Capítulo: #14
{~ Narra Frank ~}
Lo tomé fuerte del rostro, aunque no bruscamente. Lo único que quería era poder tocar y devorar esos exquisitos labios que me volvían loco. Solo que no me atrevía, ya que me daba cuenta de que esta era su primera experiencia con un hombre, por lo tanto era algo extraño. Yo sabía bien lo que era eso, por lo tanto lo comprendía.
Y así estuvimos por un largo rato. Luego nos fuimos como siempre, él en auto y yo en moto.
— Aquí empecé a sentir cosas por ti -confesó algo avergonzado
— ¿Como? -abrí mis ojos
— ¿Recuerdas la conversación que mantuvimos aquí?
— Si... -dije para que siguiera hablando
— Con esa conversación me di cuenta de que no eras alguien que pasaría como cualquier persona por mi vida. Desde ese día, supe que tú eras algo más que una simple persona para mi. Que tu nombre significaba mucho más que solo una palabra para identificarte. Que todo tu ser era algo distinto. Desde esa conversación me di cuenta de que tú eras mi complemento. No quería aceptarlo y por eso estuve mal...
— ¿Por qué no querías? -pregunté intrigado
— Ya conoces a la gente...Al mundo. Ellos no ven con buenos ojos las relaciones de personas de un mismo sexo.
— ¿Te importan?
— Sí. Es decir, me da algo de vergüenza
— ¿Vergüenza? -Así que eso sentía. Debo admitir que me dió una ira tremenda el escuchar eso.
— Pero no de estar contigo -se veía complicado con su explicación- ¡Ash! -sacudió las manos- Es el hecho, Frank.
— Está bien. Entiendo.
Permanecimos gran parte de la tarde, viendo como los niños jugaban a nuestro al rededor. Les tenía una envidia tremenda. Ellos podían correr libres, sin tener que preocuparse por nada. Sin tener ningun tipo de problemas. Como extrañaba el ser pequeño, aunque no tenía muchos recuerdos de mi infancia, se notaba que era muy fácil ser niño.
— Me gustaría ser de nuevo así -dijo apuntando a los niños
— ¿Libre? -pregunté
— Libre, feliz, vivir sin preocupaciones...Muchas cosas. -me miró con una sonrisa nostálgica
— Tal vez yo te pueda ayudar...-acaricié su mejilla y dejé un dulce beso en sus labios
— No me cabe duda...-me miró y me besó nuevamente- Me incómoda estar aquí. Hay mucha gente al rededor ¿Quieres ir a mi departamento? -Si decía que no, era un completo idiota y como no lo soy, acepté con una enorme e imborrable sonrisa en la cara.
Sentía como me miraba por el espejo retrovisor de su auto. Era extraño, esto que teníamos...Esta "relación" que no tenía nombre. Me daba un poco de miedo la palabra "noviazgo". No me gusta estar amarrado a algo. No me gusta que me quiten más libertad, ya que me queda muy poca.
— Tu cama es cómoda -me tiré de brazos abiertos a ella.-Recuerdo cuando te ví dormir. Parecías un ángel...
— ¿Gracias? -rió
— ¡Pensamientos de mierda! ¿Por qué no me los puedo guardar? -No me había dado cuenta de lo recién dicho. Me daba bastante vergüenza que me gustara tanto.
— Tú también pareces un ángel...-susurró en mi oído y sentí su mano en mi cintura (permanecía recostado en la cama boca abajo), estaba casi encima mío, y eso bastó para que mis ojos se entrecerraran y disfrutaran de sus palabras- Mi ángel...-remarcó el "Mi". Volteé y su rostro estaba a escasos centímetros del mío. Lo besé y se dejó caer sobre mí. Abrí mis piernas, para alojar su cuerpo. Su respiración se escuchaba entrecortada al igual que la mía. Hace un par de días, habíamos estado en una situación parecida. Él había sido el que no había querido, por que yo...Lo único que quería era poseerlo. Esta vez, al parecer, no tenía intenciones de detener esta situación. Me besaba con pasión. Quité su polera y me miró con algo de vergüenza. Recorrí su pálida piel con mis manos, mientras lo seguía besando. Quitó mi polera y besó mi cuello. Esto era tan excitante. Ya estaba muy excitado y creo que Gerard, también. Escuchaba los rápidos latidos de su corazón y su muy entrecortada respiración. Sus hermosos ojos verdes, brillaban de una manera única.
— ¿Estás seguro? -pregunté con dificultad
— Sí. Sí, estoy seguro, Frank. Está vez, sí. -besé su frente y cambié de posición. Bajé sus pantalones con una emoción gigantesca. Algunos suspiros, acompañaban mi labor. Detrás de la delgada tela de su boxer gris, estaba mi objeto de deseo. Lo tomé delicadamente por la base y eso bastó para que escuchara un gemido de su parte ¡Oh dios! se escuchaba precioso. Comencé con movimientos circulares al rededor de su miembro. Su voz se escuchaba tremendamente hermosa y excitante. Cuando supe que estaba listo, lo introduje en mi boca y lanzó un gigantesco gemido. Mientras hacia esto, sus gemidos fueron aumentando en frecuencia y volumen. Sus manos estaban apretando las sabanas. Ya casi no oía su respiración, hasta que todos sus fluídos entraron en mi boca. Me limpié y luego subí para besarlo. Sus labios se veían más rojos y más deliciosos. Estaba tan feliz por esto.
— ¿Lo harás? -se separó de mi
— ¿Quieres? -En respuesta recibí un delicioso beso. Me daba un poco de miedo hacerle "eso" a él. Ya que sabía que era su primera vez con un hombre y yo no soy muy cuidadoso que digamos. Yo me encontraba entre sus piernas esta vez. Bajé mis pantalones y boxer. No podía creer lo que estaba sucediendo. Abrí sus piernas e introduje uno de mis dedos. Gimió. Gimió muy fuerte. -Lo siento- No dijo nada, por lo que seguí. Introduje otro y sus gritos eran ensordecedores. -¿Estás...bien? -pregunté y el solo me sonrió. Lo hice. Fue algo alucinante. Simplemente genial. Seguí con lentos movimientos. Escuchaba como gritaba maldiciones al aire. Algo que me causaba gracia. Me incliné un poco y llegué a su cuello. Lo mordí y lamí varias veces. Mis gemidos terminaban en sus oídos. Me tomó fuertemente del rostro y me besó. Sentí como acababa en él.
Nos quedamos ahí. No hacía falta una sola palabra. Todo estaba bien en silencio. El silencio que sabía, ambos disfrutábamos.
— No entiendo el interés de mirar por ese ventanal -Él estaba parado frente a la ventana, con una taza, conociéndolo, de café
— Me gusta -se volteó, caminó hacia mi y me besó
— ¿Como dormiste? -lo seguí a la cocina
— Excelente. No dormía así, desde hace mucho. Gracias. -una hermosa sonrisa me dedicó su rostro
— ¿Gracias? ¿Por qué? -pregunté intrigado, mientras él lavaba la taza
— Por estar aquí. Por aparecerte en mi vida. Por ser así. -fui hasta donde estaba y lo besé. Sus palabras me habían llenado de felicidad.
— Gracias a ti, por permitirme entrar en tu vida. -rocé su nariz con mi dedo. Esa nariz perfecta que tanta me gustaba.
— Te quiero mucho, Frank.
— Yo también te quiero mucho, Gerard.
— Bueno, ya es tarde y debo ir a la Universidad ¿Tú vas al trabajo? -gritó desde el baño.
— Sí.
— ¿A qué hora sales? -dijo apareciéndose en la puerta de la habitación, donde yo me estaba vistiendo
— A las 8:00 pm. ¿Por qué?
— Por nada. ¿Vendrás a la noche? -preguntó llevándose el cepillo de dientes a la boca
— No puedo. Ya pasé la noche aquí contigo. Recuerda que tengo una hermana menor. Aunque tenga veinte años, debo cuidar de ella...-sonó mi celular- Mamá -contesté- Hola...En la casa de un amigo...No lo sé...Linda, yo no sé donde se mete mi hermana, y aunque se lo preguntara no me diría, así que no me eches la culpa...Ella ya está grande y sabe cuidarse...Deja de fastidiar, hablamos otro día. -corté. Nuevamente mamá, diciéndome que tenía que hacerme cargo de mi hermana. No era mi culpa que ella no me quisiera. Ni siquiera sabía, por que ella sentía rechazo hacia mi.
— ¿Qué sucede, Frankie? -se sentó a mi lado, ya que yo me había puesto mal.
— Nada, Gee. No te preocupes. Ya me debo ir...Nos vemos. -me levanté sin siquiera despedirme y me fui.
Tenía que pensar. Fui a casa y me encontré con un desastre. Chicos tirados en el suelo...El baño hecho miee.rda, la sala y el comedor también. Botellas de alcohol en todas partes. Fui hasta la cocina a buscar a Mary, mi nana.
— ¿Qué sucedió aquí? -pregunté al verla limpiando
— Su hermana. Ayer, organizó una fiesta y trajo a toda la gente que está tirada inconciente en la sala.
— ¿Dónde está? -pregunté ya con rabia. Como era posible que mi hermana hiciera semejante destrozo
— En su pieza, supongo.
Subí con toda la ira acumulada, si tan solo fuera un hombre...Le partiría la cara a golpes. Contrólate, Frank. Es tu hermana, todos cometemos errores. Tranquilo . Conté hasta tres y entré.
— ¡Demi Iero! ¡Levántate ahora mismo! -hise hacia atrás el cubrecama y ella abrió los ojos perezosamente.
— ¿Qué mieer.da quieres, Frank? -se volteó
— ¡Que te levantes ahora! -la tomé de un brazo y la saqué de la cama
— ¡¿Qué te pasa, idiota?! -se soltó
— Quiero que me digas ¿Qué mieer.da pasó mientras yo no estaba? -trataba de controlarme solo por que era mi hermana.
— Una fiesta ¿Acaso eres ciego?
— Demi, ¿Por qué eres así conmigo? Yo trato de ser lo mejor hermano posible contigo, pero tú...te empeñas por hacer esto algo terrible. Cuando pequeños era todo distinto...
— Por que cuando pequeños no eras gay...-susurró y yo quedé helado. No sabía que decir...Ella se suponía que no sabía nada.
— ¿Qué...Qué estás diciendo? -tragué saliva
— ¡Eso! ¡Qué ahora eres un gay de mier.da! ¡Me das asco, Frank! -gritó y se encerró en su habitación. Me puse a llorar descontroladamente. Esa era la razón, por la cual todo había cambiado. Nunca había sabido, por que de un día a otro ella había cambiado tanto. Por el simple hecho de mi condición sexual, mi hermana me aborrecía. Esto me dañaba de una manera horrible. El rechazo de mi hermana me causaba un profundo dolor. No podría ir a trabajar ese día, me sentía terrible...
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