martes, 25 de junio de 2013

How the misery begins; Capítulo: #38

Capítulo: #38



Ray VIII.

Evidentemente no podría quitarme a Bob de encima.
-Ya Bob...-Dije tomando sus hombros- Quítate quieres? Me estas aplastando.
-No me quitare en toda la noche.-Susurró a mi oído dejándose caer una vez más.-
-Ah...-Suspire rendido-Maldición.

Mickey rió en algún rincón de la casa. Eran casi las dos de la madrugada y aún tenía el cuerpo del baterista encima del mío.
Finalmente, todo se ha dicho. Gerard hablo con Frank. Entre gritos y un intento de volver a planta baja por la ventana, se gritaron sus verdaderos sentimientos, hasta que Frankie perdió el conocimiento. Pero sabíamos que estaba bien, lo sé.
Gerard hace dos horas que desapareció, creo que se ha ido dormir con él.
Había un silencio sepulcral en la casa, quizás podía escuchar a Mickey ordenando la cocina de su hermano, pero nada más se podía oír.
Me corrijo, oigo la respiración de Bob.
Pobre Bob, pensé sonriendo. Se debe sentir tan culpable, todas las veces que me ha insultado. Estaba equivocado, pero tampoco podía traicionar a mis amigos. Sólo di casi, mi vida por ellos.
-Lamento...-Escuche que hizo una pausa- Haberte dicho todas esas cosas, yo no sabía...-Guardo silencio.-
-Ya...-Ubique mis manos en su espalda- No tienes porque pedir disculpas, no sabias.
-Podrías haberme dicho.
-No podía, era un secreto.
-Te odio..Pero eres mi mejor amigo.
Sonreí.
Escuche unos pasos, gire un poco mi cabeza para ver a Mickey junto al sofá.
-Tortolitos.-Sonrió- No piensan dormir? Quieren que los alcance con el auto?-Preguntó-
-Yo dormiré con Ray, y dormiremos los tres juntos aquí en el sofá.-Respondió Bob- No piensen que dejaremos solos a Gee y a Frankie. Debemos acompañarlos mañana por la mañana.
-Estas loco?-Pregunte- Ellos querrán intimidad.
Bob, hizo fuerza para levantar su cuerpo, nos miramos.
-No me iré de aquí. No, luego de todo lo ocurrido, ellos tienen que saber que estamos aquí para ellos, por ellos, con ellos.
Suspire.
-Creo...-Hice una pausa- Creo que no tengo opción. Nos quedaremos.
-Bien.-Sonrió Mickey-Le avisare a Alicia, y luego abriremos el sofá para acostarnos, sí?
-Ok.-Dijo Bob volviendo a mi pecho-
-No te cansas Bob, de abrazarme?
-Pues no.-Sentí que sonrió- Nunca me había dado cuenta hasta ahora lo confortable que eres para ser una almohada humana. Nunca te he puesto nada en la comida, lo juro.-Agregó de la nada-
-A qué vino eso?-Pregunte-
-Por si alguna vez lo has pensado, quiero que lo sepas.  Nunca le he puesto nada.
Reí.
-Jajaja! Lo se. Porque Mickey no te ha dejado.
-Bueno...-Hizo otra pausa- En fin, nunca le he puesto nada.-Respondió-

Dos horas habían pasado. Los tres estábamos acostados en el sofá, en silencio. 
Se veía tan gay esta escena.
-Se durmieron?-Preguntó Bob-
-No.-Respondí- No podré hacerlo si sigues respirando en mi oído.
Mi amigo rió.
-Te excito?
Mickey rió.
-Cállate, idiota.-Dije golpeándole la espalda-
-Au...-Se quejo Bob- Te dejaré tranquilo, esta bien.-Rodó a mi lado-
-Ah...-Suspire- Por fin, aire.-Respire hondo-
-Y pensar que todo esto era lo que no querías decirme.-Dijo Mickey- 
Sonreí.
Todos estaban tranquilos, respiraban con paz.
Ray se sentía tan aliviado, una gran carga de ladrillos fue quitada de su espalda. 
Bob suspiró, y lentamente acaricio la mano de Ray.
Ninguno hablo, siguieron con su entendible silencio, pero sonreían en la oscuridad. 
Bob, estaba feliz pero avergonzado de si mismo, por haber desconfiado de su mejor amigo. Si, su mejor amigo. Aquel ser humano que decidió dejar su trabajo, su vida por sus colegas. 
¿Cómo puede ser tan buen amigo?, se preguntó en las penumbras del living.
Mickey observaba las figuras raras que producía el poste de luz en el techo de la casa de su hermano, pensando en cuanto había sufrido sin decir nada, en la sangre que vio brotando de la cabeza de Frank.
Se preocupó, pero suspiró aliviado. Sabía que todo estaría bien, ahora todo volvería a la normalidad.
En la planta alta, Gerard se encontraba junto a Frank, el cual dormía placidamente acurrucado en sus brazos.
Sentía su respiración, y podía oír la vida, su mundo, su amor eterno junto a el. Trato de cerrar los ojos, pero no podía. No quería hacerlo, temiendo a que todo sea una alucinación. Sonreía a oscuras, acariciando sutil y dulcemente la espalda de su tierno aliado. 
Se sentía completo, después de tanto tiempo finalmente pudo decirle lo que contenía su corazón.  Aún tenía pena, al saber y recordar que había estrellado su cabeza por el, y aquella extraña voz.
-Mmm..-Escuchó-
Sonrió.
-Sh..Duérmete.-Lo abrazo con fuerza-
Frank abrazo su pecho, y volvió a sus sueños.
Hace semanas que no dormía como una persona normal, era su primera noche con Gerard, con tranquilidad, con la conciencia tranquila. Bueno, no tan tranquila aún faltaba enfrentarse con su esposa. 
Pero en su hora más oscura, Gerard era quien sostenía en secreto la llama.
El tiempo se detuvo antes que ellos. El cielo no puede ignorarlos. Nadie puede separarlos.
Ellos son todo lo que ha quedado. El eco rebota fuera de el. La sombra se pierde junto a el, no hay más necesidad de pretender.
Porque ahora, pueden comenzar otra vez.

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