viernes, 3 de agosto de 2012

Yo soy aquel; Capítulo: #12

Capítulo: #12

Las Cosas Bellas De La Vida.

Días más tarde, la cosa no había mejorado del todo. Lauren no me odiaba, simplemente dijo que es mejor dar las gracias de haberme encontrado que regañarme por casi haberme matado. Mikey me perdono a los días, claro, después de tanto rogarle por dicho perdón. De Frank no sabia nada, ni siquiera se asomaba a la ventana aunque yo con insistencia ahí me quedaba, las plantas estaban bien, muestra de que aun las regaba pero ahora estaba evitándome. Eso me dolía, me mataba. Que podía hacer yo con tanto dolor?? Tratar de matarme? Vaya burla al destino, ahora por eso estaba castigándome con la indiferencia de mi amado.

Ahora, dejando de lado toda mi tristeza, estaba más que decidido a recuperar a aquel hombre que desde su primera sonrisa había conquistado este podrido corazón. Él había hecho que mi rostro recuperara aquel gesto perdido, que las mañanas llenas de angustia se volvieran increíblemente brillantes y que este corazón pasara de negro a un rojo brillante. Había desarrollado una nueva manía, buscar el lado positivo de las cosas pero sin el, todo eso parecía prácticamente imposible. Pasaba horas recargado en el marco de la ventana buscando respuestas a todos mis dudas internas, encontrándolo en cada de una de las respuestas, acaso era tan difícil vivir sin él?

Cierto día, trataba de sentir la suavidad de la brisa que algún día aprecie sin éxito alguno, luego divise que alguien salía hacia la terraza, era la madre de Frank. Con el bastón golpeaba el asfalto y se guiaba por el barandal, sentí miedo de que fuese a caer o a tropezarse pero no fue así, camino hacia sus macetas con tal naturalidad que pareciese que si veía el camino, pero lo mas seguro es que ya se sabia la ruta a la perfección. Se agacho y comenzó a tocar las flores mientras decía algo y una sonrisa se dibujaba en su rostro, a pesar de no ver lo bonitas que eran sus plantas, se sentía feliz tocándolas.

-Lauren- la llame sin despegar la vista de la mujer

-Si?- dijo Lauren desde la cocina

-Quiero que me lleves a casa de Frank- respondí sin dejar de mirarla

-Seguro, solo me dices donde es-

Y ahí estaba, ubicado frente a la puerta sin Lauren a mi lado, estaba demasiado nervioso pero sabia que esto era lo que debía hacer, estaba seguro de que era lo correcto. Toque tres veces y no hubo respuesta alguna, cuando estaba a punto de golpear la puerta nuevamente, la mujer abrió.

-Si? Déjame ver quien eres- pidió la mujer tocando al frente su suyo pero sin encontrar que tocar

-Podría bajar un poco mas su mano?- pedí amablemente aunque por dentro me sentí humillado

-Eres tu el amigo hermoso de mi hijo?- pregunto inclinándose para tocarme -Oh, si, eres tu, disculpa si te ofendí-

-No hay problema- respondí avergonzado

-Pasa- pidió la mujer entrando a su casa

Entre y cerro la puerta tras de mi, sin dificultad alguna llego hacia el sillón y se sentó. Me acerque hacia ella pero luego me atasque, mire que estaba impidiéndome el paso y descubrí una camiseta de mi amado, la misma que uso el ultimo día que lo vi. La recogí y me la pase por la cara, era tan suave y olía muy delicioso, toda su dulce esencia estaba entrando por mis orificios nasales y haciendo una revoltura en mi cabeza. Dulces de fresa, flores, vainilla, todo clase de olores deliciosos se expandían por mis pulmones y sentí como me dopaban, al grado de imaginar todo como un gran y rosado algodón de azúcar.


-Y dime, cual es el motivo de tu visita? Frank no esta, esta trabajando- anuncio la mujer mientras dejaba el bastón a un lado suyo

-Pues quería hablar con usted- conteste apresuradamente

-Frank esta muy decepcionado de ti, tu eras su héroe porque a pesar de estar en esa silla lograste sonreír aquel día en que te beso, y que trataras de suicidarte solo hizo que se deprimiera- dijo la mujer

-Yo no quería que el se deprimiera, pero es que de pronto me sentí tan rechazado por todos que no tuve mas opción que desear morir- replique con el alma en la mano

-Mi hijo es muy dependiente de quienes ama, no quiero que vuelvas a hacer eso, esta muy dolido pero aun te quiere- respondió la mujer

-Y como logro eso?-
-Muéstrale que aun sonríes, que puedes ver las cosas hermosas que el mundo tiene para ti. Lo único que quiere ver es que estés feliz, el me lo confeso- después se levanto y camino hacia mi -No quiero que la gente empiece a amarte cuando estés muerto-

La mire perplejo.

-La muerte es en si hermosa porque la gente te ama mas o comienza a apreciarte. Sabes porque la gente tiene miedo de morir sola? Porque si en vida no tuvieron a nadie que los apreciara, mucho menos los tendrán en la muerte. Cuando dicen que morirán solo se refieren a que no tienen a nadie-

-Yo no quiero morir solo-

-Lo que quiere decir que temes vivir en soledad-

Agache mi cabeza como si me hubiesen reprendido, negándome al hecho de que la mujer podría tener razón. Negándome a que yo tuviera miedo a la soledad. La amo, pero no quiero morir en mi cama sin que alguien me tome de la mano. A eso me refería. Para mi la muerte era algo natural y lo admito, tenia una obsesión con ella.

-Ven conmigo, vamos a mi cuarto-

Fuimos al cuarto lleno de lienzos y pintura, solo que ahora había un gran cuadro con mi cara plasmada en el. Me sorprendí al ver lo idéntico que era a mi. No parecía una pintura, podría jurar que era una fotografía si no fuese porque estaba en un lienzo.

-Usted hizo esto?- pregunte acercándome mas a ella

-Si, toque tu cara y tus facciones rápidamente se idealizaron en mi cabeza, y bueno, Frank te describió un poco- respondió tocando la pintura -Se parece a ti?-

-Así es! Es excelente! Es usted excelente Sra. Iero! Pinta maravilloso! Yo quería ser dibujante pero nunca lograre hacer esas bellezas que usted hace- exclame fascinado

-No se trata de talentos especiales, se trata de como ver las cosas- replico -Y no me digas Sra. Iero, puedes decirme Ángela si deseas-

-No entiendo que quiere decir que no se trata de talentos especiales, yo no podría hacer eso nunca-

-Dios, el destino, o lo que fuera me quito la visión de los ojos, pero nunca la del mundo. Yo puedo mirar el mundo a través de las yemas de mis dedos y saber que es bellísimo todo lo que me espera allá fuera. No necesito que mis pupilas sirvan para saber que algo se mira hermoso, aunque yo tenga que imaginarlo-

La mire sorprendido por su sabiduría, ella sonrío y volteo a verme.

-Puedo deducir que estas sonriendo-

-Como lo sabe?-

-Después de un silencio hubo un suspiro de tu parte, eso pasa cada vez que alguien sonríe, no me pregunte como lo deduje-

-Es usted muy sabia-

-No es sabiduría muchacho, son lecciones que da la vida- suspiro un largo tiempo y se apoyó sobre el marco de la ventana

-No hay peor ciego que el que no quiere ver. Aquel hombre que perdió la vista, no tiene visión por sus ojos, pero el que perdió la visión desde el alma, ha podrido sus pupilas y se ha condenado a mirar todo en completa obscuridad-

-Soy un ciego entonces?-

-Ven, quiero ayudarte a que comprendas-

Me acerque. Tomo mis manos y después las soltó, cuando abrí mi mano en la palma tenia unos pétalos de rosa, uno rojo, uno rosa y otro blanco.

-Míralos con detenimiento y pálpalos al mismo tiempo, cuando estés seguro de haberlos identificado bien a cada uno, me dices-

Los mire con detenimiento y al palparlos no sentí ninguna diferencia, todos eran prácticamente iguales solo que de diferente color. Como es que ella podría definir cual es cual? Parecía ser una tarea prácticamente imposible. Los toque alrededor de quince minutos y no paso nada, nada diferente.

-Creo que aun no logras identificarlo muchacho, ven, yo te ayudare-

Me acerque y ella puso su palma sobre la mía, con las yemas de sus dedos comenzó a tocar los pétalos, despacio, como acariciándolos.

-Este es el blanco, este el rosa, y este el rojo- dijo señalándolos correctamente

-Como lo supo?- interrogue fascinado

-Cierra los ojos y lo descubrirás- ordeno

Cerré los ojos y nuevamente empecé a tocar los pétalos

-Espera, cierra los ojos y dime cuando tengas más sensibilidad-

Pasados unos minutos, sentí mas frío y me sentí mas conectado con mi entorno, percibía sonidos mas distantes, la respiración de la mujer y pude identifica cuando sonrío. Empecé a acariciarme y sentí con mas claridad la suavidad de mi palma y el tierno y sensual roce entre mi piel. Reconocí el olor sobre mi palma, ese olor a rosas. Comencé a oler los pétalos una y otra vez, hasta que sentí la diferencia entre ellos. Uno era mas suave, otro mas grueso, uno se estiraba mas que los otros.

-El rojo es....aquel que se estira mas que los otros?- pregunte

Pero no hubo respuesta. Dude.

-El rojo es, el más suave, el blanco el que mas se estira y rosa el más grueso- dijo

-Como lo supiste?-

-Trate de imaginarlo-

La mujer suspiro, una sonrisa, pensé. Luego sentí que unos dedos se deslizaban a lo largo de mis labios, acariciándolos en las orillas. Luego, una lengua pidió entrar a mi boca y yo la recibí gustoso, acariciándola suavemente con la mía. Unas manos sujetaron mi boca y me atrajeron mas hacia esa persona, profundizando el beso. El contacto se tomo mas apasionado y mi respiración se agitaba por la excitación. Aquellas manos encantadoras estaban acariciando mi espalda y la sangre me estaba subiendo sin control a la cabeza, al grado de que quiera mas y mas contacto. Sentir aquel cuerpo que con sus besos estaba llenado mi piel de deseo.

-Abre lo ojos- ordeno la Sra. Iero

Los abrí y la mujer se levanto del suelo.

-Yo te bese, verdad que es mas hermoso cuando solo te dedicas a sentir y a ver con el alma? Aprender a aclarar tu visión de la vida-

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