viernes, 13 de julio de 2012

But it's better if you do; Capítulo: #2

Capítulo: #2

Manipulado.

~ Me mentalicé y continué caminando. En mucho menos de lo normal estaba llegando a casa; ahí estaba papá, en la puerta, mirando el cielo mientras fumaba un cigarrillo. “¡Qué raro!” Pensé. Hacía mucho tiempo que no lo veía así de concentrado y menos fumando.
Me acerqué lento, no quería interrumpir su momento de meditación.
Estaba en la puerta, ya girando la manija y me di vuelta a mirarlo, algo parecía no estar bien.
-¿Está todo bien, papá?- pregunté acercándome un poco, tocando su hombro.
-¡Ah, hijo! ¿Cuándo llegaste?- Ok, definitivo, algo andaba mal.
-Recién, ¿pasa algo? Estás… ido-
-No, nada, nada- Seguía medianamente sumido en su mundo.
-Bueno, entro entonces… - me estaba yendo cuando…
-¡Esperá! Voy contigo, tenemos que hablar…-
¡Mierda! “Tenemos que hablar”, “We have to talk”, o en cualquier otro idioma que se les ocurra, el mismo significado: algo no demasiado bueno está por pasar.
Entramos en silencio, me dirigí a uno de los sillones del recibidor pero mi padre me detuvo.
-Mejor vamos a tu cuarto, es algo un tanto… privado- ¿WTF? ¿Privado? No, muy fuerte. Demasiado, ¿qué mierda tiene para decir este hombre?
Entramos, él detrás de mí cerrando la puerta con seguro, me senté en la cama.
-Bueno hijo… tenemos que hablar de…-
-¿Te puedo pedir algo? No digas más “tenemos que hablar”, es realmente “escalofriante”- dije simulando comillas la segunda vez.
-Ok… el asunto es que… quería que habláramos sobre… tu condición-¿Eh? ¿De qué habla este hombre?
-¿Condición?- Realmente no entendía nada.
-Si… de tu…- Se lo notaba nervioso.
-¿De mi…?- En serio ya me estaba sacando de mis casillas.
-De tu virginidad, Frankie…
¡Oh, no! ¡Ahí viene!
-Aahh… eso…
-Si porque, imagino, no querrás llegar virgen al matrimonio…- rió.
Encima se ríe, lo único que me faltaba para completar el día. Virginidad y matrimonio. ¡Parece que es de lo único que saben hablar!
Lo miré serio, la verdad no entendía cual era la gracia del comentario, y pareció darse cuenta…
-Perdón… no quería que estuvieras incómodo…- sonaba sincero, por eso…
-No pasa nada, ¿qué es lo que querías decirme?- No iba a gastar las pocas energías que me quedaban desviando la conversación y dejando pasar el tema. Sí, era molesto, pero prefería que hablara de una vez.
-Bueno… tu tío y yo estuvimos hablando - ¡Que raro! Siempre metiéndose en la vida ajena- y…
-¿Y? Dale papá, habla de una vez, quiero descansar-
-Perdón, como te decía, hablamos y… bueno, el viernes (pasado mañana) es el cumpleaños de tu primo Bill-, cumple tu misma edad y bueno… también es… es…-
-¿Virgen?- mierda, que me molestaba que le costara tanto hablar de eso, odio que sea así, odio esa postura de macho de América, de hombre sabelotodo, de monarca. Arrgg, ¡Maldito represor!
-Si, bueno, eso y… bueno pensamos en llevarlos a los dos al cabaret ese, que está en los suburbios, hablé con el padre de tu amigo, ese el peludo, ¿Cómo es que se llama?- El peludo… arrgg, eso también me molesta, ¡todo porque no tiene el corte de niño bueno que tengo yo! ¡Quiero una cresta negra y los costados rojos! ¡envidio que pueda tener un corte de pelo decente!
-Se llama Ray, y no es peludo, ¡tiene estilo!-
-Bueno, ese, ese. Me dijo que habían llevado a su hijo ahí para que…-
-¿Tuviera su primera vez?- demasiado, me quieren llevar a un lugar que de seguro no tiene la autorización del Ministerio de Salud Pública a hacerlo con una persona que ni conozco.
-Eso. ¿No está bárbaro?- me dijo mientras me daba unos golpecitos en la espalda.
-See…- Dije desanimado.
-Bueno, el viernes 10:30 p.m., preparate hijito…- me dio un beso en la mejilla-Te dejo descansar…-
Y se fue, dejándome ahí pensando. Parecía que era el día de la meditación; agotaba y angustiaba, nunca antes me había sentido así de vacío, de presionado, de manejado.
Debía dejar de pensar, pero me era un tanto imposible, mis ojos estaban rojos e hinchados del llanto, creo que después de todo hubiera preferido perder mi virginidad junto con Jamia el día del casamiento. No habría amor de por medio, pero por lo menos lo compensaría la confianza.
Entre pensamiento y pensamiento, mi mente dejó de funcionar del modo que lo había estado haciendo y dio paso a un reconfortante sueño donde escapaba de la ciudad, sólo con mi guitarra y mis ganas de volver a empezar.

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