viernes, 13 de julio de 2012

But it's better if you do; Capítulo: #6

Capítulo: #6

Desahogo y preocupación.

~ Eran cerca de las cuatro de la tarde cuando llegué a mi casa. Al abrir la puerta me encontré a mi madre mirando su comedia predilecta, de inmediato se giró a verme, desde hacía tres meses no llegaba a casa tan temprano. No quedaba nada para hacer hoy, solo rendirme.
-Hola má… voy a mi cuarto, ¿si?-no le di tiempo a que contestara, corrí a mi cuarto a desahogar las penas en mi guitarra.
Todo a mí alrededor desapareció; solo con la guitarra, sudando dolor, escuchando penas. Mis dedos se negaban a tocar otra cosa que no fueran los acordes de las canciones más tristes que conocía, desviándome en ocasiones de las pautas a seguir, de los acordes correctos. Guiándome por la pasión, por la bronca.
Los ojos húmedos fijos en el piso, el torso sudado, y los dedos sangrando. Así me encontré, destrozado.
No encontré explicación para tal destrozo, dolía ser obligado, pero… ¿por qué me dolía tanto? ¿Y si lo que en realidad dolía era precisamente el no saber?
“No sé, no sé…”
Levanté mi vista y me la encontré. Mi madre me miraba, sentada en el sillón de mi cuarto, de ojos tristes; lo había visto todo… estoy seguro de eso.
-En serio me preocupas, Frankie. En serio me duele verte así…-
-Es solo un mal día, má. No hay de que preocuparse- mentía, y por lo general era bueno haciéndolo.
-Te parí, Frank. Hace mucho que estás así, no es un día, es un trimestre.- miré al suelo resignado, era en vano mentirle.- Me gustaría que me contaras qué es lo que te tiene así…-dijo tomando mi rostro entre sus manos. La miré fijo y le contesté con una involuntaria sonrisa; ella no era como mi padre, ella me entendía, a ella no le importaba nada que no fuera mi felicidad.
-¿Pasó algo con Jamia?- era tan inocente la pobre que, en ocasiones, me daba hasta lástima. Negué con la cabeza.- ¿No me vas a contar nada?
-Perdón.- dije tratando de no sonar muy patético al decirlo.
-Cuando estés listo podés venir a hablar conmigo, a veces las madres somos más comprensivas, ¿Sabías, Frankie?- dijo dulcemente.
¿Esta tipa lee mentes?
¿Por qué dijo eso de “somos más comprensivas, ¿Sabías, Frankie?”?
“No más cuestionamientos por hoy, por favor” pidió mi conciencia.
Me recosté en la cama y prendí la tele. Era muy temprano para dormir. Obviamente no me iba a poner a ver ninguna película ya que corría riesgo de sentirme identificado o de, involuntariamente, sumergirme en un análisis, que hiciera a mi cerebro funcionar más de lo permitido; así que me concentré en Nickelodeon y miré la maratón de Bob Esponja hasta pasadas las dos de la mañana.
Bajé a la cocina y agarré un pedazo de pizza que había en el horno, lo comí, me dirigí al baño a hacer la primera necesidad biológica del día del martirio y volví al cuarto a esconderme entre las frazadas.
A las 3:15 p.m. sentí unos golpecitos en mi brazo izquierdo.
-Frank, hijito, despertate que van a llegar los tíos… ¿Frankie?- decía muy despacito mi madre.
Me giré hacia donde estaba ella y la abracé tirándola conmigo a la cama, le di un beso en la mejilla y le dije:
-¡¿Por qué siempre me despiertan tan tempraaano?!-
-¿Temprano?-dijo mirándome seria.- A veces me pregunto si en el hospital no hubo una confusión y en vez de darme a mi hijo me dieron una cría de oso- comentó divertida.
-¿Cría de oso? Eso fue duro, Linda.- dije abalanzándome sobre ella para hacerle cosquillas.
Fue, lejos, el mejor rato en días; bueno exceptuando cuando Gerard me abrazó…
¿Por qué pienso tanto en él? ¿Será que Ray tiene razón?
Mamá se despidió de mí con un beso en la frente y me dijo que me apurara. Corrí a la ducha, no faltaba mucho para que llegara toda la familia.

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