domingo, 12 de agosto de 2012

Think happy thoughts; Capítulo: #13

Capítulo: #13

Él, esperaba pacientemente mi respuesta. Acariciaba mi espalda y me hacía erizar la piel. Su respiración chocaba con mi cabello y sus tibios, suaves y delicados labios, se encontraban posados en mi frente. Como si él me estuviera protegiendo. Y a decir verdad, me sentía bastante seguro y protegido entre sus brazos.

— Entiendo si no me lo quieres contar ahora. Está bien. Pero quiero que sepas, que siempre podrás contar conmigo. Ya te lo he dicho muchas veces ¿Verdad? -asentí- Siempre estaré allí, para escucharte, para animarte, para aconsejarte cuando lo necesites. Te quiero, Gerard -al fin de estas hermosas y sinceras palabras, besó mi frente
— Frank...-suspiré.- Te lo contaré...-me liberé de sus cálidos brazos, me levanté hasta quedar de frente con él, y me separé unos centímetros, para poder hablar- Yo, iba a casarme. Su nombre era Leah. Era una mujer maravillosa. La persona, con la cual, quería compartir cada segundo de mi vida. La única persona en el mundo que había sabido comprenderme. Habíamos estado haciendo los preparativos para la boda. Por su parte, había muchos invitados, mientras que por el mío, solo estaba mi familia y Bob. -sonreí- El día anterior, yo debía ir a probarme por ultima vez el traje, y ella debía hacer lo mismo. Insistí en que Bob, la llevara hasta donde había mandado a hacer su vestido, pero ella no quería. Ella quería ir sola, por que quería que el vestido fuera una sorpresa para todos. -una lágrima acarició mi rostro- Todo estaba bien. Estabamos felices al saber que un día después, estaríamos casados para siempre. -paré un segundo- Yo estaba ya en casa. Ella no llegaba y estabamos todos muy preocupados, hasta que mi celular empezó a sonar. Me dijeron que el taxi, en el cual ella andaba, había colisionado con un camión. -mi voz se quebró- Y que el chofer estaba muerto y la mujer que habían encontrado estaba grave en el hospital. En ese momento yo no atiné a nada. Me quedé allí sentado. Estaba anonadado. Simplemente no lo creía. Luego de dos horas, al fin pude reaccionar y la fui a ver al hospital. Allí estaba, la que sería mi esposa, tendida sobre la cama...con muchas heridas en todo su cuerpo. -comencé a llorar y Frank, me abrazó- Luego de tres horas, ella murió. Pase por una enorme depresión...Incluso intenté suicidarme. -levanté mi manga, dejando ver esas malditas cicatrices que me recordaban que había sido un completo cobarde
— Cuanto lo siento. No sabía que algo tan horrible te había sucedido. -acarició mi cabello.- No quiero que sigas así, Gee. Yo estoy aquí contigo. Sé que nunca podré reemplazarla y tampoco quiero hacerlo. Si tú fuiste feliz con ella, eso me basta para darle todo mi respeto. Simplemente quiero que sepas, que siempre estaré para acompañarte.
— Fue todo tan raro. Tan rápido. La vida puede cambiar en un segundo.
— Imagino lo fuerte que debió haber sido para ti. Pero es tiempo de dar vuelta la página. Es hora de que seas feliz. Estoy seguro de que Leah, estaría contenta y lo que más quiere es que seas feliz.
— Gracias Frank. -me sentía extrañamente bien- Esto es muy raro también. -reí
— ¿Qué cosa? -preguntó
— Esto. Que...Me gustes -Okay, lo había dicho muchas veces ya, pero aún me daba algo de vergüenza y estoy seguro de que me enrojecía.
— Te quiero mucho, Gerard -acarició mi mejilla y me miró con detención.

Yo no aguantaba más y solo quería besarlo. Lo tomé despacio del rostro y junté sus labios con los míos. Este beso, era especial. El primero fue apasionado, fue más que nada, con ganas de devorar sus labios. Descubrir todos los rincones de su boca. En cambio este, era tierno. Ambos movíamos nuestros labios, a un ritmo lento. Cosa que me hacía querer más. Era tan irresistible su sabor. Cuando ya sentía que no tenía aire, lo solté.

— Buenos días -me besó fugazmente
— Buenos días -respondí y abrí bien los ojos.
— ¿Como dormiste? - se movía por toda la habitación, algo angustiado, pero se preocupaba por que yo no lo notara
— Bien...¿Qué sucede, Frank?
— Nada -fingió una gran sonrisa- ¿Por qué?
— Te ves...Preocupado. ¿De verdad no pasa nada?
— ¡Por supuesto! Todo bien. Si quieres sigue durmiendo. Yo debo ir a hacer algunas cosas a la tienda y ya vuelvo ¿Si? -nos despedimos con un corto beso y ví como desaparecía.

Como me dijo, me quedé durmiendo. Su cama era bastante cómoda, aunque me hubiera encantado que el hubiera estado a mi lado, acompañándome.

— ¿Dónde dormiste? -interrogó Bob- Fui a tu casa y no estabas.
— En...¿Casa de Frank? -fue extraño decirlo, por eso lo dije como pregunta
— ¡¿En casa de Frank?! No lo creo, Gerard -me abrazó.- Esto es raro...-me miró como examinándome
— Lo sé. Es muy, muy extraño -reí- Pero no por eso malo. - ¿Yo dije eso? Esto era realmente raro
— ¡¿Qué mierda te hizo Frank?! -rió
— Ni siquiera yo lo sé, Bob. Ahora dejame dormir un rato ¿Si? -quería cortar luego la llamada
— ¿Dormir? ¡Gerard, son las 2:00 de la tarde! ¡Si no te acuerdas tienes trabajo!
— ¡Mierda! Se me había olvidado - Si no quería que me despidieran debía apurarme.- Luego te llamo, Bob. Adiós -corté y me vestí.

Fui hasta mi casa, me cambié ropa y me fui a la tienda. Aun tenía un poco de sueño, asi que decidí pasar a comprar un café a Starbucks. En ese lugar hacían el café más delicioso que en mi vida había probado.
Llegué a la hora justa, a trabajar.

— ¿Como estás Gerard? -preguntó Taylor, la secretaria.
— Bien, Taylor ¿Y tú? -estaba extrañamente amable esta mañana, quizás se debía a mi estancia la noche anterior en casa de Frank.
— Bien también.

Pasé. Saludé a todo el mundo y me puse a trabajar. Al comic, le estaba yendo muy bien. Era un gran éxito, cosa que nunca me había imaginado.
Me puse lentes y comencé. Debo decir que soy bastante perfeccionista y por lo tanto en un solo dibujo, me tardaba hasta una hora y media. Y así pasaba toda mi tarde. Dibujando. Es genial trabajar en lo que te gusta. Esto me llenaba.

— Su café -vi como dejaban un café sobre mi mesa
— No pedí...-no seguí hablando por que era Frank.
— Hola -saludó tiernamente.
— ¿Qué haces aquí? -no podía ocultar mi asombro al verlo allí. Y mis ganas de besarlo, eran cada vez más potentes
— Quería verte. Te fuiste de casa y ni siquiera me avisaste.
— ¡Oh! lo siento. Es que se me había olvidado que debía trabajar y salí corriendo de tu casa. -recorría sus labios con la mirada. -Cálmate, Gee. Ya estarán solos.
— No importa -miró mis dibujos- ¿Te falta mucho?
— No. De hecho...-hise una ultima línea- Terminé- sonreí
— Vamos entonces.- guardé mis cosas y nos largamos.- ¿Dónde quieres ir?
— No lo sé...¿Dónde quieres ir tú?
— ¿Recuerdas el parque con la fuente de agua?
— ¡Como olvidarlo!
— ¿Quieres ir? -sus ojos se iluminaron, al ver una enorme sonrisa en mi rostro.
— Me encantaría -lo besé, sin poder contener más mis ganas de tocar sus labios
— ¡wow! -dijo con los ojos bien abiertos
— ¿Fue malo? -me dió algo de vergüenza
— No...Fue...Fue exquisito -me tomó fuertemente del rostro y me besó.

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