viernes, 13 de julio de 2012

But it's better if you do; Capítulo: #27

Capítulo: #27

Realismo.

A veces me encantaría hacerle honor a mi naturaleza dormilona y ser realmente un oso, un oso polar preparado para adentrarme en las congeladas aguas sin sentir escalofríos, sin ponerme rígido o tener la necesidad de escapar de allí.
O al menos ser un pez y poder respirar en lo profundo de las aguas.
Porque cuando estás tan bajo como yo, lo único que querés es un respiro, un poco de oxigeno, una salida o un abrigo.
Ella había escapado del cuarto con la escusa de ir a ayudar a mi madre y yo, yo solamente pude quedarme mirando la pared, la aburrida pared blanca que estaba frente a la cama.
Sus palabras hacían eco en mi cabeza una y otra vez:
“Te extrañe tanto que hasta creo que lo nuestro va a funcionar…”
¿Y qué si yo no quería que funcionara? ¿Desde cuando existe un nosotros?
“Desde que tu padre y el de ella lo acordaron, Frank”
Ojala alguna vez la vida se olvidara de mi existencia y me dejara hacer las cosas de la forma que quiero, ojala fuera sordo, mudo y ciego…
Ojala no hubiera nacido y ojala no te condenara a pasar por esto.
Ojala algún día entienda por qué dejo a mi padre manejar mi vida de esta forma.
Los ‘invitados’ comenzaban a llegar y yo seguía en trance, sin moverme…
Todos preguntaban por mí y mi madre les decía que me estaba bañando.
Más mentiras…
Logré reaccionar cuando escuché a Ray hablar con Jamia y bajé las escaleras a velocidad inigualable y me encontré a Ray conversando animadamente con Jamia (como ya sabía) y a Gee hablando sonriente con mamá.
No pude controlarme y me lancé sobre él a abrazarlo. ¡Y gracias a Dios que fue solo eso! Las expresiones faciales de todos ya eran lo suficientemente sorprendidas como para darles algo más que pensar.
O una teoría a confirmar…
Mi madre me pegó un codazo disimuladamente y yo reaccioné al instante.
- ¿Cómo te fue en Alaska, Gee?- pregunté exageradamente. Él me miró extrañado, sin entender ni un poco lo que sucedía. Claro, hasta que mamá le pegó un codazo a él y calló en la realidad.
- ¡Estuvo buenísimo! ¡No sabía que había nieve!- todos los presentes rieron a más no poder, yo incluido.
- ¿Vamos al cuarto y charlamos más tranquilos?- pregunté no solo a él sino también a Ray.
- Primero tu regalo.- dijeron ambos a la vez. Volví a reír y dejé que me condujeran hacia afuera, al parecer el regalo estaba allí.
Apenas salí, lo vislumbré: un gran auto negro estacionado en la puerta y una enorme moña plateada sobre él. Me quedé de boca abierta, sin poder articular palabra alguna.
- Lo compramos para vos, no todas las veces se cumple la mayoría de edad… Así que decidimos darte un regalo que nos beneficiara a nosotros también. Desde ahora sos nuestro chofer oficial.- Bromeó Ray.
- ¡Gracias!- grité y los abracé a ambos al mismo tiempo.
Me arrastraron hasta el vehículo y me hicieron entrar a probarlo; no hacía mucho había aprendido a manejar así que solo me restaba dar el examen para obtener la licencia. Examen para el cual, dicho sea de paso, ya habían reservado fecha. De verdad era hermoso, cómodo y, por lo que pude notar, muy costoso, pero yo necesitaba entrar, desaparecer de la vista de todos los chusmas que tenía por familia, abrazar a Gerard con tranquilidad, que me hiciera sentir acompañado, querido, protegido.
De la manera más disimulada que pude me los llevé a él y a Ray para el cuarto. Aunque, para ser sinceros, Ray era solo una pantalla.
Apenas hube cerrado la puerta con llave me tiré encima de Gee en busca de aquello que tanto ansiaba y no me importó que mi amigo se riera extremadamente alto de mi actitud, no me importó si nuestro show lo hacía sentir incómodo, no me importó nada…
”Puede que mañana sea demasiado tarde. Disfruta el presente, mi queridísmo Frank.”
Golpearon la puerta y nos separamos abruptamente. Ray, asegurándose de que la situación no pareciera sospechosa, giró la llave y dio paso a mi madre, que se ubicó al lado de Gee en la cama. Aproveché el tener a esos tres maravillosos seres a mi lado para ubicarme en medio de todos y disfrutar del momento.
Presiento que no habrá muchos como este…
-¡Foto!- exclamó Ray y yo, inmediatamente me coloqué entre mamá y Gerard, abrazándolos a ambos. Ray se ubicó de piernas cruzadas en el piso, debajo de donde yo me encontraba y tomó la cámara.
Inmortalizando momentos…
En plena sesión estábamos cuando escuchamos a mi padre gritar.
-¡Linda! ¡¿Podes traernos a mí y a los muchachos algo de tomar?!- suspiré pesadamente ahogando un insulto. Ella se levantó con tranquilidad, besó mi frente y se disculpó con Gerard prometiendo volver a conversar luego de un rato.
Cerró la puerta tras de sí y me recosté completamente en la cama. Mis acompañantes hacían del momento algo muy agradable, comentaban muy divertidos el episodio de hace un rato en que yo había dicho frente a todos que Gee había viajado a Alaska.
La puerta se abrió de repente y agradecí no encontrarme en una situación comprometedora. Jamia entró con su habitual sonrisa y se ubicó al lado de Gerard, presentándose.
Al parecer el dolor se notó en mis facciones porque Ray se acercó a mí y pasó su brazo por mis hombros mirándome con un signo de interrogación impreso en su frente. Negué dos veces y miré hacia la nada nuevamente.
-¿No, Frankie?- preguntó mi amiga…
Hasta ahora…
- ¿Eh? Sí, sí…- contesté sin pensar.
- ¿En serio tenías un lagarto de mascota que comía chocolates?.- preguntó Gerard asombrado.
- Sí, supongo que era un tanto extraño.- apunté y me encogí de hombros.
- ¡Increíble!- exclamó y continuaron hablando entre sí.
Al parecer se caían extremadamente bien, hablaban como si se conocieran de toda la vida, como si estuvieran hablando conmigo, con alguien con quien tenían extrema confianza. Algo al interior de mi pecho se contraía y me hacía sentir pésimo y el hecho de que Ray participara de la conversación no ayudaba en nada.
-¡Bajen a comer algo!- gritó mi madre desde abajo y Ray salió disparado a comer y Jamia corrió tras él luego de que éste le hubiera quitado la pinza que llevaba en el pelo. Sonreí por su infantilismo y miré a mi lado para encontrarme con Gee que me miraba de forma extraña.
- ¿Qué pasa?- le pregunté.
- Eso debería preguntar yo.- hice una mueca algo extraña y le arranqué un suspiro.- ¿Bajamos?
- Ajá.- dije acercándome para poder besarlo en tranquilidad, no por mucho tiempo.
- ¿Qué es eso?.- me preguntó una vez que hubimos terminado, mientras fijaba su vista en el sobre que se hallaba sobre la mesa de luz.
- ¡Ah, casi me olvido! Es el regalo de Lyn.-
- Ahh… Okay.- me contestó con una sonrisa.
- ¿Bajamos?- dije imitando sus palabras.
- Sí, pero antes… ¿Me prestás tu baño?- pidió gentilmente y con cara de “me hago pis”.
- Claro, te espero abajo.- dije y me giré para bajar las escaleras.

Es bueno aprovechar el tiempo, y no aprovecharlo puede ser hasta peligroso


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