martes, 25 de junio de 2013

How the misery begins; Capítulo: #8

Capítulo: #8



Ray II.

Bob, volteo a verme.
Me acerque a su mesa, saludando a cada uno.
Por un momento tuve mis dudas sobre el, pero por respeto lo salude de todas formas.
-Siéntate.-Me hizo un espacio Mickey-

Me senté, algo nervioso e incomodo por esas grandes canicas celestes, observándome con odio.
-No creo que sea bienvenido.- Es lo único que pude decir como respuesta a su mirada-
Sonrió con tanto sarcasmo que por un momento, le temí.
 -Acaso lees mi mente?-Fue el primer puñal que lanzo a mi corazón-
-Bob! -Dijo Mickey-
-No, déjalo.-Me puse de pie automáticamente- Comeré en otro lugar. No es el único restauran en la zona. Que tengan un buen día.-Me defendí-


Mis pies llegaron velozmente a la puerta de su vida, voltee a mirarlos.
Sabia que estaban discutiendo sobre mi.
Suspire, tratando de no quebrarme.
No piensen que no me duele. Duele, y mucho.
Nunca había tenido roce alguno con Bob. Fue duro para mi alma y mente que en el presente sea mi cabeza la que se imagine cuando corta un tramo de carne, en aquella cocina.

Acomode mi bolso en el hombro, y camine lentamente entre la gente.
Ya no tenia hambre, se había ido para juntarse con el dolor que mi corazón recuperaba día a día, cada vez que veía a Bob.

Finalmente, tome un taxi hasta casa.
No estaba de ánimos para lidiar con fans, o personas que te detienen en el medio de la calle para preguntarte o decirte estupideces.
-Aquí esta bien.-Dije al conductor-
-Usted no es famoso?-Dijo mirándome por el espejo al mismo tiempo que tomaba el billete que le entregue-
-No.-Dije en seco- Me debe estar confundiendo con alguien mas.
-Seguro? Su rostro me resulta conocido.-Insistió-

No dije nada, solo espere por el cambio para bajar de allí prácticamente corriendo.
Llegue al refugio, mi casa.
-Por fin...-Murmure dejando las llaves en la pequeña mesita-

Muchas veces pensé en internarme en un bunker, y no salir de allí hasta que todos me hallan olvidado. Hasta quizás Bob me perdone en ese transcurso de tiempo.

Me senté en aquel sofá antiguo, que había heredado de mi bisabuela. Estaba forrado de terciopelo, color obispo. Unos grandes almohadones haciendo juego, lo acompañaba.
Una ancha y amplia mesa, dominaba el centro del comedor, con seis sillas.

Estaba contento con mi espacio. No soy de aquellas personas que se conforman con un simple departamento. Toda mi vida viví en casa, pero adoraba los amplios sitios.
Aunque, debo confesar que me sentía solo.
No estaba en pareja, por eso decidí comprarme un perro.
Si, parezco el típico soltero. Pero soy joven y aun tengo tiempo de encontrar a mi alma gemela.
Cierto?.

Mire unos segundos  aquella majestuosa mesa, recordando con detalles las fiestas que había hecho, reuniones con los chicos. Veía a Gerard riendo como un desquiciado. Adoraba su risa.

Suspire, deseando volver al pasado.
Subí a mi habitación. Cerré la ventana, cerciorándome de que todo este a oscuras.
Baje la cabeza en señal de derrota total, para dejarme caer en la cama y acariciar la cabeza de mi pequeño, nuevo y casi único amigo.

Un día mas, arruinado por mi lealtad a los amigos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario