miércoles, 26 de marzo de 2014

Is that... You make me feel so special; Capítulo: #15

Capítulo: #15

Cuando mi cerebro al fin pudo reaccionar ante lo dicho por Frank, sentí que mi corazón dejo de 
latir. Mis pensamientos no tenían existencia ni espacio en mi mente. Solo existía el eco de la voz 
de mi pequeño diciendo que se estaba “enamorando de mí” Nunca en mi vida había escuchado 
algo tan hermoso, salido de unos perfectos labios, que me dejara sin habla. Aunque yo, si sabía 
lo que sentía. Estaba seguro de que me pasaba lo mismo que a él. Estaba seguro de que me 
estaba enamorando de Frank… 
Cuando pude sentir mis latidos nuevamente, tomé el rostro de Frank, que aun permanecía 
pegado a mi mejilla, con sus cálidos labios en mi oreja. Lo puse frente a mí, a muy corta 
distancia. Observe sus ojos por un momento. Esos ojos, con tonalidad verde, que me llevaban a 
otro mundo, que me cortaban el habla y que hacían que mi respiración se ausentara. Esos ojos 
con los cuales podía hacer latir mi corazón al máximo, pero también podía hacer que se parara 
para matarme poco a poco. Sus maravillosos ojos, expresaban tantas cosas. Tantos sentimientos
y sensaciones que lograba traspasarme a mí.

- Yo también me estoy enamorando de ti, Frankie – Dije casi en susurro, intentando expresar todo
lo que sentía por medio de esas significativas palabras. 
Cerró sus ojos con una leve sonrisa en su rostro, sintiendo como mi mano expresaba un cariño 
inmenso a través de caricias… Otra lágrima cayó por su mejilla y abrió sus ojos nuevamente. 
Acortó la poca distancia que existía entre ambos, posando sus dulces y deseables labios en los 
míos, con una ternura que me dejó atónito. Juntamos nuestras lenguas, experimentando hermosos 
sentimientos, después de nuestras declaraciones de amor. Ya nada podría separarnos. Nadie 
podría alejarme de mi pequeño. Ese beso era una clara muestra de que ahora, éramos uno. 
Después de un último movimiento con nuestros labios, Frank se alejó de mí. Buscó mi mirada y 
me sonrió. Su rostro aun estaba húmedo por las lágrimas que habían recorrido sus mejillas. Se 
aferró a mí en un apretado abrazo. Cuando vi a mi pequeño tan acurrucado a mi cuerpo, sentí que
lo protegía. 

- No llores… - Dije intentando calmar a Frank, mientras rodeaba su pequeño cuerpo con mis brazos. 
Por un rato solo escuché sus sollozos, hasta que decidió hablar.
- Es que… Nunca pensé que… Que podría conocer a alguien como tú. Llenas de esperanzas mi vida, Gerard. 
- Y tú llenas de esperanzas la mía. – dije besando su cabello. 
Así estuvimos por largo tiempo. Hasta que nos invadió el sueño. Además, Frank se encontraba 
muy frío, así que decidí llevarlo a la carpa, para que también pudiese dormir cómodo. Tomé su 
mano y fuimos camino a las carpas, abandonando la maravillosa noche que habíamos presenciado, 
con esa luminosa luna que no dejó que me perdiera detalle de la perfección de Frank.

- Gerard – dijo Frank en mi oído, mientras íbamos caminando. 
- ¿Qué? 
- Se me quitó el sueño – dijo con una mirada penetrante, mordiéndose el labio.
- Si, pero no se te ha quitado el frío – dije girándome para seguir el camino. 
- Pero tú me puedes dar calor – Tomó mi rostro para besar mis labios, pero yo lo alejé.
- ¿En medio del bosque? – Pregunté divertido – no lo creo. 
- Yo creo que sí – Tomó mi mano con fuerza, para que no siguiera mi camino.
- Pero Frank. Aquí no… Está lleno de – comencé a mirar hacia todos lados – bichos y… tierra… 
Vamos a la carpa. 
- Pero es que… Podemos despertar a nuestros padres. 
- No gimas tan fuerte – dije sonriendo coquetamente y besé rápidamente sus labios. – Vamos.
Estábamos llegando a las carpas y para suerte nuestra, los ronquidos de mi padre se escuchaban
muy fuertes. 

- Dudo que mi madre esté dormida con los ronquidos que da tu papá – Ambos comenzamos a reír. 

Entramos a la carpa, intentando no hacer ruido alguno. Frank, que ingresó primero, Tomó de mi 
cintura e hizo que me hincara, al igual que él, sobre el colchón. Comenzó a besarme apasionadamente, 
sus labios me decían cuanto me deseaba. Revolvía mi cabello con sus dedos. Desprendí la polera 
de su cuerpo y él me recostó sobre el colchón. Rodeó mis piernas con las suyas, haciendo que 
nuestros miembros se rozaran. Me sacó la polera y sus caricias se hicieron presentes. Acariciaba
todo mi cuerpo, mientras besaba cada parte de este. Me sorprendí de la facilidad que tenía Frank 
para lograr cada movimiento, ya que no era un chico experimentado, pero por lo que vi, aprendía 
rápido. Lo tomé del rostro y besé sus labios. Me encantaba poder sentir el dulce néctar que 
desprendía Frank a través de sus besos y el poder sentir su lengua dentro de mi boca me erizaba 
la piel. Mordí su oreja con suavidad Él, que aun se encontraba sobre mí, desabrochó mis pantalones 
y finalmente logró desprenderlos completamente, junto con mis bóxers. Sus delicadas manos 
acariciando mi pene hicieron que se endureciera y los gemidos no tardaron en salir. ”No tan fuerte
Gee” Susurraba Frank, intentando callarme, pero era imposible que eso sucediera. Mi respiración 
estaba muy acelerada al igual que la de él. Con la diferencia que él aun no estaba sintiendo el 
placer, como lo estaba haciendo yo, por lo tanto los gemidos de mi parte eran inevitables. Yo 
tomaba con fuerza a Frank por la espalda y podía sentir como respiraba agitadamente en mi oído 
y esto me excitaba aun más. Yo permanecía con mis ojos cerrados y con la boca entreabierta. 
Esta vez quería experimentar algo diferente. Quería sentir a Frank dentro de mí. Lo separé 
lentamente. Él solo me observó confuso. Me giré sobre el colchón, quedando boca abajo, Frank 
me miraba con grandes ojos. 

- Pero Gerard, yo no sé…
- Hazlo – lo interrumpí. – Hazlo, por favor. 

Frank desprendió sus pantalones, ya que aun permanecía con ellos. Tomó mi cadera y pude 
sentirlo temblar. 

- Tranquilo Frank, lo harás bien. – dije mirándolo de reojo, pero su nerviosismo no se fue. 
Lentamente introdujo su pene dentro de mí. No sentí gran dolor, ya que no era la primera vez que me penetraban, pero el hecho de que fuera mi amado esta vez, lo hacía especial y no puedo 
negar que yo también estaba nervioso. Frank continuó con movimientos más rápidos y los 
gemidos de ambos se hacían escuchar cada vez más fuerte. Intente controlarme apretando mis 
labios, pero los de Frank aumentaban cada vez más, sin embargo, no quería que disminuyeran, 
me gustaba escucharlo gemir. Sentir como se intentaba apoderar de todo el aire que ahí existía. 
Comenzó a besar mi espalda y luego me daba pequeños mordiscos que hacían que me encorvara. 
Mis caderas se movían cada vez más rápido, y como respuesta Frank me penetraba cada vez más 
fuerte y me encantaba. Tomé a Frank por la nuca e intenté girar mi cabeza para así besarlo. Sus 
labios estaban rojos y sus mejillas coloradas. Sentía su cuerpo húmedo pegándose al mío en 
cada penetración. Jamás había sentido el placer que estaba sintiendo en este momento con 
ninguna persona. Frank era tan excitante… Delicioso. Cada beso, cada caricia, cada mirada me 
volvía loco. Estaba realmente enamorado de él. Separamos nuestros labios, el orgasmo se estaba 
acercando. Mi piel estaba erizada, podía sentir los jadeos de Frank en mi oído. Mis brazos y 
piernas estaban tiesos. El calor que sentía recorrer mi cuerpo era impresionante. Nuestros 
gemidos se unieron, llegando juntos al orgasmo, sintiendo explotar a Frank dentro de mí.
Intentamos respirar aunque nos era dificultoso. Permanecimos así un momento. Frank apoyado 
sobre mi espalda y yo con mis ojos cerrados intentando recuperarme de ese magnífico suceso. 
Hasta que me di vuelta, para quedar frente a Frank. Él se acurrucó en mi pecho. Logré alcanzar 
una frazada para tapar a mi pequeño, que aunque sé que no tenía frío, al pasar la noche se 
podría enfriar.

- Fue maravilloso – dijo con ternura en su mirada. Yo sonreí.
- Tú eres maravilloso… - besé sus labios – ¿Viste? Lo lograste – ambos reímos.
- Contigo a mi lado puedo logar lo que sea. – Al terminar de decir esto nos quedamos en silencio 
y se escuchó un fuerte ronquido de mi padre. 
- Parece que no nos escucharon – comenzamos a reír de nuevo. 
- No me importa… Porque… Te amo. – Quedé atónito. – Te amo, Gerard Way. 
- Yo también te amo, Frank Iero. – dije librando todos mis sentimientos a través de esa frase.
Nos besamos dulcemente. Me sentí libre al no esconder ningún sentimiento ante Frank. Solo 
había amor y honestidad, eso me hacía feliz. Él tan solo respirar junto a mi amado me hacía feliz. Se acurrucó en mi pecho nuevamente, yo le acariciaba el cabello y así nos quedamos prontamente dormidos.


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