sábado, 11 de agosto de 2012

Ultra-Cían Vs Infra-Magenta; Capítulo: #4

Capítulo: #4

El mullido pasto de las colinas parecía estremecerse a cada paso de Frank y su reflejo, el aire era el más limpio y puro que Frank jamás había respirado en su vida, el sonido del viento parecía un canto angelical, miró a su reflejo extrañado

- ¿Estamos en el cielo?-

La risa clara de su reflejo fue acompañada con la risa suave y cómplice de todas las criaturas que de un momento a otro aparecieron a su alrededor

- Si, pudiese ser una forma de llamarlo -

- Aun tiene todos los vicios mortales -, La pequeña ninfa de agua que se posó sobre el hombro de Frank solo fue advertida por él cuando habló.

Frank no podía dejar de sonreír, todo, absolutamente todo a su alrededor era hermoso, cada partícula del aire revitalizador, cada hoja, flor o insecto adornados de colores indescriptibles, los arboles hincándose y saludándolo a su paso, los animales que hablaban de forma en la que él les entendía, las hermosas hadas y ninfas que se peleaban grácilmente para estar más cerca de él, el aroma vital de esa naturaleza de colores tan vivos y puros que le traían recuerdos de cosas no vividas, o al menos así lo pensaba Frank.

Se detuvieron ante una gigantesca montaña azul, en donde descansaba sobre la cima una especie de palacio, la niebla escarchada que lo cubría no le permitía a Frank observarlo bien, su reflejo se paró frente a él

- Ya estás en casa -

Dichas estas palabras, se encogió rápidamente tomando su verdadera forma, la de un duende de camuflaje.
La montaña abrió un pequeño boquete por el que Frank ingresó guiado por el duende, solo tres pasos y ya estaban en la cima, en medio del salón principal de aquel palacio, Frank dio un rápido vistazo al salón, las paredes inmaculadas, adornadas con relieves en mithril formando figuras que relataban la historia de aquel lugar, desde una de las esquinas ovales del palacio, se escuchó una voz tan dulce como la miel hablándole maternalmente a Frank

- Acércate un poco, quiero verte mejor -

La mujer delgada de piel más blanca que el armiño, cubierta con ropas livianas que ondeaban ante la más mínima brisa que se colaba por los ventanales de la casa, extendió por completo el par de alas turquesa que nacían de su espalda, estiró las manos hacía Frank, sonriendo llena de amor

- Ven acá hijo, llevo muchos siglos esperando por ti -.

Frank escuchaba atentamente, casi sin parpadear cada palabra que Airam, su madre, pronunciaba, trataba de explicarle a su hijo más amado la razón de su existencia, de su segundo nacimiento en la tierra, el por qué de su destino.

- Miles de años antes del tiempo que conocemos, la luz y la oscuridad vivan en armonía, respetando cada una la soberanía de la otra, manteniendo limpias sus fronteras, hasta el día que los humanos se percataron que usando ambas fuerzas podrían lograr lo que deseaban, invadieron terrenos que por siglos se mantuvieron sagrados, arrasando con la pureza de la luz y el misticismo de la oscuridad, obligándolas a enfrentarse entre si, abriendo ojos inocentes a un reino de maldad, formando bandos entre ellas, disidentes de las partes se mezclaron entre los humanos, conociendo por vez primera el sabor de la gloria que trae el poder, esa hambre insaciable de dominar, de ser más fuerte, de reinar por encima de todas las criaturas de la tierra.
Nos obligaron a dejarlos a su suerte, la oscuridad se alejó, exiliados en el inframundo por voluntad propia, nosotros creamos el ultramundo como nuestro nuevo hogar, pero nunca dejamos de intervenir en el destino de la humanidad, sin nuestra fuerza creadora, y sin la fuerza destructiva de la oscuridad, el mundo simplemente dejaría de existir -.

Airam tomo las manos de Frank entre sus níveas manos de terciopelo, aquél contacto reconfortaba el corazón del cada vez más confundido hombre, que poco a poco aceptaba su realidad, él no era humano.

- Ahora, la humanidad es una raza enferma, nadie cree en la magia, para ellos, solo somos un cuento de hadas, y la oscuridad es solo un chiste, los humanos se creen superiores a cualquier raza existente, destruyen su propio planeta a voluntad, su única motivación para existir es satisfacer sus deseos primarios; Frank, el inframundo se cansó de ser un chiste, se cansó de ser negado, se cansó de ser usado solo para el mal, por eso ellos reclamaron su líder de entre los humanos, porque van a empezar la extinción de la humanidad -.

Frank asintió como si comprendiera, pero su alma llena de dudas, y su corazón destrozado manifestándose en cada lágrima cían que rodaba por su piel, delataban el miedo y el dolor que le producía el solo pensar en el destino de Gerard.


- ¿Qué soy yo, por qué estoy aquí? -

Airam avanzó unos pasos hasta una gigantesca puerta de mithril, pronunciando en voz baja algo que parecía un rezo, la puerta comenzó a abrirse lentamente, dejando escapar un haz de luz que se extendía llenando todo el salón, Frank tuvo que cubrirse ambos ojos con sus manos, porque el brillo inmenso que provenía de detrás de esta puerta lastimaba sus aun humanas pupilas.

- Ven hijo, acércate, poco a poco te acostumbraras a esta luz, la energía pura de la creación -.

Frank caminaba con los ojos cerrados, tomando la mano de su madre, sintió que descendían por una rampa de metal, pulida, suave intentaba abrir sus ojos por momentos, no quería perderse nada de lo que había en su entorno, pero la luz lo obligaba cerrarlos nuevamente.

- Estamos en el eje del universo, Frank abre tus ojos, la luz ha mermado su intensidad -

Las paredes parecían cubiertas de musgo, eran grises en algunas partes, verdes en otras, entre las fisuras brotaba agua cristalina, al pie de las paredes germinaban pequeñas plantas y semillas que constantemente eran retiradas por hadas de color verdoso, sacadas de allí a toda prisa por ellas, mientras volaban al centro de ese lugar, que en el suelo había lo que parecía ser un espejo ovalado, llegaban hasta este y se colaban por él, desapareciendo.

- Eso que ves es el portal, es el pasaje entre los tres estados -

Frank corrió hasta quedar en el borde, arrodillándose frente a este, mirando las imágenes que reflejaba.

- ¿Por acá se puede ir al inframundo? -

- Sí, por supuesto -

- ¡Llévame! -

- No se puede Frank -

- Pero Gerard está allá, tengo que ir por él -

- Frank el magnánimo te mataría tan pronto pises la tierra de la muerte -

- Que es eso -

Airam se sentó con las piernas cruzadas cerca de su hijo, sus ojos se llenaron de lágrimas al verlo tan lleno de amor por Gerard, habló despacio, cada palabra debía ser cuidadosa, no quería causarle más dolor a Frank.

- El magnánimo es el máximo líder de la oscuridad, es quién guiará a los habitantes del inframundo a la batalla -

Frank titubeó, sabia dentro de sí lo que eso significaba, pero no quería decirlo, no quería pronunciarlo, como si al callarlo toda esa verdad se esfumara.

- Es Gerard, hijo, él es el magnánimo -

- No, estas muy equivocada, Gerard no es malo, él es un ser humano, nunca en su vida ha demostrado un espíritu de maldad, ellos se equivocaron -

- Frank, la oscuridad no es maldad, es equilibrio -

Sacudió su cabeza, cada palabra lo confundía más, no podía pensar en Gerard como un ser de tinieblas

- Este espejo muestra la vida en la tierra, supongo que hace lo mismo con el inframundo... -

- Así es -

- Muéstrame donde está Gerard -

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