viernes, 13 de julio de 2012

But it's better if you do; Capítulo: #29

Capítulo: #29

Juntos.

Luego de escasos tres minutos de lucha con Bob, éste accedió a darme el alcohol que mi cuerpo reclamaba. Es más, se unió a mí y comenzó a tomar como nunca lo hacía: con desesperación.
Tal vez no era el único que atravesaba una situación difícil, aunque, para ser sinceros, lo que menos me interesaba en este momento era saber de problemas ajenos. Por más que Bob se hubiera transformado en un buen amigo mío y se mostrara incondicional.
Al parecer era mi turno de escuchar, pero era lo que menos hacía, y eso, de cierta forma, hacía aumentar mi angustia.
Debía tomar una decisión y mi queridísima cobardía no me permitía tomar el camino sano.
Tal vez el destino o simplemente el masoquismo me impulsaban a seguir, a ‘disfrutar’ mis últimos días con Gerard, aunque realmente, una parte de mí sabía que esos días no significarían más que mi agonía.
De a momentos podía escuchar como Bob hacía algún tipo de comentario de valla-a-saber-uno-qué.
Y es cuando mi salvación momentánea parece no funcionar más que la desesperación se acrecienta y me dejo caer sobre la barra e intento dormir, sin disimular el poco interés hacía lo expresado por mi acompañante.
-Supuse que no era el momento adecuado.- escuché decir a Bob y, aunque no pudiera verlo, sabía que sus labios formaban una sonrisa resignada. Me di la vuelta y confirmé mi teoría. Me sentí miserable, el peor de los amigos, el más egoísta.
Lo abracé, me admití a mí mismo que necesitaba un abrazo, una protección tan mínima como esa dentro de mi sufrimiento. Bob también lo necesitaba, sus fuertes manos lo exclamaban.
-Perdón.- Pedí y supe que no iba dedicado solamente a él.
Un perdón al viento que jamás sería recogido por su real destinatario.
Al desarmar el abrazo, nos sonreímos el uno al otro y pedimos otro trago al chico que estaba atendiendo la barra.
Los momentos difíciles, o extremadamente dolorosos como este, se hacen más livianos cuando se viven con alguien que sufre en similar o igual medida que vos. Sorprendentemente comenzamos a bromear entre tragos y de esa manera todo se hizo llevadero.
Horas, no sé cuántas, no sé cómo, pero pasaron.
Hasta que la realidad irrumpió en la sala…
Gerard ingresó al local; como cada día, según acabo de enterarme. Y el manto de tristeza y culpabilidad me envuelve junto con sus brazos.
Falsifico una sonrisa y me pierdo allí.
Preso del masoquismo…
- ¿Cómo está el señor mayor de edad?.- preguntó mientras me miraba fijamente.
Agradezco que la hinchazón en mis ojos se haya esfumado…
Se acercó a mí para besarme, pero, antes de eso sonrió para decir:
-Disfrutando de que el alcohol no es más prohibido al parecer. Si así comenzamos el día no quiero imaginar lo que va a ser el resto.- dijo pícaramente, haciéndome sonreír.
Bob se alejó un poco de nosotros mientras nos besábamos y yo sentía el fuego crecer dentro.
Y no precisamente de pasión.
-Vamos a dar una vuelta. ¿Querés Frankie?- Mover la cabeza de arriba hacia abajo se había vuelto un hábito cuado de Gee se trataba, y este día, a pesar de los acontecimientos, no iba a ser la excepción.
Nos dirigmos hacia el muelle caminando lentamente, sin tocarnos para no correr riesgos y, según palabras textuales de mi acompañante: “No hacer nada que pudiera poner en peligro nuestra relación.”
Si supiera que el destino está escrito y no hice nada por cambiarlo…
Al llegar nos sentamos cada uno en el lugar que le correspondía unos meses atrás y yo no lo miré durante los primeros cinco minutos. No lo miré, no hablé, apenas respiré y me focalicé en contener el llanto.
Se acercó gateando hasta donde me encatraba y se sentó a mi lado. Sentí su mirada atenta a cada expresión y su mano posarse delacadamente en mi mentó para que lo mirara.
-¿Necesitas del silencio justo en este momento, verdad?- me dijo mientras acariciaba mi rostro. Asentí conteniendo las lágrimas que amenazaban por desbordar de mis ojos.- Entiendo cómo es eso. ¿Te dejo solo?- Negué y me aferré a él. No tenía tiempo que perder, no podía darme el lujo de tenerlo lejos por mucho tiempo.- ¿Te acordás cuando dijiste que me ibas a ayuda a vencer el miedo?.- Apreté los ojos escondiéndome en su pecho para liberar al fin las lágrimas. Un doloroso gemido salió de mi boca para darle a entender que había escuchado lo que había dicho.- Creo que no solo lo tengo yo, te lo contagié. Estás… estás tan raro. Actuas cariñoso y distante al mismo tiempo. Sonreís con resignación. Y quiero ayudarte.
Encontrá a mi asesino, decile que haga cesar el dolor…
Respiré hondo y lo miré a los ojos, con los míos todavía llenos de agua salada.
-Quedate conmigo. Eso necesito, que estés conmigo.
Me acerqué a sus labios y disfruté de sus besos; grabando cada segundo en mi mente.

Quedate conmigo. Mientras podamos, mientras yo pueda. Quedate conmigo hasta que me encargue de hacer pedacitos tu corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario