viernes, 13 de julio de 2012

But it's better if you do; Capítulo: #30

Capítulo: #30

Pre-condena.

El tiempo era escaso, casi nulo. Un mes había pasado como sin nada y mis lágrimas habían arruinado lo más parecido a la felicidad que vivía en diversas ocasiones; provocando un par de veces el llanto de Gerard.
Me sentía horrible, culpable como Macbeth cuando creía tener que matar a su amigo el Rey Duncan. Y aún peor, y al igual que él, sabiendo que terminaría por matarlo, aunque fuera de una forma diferente.
El casamiento sería el domingo, me había perdido irrecuperables horas junto a Gee por probarme el traje, porque todo lo restante lo dejé en manos de la familia, o de esos que creían ser mi familia, esas cosas que no merecían ser llamadas seres humanos. Obvio, todos menos mi madre, que fue la única que se dio el tiempo de venir a mi cuarto y abrazarme un buen rato luego de haber regresado traído por Gerard, oliendo alcohol y con los ojos hinchados.

Luego de ver el día transformarse en noche y las estrellas brillar durante un rato, nos dirigimos hasta su lugar de trabajo para agarrar el auto y que Gee me llevara a casa. Me sonreía cada vez que tenía oportunidad, y esas eran varias, porque me pasé el trayecto entero mirándolo, intentando no perder detalles. Grabando en mi mente cada gesto, lunar o arruga.
Intenté que mis sonrisas, que solo eran provocadas por una suya, dejaran de parecer tan resignadas como me había dicho que se veían, pero seguía sin convencerlo y sabía que no era necesario fingir frente a él.
Vi a mi madre sentada en los escalones de la entrada cuando el auto frenó frente a mi casa y un suspiro escapó de mis labios; ella se acercó al vehículo despacio mientras terminaba un cigarrillo. Miré a Gee mientras llegaba.
-Cuidate mucho y descansá. No te quedes dando vueltas, dormí, siempre hace bien.- asentí y me sonreí ante su preocupación.
Adorable, no hay otra forma de describirlo.
-Si querés le digo a tu mamá para que te quedes conmigo hoy…
-Voy a estar bien.- respondí y le agarré la mano en el justo instante en que mi madre llegó a la ventanilla.
- Gerard.- dijo ella a modo de saludo.
- Los dejo ahora que veo que todo está en orden.

”Por supuesto, ’todo en orden’…”
Me volteé a mirarlo y me besó la frente con suavidad.
Culpa, presión en el pecho, dolor, angustia…
Linda se alejó de nosotros emitiendo una risita que me hizo reír también y me acerqué a él y acaricié su rostro con la punta de mis dedos.
-Me siento cursi.- le dije.

”Un mal nacido, un desecho tóxico, el más desagradable de los reptiles, un traidor, un asesino…”
- No me molesta para nada.
Nos despedimos y bajé del auto para entrar a la casa. No vi a mi madre cerca, por lo que me encaminé a mi cuarto directamente. Era necesario, demasiado necesario.
Me desplomé en la cama y abracé la almohada. Sentí frío y lloré, lloré en silencio.
No entendí las razones, no entendí por qué justo en ese momento.
Sentí un peso en mi espalda.

Como aquel día; el día que hablamos por primera vez…
Unos brazos me rodeaban y brindaban protección, esa protección que
solo una madre puede dar.
Me moví invitándola a que se acostara y usar su pecho como almohada mientras sus caricias en mi pelo intentaban que me relajara como cuando era chiquito.
-Me enteré hace dos semanas, intenté actuar de la manera más normal posible y dejar que disfrutaras este tiempo con él. Sugerí mil veces que pospusieran el matrimonio y otras mil más que cambiaran la fecha en que te lo iban a comunicar. En esta familia no tengo voz.- relató luego de un corto período silencioso.
-No tenés la culpa.- la consolé.

Tal vez la culpa sea mía, por egoísta, por miedoso, por cobarde…
-¿Te duele la cabeza o algo por el estilo?.
-¿Por qué debería?.
-Además de por las razones obvias, porque tomaste, Frank. Tenés olor a alcohol.
-Gracias má.
Voy a estar bien.
-Bueno, dormite.
Intenté, pero no fue fácil.

Y sigue sin serlo.
Viernes en la mañana y no había dormido nada, sería mi último encuentro con Gerard, y trataría de comportarme como lo venía haciendo hasta el momento y no despertar demasiadas sospechas, aunque creo que iba a ser inevitable.
En mi noche en vela le había mandado un mensaje de texto. Iba a ser más sano para ambos que no nos viéramos el sábado. O por lo menos eso me parecía.
No le había dado pista alguna de las razón de mi comportamiento y no se las daría en este último momento que íbamos a pasar juntos.

No quería dejar la cuidad luego del casamiento, pero era completamente necesario.
No quería casarme, pero la cobardía era demasiada.
No quería a Jamia, pero no sería la peor de las compañías.
No quería llorar, pero de seguro iba a ser inevitable.
No quería lastimarlo, pero lo iba a hacer.
No quería ver el dolor y la rabia reflejadas en sus ojos, y no lo iba a hacer.

Ray era mi amigo, Ray iba a encargarse del trabajo difícil…



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