miércoles, 26 de marzo de 2014

Is that... You make me feel so special; Capítulo: #23

Capítulo: #23

- ¡Respóndeme Gerard! - repitió una vez más.
Pude percibir el miedo de Gerard. No supe por qué estaba tan asustado, pero eso me afligía. Yo solo lo observaba. Me miró con angustia y pude ver como dio un paso hacia mí y tomó mi mano... La apretó con fuerza y eso me fortaleció. Me sentí feliz. Volteó hacia Donald.

- Papá... - la apretó con más fuerza aun. Mis ojos se llenaron de lágrimas. - Yo también amo a Frank.
- ¡¿Cómo te atreves?! - dijo aumentando su voz, a medida que se acercaba a Gerard. Ninguno de los dos pudimos reaccionar. Vi como levantaba su mano ante Gerard.
- ¡No! - grité interponiéndome, pero él con gran fuerza, me empujó e hizo que cayera al suelo. No pude voltearme a ver, pero si sentí el fuerte impacto que recibió mi amado Gee, de la mano de su padre. Cayó al suelo. Mi mamá gritaba y tapaba sus ojos, arrinconada en el suelo. Gerard se quejaba del dolor e intentaba abrir sus ojos, apretando su cabeza por el dolor que le provocó aquel golpe. Mi vista era borrosa, no solo por las lágrimas, sentía tanto dolor en mi interior, que mi cuerpo no daba más.
- ¡Me juraste que esas estúpidas ideas homosexuales se habían ido de tu cabeza! - Gritaba Donald, mientras lo apuntaba con rabia. Sus gritos hacían que mi cabeza me doliera. Ni me imagino lo que sentía Gerard. - ¡Hoy día mismo te vas a casa de tu madre! ¡Olvídate que algún día pisaste esta casa! ¡Te cambiarás de colegio y los vigilaremos día y noche para que no se vean jamás! - Esta vez nos hablaba a ambos. 

Intenté mirar a Gee aunque mis ojos me pesaban. Se cerraban solos, pero de igual manera levanté mi cabeza. Pude ver a Gee tirado en el piso con sangre y con sus ojos entreabiertos y llenos de lágrimas. Su hermosa mirada me brindaba una paz inexplicable. No podía creer lo que había sucedido. ¿No verlo más? No podría. ¿Alejarme nuevamente a un ser querido? Ya había muerto el ser que más he amado. ¿Ahora también me quitarían a Gerard? 

- Levántate - ordenó Donald, tomando de los brazos a Gerard. Él con gran esfuerzo lo logró. Ambos subieron las escaleras, Gerard a empujones lo tuvo que hacer. Hasta que desaparecieron. Bajé mi cabeza nuevamente, me recosté sobre el suelo con mis ojos húmedos. 
- Nunca pensé esto de tí, Frank - dijo mi madre con la voz quebrada, aun en su posición.
- Yo siempre supe que jamás harías algo para defenderme. - Dije casi sin voz y con gran rencor... Mi madre no hizo nada. No se opuso a que este hombre me pusiera las manos encima y eso jamás se me olvidaría. 

Después de unos minutos vi a Gerard bajar con sus maletas, me dedicó una mirada que se me hizo eterna. Recordé cuando sus ojos intentaban leer mi mente, y de alguna manera yo creía que lo lograba. No me pude mover, fue imposible. Mi cuerpo no respondía. Donald empujaba a Gerard para que saliera de casa... Así paso... Ni una despedida. Ni un simple "adiós" nada fue posible en ese momento... Solo nuestras miradas que expresaban una tristeza irremediable.
Llegaron a la puerta y desaparecieron. Donald dio un fuerte postazo que me hizo explotar la cabeza. Y supe que sería imposible volver a ver a mi hermoso Gee, sus hermosos ojos y sus hermosos labios. No volver a besarlo, no poder tocarlo o simplemente mirarlo, me mataría. Se lo llevarían a otra ciudad para que nuestro amor no se lleve a cabo... 
Intenté ponerme de pie y cuando al fin lo logré subí a mi cuarto. Me recosté sobre mi cama y las lágrimas aparecieron para no abandonarme más. 

{*Narra Gerard*}

Tenía mil cosas en mente... Sabía que a mi padre jamás le gusto que me sintiera atraído por hombres, pero nunca pensé que podía llegar a esto. Separarme de tal manera del ser que he amado, el único que se ha ganado mi corazón de la manera más hermosa y pura que puede haber. Mi pequeño… Tan hermoso. Sus ojos que irradiaban tanta inocencia. Desde que lo vi por primera vez en la cocina, supe que era especial y ahora sería imposible olvidarme de él, pero quizás sería lo mejor. Así seguiría con su vida normal.
Mi papá no me hablaba. Conducía rápido y totalmente serio. Yo no quería ni mirarlo, me asustaba.
Llegamos al terminal de buses, mi padre sin siquiera mirarme, comenzó a caminar rápidamente hasta comprar los pasajes.

- Iré contigo… porque como te dije, ahora los vigilaremos todo el tiempo. – Diciendo esto, no me habló más.

Subimos al bus, viajamos en silencio. Mis lágrimas caían sin cesar por mis mejillas rojas de rabia. Mi cabeza dolía demasiado. El golpe de mi padre aun me afectaba enormemente. No podía creer que no volvería a ver a Frankie. Ni siquiera pude despedirme, ¿Cómo se atrevieron a hacernos esto? Yo lo amaba y él me amaba. Frank… Mi pequeño se atrevió a dar la cara por mí. Recordé sus ojos… Temerosos ¿En verdad creyó que lo dejaría solo? Si fui yo el que le dijo que lo admitiéramos. 
Comencé a llorar más aun al recordar los hermosos momentos que habíamos pasado. Su mirada penetrante. Nuestro primer beso… Fue hermoso. Poder sentir ese sabor que tanto deseé y que tanto me negó, pero valió la pena la espera. Sus besos eran como drogas, me volví adicto a ellos. A esos hermosos labios, que me brindaban el mayor de los placeres.
Después de un par de horas, llegamos a casa. Mi padre tocó el timbre varias veces seguidas, hasta que salió mi hermano

- ¡Hola! – nos miraba sorprendido.
- Hola Mikey. ¿Está tu madre?
- Eh… - miró mis maletas – No – dijo pausadamente, mientras me observaba intentando encontrar una explicación. 
- Bueno, necesito hablar con ella.
- Pasen… Espérala adentro. – abrió la puerta y ambos entramos.
Una vez dentro, Mikey nos sirvió algo para beber y luego me llamó a la cocina, mientras mi padre veía televisión.
- ¿Qué paso? – preguntó, una vez, ya dentro.
- Peleas. – dije apoyándome en la muralla, con mis brazos en mi espalda.
- Pero no fueron simples peleas… Te golpeó, Gerard.
- ¿En serio? – dije irónico.
- Cuéntame por favor – respondió serio.
- Supo lo de Frank. – abrió sus ojos sorpresivamente.
- ¿Lo de Frank?... Creí que no iba en serio.
- Creíste mal… - Mis ojos se fueron al suelo y comencé llorar. 
- Oh, Gerard… ¿En verdad te enamoraste de él? – dijo, mientras se acercaba a mí para abrasarme.
- Si… Lo amo, Mikey… Y le juré que jamás lo dejaría solo – Lo abracé con fuerza, posando mi cabeza sobre su hombro. – Ni siquiera me pude despedir.

- Pero te dije que lo mejor era que te olvidaras de él. Ambos sabíamos que esto podía pasar.
- ¡No, Mikey!… No sabía que esto podría llegar a pasar – dije soltando sus brazos, con rabia. - ¿Crees que hubiese animado a Frank a decir la verdad, si hubiese sabido que todo terminaría así?
- Gerard, la última vez que te vio con un hombre lo saco a patadas de casa y después no te dejo salir de casa, hasta que le juraras que las “ideas homosexuales” habían abandonado tu cabeza.
- Lo sé, pero… Ash, no sé. Creo que el enamorarme de Frank hice que me cegara. – miré el suelo.
- Está bien. Por lo menos viviremos juntos. – una gran sonrisa se poso en su cara.
- Si – mi sonrisa, en cambio, era totalmente falsa.
- Se nota que me quieres. 
- No es eso, Mikey. Pero entiéndeme. – Mikey se iba a acercar a mí de nuevo para abrasarme, pero escuchamos la puerta de entrada. Ambos nos sorprendimos y nos pegamos a la puerta. 
Por lo que pude oír, que fue verdaderamente muy poco, le contó todo lo sucedido, aunque obviamente solo contaba su parte de los hechos. Supe que papá me dejaba a cargo de mi madre y le dijo que me vigilara lo más posible, me hirvió la sangre de la rabia.  
Después salimos, saludé a mi madre, hablamos un rato y después comprendió que me sentía cansado así que me dejo ir a dormir.

Así paso el tiempo. Mi padre había conseguido su objetivo. ¿Yo? Estaba destruido. Me incorporaron a otra escuela, intenté hacer lo de siempre para distraerme. Conseguir amigos y salir arto, hasta me dieron un auto, pero nada dio resultado. En mi cabeza siempre permanecía mi hermoso Frank. Me preguntaba si se encontraba bien. Me daba miedo el que viviera con esas crueles personas, pero tampoco tenía manera de comunicarme con él. ”¿No tengo?” pensé… Y a mi mente se vino la carta de Frank. Cuando no podía hablarme, expresó todos sus sentimientos a través de esa hermosa y significativa carta. ¡Si! Eso era lo que podía hacer. Juré jamás dejarlo solo y protegerlo en todo momento. Nunca me perdonaría el no hacerlo, pero ¿cómo se la haría llegar?... ¡Mikey! Solo bastaba convencer a Mikey (estaba seguro de que lo lograría). Pero me costaba ver cual sería el objetivo de esa carta. ¿Sería una forma de despedida?, ¿Demostrarle cuanto lo amo y que sepa que todo lo nuestro fue lo más importante que me ha pasado?, O quizás ¿Simplemente lograr que jamás se olvide de mí?... ¡Por dios, Gerard! Qué estoy hablando. En verdad tengo que demostrarle mi amor, luchar por él y proponerle el volver a estar juntos. ¿Escaparnos? Sería la única opción. Ya intentamos la de luchar por nuestra felicidad, y no dio resultado. Solo era eso… Escaparnos juntos, o nada. 

Tomé una hoja y un lápiz, intentando lograr una buena concentración. Prontamente lo logré, ya que solo tenía que expresar todo lo que sentía por ese perfecto ser. Y en mi cabeza estaba todo claro. Yo lo amaba y no me costaba decirlo, ni temía si alguien lo sabía. 
Con un suspiro y un leve tiritón entre mis dedos, comencé la escritura
Querido Frank:

¿Recuerdas cuando me escribiste una carta, ya que no te atrevías a hablarme? Pues esta vez, yo no puedo hablarte, así que decidí tomar en cuenta tu consejo y hacer lo mismo. Expresar mis sentimientos y proponerte algo a través de estas líneas.

Estoy agonizando sin ti, si es que se puede decir que aun sigo vivo. Aun respiro, pero no tu mismo aire y eso me afecta de manera negativa. No puedo seguir así. Es raro despertar cada mañana y sentir los grandes deseos de verte y besarte. Y al no verte querer matarme. Estoy destruido. Debatiendo sobre mi vida. Pero me doy cuenta que sin ti, no soy yo… No estoy completo. Te necesito a mi lado para decirte cuanto te amo y poder protegerte. Sé que lo de tu padre fue difícil y no quiero que pases por eso de nuevo. Dije que jamás te abandonaría y esta no será la excepción. No por un par de golpes te dejaré, ni mucho menos te olvidaré. Eso es imposible y se que si seguimos de esta manera, haciendo oídos sordos a nuestro corazón y sentimientos, seremos muy infelices y no es lo que yo quiero. Deseo ser feliz… A tu lado, ya que si no es así, es imposible serlo. Te amo Frank Iero y si tu te atreviste a luchar por mí, ten por seguro que yo también lo haré, pero necesito tu ayuda. Necesito tu disposición, confío en ti.

Ambos sabemos que la boda de nuestros padres se realizará en unos meses. Podemos hacer que nuestras vidas cambien de la manera más hermosa que puede haber…
Sabemos que solo seremos felices si nuestros cuerpos están juntos, si nuestras respiraciones se sienten, si nuestras miradas están en contacto y si nuestras almas hacen uno solo. 

Frank Anthony Thomas Iero Pricolo: Estoy dispuesto a hacerte el hombre más feliz del mundo y protegerte y amarte para siempre. 

El día de la boda, te esperaré fuera de la iglesia a las 15: 15, dentro del auto. A esa hora la ceremonia ya habrá empezado, así que si eres disimulado lograremos escaparnos sin que nadie lo note. Por favor, Frank. Te lo ruego. Si logramos hacer lo que hemos hecho para estar juntos, esto será nuestra victoria. No me falles, sino moriré sin ti.

Se despide siempre tuyo, Gerard.

Estaba dispuesto a hacer una carta mucho más extensa, pero los nervios no me dejaron. Escuché a Mikey conversando con mi madre en el pasillo. Cuando oí los pasos de ella, dirigiéndose al primer piso, me asomé por la puerta.

- Mikey – susurré.
- ¿Qué? – dijo de la misma forma, en tono burlesco.
- Ven. 
- ¿Qué pasa? – dijo una vez ya dentro, sentado en mi cama. Yo caminaba de un lado a otro.
- Mikey, yo sé que esto será realmente difícil para ti, pero necesito pedirte un favor. – frunció el ceño.
- ¿Qué clase de favor?
- El más grande que hayas hecho en tu vida. – abrió sus ojos sorprendido.
- Dime…
- Sigo locamente enamorado de Frank. Y ya dije que estaba dispuesto a hacer todo por él.
- A ver, un momento Gerard. – Me interrumpió. Yo me arrodillé frente a él.
- Mikey, por favor te lo pido… Jamás he sentido esto por nadie.
- Me estás asustando… ¿Es algo… muy extremo? – asentí.
- Es decir, no para ti, pero si para mi… Verás… Necesito que vayas a casa de papá y que le entregues esto a Frank. – Dejé el sobre en sus manos.
- ¿Qué harás, Gerard? – Estuve en silencio un momento.
- Escaparme.
- ¡¿Qué?! – dijo poniéndose de pie.
- Mikey… Se que me quieres y…
- Te amo, Gerard y por eso mismo es que no quiero que lo hagas.
- Pero tengo derecho a ser feliz. – Se me quebró la voz.
- ¿Con qué dinero? ¿Dónde trabajarás? ¿Dónde y cómo vivirás? 
- Mikey eso lo puedo ver en estos días, pero por favor.
- Gerard no me hagas esto. – comenzó a llorar.
- Mikey ¿Me has visto alguna vez así por alguien? ¿Crees que si esto fuese una aventura más estaría de este modo? 
- Júrame que serás feliz. Júrame que lo amarás con todo tu ser y que nunca te arrepentirás de las cosas que harás. – sus sollozos casi no lo dejaban hablar. – Júrame que estos días te prepararás para todo lo que viene y que tendrás dónde vivir, donde trabajar y como poder llevar una vida sana. 
- Lo juro – dije entre llantos, lanzándome a él, dándole un gran abrazo.
- No bromeo, Gerard. Júrame que serás feliz. – decía en mi hombro.
- Te lo juro, te lo juro, te lo juro. – Mi llanto era de felicidad. Estaba emocionado. Una vez más, mi hermano me había apoyado. Lo apreté con fuerza entre mis brazos. – Te amo. – Besé su frente.
Hice todo lo prometido. Trabajé por un tiempo para conseguir dinero, aunque ya venía trabajando de antes. Con ayuda de mi hermano quien también me ayudo a juntarlo y a vender cosas, más el dinero de mi cuenta en el banco lo logré. Viajé muy lejos hasta encontrar el lugar. No era una gran mansión, pero la verdad no me importaba. Me esforcé por lograr obtener todo lo que Mikey me dijo. Aún tenía cosas pendientes, pero supuse que se obtendrían con el tiempo. 
Al fin había llegado el día anterior a la boda. Mikey se dirigió a casa de papá, porque “quería saber como iban los asuntos de la boda”. Eso le dijo a mamá. Y por lo que me contó al volver, Frank no estaba, pero se preocupó de dejar la carta en un lugar donde él la pudiese ver. Y Mikey estaba tan confiado en que iba a aceptar mi propuesta, que hasta llegó con una maleta con cosas de Frank. Yo lo único que esperaba era la aprobación de mi amado.

Llegó el gran día. Yo no dormí absolutamente nada. Mis ojos lucían cansados y me esperaba un largo viaje, en el cual yo conduciría. 
Me vestí, arreglé y preparé mentalmente. Estaba ansioso y a la vez nervioso. Solo quería verlo. Lo extrañaba demasiado. 

Subimos al auto y nos dirigimos a la ciudad. No había conversación. Se sentía raro. Prendí la radio para no aburrirme a tal grado que me quede dormido en el manubrio. Había miradas cómplices, entre Mikey y yo. Cuando sentí que no daba más de los nervios, llegamos. Me temblaba todo. 
No quería hablar porque mi boca tiritaba cada vez que la abría, por lo cual, al llegar solo asentía en forma de saludo. Sabía que la boda empezaría y yo no veía a Frank. Le avisé a Mikey que me iría al auto, él asintió y me ayudó para que nadie se diera cuenta. 

Subí al auto, comiéndome las uñas. Estaba todo transpirado de los nervios. Sentía hasta ganas de llorar.

Era la hora… El tiempo se había cumplido y no había rastro de Frank. Comencé a sospechar que quizás no leyó la carta. Quizás quiso olvidarse de mí para siempre, o quizás hasta ya lo logró. 

Era muy tarde. Mis ojos estaban llenos de lágrimas. Mi corazón perdía sus latidos lentamente. Me costaba creerlo. Mi cabeza no dio más y di marcha al auto. No quería estar en ese lugar. Mi pequeño Frankie… Me había abandonado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario