabozos para sacarlos… pero si ustedes van y empiezan a disparar desde una distancia prudencial, los oficiales saldrán y yo podré entrar…

- ¡Claro, será como sacar con humo a un topo de un jardín! – Garbage emitió un extraño ronquido al aspirar un poco de coca, miró con desconfianza a Frank y le habló a sus hombres – Creo que el gran jefe se enloqueció

- No, si… no del todo, al menos no aún – Respondió sin ver a Garbage, respondió sin estar seguro. Loco si, el plan era absurdo, pero no sabía que más hacer, le tomó a Garbage sin permiso la cocaína de las manos, aspirando una buena cantidad del polvo blanco – O, a lo mejor… más fácil los hacemos venir hasta aquí

Garbage liberó una fuerte carcajada, desencadenando la risa entre los de su pandilla - ¡Claro Iero, y absolutamente todos los agentes de ese cuartel específicamente vendrán y te dejaran el camino libre!

El suelo estaba sucio, colmado con basura de la calle, esa esquina del bulevar era el “centro de operaciones” del joven latino de veinte y tantos años que se había ganado el apodo de Garbage gracias al lugar que escogió para dirigir su pequeña pandilla, a Frank no le importó ensuciarse, él simplemente se sentó en el borde del andén, se sentó a pensar por unos minutos, aspiró un poco más de coca y sonrió al sentir que sus pensamientos se aclaraban por completo

- Lo que necesito es que me apoyen con balas, voy a traer a este bulevar a Palladinno, junto con mis amigos – Se levantó del suelo, sacudiéndose solo un poco la mugre en su pantalón y miró a Garbage directamente a los ojos – Cuando todo termine, te doy una lista de proveedores, un lote completo de armas y 1 millón de dólares

- Que sean 2 millones, y tu promesa de no entrometerte en mi negocio

Frank asintió sutilmente con su mirada, llamó a información para obtener el número del cuartel de la DEA, marcó nervioso el número dado en su celular, esta vez no tenía espacio para equivocarse, sabía bien que si no recuperaba a Nicholas perdería para siempre la confianza y hasta el amor de su hijo y de Gerard

- ¿Puede comunicarme con Palladinno?... Dígale que es de parte de Gerard Way

Garbage volvió a mirarlo como si fuese un loco, ¿hasta su propio nombre olvidó?

- ¿Palladinno? – Frank contuvo la respiración, todos los músculos en su cuerpo se contrajeron, y sin saber si Palladinno tenía un registro o no de la voz de Gerard comenzó a hablar de forma un poco nasal – Sí, habla con Gerard Way… no pienso demorar esto, entrégueme a mi hijo, mi hermano y mis hombres, y yo le entrego a Frank Iero.


Gerard quería saltar del tejado, meterse en el cuartel de la DEA, averiguar qué pasaba con Frank, en su mente todo lo que podía imaginar era el cuerpo sin vida de su amante, lleno de orificios de bala, bañado en su propia sangre, cerró los ojos por un par de segundos, queriendo alejar esas terribles visiones. ¿Por qué no había entrado ya en el cuartel, por qué no salió con Frank en la tarde a rescatar a Junior, por qué estaban su hermano, hijo y amigos encerrados en una simple caja grande de ladrillos y acero? Si eso hubiese pasado hace 6 años, hace 15 años o más, ellos ya habrían sido liberados por su propia mano, pero no, ahora él por primera vez sentía temor de perder.



Frank tenía razón, se había convertido en un hombre débil.

Desde el tejado de ese almacén de guantes y sombreros vio salir esposados a su hermano, su hijo y sus amigos, no tuvo tiempo de pensar, saltó hasta la acera, metiéndose en el auto y comenzó a conducir a corta distancia detrás de la van en que iban, un segundo de calma sintió al ver que estaban bien, pero solo fue un segundo, porque el no saber de Frank lo estaba matando.

La esquina del bulevar estaba desolada, Palladinno no se bajó de la van en que transportaba a sus carnadas, envió a un par de hombres a revisar el perímetro y esperó, observando fijamente su teléfono celular, hasta que sonó, inquietándolo momentáneamente

- Déjelos salir de la van, déjeme ver que están bien

La voz del otro lado se escuchaba en extremo calma, Palladinno sonrió, sus averiguaciones eran ciertas, Gerard Way no se alteraba por nada.

Contra ofertó.

- Déjeme ver a Iero, y los dejo salir.

Frank respiró profundamente, entregándole el celular a uno de los pandilleros de Garbage, el joven tenía la misma estatura de Gerard y su rostro cubierto con un pasamontañas, llevó el teléfono hasta su oreja y con la mano derecha le apuntaba con un arma a Frank en la espalda, salieron de detrás de una casa, solo lo suficiente para que el sargento se cerciorara que en efecto era Frank Iero, retrocedieron para esconderse nuevamente, y Frank tomó el celular

- ¿Contento sargento? Ahora, deje que mi hijo, mi hermano, Chicken y Mayflower salgan del auto.

Si Palladinno no estuviese enceguecido por el deseo de venganza, habría hecho las cosas mejor, él no supo con certeza contra quien se enfrentaba hasta esa noche, en la mañana de ese día sonreía pensando que era cuestión de horas… su ascensión a teniente. Para la tarde estaba lleno de rabia y dolor, pensando en las mil formas de vengarse del carnicero de New Jersey, del demente que sin piedad asesinó a su madre. Unos minutos antes, se sentía mejor, complacido consigo mismo por tener en su poder las armas que lograrían la división entre Frank y Gerard. Y justo, en ese momento, en ese aparentemente despoblado bulevar, Palladinno se dio cuenta que no solo perseguía a una mafia de carniceros sin moral, no, en ese preciso instante en que dejó que sus presos salieran del auto y sintió golpear y penetrar los cientos de balas que llovían de todas las direcciones, supo que no se había metido con una simple familia de narcotraficantes de New Jersey, se estaba enfrentando a esa leyenda indestructible que era la familia Way Iero.

El oficial que conducía la van actuó pensando en su seguridad y la de Palladinno, al menos eso escribió en el informe que presentó horas después en el cuartel de la DEA, queriendo evitar ser herido y con el único deseo de proteger al sargento, puso el auto en marcha, huyendo del lugar, dejando atrás las balas que parecían venir de la nada, y a los presos que alcanzó a ver por el espejo retrovisor.

Palladinno rabiaba en el trayecto, no le dolía tanto la 38 que entró y salió por su hombro derecho, no temía al ver la sangre que brotaba de su pierna izquierda donde la 22 se incrustó. Le dolía enormemente su orgullo, le dolía el haber sido tan imbécil y confiado y temía por sobre todo, ser la burla del departamento anti drogas, ser el tonto que tuvo a Mikey y Nicholas Way en su poder y los dejó ir de la forma más elemental posible.



Nicholas no entendía lo que pasaba, las balas le pasaron por encima, era muy obvio que ninguna de ellas era dirigida a él, sus amigos o su tío, una vez la van se perdió en la oscuridad de la noche, docenas de pandilleros salieron de entre la basura, los arboles, las casas y tejados. Aun tenían las manos esposadas a la espalda, y tuvo que girar su cuerpo con incomodidad para ver quién venía en el auto que se acercaba, suspiró profundamente al ver a su padre bajarse de allí.

- ¡Sabia que estabas vivo! Sabía que no nos dejarías pudrir en la cárcel.

Gerard corrió a él, abrazándolo con fuerza, lo besó en la frente y lo liberó para rodear a su hermano entre sus brazos, después de hacer lo mismo con Thompson y Mayflower retrocedió, abriéndose de brazos y meneado negativamente la cabeza

- No fui yo… no hice nada… - Recorrió el lugar con su mirada, descubriendo la silueta de Frank que avanzaba lento a ellos – Ahí lo tienen, el que orquestó este rescate

Se apresuró a él, extendiéndole los brazos, pero Frank lo esquivó parándose de brazos cruzados frente a Nicholas.

- A mí, igual me da si te pudres en la cárcel o no, sólo te rescaté porque al parecer eres el único ser en la vida de Gerard… - Limpió su nariz y retrocedió – Y cuando digo Gerard no me refiero solo a tu padre.

- Debemos salir de este lugar Frankie, Palladinno puede estar pidiendo refuerzos –

Estiró su mano, rozándole solo el brazo derecho, y nuevamente Frank se retiró del contacto, mirándolo con una extraña expresión de odio

- Lleva en tu auto a tu amado e indispensable hijo, yo iré en el mío con Thompson, Mayflower y Mikey, necesito hablar con ellos

Caminando con las manos esposadas, Nicholas giró su rostro antes de subirse al auto con su padre, buscó la mirada de Frank y le sonrió dulcemente, gritando con entusiasmo - ¡Gracias Frank!

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