viernes, 13 de julio de 2012

But it's better if you do; Capítulo: #28

Capítulo: #28

Sumergido.

Si hay algo que siempre tuve claro es la diferencia entre realidad y ensueño; que los cuentos de hadas no existen y que cada uno de nosotros forja su propio destino…
Pero, al mismo tiempo, debo declararme en contrario a todo esto.
Me encantaría que la realidad y el ensueño se fundieran en esa maravillosa mezcla en la que todos deseamos estar inmersos. Adoraría con cada milésima de mi ser que los cuentos de hadas fueran reales, y no sólo existentes en efímeros y esperanzadores períodos. Y daría hasta mi vida, por ser capaz de cambiar lo que el destino me depara…
Y me doy cuenta de que mi enemigo no es quien creía, que el miedo no me atormenta sólo, que la cobardía lo envuelve. Que miedo está protegido por cobardía.
Y que ya no hay vuelta a atrás…
Miro hacia atrás en esta solitaria caminata por las calles más vacías que he recorrido en mi vida y espero encontrar a aquel asesino que termine con todo de una buena vez.
Pero no logro encontrarlo…
Subo el cierre de mi campera esperando que, por alguna extraña circunstancia, una bala perdida me atraviese de lado a lado.
Parece que la daga atravesada en mi pecho no es suficiente como para terminar con mi vida…
Continúo caminando, no sé como lo hago, pero lo consigo; me tambaleo de vez en cuando producto de las tres cuartas partes de la botella de vino que acabo de tomar, pero continúo. Mi cuerpo reclama más, grita por un poco de alcohol que lo haga entrar en un universo paralelo donde todo lo inexistente exista, donde la tranquilidad sea tal que me haga perder la razón y pedir por un poco de desorden, pero sin llegar al caos.
Porque en el caos vivo…
Y como si fuera el destino jugándome otra de sus adorables bromas, mis pies me conducen a aquél bar en el que me emborraché hace unos días y, milagrosamente se encuentra abierto. Y estos son los momentos en que comienzo a dudar de todo aquellos que tenía claro y me pregunto si no seré un personaje más dentro de una historia escrita por un escritor que solo quiere verme sufrir y me hace toparme con todo aquello con lo que no debería en mi camino, en mi desafortunado camino…
Y creo que los milagros existen, pues el bar se encuentra abierto, con las puertas de par en par esperando abrazarme una vez dado el paso dentro e invitándome a sumergirme en el alcohol nuevamente. Y pienso que es insólito, porque luego de extensas horas de caminata, y a pesar de la hora, mis pies se dirigen hacia allí sin importar nada y más encima, es el único bar que puede llegar a estar abierto a estas horas de la mañana.
La desesperación me lleva a tropezarme y casi caer antes de llegar al primer escalón, pero salgo airoso de la situación y entro con la frente en alto, demostrándome a mí mismo que al menos en esto si tomo mis propias decisiones.
Un par de tropezones más y llego
A la barra donde un chico con camisa beige la limpia con tranquilidad, fácilmente me acomodo en una banqueta y solicito:
-Cualquier cosa con alcohol, nada elaborado, solo lo primero que salga del armario…-
Y sé que salir del armario, el revelarse no es fácil…
Se dirige con igual tranquilidad y vuelve con un vaso de wisky y una gran sonrisa, pero me abandona.
Como todo a mi alrededor…
Me pierdo en los pensamientos luego del breve descanso y vuelvo a escuchar todo, desde las palabras hasta las paredes cayendo a mi alrededor, la palmada en la espalda de mi madre y el crujir del corazón dentro del pecho.

No mucho tiempo luego de que hubiésemos bajado las escaleras Gerard se disculpó con los presentes ya que tenía que retirarse para trabajar como cada noche. Como es normal, no me gustó para nada la idea de que se alejara, sobre todo porque odiaba quedarme solo con mi familia y porque Jamia me había dado mucho que pensar con sus anteriores palabras. Ray era mi salvación, pero él, lamentablemente, no podía ayudar demasiado.
Ubicado entre mi mejor amigo y mi mejor amiga en el sillón, tratando de disimular mi incomodidad con algún comentario estúpido y fuera de lugar, me pasé las siguientes dos horas.
Hasta que llegó el momento…
Papá se levantó de su silla a la cabecera de la mesa y un escalofrío recorrió mi espalda. Mi madre llevó la vista al piso y confirmé, en el mismo instante en que lo hizo, que los dieciocho años no significaban libertad, alegría o nada parecido en mi caso.
Jamia se paró y se ubicó al lado de su padre.

Y los primeros síntomas se sienten en mi estómago…
- Quiero aprovechar esta hermosa velada que compartimos todos, familia y amigos…- comenzó mi padre luego de aclararse la garganta.- Para anunciar algo.
Y agradezco que Gerard se haya ido…

- Como todos los aquí presentes ya saben, mi Frankie está de novio con Jamia hace un par de años…- ahogo un grito y Ray me toma del hombro con fuerza.
¿Desde cuando decís que estoy con Jamia que no me enteré, papá?
Las palabras no podían salir y mi cuerpo comenzó a tambalearse del nerviosismo, Ray me sostenía con disimulo.
El discurso continuaba.
-Y tenemos a ambos una sorpresa no tan sorpresa…- dijo para luego soltar una risita que me dio ganas de partirle la cara de una piña.
Mi madre dirigió su vista hacia a mí en un pedido de perdón silencioso que entendí al instante.

-Tenemos todo arreglado para su casamiento en un mes, ¿no es genial?- dijo para luego aplaudir.
Y el mundo se desmoronó, cayó a mis pies, se escurrió como el agua entre los dedos. Y el tiempo se acaba y todos vienen contentos y orgullosos a felicitarme, y reclaman un beso, un beso que no voy a dar a nadie que no sea Gerard.
Al menos por ahora…

Y así es como luego de disimular lo más que pude, llegué hasta aquí, donde vuelve a ocurrir lo mismo, donde veo a Bob desconcertado por mi estado del otro lado de la barra, donde no quiero seguir adelante y donde no sé qué hacer con esto que no soy capaz de llamar vida.
Luego de horas caminando, con el celular apagado para que nadie pueda encontrarme; ni siquiera mi madre, a la que abracé antes de marcharme y no dejé decir una sola palabra.

Y aún aquí adentro busco a ese que me quite la vida, a ese que termine con el dolor…



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