miércoles, 26 de marzo de 2014

Is that... You make me feel so special; Capítulo: #14

Capítulo: #14

Finalmente decidimos ir a acampar, así que arreglamos las cosas y al otro día salimos temprano de casa. Subimos al auto. Mis padres conversaban y escuchaban la música de la radio, mientras Gerard me miraba de reojo y me sonreía, a mi me provocaba gracia. En un momento, deseé poder estar solo con él. Acercarme, besarlo y quedarme pegado a su cuerpo por siempre. Simplemente escuchar una frase salida de sus perfectos labios. Lo quedé mirando, ya que mis padres estaban distraídos y comencé a jugar con sus manos. Entrelazaba sus dedos con los míos y él solo sonreía, incluso puedo asegurar que vi sus mejillas encenderse. Estuvimos así todo el viaje, jugueteando y arriesgándonos, ya que nuestros padres nos podrían ver, pero nada sucedió. 
Rato después, llegamos y nos bajamos del auto. El lugar era muy lindo. Un gran bosque, mucho verde y según dijo Donald, muy cerca se encontraba una playa. Iniciamos la caminata, Mi mamá y Donald iban más adelante. Mientras Gerard y yo íbamos jugueteando y riéndonos más atrás. En un momento Gerard me empujó hacia un costado, tomó mi brazo con fuerza y comenzó a correr, yo sin entender cual era su propósito, quise detenerme, pero Gerard no me dejaba.

- ¡Gerard! - dije finalmente, cuando pude zafarme - ¿Qué haces? - Gerard no aguantaba más de la risa. 
- No quiero estar con ellos - dijo acercándose a mí.
- Pudiste haberme dicho antes - comencé a mirar hacia todos lados - ¡Estamos perdidos, tonto! 
- No te enojes, ven - tomó mi mano y caminamos por un rato.
- Gerard, ¿Es idea mía o estamos caminando en círculos? 
- Creo que sí. - dijo observando hacia todos lados. 
- ¡Frank! ¡Gerard! - Se escucharon gritos de Donald. 
- Vamos - dije girándome, para volver con ellos. 
- No - me tomo del brazo - Quedémonos aquí un rato. 
- Pero Gerard, nos están buscando. 
- ¿y qué tiene? Después volvemos.... Perdámonos juntos - dijo sonriendo ampliamente.
- Estás loco - dije resignado.
- Si - comenzó a reír. 

Caminamos mientras los gritos de nuestros padres aun se oían, pero de apoco se fueron volviendo ausentes. Ya no se escuchaba nada, excepto la naturaleza y nuestras respiraciones. Paseamos tanto rato que finalmente llegamos a la playa. Era muy linda, agua muy clara, arena limpia y brillante y un aire que me hacía sentir limpio. 

- Que hermoso - dije, mientras me acercaba a la playa. 
- No tanto como tú - Gerard se acomodó en la arena, mientras yo sonreía tímidamente por su comentario. 
- Me encanta estar contigo - dije sentándome a su lado. 
- A mi igual. - Dijo con sus hermosos ojos puestos en mí. Yo recordé la vez cuando estábamos en la plaza y me dijo que me veía tierno por la posición en que me encontraba. Incliné levemente mi cuerpo hacia atrás, apoyándome en mis brazos. Mi cabeza quedó mirando el cielo, aunque después cerré mis ojos e inhalé profundamente. Al hacer esto escuché una pequeña risita. Lo que hizo que yo también riera. - ¿Me estás provocando? - Pude percibir una sombra, aun con mis ojos cerrados. Gerard se sentó sobre mí y besó suavemente mis labios. Yo abrí mis ojos. - Te ves tierno - dijo Gerard. Ambos comenzamos a reír. 
- Tú te ves perfecto. - dije besando sus labios nuevamente. Era verdad se veía perfecto. Su presencia me volvía loco. Se maravilloso cuerpo, su rostro con esas definidas facciones, cada detalle de él. Sus ojos hacían juego con el cielo azul y el clarísimo mar. La brisa era perfecta, recorría su cabello de una manera provocativa. Nuestros sabores se entremezclaban. Sus tan dulces, tan suaves y cálidos labios me hacían volar. Me sentía tan gozoso de poder ser yo, quien estaba con ese perfecto ser. 

- Mm… - Gerard se quejó al notar que mi celular vibraba. Separamos nuestros labios - ¿No lo apagaste? – dijo levantándose para sentarse al lado mío.
- No… ¿Mamá? – dije contestando el celular. 
- Hijo, ¿Dónde están? – dijo molesta.
- Eh… En la playa. – Gerard ni siquiera me miraba. 
- Bueno, pero ahora tienen que venir aquí… - Me dio las indicaciones de dónde estaba y luego corté
- Perdón Gerard, no te enojes. – Intenté buscar su mirada, pero no lo logré. 
- Se supone que nos escapábamos, quiero estar contigo. – dijo al fin mirándome a los ojos. 
- Yo también Gerard, pero esto es arriesgado. ¿Cómo quieres que nuestros padres no sospechen nada si nos andamos arrancando? 
- Algún día tendrán que saber. – Me sentí incómodo cuando dijo esto, ahora yo era el que evitaba su mirada. La dirigí al mar. 
- Lo sé. 
- Está bien, no quiero preocuparte con eso ahora, mejor vamos – besó mi mejilla y se puso de pie. Me ofreció su mano para hacer lo mismo y comenzamos a caminar en dirección hacia nuestros padres, pero en mi cabeza solo se repetía la última frase dicha por Gerard ”Algún día tendrán que saber” Sabía que eso era cierto y el tan solo imaginar cómo sería no me dejaba tranquilo. Gerard se volteó y al parecer vio angustia en mi rostro. 

- ¿Qué pasa, pequeño? – dijo tomando mi mentón.
- Nada – disimule una sonrisa. 
- Frank, todo sucederá a su debido tiempo. No te preocupes por eso ahora. – Rodeó mi cuerpo con sus protectores brazos. Me sentí tan bien, sentí como si Gerard fuese una especia de escudo que me protegía. - ¿Estás tranquilo ahora?
- Si, Gerard. Gracias – esta vez sonreí con sinceridad. 

Pronto llegamos donde se encontraban nuestros padres. Nos regañaron un poco, pero nada comparado a lo que yo creí que pasaría. Nos preguntaron por la playa, mientras comíamos. Dijeron que querían ir a verla y nosotros solo le dijimos donde estaba. Nos quedaríamos ahí.

- Antes de que vayamos, podríamos armar las carpas ahora mismo. – dijo Donald.
- Claro, creo que es lo mejor – respondió mi mamá, comenzando a armar una de las carpas. Eran dos. 
- ¿Cómo lo haremos? – Dijo Donald refiriéndose a quienes dormirían con quien. 
- Eh… ¿Tú y Gerard y Frank y…?
- No tengo problema en dormir con Gerard – interrumpí sin querer. Gerard me observó y comenzó a reír. ¿Se estaba burlando de mí?
- Eh… ¿De verdad, Frank? – Donald me miraba contento.
- Pues… Claro. Tú tienes que estar con mamá. 
- Eh… Si. Yo tampoco tengo problema en dormir con… Frank – dijo Gerard mirándome provocativamente, ya que nuestros padres se estaban mirando entre si, resolviendo si lo hacían así o no. 
- Muy bien, entonces armen su carpa – dijo mi mamá sonriente. 

Así lo hicimos. Donald y mamá terminaron primero, así que fueron a la playa. Mientras Gerard y yo continuábamos “peleando” con la maldita carpa que no podíamos armar. Ambos reíamos a carcajadas, porque ninguno sabía cómo iba cada parte. Pasaron horas hasta que nuestros padres llegaron, a esa altura ya teníamos la carpa armada. Estuvimos conversando largo rato, mientras comíamos hasta que decidimos ir a dormir.

- Buenas noches – dijo Donald, mientras apagaba la fogata.
- Buenas noches – respondimos. 
- Vamos a dormir – dijo Gerard poniéndose de pie, yo lo seguí. 

Entramos a la carpa y ambos nos sentamos, frente a frente. 

- ¿Crees que nos escuchen? – dijo Gerard acercándose peligrosamente a mí. 
- Gerard… - Comenzó a besar mi cuello. – No… 
- Shhh… Nos pueden escuchar – seguía besando mi cuello y acariciando mi pelo.
- No… No quiero. – dije finalmente. Gerard se separó de mí. – Quiero salir a caminar – dije con una sonrisa de niño pequeño. 
- ¿A caminar?
- Si. 
- Está bien – me sonrió. 

Salimos silenciosamente. No queríamos que alguien se diera cuenta.
Caminamos lentamente, hasta asegurarnos que estábamos lo suficientemente lejos de las carpas. Nos acercamos a las rocas de la playa y nos sentamos. La luna iluminaba todo aquel lugar, se veía tan cerca de nosotros. Era un ambiente muy romántico y me encantó presenciar ese momento con él. Y quería disfrutarlo, conociéndolo mejor.

- ¿Dónde vivías antes? – le pregunté, mientras miraba el bello paisaje. 
- En un pequeño pueblo. Vivía con mi mamá y mi hermano menor.
- ¿Tienes hermano? – volteé a verlo.
- Si – me sonrió. – Lo extraño. A veces hablo con él, pero no es lo mismo. Es difícil tener tan distante a alguien que amas tanto. – Bajó su vista hacia sus manos y pude ver una expresión de tristeza en su rostro.
- Te entiendo – dije con pena en mi interior. Subió su vista hasta encontrarse con mi mirada. 
- ¿Extrañas a tu padre? – me miró con algo de miedo al preguntar eso. 
- Demasiado. El que muriera fue lo peor que pudo haber pasado

{*Narra Gerard*}

Al parecer, era la primera vez que Frank hablaba de su padre. Lo ponía mal, pude notarlo, pero él necesitaba deshogarse y me sentí halagado al saber que me lo contaba a mí. Yo lo observaba atento. Frank estaba con la vista baja y pude notar una lágrima caer por su mejilla. Le acaricié el pelo y lo aferré a mí. Lo abracé fuerte, luego él se recostó en mis piernas, mientras yo lo observaba. Sequé sus lágrimas
- Es difícil la muerte de un ser querido, cuando uno no cree en la vida después de la muerte. – Cuando dijo esto, sentí como si me clavaran un cuchillo en el corazón. ¿Cómo puedes animar a una persona cuando tiene esa frialdad? Frank verdaderamente estaba dolido. Sufría.
- Pero tienes que estar feliz de haber vivido tu infancia con él, de haber aprovechado cada instancia a su lado. Porque lo hiciste ¿cierto?
- supongo – dijo después de un rato. 

Lo deje pensativo con ese comentario y eso no me gustó. Yo quería que respondiera de manera segura un “si” 

- Él… Era todo para mí. Con él cada día era una aventura, cada caricia que me brindaba era una carga de energía. Me sentía tan bien a su lado. Me sentía… Protegido. Me hacía… sentir tan especial. – Me angustiaba ver a Frank de esa manera. En verdad le dolía todo esto ¿Por qué tenía que sufrir tanto? ¿Por qué él? ¿Por qué Mi pequeño?
- Frank… - dije acariciando su cabello. – Sé que jamás habrá alguien como tu padre, pero… Quiero amarte. Quiero sentir cada momento junto a ti como si fuese el último. Quiero poder protegerte. Y que nunca jamás te separes de mí. – Pude notar sus ojos cristalizados. Brillaban de una manera excepcional. – Sé que lo que has vivido, no ha sido fácil y te admiro. Eres fuerte… Eres especial…- Frank levantó su cuerpo hasta quedar sentado a mi misma altura, acarició mi rostro y una lágrima brotó de sus hermosos ojos, se acercó a mí y posó su rostro al lado mío y con su suave y calmada voz susurró en mi oído…
- Me estoy enamorando de ti, Gerard.


No hay comentarios:

Publicar un comentario