viernes, 3 de agosto de 2012

Yo soy aquel; Capítulo: #6

Capítulo: #6

-Bueno y adonde iremos?- pregunte ansioso

-Primero debo hacer algo antes de que salgamos de aquí- respondió Frank

Tomo con suavidad mi barbilla y levanto mi rostro, se quedo unos segundos viéndome a los ojos con ternura, muy característico de su forma de mirar, inclusive, en lo que cabe y conozco de el, de ser.

Sonreí y ambos nos sonrojamos, sus mejillas revestidas de ese precioso color carmín, parecían dos tiernas manzanitas que brillan con la luz del sol como si estuviesen lustradas.

-Bueno y que tienes que hacer?- pregunte para que se sintiera un poco mas cómodo

-Bueno, cierra los ojos y veras- contesto sonriendo

Dude un poco, pero termine accediendo. Las manos me temblaban de la emoción y la sonrisa estúpida que se había formado en mis labios daba a notar mi nerviosismo, que tercamente quería ocultar para no asustarlo.

Con un pañuelo o algo así cubrió mis ojos y después sentí como lo amarraba de la parte de atrás. Me sentía como cuando jugaba a la gallinita ciega en el patio con mi hermano, otra vez esa felicidad infantil invadió mi cuerpo.

-Creo que estás contento- comento Lauren

Frank rió.

-Bien, es hora de irnos- anuncio Frank tomando los cuernos de mi silla y llevándome a la salida.

Llegamos al ascensor, tomo mi mano y la apretó suavemente

-No tengas miedo, no soy un asesino-

Reí al comentario

-No creo que lo seas, es por eso que Lauren y yo estamos confiando en ti-
Entonces se detuvo el ascensor

-Y?- pregunte

-Que-

-A donde vamos?-

-Secreto-

Tomo mi silla y salimos del edificio, el aire fresco de una mañana de agosto estaba acariciando mi cara, el sol calentaba mis mejillas y el ruido de la gente que transitaba por las calles me puso muy feliz. Nunca había estado tan cerca de este tipo de situaciones desde la última vez que camine, antes de mi accidente por supuesto.

Entramos nuevamente a un lugar, supuse que era el edificio de enfrente por el corto camino. Entonces llegue a la conclusión de que era nada más y nada menos que el camino hacia la casa de mí muso.

-Odio los elevadores, sabes?- menciono Frank

-Entonces corramos por las escaleras- bromee

-No digas eso!- reclamo molesto -No quiero que vuelvas a decirlo, al menos no en mi presencia-

-De acuerdo, no te enfades-

Las puertas del elevador pillaron, así que entramos. Un minuto después las luces se fueron, por la tanto, el elevador paro. Estábamos atrapados entre las penumbras de ese pequeño lugar, estaba sofocándome, lo único que pasaba por mi nariz era ese molesto y tibio aire, lo que indicaba que pronto se acabaría que respirar. Frank me abrazo y apoyo su cabeza en mis piernas, justamente como siempre lo había querido, solo que esta vez no estaba pidiéndome matrimonio ni tenía un anillo con un murciélago grabado. Luego me arrepentí, porque estaba llorando lo que parecía desconsoladamente, musitando la oración del Padre Nuestro.

-Estas bien?- me atreví a preguntar, aunque obviamente sabia que no

-Le tengo miedo a estas cosas, es todo- respondió moqueando

-Yo le tengo miedo a la gente- comente

-Por qué?-

-Se ríen de mi porque soy diferente, perdí a mis "amigos" por eso. Ya no salía con ellos a bailar, así que se aburrieron de ir a clubes y quedarse en la mesa platicando con este pobre inválido-

Un silencio incomodo inundo el pequeño lugar, esos recuerdos otra vez comenzaron a dolerme, a pesar de que ya los había olvidado y perdonado. Al principio todo pintaba a que nada cambiaria, ellos me lo prometieron, luego dejaron de llamar. Siempre que les hablaba nunca estaban, era obvio, se habían ido de fiesta sin mí, para al día siguiente negarlo todo aunque la cruda los estuviese matando. De las chicas que estaban tan enamoradas del magnate Way ya no había pista alguna, claro que no iban a gastar su tiempo en estar con un hombre que no se podía mover mucho mas allá de su silla. Cuando se refieren a ti como minusválido de verdad es porque vales menos? Cuando te llaman invalido es porque no vales nada? Mis padres tenían mucho dinero, pero ni eso pudo salvarme de mi cruel destino o del abandono. Poco a poco mi familia se fue alejando por la vergüenza que les provocaba llevar a un evento social a un invalido, alguien cuya silla no combinaba con su ropa o el vestido Versace de su madre, entonces llego el día que me llevaron de viaje a Paris, fueron mis últimos días de sonrisa y "apoyo" moral, volví a casa y ninguna de mis cosas estaban en mi habitación, luego me llevaron a mi regalo de cumpleaños: Mi nueva casa, lejos de todo a lo que antes llamaba hogar. Mi hermano se sentía culpable, asi que se mudo conmigo, para luego recriminarme por la perdida de sus lujos, recibiendo apenas una pequeña pensión.

El tiempo pasó y me volví ermitaño. Lauren, la hija de Nina, una sirvienta con la que llevaba una estrecha relación, llego a mi nuevo hogar en busca de trabajo, rápidamente fue asignada como mi nana. Y así fue como llegue a este punto de mi miserable existencia, ahora solo confiaba en mi nueva luz, puse toda mi fe en que el me sacaría de mi soledad.

Acaricie su brazo, se estremeció.

-Me asustaste- respondió con una inocente risita

-Yo te cuidare, así tenga que dejar de respirar para que tomes el ultimo aire-

-No es necesario- alego -Se supone que hoy yo debo de cuidarte a ti-

Reí

-Se supone pequeñín-

-No me llames así- protesto

Su respiración estaba agitada, en sus pulmones ya casi no había aire. Tome su cara entre mis manos y la acerque a la mía, mi cuerpo estaba hirviendo, nuevas sensaciones llenándolo. Acaricie sus mejillas, estaban mojaditas.

-No llores más y abre la boca- pedí

-Para que?- pregunto asustado

-Para pasarte aire-

Abrió su boca y puse mis labios sobre ella, eran suaves y sabían a caramelo. El cielo estaba entrando por mi boca, el calor su aliento y su sabor a cajeta me estaban llevando a otro mundo, uno lleno de luz y felicidad.

Comencé lentamente, otra vez estaba respirando normal. Trate de separarme pero sus manos tomaron mi nuca y cuello, estaban tibias, mi corazón dio un vuelco, por un momento me pregunte si se había desvanecido. Pero no, comenzó a mover sus labios tímidamente, yo también lo hice. Su respiración estaba agitada nuevamente cuando la cosa comenzó a tomar un rumba mas apasionado, rompí el beso para que recuperara el aire pero me tomo otra vez entre su boca, introdujo su lengua, la recibí gustoso. Mis manos tomaron su cintura. El retiro lentamente mi paño.

Entonces se prendieron las luces y ambos nos miramos desconcertados. Lo había arruinado todo?

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