viernes, 13 de julio de 2012

But it's better if you do; Capítulo: #26

Capítulo: #26

Supuestamente.

Quienes ya pasaron por la experiencia, suelen recordar el día que cumplieron sus dieciocho años cómo uno de los más felices luego del nacimiento de sus hijos o el matrimonio.
Hoy cumplía los míos y lejos me encontraba de sentir felicidad.
Apenas abrí los ojos no quise hacer más que volverme a concentrar en los sueños, dormir eternidades enteras, vivir fantasías sin límites. Me abracé a la almohada buscando contención, compañía… El reloj decía que ya era lo suficientemente tarde como para fingir estar dormido, pero no me importó, me acurruqué entre las sábanas y me sentí caer en el abismo de la incertidumbre.
Era completamente conciente de que la psicología gustaría de mis comportamientos de sobremanera, pero debía confesar mi falta de certezas, mi falta de voluntad para resolverlas y mi poco ánimo de lucha.
Supuestamente mi completa libertad comenzaba el día de hoy, supuestamente debía estar feliz, supuestamente…
El celular vibró arriba de la mesita de luz y me hizo salir de aquel estado en que había entrado días atrás. Lo tomé y abrí el mensaje de texto que acababa de recibir.
“Espero no haber sido la última en felicitarte. Te quiero.”
De hecho, Jamia era la primera en hacerlo. Gerard solía dormir al menos hasta las cuatro de la tarde así que aún le quedaban dos horas, y mis padres, gracias a algún ser superior, no interrumpen mis horas de sueño a menos que sea por algo importante.
Iba a mantener una conversación importante en el día de hoy; importante al menos para ella que era la que iba a exponer. Me trastornaba, no quería, pero ella era una de las pocas personas que aún estaban conmigo y por el bien de nuestra amistad debía escucharla atentamente.
Sí, una de las pocas que aún estaban conmigo. Nunca fui un ser demasiado social pero contaba con mi estrecho grupo de amigos. Grupo del que solo restaban Jamia y Ray. El resto, según sabía, se había casando de preguntar por mí sin obtener una mínima muestra de interés de mi parte. Por eso solamente mi mejor amigo y confidente y Jamia vendrían a la ‘fiesta’.
Fiesta que más que fiesta sería un infierno. Tener que ver la cara de idiota a mi tío, escuchar la insoportable conversación en contra de toda persona con ideas diferentes liderada por mi abuelo y a mi madre corriendo de un lado a otro de la casa para poder satisfacer a todos… El resto estaría sentado sin dirigirme siquiera una mirada o intentar ser útil en algo. Mi primo Bill, por su parte, estaría demasiado ocupado besando a su novia en el sillón más alejado, o tal vez en el garaje.
Sentí al colchón absorberme nuevamente. Y me rendí, dejé que el destino me deparase lo que quisiera, bueno o malo, lindo o feo, satisfactorio o no, felicidad o tristeza, sueño o pesadilla, vida o muerte.
La puerta se abrió para dar paso a Ray, que por lo poco que había escuchado llegaba justo en el momento en que mis padres salían a comprar las cosas que faltaban para la reunión. Sonreí cuando se lanzó a mi lado en la cama y ésta le contestó con un fuerte chillido.
- Creo que tu cama está demasiado acostumbrada a aguantar solamente tu peso.- dijo contagiado por mi risa.
- Eso parece.- contesté y lo abracé fuerte, como si hiciera años que no lo veía.
- ¡¡Feliz Cumpleaños número dieciocho, Frank Anthony Thomas Iero Priccolo!!- gritó en mi oído izquierdo, haciendo que el mismo quedara zumbando a más no poder.
- Punto uno: No era necesario que me gritaras.- apunté en voz baja.- Punto dos: Tampoco era necesario que dijeras el nombre entero.- dije en igual tono.- Y punto tres: ¡¡Gracias!!- grité en su oído lo más fuerte que pude.
Recibí un par de golpes juguetones de su parte que me hicieron olvidar que el día pintaba ser horriblemente malo por un momento, y reí, reí como si fuera la última vez que se me permitiera hacerlo, como si mi vida acabara allí, en esa cama, escuchando los chistes de mi amigo sin escucharlos, riendo sin por qué; la forma más linda y pura de reír.
- Gerard, Bob y yo queríamos hacerte un regalo especial por tu cumpleaños. Todavía no está pronto pero ya lo tenemos, así que vas a tener que esperar hasta la nochecita para verlo.- hizo una pequeña pausa y sonrió con malicia.- Lamento desilusionarte, Frank, pero no te estamos proponiendo una orgía.- Solté una carcajada. Sólo a personas como Ray se le ocurrirían cosas similares a esa, solo a personas especiales como él; como él y como los que me quedaban en ese momento: Bob y Gee.
- ¡Qué lástima! Hubiera sido divertido.- continué bromeando.
- Bueno, sí, tenés razón.- me contestó divertido.- Bueno, como ya sabés, Bob tiene trabajo así que no va a poder venir, pero dijo que te iba a llamar apenas se despertara.- Se acercó más a mí y susurró.- Se puso una alarma y todo, pero no digas que te conté.- ambos reímos.- Y en cuanto a Lyn-z, ya sabés que también tiene trabajo. Ella quiso darte algo aparte, no quería involucrarse en nuestro regalo y decidió darte algo más privado –volvió a su postura de chisme y susurró nuevamente- Que no es precisamente su virginidad.
- ¡A veces podés ser tan boludo que me sorprendo!.- exclamé.
- Voy a hacer de cuenta que no escuché eso.- dijo rodando los ojos.- Me pidió por favor que te diera este sobre.- dijo entregándomelo.
Me dispuse a abrirlo pues la curiosidad me carcomía, no era muy común eso de mandar un sobre y decir que es ‘privado’ en modo de regalo de cumpleaños; pero Ray me detuvo y me recordó:
- Si es privado, es mejor que lo abras solo.
- Sabes todo de mi vida, Ray. Sería ridículo que no lo abriera si de todas formas te voy a contar lo que es.
- Ese, es un secreto entre ustedes; yo no me voy a meter.
Asentí, sonaba razonable lo que estaba diciendo, así que dejé el sobre en la mesa de luz, al lado del celular.
- ¿A qué hora vienen?.
- No sabemos todavía, creo que a eso de las siete, o algo así. Ya te dije que tenemos que arreglar las últimas cosas para tu a…- calló de repente.- para tu regalo.- concluyó con una sonrisa que mostraba todos sus dientes, ¡hasta la encía!.
- Está bien.-dije suspirando, quería ver a Gerard urgente.
- Me voy, solo hice la visita para ser uno de los primeros saludos de cumpleaños.- Dijo incorporándose.- Ya es hora de que te empieces a aprontar así que…- se acercó nuevamente.- ¡Arriba!.-gritó sacándome todas las sábanas de encima.
Me congelé y lo miré con odio. Me lancé hacia él y lo corrí escalera abajo, escuchando su insoportable risa durante todo el trayecto. Cuando lo ví traspasar la puerta me di cuenta que no estaba en condiciones de salir a la calle, así que frené.
- Al menos te levantaste.- dijo Ray desde lejos y volvió a correr antes de que dejara la cordura de lado y saliera a correrlo en ropa interior.
Volví al cuarto y saqué la ropa que iba a ponerme del ropero sin mirar demasiado qué era exactamente lo que sacaba. Tomé una toalla limpia y me dirigí al baño por mi ducha del día.
Mientras me lavaba el pelo sentí el sonido del motor del auto de papá apagarse en la puerta así que me dispuse a demorarme un poco más en la ducha para no tener que afrontar mis realidades tan de pronto.
- ¿Te estás bañando, corazón?.- Gritó mi madre desde el piso de abajo unos cinco minutos después de su llegada.
- Sí, ya estoy por salir.- le contesté.
Cerré la canilla y me sequé con paciencia. Cuando salí, mi madre me esperaba sentada en el escritorio de mi cuarto.
Corrió hacia mí y me abrazó, la sentí temblar en el abrazo y me separé un poco.
- Má…¿Estás llorando?
- ¡Estás tan grande!- dijo simulando una sonrisa.
Sonrisa falsa…
- ¡Hoy es tu cumpleaños!- me dijo con nostalgia.
“¿Dónde quedó el ‘Feliz Cumpleaños’?”
- Te hice comida rica, ¿bajamos?.- Asentí y quise dejar de lado los cuestionamientos internos acerca de su actitud.
Quise…
Al pie de la escalera me esperaba mi padre de brazos abiertos.
Entonces experimenté un Deja Vú.

Por un momento pensé si el dueño del kiosco donde había comprado los cigarros, no se habría confundido y, en vez de tabaco me había vendido marihuana. Y es que reflejado en el humo, vi el rostro de mi padre, que me miraba con cara de orgullo y me empecé a reír como idiota.

Esa cara y mi reacción, iguales, idénticas…
“Lástima no recordar qué pasó después de eso”
Nos abrazamos y dirigimos a la cocina a almorzar. No hubo mucho diálogo, mi madre se la pasó levantándose a revisar como iba toso lo que cocinaba para la reunión y mi padre no hacía más que mirar como hipnotizado el programa deportivo que pasaba la televisión.
Me levanté de la mesa y me dirigí a mi cuarto, parándome frente al espejo.
“Como aquella vez…”
Remera blanca y jeans ajustados negros.
“Como aquella vez…”
El timbre sonó no mucho tiempo luego de que comenzara a examinarme en el espejo, poco después sonaron unos delicados golpes en la puerta de la habitación.
- Pase.- dije sin variar mi posición.
Inmediatamente sentí un abrazo estrecho, unos labios estampándo un beso en mi mejilla derecha y un animadísimo “Feliz Cumpleaños”.
Respondí al abrazo con ganas. Hacía al menos un mes que no veía a Jamia y, una parte no de mí (una no muy importante, he de reconocer.), la extrañaba.
Nos sentamos en la cama y quedamos unos momentos en silencio. No podía decirle todo lo que había pasado en este tiempo, al menos no por ahora.
-Tenemos una conversación pendiente, ¿Te acordás, Frankie?- dijo rompiendo el silencio. Yo solo moví la cabeza de arriba hacia abajo y fijé mis ojos en los de ella, que reflejaban nerviosismo.
Rara vez olvido lo que me preocupa…”
- Por supuesto que me acuerdo.

“Error. Preces haber olvidado un dato importante en esta historia, Frank Iero”


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